ELIA
El corazón de Elia latía con fuerza y agarró la mano de Jayah. —¿Sabes que algo está mal?
Jayah negó con la cabeza, tomando la mano de Elia con las suyas. —No, no. Verás, por eso me cuesta saber qué decir. Es comprensible que estés preocupada por tu pequeño, por ti misma. Y algunas de las cosas que he visto... son muy difíciles. Pero otras... y es imposible saber cuál será tu camino.
Elia respiró hondo. —Quiero saberlo, sin embargo. Quiero saber qué es posible, qué buscar y contra qué rezar.
Jayah asintió. —Si deseas saberlo, te lo diré. Aymora desea protegerte, pero creo... creo que es mejor que una madre sepa. Aunque debes recordar que no todo sucede en cada nacimiento. El tuyo podría ser fácil. No podemos saber hasta que lleguemos allí.
Elia bufó. —Nunca he hecho las cosas de la manera fácil —dijo secamente—. Pero entiendo lo que dices. Voy a... voy a intentar mantenerlo todo en perspectiva.