Ya comenzaba a oscurecer, corriendo por pasadizos hasta llegar a una especie de callejón se encontraba un grupo de tres personas quienes parecían tener sus ropas empolvadas y algo quemadas quienes trataron de descansar en aquel lugar.
- ¡¿Quién lo hizo?! - exclamó Victoria.
- ¡No lo sé! ¡Pero debemos llegar hasta la alcaldía! - comentó Lorenz quien estaba alterado.
Fue entonces que, la alcaldesa miró a Alexander quien había escapado junto a ellos con agresividad.
- ¡Tú! ¡¡Fueron tu gente!? - preguntó Victoria.
El joven quien difícilmente se mantenía de pie respondió - No … no sé quién hizo esto.
La mujer no le creyó y casi arremete contra él, pero fue detenida por su asistente.
- ¡¿Cómo no sabemos si es que no fueron tus camaradas que quisieron asesinarnos a todos para no dejar cabos sueltos?!
- ¡Cálmate, Victoria! … ¡No ves que está herido aún! - exclamó Lorenz.
- No … yo trabajo solo. - argumentó Alexander.
Mientras que Victoria trataba de calmarse, un sonido de pisadas se escuchó acercándose a ellos desde no muy lejos.
El eco hizo que resonara aquel ruido, lo que hizo que todos se pusieran aún más alertas y preocupados.
- ¡¿Quién está ahí?! - exclamó Lorenz.
El eco solo se hacía más fuerte indicando que eso se acercaba.
Pasado algunos pocos segundos, pudieron escuchar la voz de un niño.
- ¡Maldición! ¡¿Por qué mierda siguen con vida?!
La presencia de un niño de unos 12 años se mostraba venir hacia ellos. Sin embargo, la apariencia de aquel infante era desagradable: ropas sucias, el olor a cigarrillos y alcohol, y aquel vocabulario no era propio de su edad.
Aquel niño comenzó a sonreír paranoicamente.
- ¡Al carajo! ¡Los mataré aquí mismo!
Nadie de los presentes podía creer lo que veían en aquel pequeño.
Habiendo ya pasado un día, el equipo de hombres mandado a buscar ayuda en la estación Rivas se había llevado un quinto de las raciones de alimentos, mientras que el resto debían administrar el sobrante.
Ciertamente, los sobrevivientes de aquella caída del tren comenzaban a delirar poco a poco. Los enfermos y heridos tratados mostraban una relación de tres personas recuperadas por cada ocho heridos; esto hacía pensar al resto que agotaba sus alimentos en que no deberían de preocuparse por aquellos quienes no 'servían'.
Lentamente, todos se volvían más y más ávaros entre ellos.
Por otro lado, dentro de uno de los vagones del tren donde no había gente, se encontraban dos hombres vestidos elegantemente, aunque estaban algo sucios por los sucesos pasados. Este par parecía despreocupado de todo lo que estaba pasando y solo conversaban.
- ¿Cuántos muertos hay? - preguntó el hombre que tenía cabello oscuro, un traje negro y mirada filada quien parecía ser de mayor rango que el otro.
- Alrededor de cuarenta … pero esperamos que lleguen a los sesenta dentro de un día. - comentó el otro varón que vestía un traje blanco con indiferencia.
- ¿Eso dijeron los médicos?
- Sí.
- Por otro lado, ¿crees que el equipo que enviaron logre llegar a Rivas?
- No … seguro que morirán en el intento … si tenemos tiempo, nos llevaremos sus cuerpos también. - comentó felizmente el hombre vestido de blanco.
- Bien, pero … ¿Qué hay de Marcus? Parece que se ha dado cuenta de nosotros.
- ¿Desea que lo eliminemos? - hablaba aquel hombre de ropas blancas y camisa negra quien solo se quedaba sonriendo.
El hombre de ropas negras quien aparentaba tener unos 30 años solo sonrió por el comentario.
- De cualquier forma, informa al resto que se aseguren que nadie más intervenga … ¡Ah! Pero dile a Renato que busque a Vil … no podemos irnos sin saber lo que le pasó.
