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LERRIN
Estaba mirando un recuerdo, cristalino en la mente de su pareja. Ella espiaba a través de una pequeña grieta en la base de una tienda, un lugar donde la lona se había enganchado en algo y una hendidura de luz se colaba.
Y dentro de la tienda había seis lobos.
Cinco de ellos eran caras conocidas para Lerrin, aunque solo podía recordar los nombres de dos de ellos. Pero el sexto... el sexto era Asta.
Y la razón por la que el pelo de Lerrin se erizaba y su bestia gruñía pidiendo libertad, era porque los seis discutían una traición.
—¡Necesitamos saber a quién apoya realmente! Sí, su rabia hacia el gato es real. Pero, ¿coinciden sus metas con las nuestras? —gruñía uno de los machos.