De una de las habitaciones había salido un joven de largos cabellos negros quien se topó con los guardias que resguardaban el lugar. Solo se dieron un par de miradas, pero nadie se interpuso en el camino del otro, por tanto, el joven se retiró sin problemas del lugar.
- ¿No hay problemas en dejarlo irse así no más? - preguntó uno de los guardias mientras veía al joven alejándose.
- No ... solo debemos mantener a las 'invitadas' dentro ... mejor aún es que sus 'acompañantes' se fueran. - respondió el otro guardia.
Como si tratara de reconocer el camino de regreso, aquel joven deambulaba por el lugar.
A diferencia de la gran entrada principal que llevaría al salón del evento, el joven había entrado por una puerta trasera del establecimiento que lo llevaría por la parte anterior de la mansión.
Mientras poco a poco recordaba el camino, la mirada del joven manifestaba estar sumergido en sus pensamientos.
«Alicia ... ¿en qué te estás metiendo?»
Esto lo decía, pues, desde el momento en que llegaron, la extraña presencia de hombres de traje quienes mostraban una especie de intención disgustada, además del diferente trato poco amable e, incluso, la repentina aparición de su 'amiga' hacía que pensara que algo, tal vez, peor de lo que pensaba estaba por suceder.
«El tipo que estaba en la habitación ... ¿fue el que vio Alicia antes?»
Inesperadamente, porque no se lo había confesado, Aren supo que aquel varón con quien se encontraba hasta hace unos momentos era una de las razones del repentino cambio en Alicia o eso era lo que pensaba.
- Oh ... pareces perdido, ¿necesitas ayuda? - una repentina voz detuvo los pensamientos de Aren.
A lo largo del pasadizo, frente a él, vio la figura de un hombre de largos cabellos plateados algo desaliñado y con una sonrisa amable en su rostro. Aquel varón que aparentaba solo ser un buen samaritano vestía ropas negras como manteles superpuestos que podrían ser de luto, pero era incoherente con aquella sonrisa.
Aren asintió y lo siguió hasta las afueras de la mansión.
En la reunión donde estrictamente estaban aquellas mujeres, era Alicia la menor de todas ellas, pero eso no dejaba que fuese intimidada, aunque no sabía la razón de su presencia.
- Me disculpo por la tardanza, pero tuve que atender algunos asuntos ... hoy en día la ola de crímenes va en aumento, sobre todo los secuestros, ¿no creen? - hablaba, la alcaldesa, mientras tomaba una taza de té.
- Sí ... es trágico que sucedan esas cosas, tengo entendido que la mayoría de secuestros han sido de personas jóvenes, ¿no es así? - agregó Lois.
Por el momento, Alicia solo se quedaba al margen de la conversación, pues claramente no quería precipitarse al hablar imprudentemente.
- Por otro lado, ese vestido que tienes ... es algo ... interesante, ¿creo? - comentó Lois.
Victoria sonrió - Sí ... es un atuendo pasado de generación en generación para demostrar el luto por aquellos fallecidos. - y mencionó con cierta tristeza.
Alicia se alarmó un poco y, a la vez, sentía como de reojo la alcaldesa no quitaba su atención sobre ella.
Aunque la charla sin sentido duró por varios minutos, Lois se atrevió a preguntar - Es un honor estar aquí, pero ... ¿Por qué razón nos ha invitado a su celebración, Srta. Victoria?
El silenció se estableció en la habitación hasta que se escuchó como la alcaldesa dejo su taza en la mesa.
- Pareciese que realmente la srta. Alicia no supiera nada, aunque las noticias ya se han divulgado a las ciudades y provincias adyacentes. - comentó Victoria.
- Seguramente ya lo sabe, pero Alicia recién ha llegado a Luesia. Han pasado varios años desde que no estuvo aquí ... - respondió Lois como si tratara de hacer una defensa o una cuartada.
Alicia cada vez entendía menos en qué situación estaba la ciudad.
- Entiendo, por otro lado, hemos notado que el grupo Valdelomar ha estado ocultando cierta información acerca de la cantidad de su personal laborando en Luesia.
