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Chapter 35 - : El Último aliento en el Desierto

En un acto de audacia, desenfundó la espada de vientos que le había confiado su mentor, una reliquia imbuida con poderosos hechizos de aire. Con un movimiento que reunía toda su voluntad y poder, liberó una ventisca furiosa directamente hacia el cielo, un llamado a las fuerzas más temibles del desierto: los gusano¡"de tierra.

El rugido de la tormenta desatada por la espada no solo llenó el aire con una furia giratoria de arena y viento, sino que también sirvió como un faro para los gusanos de tierra gigantes, atrayendo a cinco de estas monstruosidades desde las profundidades del desierto hacia la batalla. El campo de batalla se transformó en un caos de arena, golems, y gusanos de tierra entrelazados en un frenesí de destrucción.

Los magos del desierto, sorprendidos por la súbita aparición de los gusanos y la ferocidad de la tormenta, redirigieron su atención y sus conjuros hacia las nuevas amenazas, permitiendo a Alex encontrar una brecha en su cerco. Aprovechando su velocidad aumentada por la fusión con su familiar, esquivó con dificultad los embates tanto de los golems como de los gusanos, cada movimiento calculado al límite de su capacidad.

La batalla en el corazón del desierto alcanzó un clímax brutal cuando los gusanos de arena, atraídos por la furiosa tormenta invocada por Alex, se abalanzaron sobre los magos del desierto. Los hechiceros, aunque dotados de un poder considerable, se encontraron superados en número y fuerza por las implacables bestias de las dunas. Uno a uno, los golems de arena que invocaban como su principal línea de defensa eran destruidos, incapaces de contener la voracidad de los gusanos.

Alex, testigo del desmoronamiento de las defensas de los magos, percibió que el fin de este conflicto se acercaba rápidamente. Con solo dos magos restantes en pie, tomó una decisión crucial. Liberó su aura elemental, una manifestación física de su poder interno, que en su fusión con su familiar tomó la forma de un humo oscuro salpicado de destellos eléctricos violetas. Esta transformación no solo incrementó su velocidad a límites asombrosos sino también su capacidad ofensiva, convirtiéndolo en un vendaval de destrucción.

Lanzándose hacia los gusanos de arena con esta nueva forma, Alex se movió con una rapidez vertiginosa, desgarrando a las bestias en pedazos antes de que pudieran reaccionar. Cada movimiento, aunque impresionantemente eficaz, le costaba una parte considerable de su energía, un sacrificio necesario para manifestar tal poder. Finalmente, los gusanos de arena cayeron uno tras otro, sus cuerpos enormes desplomándose en la arena, ahora inertes.

En medio del caos, uno de los magos del desierto fue tragado por un gusano en un último y desesperado ataque, dejando a un solo mago como el único superviviente de su grupo. Alex, con el último de sus esfuerzos, logró salvar a este mago, frenando a tiempo el ataque mortal de otro gusano. La escena final de la batalla se tiñó con el contraste de la victoria y la pérdida, la arena manchada con los restos de la destrucción.

Agotado pero decidido, Alex se acercó al mago sobreviviente, su aura de humo oscuro con destellos eléctricos disipándose gradualmente a medida que su energía se agotaba.