- Supuestamente desapareció con el grupo de búsqueda el día de ayer en la madrugada … nadie del grupo ha sido encontrados … ¿no crees que dejárselo a Renato sería inconveniente? Recién se está recuperando … - objetó aquel tipo de blanco.
- ¿Entonces tú iras? - preguntó el tipo de traje negro con una sonrisa astuta.
- … Iré a avisarle a Renato. - respondió con una sonrisa.
Pudiendo ya caminar, Liam fue visitado por Daniel, Glen y Aren quienes le habían informado de los acontecimientos hasta el momento.
- Así que era verdad que ese tipo llamado Marcus pudo lidiar con los 124 pasajeros del tren, ¿eh? - comentó Liam algo sorprendido.
- Así como lo escuchas … por otro lado, como nosotros quedamos de los hombres, nos han ordenado ir a buscar alimentos por la zona … como no hay animales salvajes, no tendremos que preocuparnos por la seguridad. - habló Glen.
- Si, por otro lado, parece que el sujeto con el que compartías la habitación ya se fue, ¿no es así? - comentó Daniel.
- Sí … un tipo que … mejor no quiero recordarlo … pero él se recuperó más rápido y supongo que estará viendo sus asuntos. - explicó Liam.
Trayendo consigo el resto del equipaje de aquel muchacho, Aren lo puso cerca del mueble que usaba como cama.
- Te agradezco …
- Ese tipo me caía bien. - dijo Glen.
- Claro … los dos son un par de … - murmuró Liam.
- ¡¿Qué dijiste?! - exclamó Glen infantilmente.
- Ya ya … no se pongan así … - dijo Daniel.
Aren suspiró y se levantó, pues algunos de los hombres que quedaban daban voces para que aquel grupo de jóvenes fueran a hacer la labor encomienda y sobre la búsqueda de aquel grupo de exploración que se había perdido, aunque a nadie parecía ya importarle eso.
Liam quiso ir, pero ninguno lo permitió.
- Será mejor que descanses … si estás mejor para mañana, te llevaremos con nosotros. - comentó Aren.
Aquel día fue una búsqueda infructuosa; sin embargo, las mujeres jóvenes y mayores, pocas con bebes, y ancianos no podían esperar a que encontraran algo y decidieron coger a escondidas algunas raciones de comida cuando los hombres no estaban.
Mientras tanto, en aquel callejón donde había aparecido aquel perturbador niño, éste sacó una pistola semi automática con la que acabaría con la vida de Victoria, Lorenz y Alexander.
Sin embargo, antes de poder disparar, entre las mofas y burlas desagradables de aquel niño, Lorenz fue el único que pudo notar que Alexander no estaba con ellos; había desaparecido.
«¡¿Huyó?!» se preguntó.
A los segundos, aquel niño también se dio cuenta.
- ¡¿?! ¡¿Dónde carajo se metió ese hijo de puta?!
Lorenz se quedó viendo al frente como si se hubiera percatado de algo increíble.
- ¿?
El niño se quedó algo sorprendido al tener una extraña sensación en su cuerpo.
Lentamente, notaba como si estuviera cayendo al suelo, pero no era su cuerpo, ya que seguía aun de pie. Sí, se dio cuenta al final, su cabeza estaba rodando por los suelos viendo su cuerpo decapitado y, detrás de él, un joven de cabello gris con una lanza ensangrentada.
- ¿Qué … mierda …? - fue lo último que dijo aquel infante segundos antes de morir.
Cayendo al suelo, exhausto Alexander parecía perder nuevamente la conciencia. Inmediatamente Lorenz lo cargó y avisó a Victoria de ir a un hospital.
La alcaldesa asintió y fueron corriendo. La acción de Alexander hizo reflexionar a Victoria.
Pasó un día y los problemas empeoraron. La multitud reunida de hombres se quejaron de que había menos alimentos de que lo que se presupuestaba; esto llegó a los oídos de Marcus quien no parecía sorprendido.
- Supongo que llegamos a la parte crítica … tan solo podemos esperar a que venga la ayuda … más de un tercio de nosotros a muerto … ya no hay comida … y otros se están enfermando por el frio de la noche … … Además, esos tipos … qué es lo que traman … parece que tendré que ir personalmente … solo queda tener fe en que hayan podido llegar a Rivas. - comentaba Marcus sentado en una especie de baúl en aquella cabina personal estando solo.
