El viaje era por carretera; el sonido de alarmas y un camino con rieles sobre la carretera daban paso a un tren que recorría por los campos a mitad de la tarde; las múltiples ventanas permitían ver numerosas cabinas espaciosas con diversos pasajeros en ellas y, en el pasadizo interno, iban caminando algunos meseros y más pasajeros.
Dentro de una de los cuartos se encontraban una pareja quien había, hace poco, acomodado parte de su equipaje dentro del lugar.
- Bueno … el tren irá hasta Reinosa, pasará por Biela y luego por Luesia, ahí nos bajaremos, después de eso te diré que otro tren tomar para que llegues a Zaragoza. - comentaba una mujer.
- Entiendo … - respondió el otro.
Luego el joven tomo de un bolsillo que estaba en su camisa una especie de tarjeta la cual tenía su foto y unos cuantos datos. En la parte superior, decía REINO DE ESPAÑA Documento Nacional de Identidad.
Mientras que el joven miraba con algo de incertidumbre, dijo -¿Cómo conseguiste esto?
La muchacha frente a él comentó - Oh, ¿te acuerdas cuando llegamos a la estación? Te dije que no te preocuparas por los tramites del viaje … ¿Qué tal? ¿Qué te parece? Bastante auténtico diría yo. - haciendo referencia a aquel documento.
-¿En serio hiciste esto? - cuestionó el varón mientras dio la vuelta a aquella tarjeta viendo lo que había detrás.
La joven sonrió y dijo - Sabes … aunque hayamos vivido juntos por algunos años, aún hay cosas que no sabes de mí … Cuando era niña, me ganaba la vida haciendo estas cosas … después de todo, los inmigrantes ilegales pagaban bien por uno de estos.
- Ya veo … y ¿esta cosa que es? - dijo el hombre que veía una especie de chip al lado izquierdo del documento.
- Eso es el chip de registro de datos, ahí se almacena los datos de tus huellas dactilares y otras más … con eso puedes evitar desde fraudes de identidad hasta robos de cuentas bancarias. - explicó la mujer que vestía unos jeans, una blusa y un chaleco de manga cero.
-¿Cuentas bancarias? - preguntó el varón que traía un chaleco de terno y un pañuelo blanco sujetado a su cuello.
Mientras duraba el viaje, la joven se tomó el tiempo de explicarle de todas las cosas que le era necesario saber acerca del mundo moderno.
Pasaron las horas, hasta que el joven calló en sueño después de escuchar toda la información dicha por la mujer.
Su compañera se dio cuanta y pensó mientras comenzaba a anochecer «Igualmente yo tampoco se mucho de ti … todos estos años juntos y, cada vez que descubría algo, mucho menos entendía.»
Al día siguiente siendo de mañana, el joven despertó y vio que la mujer frente a él estaba durmiendo y, mientras tanto, se tomó el tiempo para pensar en lo que debía hacer cuando llegara a Madrid.
«Según recuerdo, Russel pertenece a una organización de detectives o ¿era de inteligencia gubernamental? … como sea, le preguntaré acerca del oscuro deseo ... espero que no sea lo que yo creo.»
De pronto, su acompañante comenzó a despertar ̶ Oh … hola, Aren … ¿ya amaneció? ̶ preguntó la joven somnolienta.
- Sí, recién …
La mujer se levantó de lo que había estado echada en el mueble y, luego de haberse aseado un poco, miró a su al frente detenidamente y con cierta seriedad.
- Aren, hay algo que … quisiera proponerte.
Aren miró a la joven como si se preguntase qué diría.
- Mira, ambos somos cómplices por el 'asunto' de tu DNI y ahora sabes otro secreto mío; quisiera que ahora tú me digas algo de ti.
Aren la observó con cierta desconfianza.
- Déjame que explique bien lo que propongo, dos preguntas; te haré dos preguntas y quisiera que me respondieras con total sinceridad, sin ocultarme nada; a cambio, yo también responderé dos preguntas tuyas con las misma condición, ¿Qué dices? - mencionó Alicia.
- ¿Cómo sabrás que no te mentiré o viceversa?
- Los años juzgan por nosotros … creo que ambos sabremos si alguno miente, ¿verdad? - agregó Alicia.
Las miradas de los dos jóvenes quedaron cruzadas por algunos segundos, cuando uno de ellos asintió.
- Esta bien. - respondió Aren.
«Bien, aceptó … es hora del siguiente paso.» maquinaba Alicia.
- Entonces, ya que ambos estamos de acuerdo, nos daremos un tiempo de media hora para pensar bien en nuestras preguntas, ¿bien?
