Chereads / Renaciendo en la Historia: El Legado de Alfonso VII (Español) / Chapter 14 - Capítulo 14: El Cumpleaños de Sancha

Chapter 14 - Capítulo 14: El Cumpleaños de Sancha

Urraca cerró el último de los pesados volúmenes que había estado revisando en su oficina. Después de horas de concentración, por fin había terminado con los tediosos papeles que requerían su atención. Con un suspiro de alivio, se levantó de su escritorio y estiró los brazos, sintiendo el ligero crujido en sus articulaciones.

Se volvió hacia su fiel sirvienta, que esperaba en silencio cerca de la puerta.

Urraca: "María, por favor, dile a los cocineros que preparen la comida. En 20 minutos, todo debe estar listo."

María asintió con prontitud y salió de la habitación para cumplir con las instrucciones de su señora.

Mientras tanto Urraca dejó su oficina, dejando atrás los montones de papeles que ahora descansaban en orden sobre su escritorio. Se dirigió por los pasillos del castillo, con la mente ya puesta en la próxima tarea: despertar a su hija Sancha.

Al llegar a la puerta de la habitación de Sancha, golpeó suavemente antes de entrar. Encontró a Sancha aún dormida, con una expresión tranquila en su rostro mientras yacía bajo las cálidas mantas.

Urraca se acercó con delicadeza y posó una mano suavemente sobre el hombro de su hija, sacudiéndola ligeramente.

Urraca: "Sancha, querida, es hora de despertar. La comida estará lista en 20 minutos."

Sancha, aún adormilada, se removió bajo las mantas al sentir la suave sacudida de su madre.

Sancha: "Mamá, ¿ya es hora?"

Urraca asintió con una sonrisa alentadora mientras Sancha se frotaba los ojos, tratando de despejarse del sueño que aún la abrazaba.

Urraca: "Sí, querida, el día está en pleno apogeo."

Con un suspiro resignado, Sancha se incorporó lentamente, estirando sus brazos hacia el techo antes de dejarse caer de nuevo en la cama por un momento más.

Sancha: "Solo un momento, mamá. Déjame acostarme un poco más y estaré lista enseguida."

Después de un breve momento de complicidad materna, observó a su hija con cariño antes de responder con una sonrisa leve pero firme:

Urraca: "Está bien, cariño. Tienes exactamente 20 minutos."

Con estas palabras, Urraca dejó a Sancha para que se preparara, sabiendo que su hija cumpliría con el tiempo establecido.

Mientras se acercaba hacia la habitación de Alfonso, se detuvo en seco al ver a una criada salir de la habitación de Alfonso. Con un gesto apresurado, la criada intentó pasar desapercibida, pero Urraca la interceptó con una pregunta directa:

Urraca: "¿Ya has cambiado el pañal?"

La criada se giró hacia Urraca, un destello de sorpresa cruzando sus ojos antes de responder con un asentimiento rápido:

Criada: "¡Sí, señora! Acabo de cambiar la tela."

Satisfecha con la respuesta, Urraca asintió y permitió que la criada continuara con sus quehaceres.

Urraca entró en la habitación de Alfonso, donde el suave murmullo de su bebé llenaba el aire. Con pasos suaves se acercó a la cuna y levantó con cuidado al pequeño, quien la recibió con un balbuceo feliz.

Con destreza maternal, lo acunó en sus brazos y lo acercó a su pecho para darle de amamantar.

Después de unos preciosos momentos de intimidad, lo colocó con suavidad en la cuna, asegurándose de que estuviera cómodo y seguro antes de retirarse.

Con un último vistazo a su hijo dormido, salió de la habitación.

Urraca regresó al pasillo, dirigiéndose nuevamente hacia la habitación de Sancha. Con paso ligero, se detuvo frente a la puerta y llamó con suavidad.

Urraca: "Sancha, cariño, ¿estás lista?"

Desde el interior de la habitación, la voz de Sancha respondió con entusiasmo, aunque ligeramente apresurada.

Sancha: "¡Sí, mamá! ¡Solo me faltan 30 segundos!"

Urraca sonrió ante la respuesta de su hija y esperó pacientemente afuera.

Pocos momentos después, la puerta se abrió y Sancha salió lista para el día, con una sonrisa radiante que iluminaba su rostro.

Sancha: "¡Aquí estoy, lista para el día, mamá!"

Urraca asintió con y juntas se encaminaron hacia el comedor.

Urraca y Sancha llegaron al comedor, se dirigieron hacia la mesa y tomaron asiento.

Urraca notó la campanilla en la mesa y la tomó en su mano, preparada para anunciar su llegada, agitó la campanilla con delicadeza, haciendo resonar su suave tintineo por todo el comedor.

Miguel, el Pinché de cocina, entró con paso ágil, trayendo consigo los cubiertos y los platos hondos. En su brazo llevaba dos toallas pequeñas y dos vasos de ceramica relucientes.

Miguel colocó con elegancia los cubiertos a la derecha y los vasos frente a Urraca y Sancha, asegurándose de que estuvieran dispuestos de manera impecable. Luego, con un gesto amable, dejó los platos hondos delante, listos para ser llenados con la deliciosa comida que los cocineros estaban preparando.

Con una reverencia respetuosa, Miguel se retiró con discreción, dejando a Urraca y Sancha listas para disfrutar de su desayuno en familia.

