Chapter 5 - Capítulo 29.

Sumergidos en la oscuridad de la profunda caverna desconocida en la que habíamos caído, nos adentramos a un camino que no parecía tener fin ni rumbo, con tal de encontrar un buen lugar para detonar la bomba y salir de una vez por todas de la mina.

La luz azul del dedo índice de Jean era lo único que nos permitía ver por dónde es que había que pisar, y así evitar otro imprevisto como el de hace poco. Héctor revisaba el mapa de todas las rutas que había en la mina, tratando de calcular en qué parte nos hallábamos, usando una brújula de bolsillo, pero esta giraba su aguja como loca para todos lados.

Héctor: 『 ¡Tsk! ¡Vamos, funciona! 』

Cmdt. Rask: 『 ¿Problemas con eso? 』

Héctor: 『 No sé qué sucede, señor. Esta cosa no sabe a dónde marcar el Norte. Así no puedo saber hacia dónde nos dirigimos. 』

Caminábamos totalmente a ciegas en el lúgubre pasaje que iba únicamente en descenso. Sin embargo, Héctor decía que, probablemente, esto nos llevaría a algún túnel convexo al pozo gigante de la megaverna. Por tanto, aún había oportunidad de salir.

La verdad, no estaba muy seguro de ello. Adelante no se veía ni un carajo, solo más y más rocas por montones, y uno que otro mineral cristalino que, imagino, se trataban de más de esos diamantes que habíamos visto, solo que aquí eran mucho más pequeños, tan diminutos que casi los pasarías por alto de no ser por el brillo que reflejan cuando hay luz.

Roef: 『 Espero que no estés pensando en volver a hacer una tontería, Laurent. 』

Laurent: 『 ¡Ya sé, idiota! ¡Ya lo sé! No me lo tienes que decir dos veces. 』

Héctor: 『 Es bueno saber eso. Laurent. 』

Laurent: 『 ¡¿Tú también, Héctor?! ¿Tan poca confianza me tienen? 』

Quizás Laurent sea muy fuerte y hábil en combate, pero es el perezoso del equipo. Jamás se caracterizó por ser alguien muy cuidadoso y responsable que digamos, en cuanto a tareas se refiere, haciéndolo ver como alguien bastante torpe y vago desde que íbamos en la academia. Incluso recuerdo todas las tonterías que ha hecho, como la vez que rompió el candelabro del orfanato de Ascord que prometió colgar, o la vez también en que intentó ordeñar a una vaca y resultó ser un toro.

Siempre que recapitulo todos esos momentos, menos dudas me quedan que es un completo zopenco, uno más dentro de este equipo de payasos que somos. Todos menos Héctor, él es el chico más normal de entre nosotros, y en quien más confió, inclusive más que en el propio Comandante Rask. Héctor es un tipo muy sereno y estudioso, que siempre intenta mantener la calma, un gran analista que siempre nos saca de todo tipo de problemas, aun cuando la situación cambia por completo, como ahora.

No sé qué es lo que haríamos sin él. Aunque sea el miembro más joven del equipo, dependemos bastante de él, tanto así que es el único de nosotros que sabe cocinar; de hecho, es tan bueno haciéndolo que una vez venció en un duelo culinario a uno de los mejores chefs de la capital y que solo le sirve a la alta sociedad, incluido el rey.

De tan solo recordar las exquisiteces que preparó aquella ocasión, hacía rugir a mi estómago en agonía. Quizás para un soldado como yo era algo totalmente desvergonzado el mostrarme hambriento, pero ya llevábamos demasiado tiempo caminando que no era de extrañar no ser el único que se veía cansado. Eso sí, yo no sería quien alzará la voz primero y comenzara a quejarse. El caminar de Laurent se volvió sumamente lento, quedándose atrás. Sin permiso, se quitó la bomba de la espalda y se detuvo por completo.