Aren asintió con la cabeza al escuchar lo último y siendo así transcurrieron los treinta minutos.
«Todo va como lo planeado … aunque no lo parezca, aparte de todo el aire misterioso que aparenta, Aren es un tipo bastante simple … ya tenía preparado de antemano lo que quiero saber de él y estoy lo suficientemente segura de que cosas él preguntará … ahora el último paso.»
- Entonces, empezaré yo … ¿no hay problema, verdad?
Aren estuvo de acuerdo.
- Siendo así, primera pregunta: ¿Qué o quién eres realmente?
Aunque está pregunta era bastante simple, Aren nunca le había revelado información alguna sobre su verdadera identidad, ni una sola pista.
El joven se quedó en silencio por unos segundos hasta que decidió responder - … ¿Te refieres a qué tipo de existencia o qué especie de ser soy?
- Sí.
- Entiendo … … soy un … primigenio o, mejor dicho, un descendiente de ellos. - respondió aquel varón.
Alicia no entendió esto, por ende, descuidadamente preguntó - ¿Qué es … un primigenio?
- ¿Esa es tu segunda pregunta? - cuestionó Aren.
La muchacha rápidamente reaccionó y negó con la cabeza, posteriormente hizo su segunda pregunta.
- ¿Cuál es tu lugar de origen?
- … Yo provengo de una región conocida como Urd cerca del Éufrates. - afirmó el hombre.
Habiendo respondido las dos preguntas, Alicia decidió retener las respuestas en su mente sin cuestionar, pues quería meditar en ella más adelante.
«Sí … como lo suponía … cada vez entiendo menos.» pensó irónicamente y continuando dijo - Es todo por mi lado … ahora es tu turno. ¿Cuáles son tus preguntas?
Recostándose en la ventana y viendo el paisaje, Aren respondió - He hecho mis preguntas y ya fueron respondidas.
La joven quedó desconcertada, ¿Cuándo fue que le preguntó algo? Entonces fue que recordó dos aclaraciones en forma de pregunta que éste le había hecho: ¿Te refieres a qué tipo de existencia o qué especie de ser soy? ¿Esa es tu segunda pregunta?
Alicia estuvo por unos segundos confundida, pues, después de haber entendido a lo que se refería Aren, ¿era en serio que no tenía preguntas acerca de ella o de su pasado que había mantenido en secreto?
La joven creía conocerlo lo suficientemente bien a quien, que por durante media década, estuvo viviendo junto a ella en un castillo abandonado, pero no era así. Tal vez entendía algunas costumbres, gestos o acciones; sin embargo, ella misma reconoció que realmente no sabía nada de él.
La pícara y atrevida compostura se tornó en un semblante de tristeza y decepción en aquella joven, mas una oración hizo que recobrara ánimos.
- No te entristezcas, no es como si no nos volviéramos a ver … tendrás más oportunidades en el fututo. - comentó Aren.
«Hahh … ¿Quién te entiende?» pensó Alicia mientras que volteaba a ver el panorama desde su ventana.
Y, así como la temporada de invierno avanzaba hasta llegar la primavera, aquel tren siguió sin detenerse atravesando un bosque frondoso hasta llegar a su destino.
A pocas horas de su llegada, se escuchó en cada cabina del tren el aviso de la próxima estación, la ciudad de Luesia, y siendo así la pareja se preparó para desembarcar.
- Hemos traído algunas joyas que parecen hechas de oro blanco, además de algunas piedras preciosas … si todo esto es genuino, se puede vender a un precio lo suficiente para vivir unos cuantos meses sin problemas. Dividiremos las ganancias mitad y mitad. - explicaba Alicia.
- Las cuentas bancarias … - mencionó Aren.
- Sí … no te preocupes de eso … llegando te abriré una cuenta … aunque solo será de débito … las de créditos serán difíciles de obtener … incluso para mí.
Aren miró con cierta incertidumbre aquel comentario, ya que, al ver el semblante de Alicia, presintió algo de incomodidad proviniendo de ella. Fue que recordó como la joven mencionó que deseaba terminar pronto los trámites en aquella ciudad e irse de inmediato.
Era desconcertante, pero el varón no le dio más vuelta al asunto y siguieron adelante llegando así a la estación de Luesia.
La estación era amplia con modernas instalaciones y grandes áreas verdes que adornaban el lugar. Todo el sitio estaba con una gran cantidad de pasajeros subiendo, bajando y otros estando a la espera. El lugar era obviamente lo suficientemente bullicioso por la cantidad de personas presentes. En la parte superior de la entrada a la estación había un gran cartel que decía la siguiente frase:
BIENVENIDOS A LUESIA.
