Kieran fue sumergido en un mundo brillante que se sentía como un sueño.
A su alrededor yacía un resplandeciente mundo de palabras dadas permanencia y presencia a través de principios místicos. Algunas de esas palabras eran marcas mundanas sin mucho significado; otras eran runas derivadas a través de las cuales podía fluir un poder dócil.
Estas constituían la mayor parte de las marcajes que llenaban este brillante paisaje onírico, pero había sustancialmente más.
Mientras que en mucha menos cantidad, estos otros caracteres y símbolos eran superiores y brillaban con mayor presencia. Llevaban tanto Significado que eclipsaban las marcas sin sentido y evocaban algo profundo en Kieran.
Le hacía cosquillas a su mente de una manera que consideraba un placer culpable.
—Oh, eso hace cosquillas... —murmuró Kieran.