Laurent: 『 ¡Aaah! ¡Ya no puedo más! 』

Cmdt. Rask: 『 ¡¿Qué demonios crees que haces, Laurent?! Recoge eso y vamos. 』

Laurent: 『 Lo lamento, señor. Pero no pienso seguir cargando esa cosa. Llevamos una eternidad aquí abajo y yo he sido el único que se ha tenido que aguantar. ¡Por tanto, exijo un merecido descanso! 』

( "…" )

Roef: 『 Espera, ¿lo dices en serio? 』

Laurent: 『 ¡Pero claro que lo digo en serio! 』

Cmdt. Rask: 『 Vaya. Después de tantos años juntos, no pensé que reclamarías en serio por algo tan banal. Supongo que no eres como yo creía. 』

Laurent: 『 ¡¿Pues qué demonios supuso de mí todo este tiempo?! 』

Roef: 『 Mira, Laurent. No tenemos tiempo para tus quejas. Lo importante ahora es centrarnos en acabar la misión, nada más. 』

Laurent: 『 Escucha. Ya estoy harto de tu maldita actitud, Roef. No piensas en nada más que las misiones que nos dan siempre, incluso cuando nuestras malditas vidas están en juego. ¿Qué, acaso, no puedes ser un poco más considerado y pensar en ello? 』

Roef: 『 … Laurent…, en serio que eres un idiota. 』

Laurent: 『 ¡¡¿Aaaah!!? ¡Oye, vuelve aquí! 』

Cmdt. Rask: 『 *Resoplido* Héctor, ¿podrías cargar la bomba? 』

Héctor: 『 A−Ah, claro, señor. 』

Cmdt. Rask: 『 Jean, mantén la luz encendida. 』

Jean: 『 No hay problema. 』

Yo no era como Laurent. Dejarme llevar por ese tipo de estímulos absurdos es algo que ningún soldado se puede permitir, mucho menos para uno de operaciones especiales. Si me guiara meramente por cosas como lo es mi estado emocional, me volvería alguien que muestra debilidad, y en este mundo no puedes ser débil.

Finalmente, tras lo que pareció una interminable maratón bajo tierra, comenzaba a divisarse un haz de luz natural. Por fin habíamos salido del largo y estrecho pasaje, arribando a lo que parecía una especie de bóveda al que se conectaban unos cuantos túneles más.

Lo sorprendente del lugar era el alto techo que parecía rasgado, como si cientos de arañazos hubiesen pasado sobre él, lleno de acanaladuras y grietas que se entrecortaban en todas las direcciones posibles y dejaban pasar suficiente luz del sol como para poder ver por fin con claridad.

Hacía bastante calor, sentía como el piso era blando y se hundía con cada pisada que daba. No estaba seguro si por debajo se hallaba algún tipo de manto acuífero o algo por el estilo, pero había una gran cantidad de humedad en el aire que se sentía y nos provocaba sudar a borbotones.

Jean: 『 ¡Wow! ¡Este lugar es enorme! ¿No es increíble? 』

Cmdt. Rask: 『 Héctor, ¿qué es este lugar? 』

Héctor: 『 Creo que es la última galería, señor. La parte más baja de todas, donde el agua pluvial se almacena, muy cerca de los cimientos de la montaña. 』

Cmdt. Rask: 『 Y dime, ¿este sería buen lugar para nuestra bomba? 』

Héctor: 『 Bueno, quizás por la ubicación tan abajo en la que estamos, podríamos crear un sismo que derrumbe todo lo que hay arriba. Pero no creo que el explosivo tenga la suficiente fuerza como para hacer algo así. 』

Cmdt. Rask: 『 Así que necesitaríamos mucha más potencia de fuego, ¿eh? Suerte que tenemos a nuestro especialista en incendios y explosiones. 』

Jean: 『 … ¿Mmm? 』

Jean podrá verse como alguien muy inocente con su cara tan infantil y despreocupada, pero su talento para hacer explotar todo es algo de temer. Posee una habilidad única para manipular el mána de casi cualquier cosa y hacerla incinerar con una tremenda fuerza de impacto incluida, como si se tratase de un enorme volcán que hace erupción. Además, es algo que puede hacer desde bastante lejos incluso, únicamente requiere ver a su objetivo y fijarlo, o también con la ayuda de uno de sus pictogramas dibujados a mano.

