—¿Vamos? —Sebastián extendió su mano para que Elliana la tomara, y esta última miró la mano como si estuviera viendo algo extraño.
Ella levantó su mirada hacia Sebastián, viendo sus ojos color avellana, su corazón aumentaba su ritmo por un gesto tan pequeño, y Sebastián ya no sabía qué sentir sobre esta chica.
Él simplemente estaba extendiendo su mano para que ella colocara la suya y pudieran salir. Una vez que él intenta ser amable, y ella tiene que actuar tan tímidamente. ¿Qué hará ella cuando él realmente...
Sebastián puso un punto final a sus pensamientos errantes antes de suspirar.
Elliana se limpió la mano en su vestido suavemente antes de colocar su mano en la de él delicadamente.
Ella actuaba como un gato curioso y notó lo pequeña que se veía su mano junto a la de él, incluso cuando ella tenía dedos largos y esbeltos.
—Jeje —ella se rió, y Sebastián levantó una ceja ante su voz suave.