- ¿Qué ... quiere decir? - preguntó Lois con cierto desatino.
- Las normas indican que mensualmente toda empresa debe mandar informes sobre la rotación de su personal, pero ... parece ser que sus informes están ausentes desde hace un par de meses.
Lois se quedó en silencio.
- Hace tres semanas, encontramos algo interesante cuando fuimos a averiguar lo que sucedió en uno de los almacenes que están al este de aquí.
Victoria sacó de un bolsillo del interior de su pecho una insignia que representaba al grupo Valdelomar.
Lois se consternó al verlo.
- Por lo que tengo entendido, el grupo comercial Valdelomar no ha hecho ninguna contratación cerca de esos almacenes, pero entonces ¿Por qué hallamos esto de aquí?
- E-Eso es ... - Lois no pudo responder a la pregunta.
Cada vez el ambiente se tornaba más y más tenso.
- Srta. Alicia debo comentarle el hecho de que Luesia no está en un buen momento por ahora. Y si es que aun nadie se lo ha contado, en los anteriores cuatro meses han sucedido casos de secuestros seriales y algunos de ellos han terminado en asesinatos.
Alicia la miró sin poder entender bien lo que sucedía.
- Actualmente Luesia está en un estado de emergencia, aunque no hayamos deshabilitado los servicios de viaje y turismo, pero, como podrá haber visto, la cantidad de seguridad está en su tope.
- Ya ... veo. - fue lo primero que dijo Alicia.
- Nuestro Departamento de Información y Seguridad (DIS) ha estado intentando encontrar quien o quienes son los responsables de esto y, por ende, hemos estado registrando con cierto énfasis a los civiles que entran y salen de la ciudad.
Lentamente Alicia entendía a donde iba esta conversación.
- ¿Sabe algo más? En ningún momento pudimos encontrar rastros contundentes de quienes fueron en las escenas de los crímenes, pero, en el último avistamiento, el equipo de oficiales encargados del tema dice haber visto la silueta de una mujer quien desapareció misteriosamente al ser perseguida.
- ¿Cuándo fue que ... sucedió? - preguntó Alicia.
- Hace unas tres semanas en los almacenes de la compañía Wilbur.
Esto se conectaba con lo dicho anteriormente sobre el hallazgo de un emblema del grupo Valdelomar.
- Pero sorprendentemente han pasado más de dos semanas en que no han sucedido ningún secuestro ... no obstante, desde hace dos días que se informó el secuestro de una pareja joven y de un hombre de 29 años.
Sí, era la misma fecha en que Alicia y Aren habían llegado a Luesia.
- Ahora bien, hay una dato más que no les he dicho ... según el último reporte del secuestro, hay una mención sobre 'falsificación de identidad'.
Alicia lo entendió, pero ya era tarde. Los pensamientos que venían sobre su cabeza eran «¡No tuve que haber aceptado la invitación! ¡No! ¡En primer lugar, no tenía que haber venido a Luesia!»
- Por favor, no se alarme; aún no hemos acabado.
Alicia trató de mantenerse calmada.
- Hemos ubicado algunos registros de ciertas personas acusadas y halladas culpables por el delito de falsificación de identidad a través de la realización de documentos falsos ... y su nombre aparece en ellos desde una edad muy temprana entre otros delitos.
Tanto Lois como Alicia quedaron en silencio, pues había el pensamiento de que pudiera haber una cámara oculta en algún lado.
- Bueno, hasta este punto ya deben saber por qué las cité.
La palabra invitación fue transformada en una citación como si se tratase de un interrogatorio.
- Fue bastante afortunado el usar esta celebración como excusa para que vinieran, pero ... en caso de no haber venido, podría haber sido peor para ustedes. - comentó con una sonrisa la alcaldesa.
Las dos invitadas reaccionaron con cierto temor, por ello, trataron de salir de la habitación; mas recordaron que había guardias resguardando las puertas.
Tomando unas hojas, Victoria prosiguió a mencionar - Por último quisiera preguntar algunas cosas sobre sus 'acompañantes' ... empezaré con el de la srta. Alicia ... Arias D. Aren era su nombre, ¿no es así?
