En una habitación iluminada por rayos de un sol radiante, Kieran estaba junto a Veradin. Una gran masa se elevaba desde el suelo a unos metros de distancia.
Al inspeccionar más de cerca, Kieran descubrió que el objeto era un cofre colosal con exquisitas inscripciones grabadas en patrones cautivadores. Las inscripciones formaban un motivo de aparente familiaridad, llevando a Kieran a mirar en dirección a Veradin.
—Antes de que preguntes, la respuesta es sí. Este dispositivo de almacenamiento es el culmen de la tecnología rúnica arrebatada a los Wykins. Un acto vergonzoso, pero el privilegio lo determina el vencedor al final —dijo Veradin, con tono uniforme y expresión estoica.
Incluso ahora, después de haber experimentado el temple de la Prueba del Gladiador Inmemorial, Kieran no podía leer las emociones de Veradin. ¿Cuántas batallas había él luchado en comparación con Adeia, quien parecía incapaz de manejar sus emociones a la perfección?