El tren que recientemente había llegado abrió sus puertas dejando salir primeramente a cierta cantidad de personas mientras que otros esperaban para ingresar.
Una pareja se vio salir del transporte con una cierta cantidad no muy grande de equipaje. Solo una maleta grande y dos pares de mochilas medianas.
Mientras que los demás iban saliendo, el par se apartaba del lugar, pero, en un momento, el joven de traje quedó parado viendo con seriedad uno de las salidas del tren donde aún seguían bajando pasajeros.
Alicia lo notó y puso su mirada a donde Aren observaba, y preguntó - ¿Pasa algo? - con cierta preocupación.
- … No … nada.
Los dos viajeros siguieron su camino, cuando cierta silueta a lo lejos se quedó viendo en dirección a aquella pareja que se retiraba del lugar.
Mientras caminaban, Alicia se dispuso a explicar lo que irían a hacer a continuación.
- Ya no nos queda dinero; todo se gastó en los pasajes y en algo de comida … creo que lo primero será vender las joyas … espero que no haya problemas como la vez pasada. Además, iremos al banco para abrirte una cuenta y depositarte el dinero.
Al llegar al final de la estación, se mostró ante ellos un escenario bastante interesante para el joven. El lugar que daba al exterior estaba lleno de tiendas de ropas, restaurantes, algunos mercados, un gran centro comercial y un extenso patio de comida que parte de eso estaba al exterior cercado con arbustos acomodados de forma que parecían columnas.
Se observaba como las familias, grupos de jóvenes y adultos, entre otros salían a pasear y a divertirse en aquella zona. No era difícil de entender, pues era un fin de semana en la tarde.
Para Aren ver todo esto era algo bastante agradable, pero aun así mantuvo su serenidad. Por otro lado, Alicia, al ver a su compañero, sonrió.
Caminando por la zona, Alicia demostraba conocer varios de los lugares a su alrededor y, pasando por el centro comercial, sucedía que muchas miradas se fijaron en ellos.
Realmente esto ya había sucedido desde antes, pero ahora Alicia se había percatado en cómo la gente comenzaba a ver con cierto interés y de reojo al varón que estaba a su lado. Se podía escuchar los murmullos de cómo elogiaban la apariencia de su compañero.
- No lo puedo creer.
- ¿Qué tal si le pides su número?
- ¿Lo has visto? ¿Acaso es un modelo?
- No recuerdo haberlo visto alguna vez.
- Qué bueno que no traje a mi chica …
Alicia se avergonzó un poco, pero también estaba algo alegre de poder estar con alguien así, aunque sea por un poco de tiempo más.
Fue entonces, cuando de la nada, el joven comenzó a liderar el camino, Alicia lo siguió con curiosidad y se dio cuenta de que Aren había fijado su mirada en la ventanilla de una bodega.
- Así que … ha regresado. - se escuchó la voz de una mujer quien sentada con algunos varones de edad estaba en el gran comedor.
- ¿Desea que vayamos? - preguntó uno de los hombres que la acompañaba.
- No … iré yo misma. - contestó la mujer.
Mientras que, en otro lado, en el segundo piso de un restaurante chino, observaba silenciosamente otra mujer de apariencia joven de cabellos rubios semi ondulados.
- ¿Así que … decía la verdad?
- ¿Deberíamos esperar a que hagan contacto? - preguntó un joven que estaba al lado de aquella mujer.
- Sí. ̶ respondió la muchacha.
Aunque permanecían ocultos de aquella pareja, un mismo pensamiento se apoderó de ambas partes al mirar desde lejos.
«Ese tipo … ¿A dónde se dirige?»
Pensaban mientras veían como Aren se acercó a la ventanilla de aquella bodega y se quedó mirando en silencio mientras que Alicia veía el resto de producto a su lado.
Repentinamente, Aren volteó aleatoriamente su mirada en dirección al gran comedor e inmediatamente después a uno de los restaurantes cercanos.
«¡! ¡Nos descubrió!» fue el único pensamiento que tuvieron aquellos que se ocultaban.
Aren volteó su mirada nuevamente en su enfrente y, como si tratara de que nadie más se acercare, observó detenidamente lo que había frente a él.
- Sí … esto no es bueno. - tomó un respiro - … no sé qué sea esto, pero creo que … me volveré adicto … si lo pruebo. - y dijo aquel varón mientras observaba un paquete con una etiqueta que decía: NIISAN, sopa instantánea con sabor chifa, ¡pruébalo ya!
Como si se tratare del hallazgo del siglo, Aren cerró los ojos y asintió, junto con una sonrisa, mientras mecía su cabeza.
«Y a éste … ¿Qué le pasa?» pensaba Alicia.