Alicia se preocupó aún más por el hecho de haber sido nombrado su compañero.
Fue entonces cuando, repentinamente un hombre de traje similar a los guardias entró en la habitación un poco agitado.
- ¡Srta. Victoria, h-hemos encontrado a un grupo de tres personas muertas cerca de la plaza central ... parecen ser algunos de los secuestrados!
Las tres mujeres quedaron sorprendidas de lo contado.
- ¡P-Posiblemente también hemos atrapado al criminal!
- ¡¿Qué quieres decir?! - exclamó Victoria.
- ¡En la escena hemos encontrado un hombre de cabello largo y rastros de sangre en sus manos!
«¿De negro y cabello largo?» fue lo que Alicia pensó con gran preocupación.
Inmediatamente, la alcaldesa mandó a un equipo policial y forense a la escena, y se retiró del lugar manteniendo al par de jóvenes dentro de la habitación por el momento.
Hace unos minutos, cuando Aren había salido de la mansión siendo dejado por aquel hombre quien lo había ayudado, comenzó a caminar por la plaza del frente en búsqueda de comida.
Sin embargo, siendo el panorama algo agradable de ver por el inusual atardecer anaranjado, y como al ver que la gente paseaba y conversaban, fue desviado a seguir paseando por el lugar.
«Supongo que estaré aquí por un rato, hasta que Alicia termine ... es algo aburrido el solo estar encerrado.» pensaba Aren.
Caminando cerca de una callé alrededor del lugar comenzó a adentrarse por un estrecho pasadizo que llevaba a un callejón; el lugar era agradable de ver, pues estaba bien cuidado. Al finalizar su recorrido, llegó a lo que era una vecindad, pero algo era extraño, no había nadie.
Al adentrarse y ver el lugar, un solo pensamiento cruzó la mente del joven.
«Esto ... no es bueno.»
El agradable paseo llegó a su fin.
Frente a él una escena grotesca se mostraba; tres cuerpos inertes estaban ensangrentados. Dos de ellos eran cuerpos de mujeres que estaban en charcos de sangre y el otro era de un joven con capucha a un extremo como si estuviera sentado, pero con heridas como de un zarpazo en su cara.
Aren comenzó a ver más de cerca los cuerpos sin que su calma se desvaneciera, era como si estuviera acostumbrado a ver tal escena.
Observó el cuerpo de las dos mujeres y, al acercarse, sus zapatos quedaron manchados de sangre; luego, estando frente del tercer cuerpo, Aren optó por tocar las heridas que estaban en la cara del joven.
«¿Qué extraño?» pensó con cierta incredulidad.
Y, repentinamente, como si hubiese sido planeado, se escucharon los pasos de algunos hombres que aparecieron detrás de Aren. Un grupo que vestía trajes de oficiales quienes quedaron horrorizados de ver la escena: tres cuerpos muertos y un hombre con rastros de sangre al lado de uno de los cadáveres.
- A-Aquí es el lugar donde nos avisaron, señor. - habló uno de los hombres.
- ¿Ese es el tipo que avistaron? - respondió el jefe de los oficiales.
- Sí, señor ... coincide con la descripción de los civiles que lo vieron entrar al lugar. - respondió otro oficial.
El significado de la orden fue claro.
- ¡ATRÁPENLO!
- ¡Revisen toda la zona!
«Hahh ... ¿Por qué a mí?» pensó Aren con fastidio.
De inmediato, el joven visto en la escena fue tomado por los oficiales y se lo llevaron a las afueras donde esperaba un par de patrullas.
En ningún momento, Aren se atrevió a defenderse.
Uno de los oficiales ordenó - ¡Informen a la alcaldesa y al señor Vicent de inmediato!
Aren fue llevado en una patrulla hacia una comisaría.
Dentro de la habitación donde quedaron encerradas aquel par de mujeres una de ellas preguntó - ¿Por qué no me lo dijiste todo en ese momento?
Lois miró como Alicia estaba con la cabeza agachada cuando le había preguntado.
