La batalla en el desierto estalló con furia mientras los bandidos se abalanzaban sobre los soldados reales con ferocidad. Espadas chocando, flechas silbando y gritos llenaban el aire, creando un caos ensordecedor en medio de la oscuridad.
En medio del fragor de la lucha, un bandido envuelto en negro como una sombra se deslizó entre las filas enemigas con una velocidad sorprendente. Su atuendo oscuro lo camuflaba perfectamente con la noche, y su paso ágil y silencioso lo hacía casi invisible para sus oponentes.
Con un movimiento rápido y preciso, el bandido se abalanzó sobre Alex, arrancándole el collar que llevaba consigo. El medallón, con su reluciente diseño y su significado especial, brilló por un instante antes de desaparecer en la oscuridad.
Sin detenerse ni un momento, el misterioso ladrón se fundió en las sombras del desierto, desapareciendo en la vastedad de la noche. A su paso, dejó tras de sí una estela de intriga y misterio, llevándose consigo un tesoro preciado y desafiando a aquellos que lo perseguían a descubrir su verdadera identidad y sus intenciones ocultas.
Con el corazón latiendo con furia, Alex se lanzó tras el misterioso ladrón, determinado a recuperar lo que le habían arrebatado. Sin embargo, Aria, con el deber de proteger a su rey, no pudo seguirlo, aunque le deseó la mayor de las suertes en su búsqueda. Con un gesto de despedida cargado de esperanza, prometió que en el futuro estaría allí para ayudarlo a enfrentarse al desafío que representaba el rey demonio. Con esa promesa en mente y la determinación ardiente en su corazón, Alex se adentró aún más en la oscuridad del desierto, persiguiendo al misterioso ladrón con la esperanza de recuperar lo que le pertenecía y desentrañar los secretos que acechaban en la noche.
Con el corazón lleno de determinación, Alex persiguió al misterioso bandido a través del desierto, decidido a recuperar lo que le habían arrebatado. Sin embargo, su persecución se vio interrumpida por un repentino sonido de campanilla, seguido por un temblor en la arena que anunciaba la llegada de una criatura terrorífica: un gusano gigante, emergiendo de las profundidades del desierto como un monstruo de pesadilla.
El bandido, ágil y acostumbrado a los terrenos del desierto, se adelantó, esquivando con destreza los ataques del gusano mientras continuaba su huida. Alex, consciente del peligro que representaba la bestia, se vinculó con su familiar, la pantera, para aumentar su velocidad y agilidad, y así poder seguir el ritmo del bandido mientras evitaba los embates del gusano.
La oscuridad del desierto se convirtió en el escenario de una peligrosa persecución, con el bandido, el gusano y Alex luchando por la supremacía en medio de la arena y la oscuridad. Mientras tanto, Aria y los soldados reales observaban con preocupación desde la distancia, esperando el retorno de Alex y rezando por su seguridad en medio de la peligrosa travesía.