Héctor: 『 Señor, no sé si sea buena idea. Después de lo que pasó en Ascord− 』

Cmdt. Rask: 『 Lo sé, Héctor..., lo sé. Pero ahora, la piroquinesis de Jean es nuestra única alternativa si queremos que esto funcione. Además, aquí no hay que preocuparse por cuántas bajas dejemos. 』

El Comandante tenía razón, esto sería diferente a lo que sucedió meses atrás. Jean podría desatarse tanto como quisiera en esta ocasión. Así pues, nos reunimos y acordamos que este sería el lugar para la bomba.

Jean sacó de su bolsa un pincel grueso y tinta roja oscura con la que dibujó un pictograma grande sobre la masa de glicerina. Ahora, había de colocarla en algún sitio donde causara el suficiente impacto para derrumbar las gruesas paredes de piedra de todo el pozo. Fue entonces que Héctor nos instruyó a acomodarla lo más cercana al techo posible.

Sinceramente, parecía un mal chiste subir semejante explosivo amorfo y pesado hasta el techo de la galería. Sin exagerar, podía calcular que tenía, al menos, unos 10 metros de altura.

Laurent: 『 ¡¿Es una broma?! ¡¿Y cómo se supone que subamos hasta ahí?! ¡¿Volando?! 』

Héctor es de esas personas muy correctas que difícilmente verías bromear. Con solo oírlo y ver su rostro, no había necesidad de decir que iba en serio.

Jean: 『 ¿Y qué tal si uso un comando para lanzarla hasta allá? 』

Roef: 『 ¿Y arriesgarnos a que explote con nosotros aquí? No gracias. 』

Héctor: 『 Descuida, Jean. No será necesario. En aquella pared, hay varios espeleotemas que pueden ocupar para escalar. 』

Laurent: 『 ¿Espelo−qué? 』

Héctor: 『 Los picos grandes que hay detrás de ustedes. 』

Laurent: 『 Ah. 』

Héctor: 『 Con dos personas es más que suficiente. Solo hay que anclarla con los clavos y soga que traemos. 』

Cmdt. Rask: 『 Bueno, ya escucharon. Roef, tú traes las cosas en tu bolso, así que sube con Laurent y fija la bomba. 』

Laurent: 『 ¿Espere? ¡¿Quiere otra vez que cargue eso, y hasta allá arriba?! 』

Roef: 『 ¿Qué? ¿Acaso el señorito "me hacen trabajar mucho" ya se ofendió? 』

Laurent: 『 ¡Ahora sí que te voy a−! 』

Cmdt. Rask: 『 ¡¡¡Solo suban de una maldita vez!!! 』

El Comandante perdió finalmente la paciencia con nosotros y desató su enojo, haciéndonos saltar (literalmente) hacia los espeleotemas.

Estos no eran otra cosa más que las famosas estalactitas y estalagmitas que uno puede hallar en este tipo de cavernas, aunque estás tenían una extraña orientación horizontal. Ahora que lo pienso, estos son sumamente raros. No eran tan alargados y filosos, sino más bien, parecían picos cuadrados semicristalinos que tapizaban toda la pared, y solamente esa. Formaban lo que casi parecían escalones sobre los cuales podíamos apoyar nuestras manos y pies para escalar. La textura de cada espeleotema era casi lisa, pero con los suficientes bordes para sujetarse a ellos.

Por cada metro que Laurent y yo subíamos, más anormal se me hacía la pared. Para empezar, ¿no se supone que este tipo de formaciones puntiagudas solo se dan en los pisos y techos de las cavernas? También me percaté que la pared no era recta, sino curva, con un ángulo cóncavo que se volvía más pronunciado a medida que nos acercábamos al techo.

Laurent: 『 Menos mal esta pared no es tan difícil de trepar. ¿Crees que podamos usar uno de estos picos para atar la bomba? 』

Roef: 『 Hasta que finalmente dices algo bueno. No es mala idea. Pero tiene que ser el más grande y alto de todos estos. 』

Laurent: 『 Mmm… Bueno, creo tener el pico perfecto para ello. Je, je. Sígueme. 』

Roef: 『 ¡Más te vale que eso último no haya sido un albur o te romperé los testículos! 』

Escalamos unos cuantos metros más hasta llegar a una parte en la que casi se podía estar de pie, o por lo menos ir a gatas sin tanto riesgo de resbalarse y caer. Ahí había un espeleotema gigante con forma de torreón que me recordaba a un faro costero. Saqué las cosas de mi bolsa y Laurent acomodó la bomba sobre el pilar rocoso para que yo pudiese anclar los clavos.

