—Murmurios llenaban las calles de Ciudad de Aeredale mientras Kieran arrastraba a Jackson por toda la ciudad sin importarle nada. Su expresión se mantuvo imperturbable e indiferente a pesar de todas las miradas sobre él.
—¡Ey! ¡Ey! —Jackson frunció el ceño mientras tocaba delicadamente sus piernas. Sin embargo, latían de dolor por estar rotas, y el más leve contacto le hacía contraerse de dolor.
Kieran miró hacia atrás a Jackson, que parecía estar al borde de las lágrimas.
—¡No puedes tratarme así! Soy un guardia respetado de Ciudad de Aeredale y un ciudadano! Esto es abuso —abuso de poder. ¡No, quién diablos eres tú? —exclamó Jackson. El dolor le causaba ciertos signos de delirio.
Era como si Jackson hubiera olvidado sus crímenes, o quizás la vergüenza de la situación actual era demasiada para soportar, provocando un desafortunado colapso mental. Sin embargo, la reacción de Jackson no significaba nada para Kieran.