En un momento, se escuchó como tocaban la puerta de la habitación donde estaba.
- Pase.
Volvieron a tocar la puerta.
- Está abierto. Pase.
Nadie ingresó a la habitación; esto hizo que Marcus se desconcertara, pues nadie ingresaba.
Nuevamente tocaron la puerta.
- Entonces no encontraron nada, ¿eh? - preguntó Liam con indiferencia.
- Pues que esperabas, todo esta zona es rocosa … no hay plantas. - respondió Glen algo frustrado.
- Entonces esperen a mañana, yo iré con ustedes y puede que encontremos algo. - comentó Liam algo altanero.
- De encontrar algo … pues si encontraremos … como esa niebla, ¿verdad, Aren? - habló Daniel.
- ¿Niebla?
- Se supone que a horas de la noche no haiga niebla … pero a lo lejos se podía ver todo el lugar oculto en eso hasta la cima del cañón. - explicó Aren.
Esto dejó inseguro a Liam, pues no entendía que pudiera ser.
- Esa niebla … la noté también cuando el equipo desaparecido siguió inspeccionando el lugar. - agregó el joven de cabellos largos.
- ¿Crees que haya algo peligroso dentro de la niebla? - preguntó Glen.
- No estoy seguro … pero es fácil perderse en un lugar así. - respondió Aren.
- Será mejor que mañana le avisemos a Marcus … puede que él tenga alguna opinión sobre esto. - comentó Daniel.
Dejando la conversación a un lado, los jóvenes se prepararon para cenar lo poco que tenían. Las baterías de los celulares iban descargándose dejando en oscuridad a todo el tren; todo debían acostumbrarse.
Ya era de mañana y el grupo de jóvenes se dispuso a ver a Marcus para preguntarle sobre lo que habían visto ayer.
Al llegar hasta el vagón donde estaba, pudieron notar un grupo de personas quienes eran los que gestionaban el lugar junto con Marcus conversando.
- ¿Ha sucedido algo? - preguntó Daniel.
- … Sí … bueno, no sabemos en realidad … parece que Marcus no está en su cabina o tal vez se ha quedado dormido. - respondió uno de los hombres.
Todos se cuestionaban, pues extrañamente nadie parecía haber ingresado a la cabina de Marcus a revisar.
- ¿Podemos ir a verlo? - preguntó Daniel.
- Bueno … si pueden ingresar … ya que la puerta parece cerrada por dentro. - contestó otro de los hombres.
Siendo así el grupo fue a verlo y, tal como dijeron, la puerta estaba cerrada o, mejor dicho, parecía atascada. Aunque llamaran, nadie respondía.
- ¿Y ahora qué hacemos? - preguntó Glen.
- Podemos entrar por las ventanas, pero … es peligroso … es muy alto y además hay vidrio roto por todos lados. - respondió Liam quien había ido con ellos.
- ¿Y si golpeamos todos a la vez con fuerza? - opinó Aren.
Todos quedaron algo asombrados por tal simple idea viniendo de un sujeto así.
- A excepción de Liam. - agregó.
El joven se frustro un poco por el comentario, pero entendió que no debía de esforzarse de esa manera, sino podría llegar a ser una carga en el futuro.
Los tres jóvenes se posicionaron frente a la puerta en posición para empujarlo con todas sus fuerzas.
- ¡Bien! A la cuenta de uno … dos … ¡tres! - indicó Glen.
Los tres hombres empujaron la puerta pudiendo abrir solo un poco, pero lo suficiente para que entrara una persona promedio.
Al ver la parte inferior de la puerta notaron que había especies de muebles que trancaban la puerta. Eran algo pesados, pero la fuerza de aquel grupo pudo más.
Fue entonces que al ingresar todos cuidadosamente a la cabina vieron al fondo cerca de la ventana la silueta de Marcus sentado encima de un baúl.
- ¡Oye! ¡¿Qué sucede contigo?! ¡¿Por qué no respondes?! - exclamó Glen.
