El comerciante, con una mirada furtiva y una voz susurrante, le habló de una subasta oculta que se celebraba en los desguaces de la ciudad. Era un lugar clandestino, conocido solo por unos pocos, donde se ofrecían objetos de valor incalculable a compradores adinerados y sin escrúpulos. Pero para acceder a esta subasta, Alex necesitaría una máscara que ocultara su verdadera identidad, una máscara que el comerciante estaba dispuesto a proporcionarle. Alex llegó a la subasta clandestina en los desguaces de Desiería, un lugar oscuro y misterioso lleno de sombras y susurros. El bullicio de la multitud y el brillo de las llamas iluminaban el ambiente, creando una atmósfera cargada de anticipación y peligro.
Guardias armados patrullaban los alrededores, vigilando cada movimiento con ojos alerta y manos en las empuñaduras de sus armas. Entre la multitud, Alex distinguía a personas ricamente vestidas, con joyas centelleantes y miradas codiciosas que denotaban su deseo de adquirir los tesoros que pronto serían subastados.
El lugar estaba decorado con extravagancia, pero también con un aire de decadencia y peligro latente. Las sombras danzaban en las paredes mientras las llamas crepitaban en las antorchas, proyectando destellos de luz sobre los objetos expuestos que esperaban ser vendidos al mejor postor.
Lo que más llamaba la atención de Alex era la diversidad de razas presentes en la subasta. Desde enanos robustos hasta elfos elegantes, pasando por semibestias de diversas características, la mezcla de culturas y razas añadía un elemento de misterio y exotismo al evento.
Con paso decidido y la máscara dorada ocultando su identidad, Alex se adentró en la subasta, listo para enfrentarse a lo desconocido y descubrir los secretos que se ocultaban en aquel lugar de intrigas y codicia.
Alex llegó a la subasta clandestina en los desguaces de Desiería, un lugar oscuro y misterioso lleno de sombras y susurros. El bullicio de la multitud y el brillo de las llamas iluminaban el ambiente, creando una atmósfera cargada de anticipación y peligro.
Guardias armados patrullaban los alrededores, vigilando cada movimiento con ojos alerta y manos en las empuñaduras de sus armas. Entre la multitud, Alex distinguía a personas ricamente vestidas, con joyas centelleantes y miradas codiciosas que denotaban su deseo de adquirir los tesoros que pronto serían subastados.
El lugar estaba decorado con extravagancia, pero también con un aire de decadencia y peligro latente. Las sombras danzaban en las paredes mientras las llamas crepitaban en las antorchas, proyectando destellos de luz sobre los objetos expuestos que esperaban ser vendidos al mejor postor.
Lo que más llamaba la atención de Alex era la diversidad de razas presentes en la subasta. Desde enanos robustos hasta elfos elegantes, pasando por semibestias de diversas características, la mezcla de culturas y razas añadía un elemento de misterio y exotismo al evento.
Con paso decidido y la máscara dorada ocultando su identidad, Alex se adentró en la subasta, listo para enfrentarse a lo desconocido y descubrir los secretos que se ocultaban en aquel lugar de intrigas y codicia.