Diego, el cocinero principal del castillo, entró en el comedor con una olla humeante de guiso de jabalí con verduras, desprendiendo un delicioso aroma que llenaba la habitación. Con cuidado, colocó la olla en el centro de la mesa, asegurándose de que estuviera al alcance de todos.

Luego, con un utensilio de servir, Diego comenzó a llenar los platos de Urraca y Sancha con generosas porciones del sabroso guiso. Con habilidad y destreza, distribuyó el manjar de manera equitativa, asegurándose de que cada plato estuviera servido con el mismo cuidado y atención.

Una vez que todos los platos estuvieron servidos, Diego tomó la olla con y se retiró del comedor, dejando a Urraca y Sancha disfrutar de la comida en paz y armonía.

Carlos, el ayudante de cocina, entró en el comedor con elegancia, llevando un plato con una barra de pan recién cortada. Con cuidado, colocó el pan en el centro de la mesa, complementando perfectamente el guiso de jabalí y verduras que ya se encontraba allí.

Además, llevaba consigo un pequeño plato adicional, destinado a probar la comida antes de que los comensales la comiesen. Este gesto, aunque poco común, era una precaución estándar para garantizar la seguridad de los invitados, asegurándose de que la comida estuviera libre de cualquier sustancia nociva.

Con atención meticulosa, Carlos tomó una pequeña porción del guiso con una cuchara limpia y la probó con cuidado, evaluando su sabor y calidad. Satisfecho con los resultados, asintió con aprobación.

Después de asegurarse de que todo estuviera en orden, Carlos se retiró discretamente del comedor, dejando a los comensales para disfrutar de su comida con tranquilidad y seguridad.

Después de que Urraca y Sancha hayan disfrutado del delicioso guiso, Miguel entra en el comedor para recoger los platos y cubiertos usados. Con movimientos ágiles y discretos, retira cuidadosamente los platos vacíos y los cubiertos usados de la mesa, dejando espacio para el siguiente servicio.

Una vez que Miguel ha retirado todo, Javier, el pinche de cocina, entra en escena con una bandeja cargada de nuevos cubiertos y platos llanos. Coloca cada elemento con precisión y cuidado, asegurándose de que todo esté dispuesto de manera impecable para el siguiente curso.

Con un gesto cortés, Javier se retira del comedor, dejando a Urraca, Sancha y los demás listos para continuar su comida con nuevos cubiertos y platos limpios.

Carlos entra en el comedor con una bandeja adornada con tortillas de cebolla y botillo. Con cuidado, coloca una porción de cada uno en los platos de Urraca y Sancha, asegurándose de que estén dispuestos con elegancia y precisión.

Antes de servir las tortillas, Carlos toma un pequeño trozo de cada una y lo prueba con atención, evaluando su sabor y calidad. Satisfecho con el resultado, procede a colocar las porciones en los platos con confianza.

Una vez que las tortillas están servidas, Carlos se retira del comedor, dejando a Urraca y Sancha listas para disfrutar de este nuevo manjar con confianza en su calidad y sabor.

Después de que Urraca y Sancha hayan terminado de disfrutar de las tortillas de cebolla y botillo, Miguel entra en el comedor para recoger los platos y los cubiertos usados con su habitual eficiencia y discreción. Retira la bandeja con los restos de comida, dejando la mesa limpia y ordenada.

En ese momento, Javier, el ayudante de cocina, ingresa al comedor con una nueva bandeja de cubiertos relucientes. Con un movimiento ágil y preciso, coloca un tenedor y un cuchillo al lado de cada plato, asegurándose de que estén perfectamente alineados y dispuestos para el siguiente plato.

Además, Javier distribuye con cuidado nuevos platos llanos para cada comensal, garantizando que la mesa esté lista para la siguiente parte de la comida.

Una vez completada su tarea, Javier se retira del comedor con la misma discreción con la que entró, dejando a Urraca y Sancha listas para continuar con su experiencia gastronómica.

Carlos entra en el comedor con una bandeja grande que sostiene jugosas costillas asadas. Coloca la bandeja en el centro de la mesa y, con habilidad, comienza a cortar las costillas en porciones más pequeñas, asegurándose de que estén listas para ser servidas.

Una vez que todas las porciones están dispuestas en la bandeja, Carlos se retira ligeramente, permitiendo que Urraca y Sancha se sirvan a su gusto. Con una sonrisa amable, les indica que pueden tomar las porciones que deseen y colocarlas en sus propios platos.

Con esta invitación, Urraca y Sancha pueden disfrutar de las deliciosas costillas asadas a su propio ritmo, tomando las porciones que deseen y saboreando cada bocado con placer. Carlos permanece cerca, listo para atender cualquier otra necesidad que puedan tener durante su comida.

Diego regresa al comedor con una exquisita tarta de miel y nueces, una delicia para el paladar. Con cuidado, corta la tarta en ocho generosas porciones y las dispone con elegancia en la mesa, asegurándose de que cada porción esté perfectamente colocada y lista para ser disfrutada.

El aroma dulce y tentador de la tarta llena el aire mientras Diego completa su tarea. Una vez que todas las porciones están listas, se retira con una sonrisa, dejando que Urraca y Sancha disfruten del último toque dulce de su comida con deleite y satisfacción.