LERRIN
El pecho de Lerrin estaba tenso, su mente resonando con imágenes de prisioneros que ya habían sido asesinados, con vívidas imágenes de Reth descendiendo sobre él, atado en un rincón e incapaz de defenderse.
Sabía que el riesgo era real. Y sabía que, si él estuviera en los zapatos de Reth, eso es lo que habría hecho, haya recibido o no un mensaje preciso para detener el ataque. No habría permitido que el Gato viviera. Si le hubieran proporcionado los medios para encontrar y encarcelar a su enemigo, no solo lo habría hecho, sino que habría arrancado la garganta del macho en el momento en que respiraran el mismo aire.
El pensamiento que tuvo entonces le quitó el aliento. Le vino, en color y sonido completo, que había entrado en este día rezando para que su enemigo, el macho al que había provocado, intentado matar y declarado la guerra, fuera más misericordioso, más equilibrado, más despierto, que él mismo.
¿Cómo era eso posible?