Chapter 2 - Capítulo 26.

Continente de Axal, Región de Rezok, Gran Reino de Haiza. Año 1810. Invierno.

El grisáceo cielo y las humaredas de las casas devastadas teñían la vista del campo de batalla. Y pensar que con unos cuantos cañones pesados se podría cambiar el paisaje de forma tan radical.

El ahora inexistente bosque alrededor de la mina se había extinguido por completo, no más árboles ni rastro de pasto verde alguno, solo roca caliza que abundaba en los kilómetros de cordillera y se desmoronaba en polvillo blanco con cada pisada que daba, revoloteando por todos lados que hasta parecían ásperas partículas de nieve.

Tan agrisada era la postal que inclusive la sangre parecía tinta negra, derramada por todos lados, como si el tintero se hubiese derramado y manchase el lienzo blanco sobre el que estábamos parados.

Los cañones y carabinas no paraban de retumbar. Por cada par de metros que avanzábamos, una enorme fuerza impactaba contra el suelo, levantando más y más de ese polvillo y mandando a volar pedazos descuartizados de los soldados atrincherados.

Esquivaba pedazos de metralla mientras zigzagueaba entre las ruinas de las chozas mineras abandonadas, masacrando a cualquier enemigo que encontrase en ellas. Tenía que flanquear sin descanso a los tiradores ocultos para darle paso al batallón que venía detrás de mí, hasta que finalmente las dos fuerzas opositoras se encontraron lo suficientemente cerca como para comenzar con una enorme batalla campal. Fase 1: Despejar ambos flancos. Completado.

Quedaba ahora ocuparse de esos cañones, situados en la subida a la entrada de la vieja mina de Rezok. Tocaba entonces subir por las trincheras que surcaban la colina. Inmediatamente fueron inundadas por los soldados aliados y enemigos que atiborraban toda la zona, no había espacio alguno por el cual pasar entre esa gran trifulca. Saltaba por encima de ellos, como si fuese sobre un canal de hormigas. Aquellos que intentaban detenerme se encontraban con el filo de mi espada, desmembrando sus manos o sus cuellos, lo primero que atravesara.

Por fin llegué a la parte alta, donde se formaban 5 cañones que seguían disparando sin descanso contra el batallón. Por cada proyectil que salía, uno nuevo era introducido rápidamente por los artilleros, mientras que a su lado, un usuario de mána recitaba un comando: 『 ¡Ignea Rupta! 』. Aparecía entonces de la boca del cañón un pictograma rojo. La bala salía lanzada con una velocidad infernal y explotaba inmediatamente en cuanto llegaba a impactar contra el suelo.

Nadie se dio cuenta de mi presencia en cuanto comencé mi asedio. Ataque a los seis operadores del primer cañón y lo desmantele. Quedaban cuatro más. Se me lanzaron encima todos los soldados restantes que custodiaban los otros cañones con tal de conservar la posición de ataque.

Rebané un cuerpo tras otro hasta derrotar a dos grupos de artilleros completos, pero no pasó mucho tiempo hasta que aparecieron refuerzos detrás de mí. Constantemente luchaba con cinco hombres a la vez, me rodeaban por todos lados sin darme respiro alguno, era un "pega y esquiva" por todos lados.

Cuando menos me lo esperaba, un soldado intentó acuchillarme con su espada por la espalda mientras trataba de bloquear a otras dos al frente. No tenía suficiente espacio para evadirlo, así que apreté los dientes y esperé a que llegara. Y estuvo a punto de llegar, de no ser porque otra hoja se interpuso.

Jean: 『 ¡Lamento la demora! 』

Roef: 『 ¡Realmente te gustan las entradas de última hora, ¿no?! 』

Jean: 『 Ya me conoces, compañero. 』

Jean abrió el espacio e intercambiamos lugares, ambos empezamos a despacharnos a todos los que nos rodeaban, incluidos los guardias del prestidigitor. Este huyó tan pronto quedó solo, buscando desesperadamente quien lo resguardara. Llegaron dos soldados de la nada y entonces se refugió detrás de ellos, lanzándoles un comando que provocó que fuesen rodeados por un miasma rojo.

Se movían más rápido y golpeaban más duro que los otros. Creían tener ventaja sobre nosotros, pero con un solo tajo, atravesamos sin problema sus armaduras. Cayeron al suelo y el prestidigitor corrió envuelto en miedo.

No duró mucho su andar, pues tropezó torpemente con sus propios pies. No hizo falta perseguirlo. Lo jalé del cuello de la malla de cota dentro de su armadura metálica ligera y lo arrojé hacia atrás, topándose con los pies de Jean.

Jean: 『 Este..., de casualidad, ¿no será usted el capitán del bata−? 』

Prestidigitor: 『 ¡¡I−IGNIS!!

Asustado y con desesperación, soltó una bola de fuego contra Jean, que causó una explosión y emitió una cortina de humo negro que cubrió por un breve momento su cuerpo. Sin duda le dio de lleno. El sujeto empezó a reír con cierto nerviosismo y satisfacción a la vez, creyendo que había incinerado a Jean. Pero una vez se disipó la estela caliente, su sonrisa desapareció.

Jean: 『 ¡Auch! ¡Eso quema! Ten más cuidado a quien le lanzas eso, amigo. Cualquier otro ya estuviese rostizado. 』

Prestidigitor: 『 ¡¡N−N−NO PUEDE SER!! ¡¡¡ES IMPOSIBLE!!! ¡¡¿CÓMO PUDISTE ELUDIRL−AAAGH−GH!!? 』

No era momento de darle cuerda al asunto. Atravesé el cráneo del prestidigitor para terminar ya la misión. La fase 2: deshabilitar los cañones y el fuerte enemigo; fue completada con éxito.

Roef: 『 Deja de hacerte el tonto, Jean. No hay por qué hablar con el enemigo en batalla. 』

Jean: 『 *Suspiro* Tan duro como siempre. 』

Roef: 『 En una guerra no se puede ser blando, y lo sabes. En cuanto bajes la guardia− 』

Jean: 『 ¡Lo sé, lo sé! Alguien me acuchillará por la espalda, ¿no? Tampoco soy tan olvidadizo cómo crees. 』

Las fuerzas enemigas terminaron siendo sublevadas por nuestro batallón. Nosotros ya no teníamos nada por hacer. La batalla acabó. Los gritos de victoria se escucharon por todo lo alto mientras contemplaba la blanca ventisca que recubría el paisaje fulminado por el que tuvimos que pasar.

Decenas de cuerpos se enterraban bajo el incesante polvillo blanco que caía sobre ellos. No solo había cadáveres con armadura, hombres, mujeres y hasta niños eran recubiertos por el polvo, creando un retrato tétrico y desolado. Tapé mi nariz con mi bufanda para protegerme de esas fastidiosas partículas y me hice una sola pregunta, una sola cosa que me molestaba más que aguantar ese tizne blanco.

Roef: 『 (¿Qué hay de bueno en festejar esto?) 』