- Eh … Marcus … tenemos que hablar de algo … - comentó Daniel.
Solo Aren y Liam se quedaron en silencio.
- No se acerquen … - ordenó Aren.
Daniel y Glen no entendieron por qué decía eso.
Glen volteó a ver un poco de lejos la figura de Marcus quien parecía una persona normal sentada.
- ¿Qué pasa chicos? Justamente hemos venido para preguntarle sobre la niebla de ayer, no hay que perder tiempo.
- Suficiente, Dani … retrocede. - dijo Glen.
Daniel se sorprendió por la seriedad en las palabras y rostro de Glen e hizo como dijo, y, al igual que el resto, vio a Marcus y se dio cuenta.
Marcus estaba muerto.
Daniel retrocedió otra vez.
- ¿Q-Qué significa …? ¿Por qué?
Nadie se movió de su lugar por unos segundos, solo Aren se acercó a aquel cadáver.
Sin tocarlo comenzó a inspeccionarlo; pasaron otros segundos más hasta que se percató de una herida en su espalda. Realmente era una apuñalada. Luego observó un trozo de papel que estaba debajo de su pie.
Trató de tomarlo, pues la forma de aquel trozo parecía tener algo escrito en él.
Al sacarlo, lo leyó.
Supongo que hasta aquí llego. Parece que no sabré como terminará esto, pero aquel quien lea esto, le advierto sobre ciertos 'pasajeros'; son seis, pero uno de ellos desapareció con el equipo de búsqueda. No confíen en nadie y, sobre todo, no vayan a buscarlos en la noche.
Cuidado con la niebla.
Después de haberlo leído todos, el grupo se quedó en gran preocupación. ¿Qué había en la niebla? ¿Quiénes eran esos 'pasajeros' de los que mencionaba el texto? Y ¿Quién o quiénes exactamente habían asesinado a Marcus?
Posteriormente, al salir cuidadosamente de la cabina, el grupo se dirigió a informar sobre la muerte de Marcus; sin embargo, no pudieron encontrar por ningún lado a los que habían acompañado antes al fallecido.
- ¿Qué hacemos ahora? - preguntó Glen.
Antes de poder alguien responder la pregunta, escucharon gritos desquiciados tanto de hombres como mujeres.
- ¡Nadie vendrá a salvarnos!
- ¡Quiero vivir!
- ¡Ya no hay comida!
Sí, los víveres se habían acabado en estos dos días y, supuestamente, el equipo de hombres que enviaron debió ya de haber llegado a la estación Rivas; pero nadie aún venía a rescatarlos.
El grupo de jóvenes salieron del lugar yéndose al extremo del tren donde no había nadie. Sin embargo, encontraron un grupo de personas arrodillados todos juntos quienes parecían algo apresurados en lo que hacían.
Al verlos por unos segundos mientras que los jóvenes se acercaban a ellos, notaron que eran el grupo de hombres que gestionaban el lugar junto con Marcus. Ahí estaban los médicos y técnicos incluidos.
Al hacer un ruido fuerte en sus pisadas, el grupo de hombres se dieron cuenta de la presencia de aquellos cuatro jóvenes quienes. Todos los hombres reaccionaron sorpresiva y agresivamente al verlos.
Aren y el resto observaron que ellos tenían migajas de comida en sus rostros y en el piso restos de comida. Sí, ellos aún tenían raciones de alimentos. Sin embargo, lo peor no era que ocultaban comida, sino que debajo del tren al lado de ellos, se encontraban unas varias siluetas de personas tiradas en el suelo.
Al ver bien aquella zona, supieron que eran cuerpo de unas tres o cuatro mujeres desnudas.
- ¡¿Qué hacen aquí?! - gritaron algunos de los hombres agresivamente.
Los jóvenes entendieron de inmediato cuando vieron como los rostros de los hombres se transformaban como si fueran bestias.
Aquellos hombres que eran alrededor de unos diez trataron de pararse y atacar a aquello cuatro jóvenes. Sin embargo, Aren, Glen, Daniel y Liam huyeron de inmediato del lugar dirigiéndose a donde a lo lejos se presenciaba una niebla.