- Creí que si no sabias nada, ellos entenderían que ... no tenías nada que ver en esto. - respondió sincera, pero tristemente.
Antes de que Alicia pudiese reaccionar o decir algo, la presencia de un varón de largos cabellos plateados y sonrisa 'amable' apareció en la habitación y dijo - Capturen a la fugitiva.
Las dos mujeres vieron con cierta preocupación, pues solo habían indicado a una sola. La elegida fue Alicia, mientras que Lois fue dejada en 'libertad'.
Posteriormente, siendo llevada Alicia, Lois y su guardaespaldas se reunieron y vieron como era puesta la joven esposada por los oficiales en una patrulla.
Lois se lamentó de haber venido al lugar, pero una frase de quien la acompañaba la compadeció.
- Era mejor que suceda esto; de otra forma, hubiera sido peor ... además, tenemos el plan de reserva, ¿no?
- Sí ... pasemos al plan C - con determinación dijo Lois.
Pasó el día y las noticias no se hicieron esperar donde el titulo más escuchado era: DE SECUESTROS Y ASESINATOS A SER APRISIONADOS, SON ATRAPADOS LOS SECUESTRADORES DE LUESIA.
En celdas, no, sino que en prisiones estatales diferentes habían sido puestos aquel par esperando hasta ser analizadas la escena del crimen y las evidencias halladas.
Las cosas no se pusieron a esperar, pues el pueblo exigía cada vez más y más: Ejecución Pública. Y, en ese mismo día, se realizó el juicio.
Parecía estar todo trucado, la defensa, el fiscal, el juez y los testigos sin oportunidad en que los incriminados tratase de defenderse dictaminaron la condena por guillotina.
Cuantos siglos habían pasado desde el uso de aquel artefacto que ahora había sido invocado para que prestare sus servicios nuevamente con el fin de calmar la ira de los ciudadanos tal y como lo fue en el pasado.
Alicia entendió en ese momento, a tan solo tres días de haber venido, que aquellas caras sonrientes y despreocupadas que había estado viendo en los ciudadanos, en los pocos paseos que pudo hacer desde que llegó, solo eran una fachada. Era como si los ciudadanos trataran de hacerse pasar como ovejas frente a los extranjeros que venían a la ciudad.
«Qué tonta he sido ... no me di cuenta de nada.» concluyó Alicia en sus pensamientos.
Por otro lado, Aren seguía en silencio, imperturbable y sereno. Eso hacía que la joven al lado suyo pudiera encontrar un poco de paz en medio de las difamaciones y falsas acusaciones en el trayecto del juicio.
Mas Aren se dio cuenta de una presencia similar al de aquel hombre quien lo había ayudado antes a salir de la mansión quien ahora estaba recostado viendo como se desarrollaba los eventos en aquel lugar.
Sí, era aquel hombre que en esta ocasión vestía atuendos de oficial y, aunque su aspecto desalineado contrastaba con la formalidad, estaba al lado de la silla de testigos y, tal como lo había conocido, seguía sonriendo, pero esta vez su sonrisa ocultaba otras intenciones.
Por otro lado, al mismo tiempo en que se realizaba el juicio, siendo aún de mañana, por una calle no tan concurrida había un grupo de jóvenes de unos 17 años que conversaban.
- ¿Crees que todo va como lady Victoria planea? - preguntó la única mujer del grupo.
- No lo sé ... pero lo que estoy seguro es que la srta. Victoria y el jefe Lorenz no están muy de acuerdo con las pruebas mostradas por Vicent. - comentó otro joven.
- Y eso qué importa ... mientras no hallemos nada, nada podremos hacer. - agregó otro joven más.
Inesperadamente, como si las respuestas vinieran a ellos, un joven desconocido que llevaba como una capucha y traje de negro rasgado se mostró ante ellos.
El grupo de jóvenes se sorprendieron, pero a la vez estaban sonriendo al ver a ese tipo.
- Bueno, dicen que el autor siempre regresa a la escena del crimen. - comentó con sarcasmo uno de los jóvenes.