Kieran se quedó helado de la sorpresa, sin saber qué debería haber esperado.
Su mente había estado algo vacía durante los aspectos finales creativos, haciéndole dudar de lo que había creado. Simplemente dejó que su experiencia en unir un alma guiara su tejido de la runa... y funcionó.
De cierta manera.
Pero no tenía tiempo para revisar lo que había hecho. Tras la ejecución de ese último intento de trabajo rúnico —trabajo sanguíneo, lo llamaba Kieran— la Frecuencia Cenit reconoció su hazaña.
[Enhorabuena, futuro Adepto. Ese último intento tocó todos los criterios para una Habilidad Única, incluso vertiendo una parte de ti mismo en sus momentos finales de creación.]
Kieran asintió de manera algo atónita.
—¿Eso fue lo que sucedió en el último instante? —preguntó.
[Correcto. Por eso el Pentáculo concluyó de esa manera. Se inspiró en tu carga. De ahí su presencia iracunda. ¿Te gustaría tener el honor de nombrarlo o... quieres que yo lo haga?]