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El Señor Gogi medía cuatro metros de altura y era más corpulento que el resto de su pueblo.
Empuñaba una enorme maza en su mano derecha, con la que el Señor Gogi había golpeado el árbol más cercano para captar la atención de todos hacia él.
El Señor Gogi gritó algo en su lengua nativa, y sus súbditos se retiraron del campo de batalla de inmediato. Obedecieron el mandato de su Señor sin dudar, incluso si eso se convertía en una situación mortal para algunos Gogis.
El Lagarto ignoró al Señor Gogi y continuó atacando a los Gogis en su proximidad. Los desgarró mientras se retiraban antes de continuar su avance.
De repente, algo grande y pesado golpeó la cabeza del Lagarto cuando estaba a punto de cerrar su mandíbula sobre un Gogi indefenso. Era la maza del Señor Gogi, que la había lanzado con todas sus fuerzas sobre el Lagarto.
Él rugió fuerte y se golpeó el pecho con estrépito antes de cargar hacia adelante.