Uno a uno, comencé a martillar con cuidado la piedra para incrustar los largos pedazos de metal que servirían para afianzar la soga para el atado. Hice un marco con cuatro de ellos alrededor del explosivo y mientras Laurent ya empezaba a hacer el nudo, me dispuse a clavar uno más atrás del espeleotema para hacer así el ultimo amarre.

("¡Grrrrrr!")

Roef: 『 ¿En serio, Laurent? 』

Laurent: 『 ¿Ahora qué hice? 』

("¡Grrrrrr!")

Roef: 『 Eso. ¿No podrías controlar tu estomago por al menos dos minutos? 』

Laurent: 『 ¡¿Perdón?! En lo que a mí respecta, ese fue tu estómago, no el mío. 』

Roef: 『 Ah, claro. Ahora resulta que yo soy el muerto de hambre, ¿verdad? 』

Laurent: 『 Pues somos los únicos dos aquí arriba, es claro que ese rugido es tuyo. 』

("¡¡Grrrrrrrrrr!!")

Laurent: 『 ¡¿Lo ves?! 』

Por cada tres golpes que daba con el martillo, ese extraño ruido sonaba de nuevo. Y no solo eso, también podía sentir extrañas vibraciones debajo de mis pies, algo así como si se tratase de un ronroneo, uno muy ronco y áspero que me provocaba disgusto. Entonces miré abajo, y con la palma de mi mano toqué la pared. Esta vez no se sentía como antes, firme y rocosa; ahora parecía mucho más suave y blanda, casi como…

Laurent: 『 Vamos, no tengas pena de negarlo. 』

Roef: 『 ¡¡Ya te dije que no−!! 』

("¡¡¡GRRRRRRRRRRRRRR!!!")

Cmdt. Rask: 『 ¡¿Pero qué−?! 』

… Como si se sintiese vivo…

Laurent: 『 ¡¡¿Qué demonios es esto−OOOOO!!? 』

Todo se empezó a mover. De pronto sentimos como la pared se levantó y giró, emergiendo una enorme y escamosa cabeza, la cual rugió furiosamente e hizo un estruendo por toda la caverna.

El repentino movimiento y las incesantes vibraciones nos hicieron caer a Laurent y a mí. En el aire pude ver unos ojos cristalinos amarillos, cargados con ira y cólera, que me hacían sentir temor. Mi sensación de peligro se encendió por completo, pues sabía que esa cosa era letal.

Cmdt. Rask: 『 ¡¡CUIDADO!! 』

Oí la advertencia del Comandante, que me hizo reaccionar y darme cuenta que estábamos cayendo hacía los picos inferiores que habíamos escalado, corriendo el riesgo de ser atravesados. Por suerte, logramos acomodar a tiempo nuestros cuerpos en el aire y evitar las partes puntiagudas. Tratamos de agarrarnos de ellas, pero las constantes sacudidas de la bestia lo hacían muy difícil.

Laurent: 『 ¡¡¡HÉCTOR!!! ¡¡¡¿QUÉ DEMONIOS ES ESTA COSA!!!? 』

Héctor: 『 ¡¡¡UNA VITROTESTA!!! 』

Laurent: 『 ¡¡¡¿QUÉ MIERDA ES UNA VITROTESTA!!!?− 』

Héctor: 『 ¡¡¡UNA MALDITA MABESTIA!!! 』

Héctor gritaba para ser escuchado, pues los ensordecedores rugidos de la bestia eran tan altos que provocaban un tremendo dolor en los tímpanos.

La caverna parecía que empezaba a desmoronarse y pequeñas piedras caían en nuestras cabezas. Jean, Héctor y el Comandante se alejaron de la mabestia mientras Laurent y yo nos balanceábamos descontroladamente sobre lo que era entonces el caparazón.

Teníamos que hallar la manera de bajar, pero cada vez se hacía más difícil sujetarse. La vitrotesta se sacudía más y más fuerte, tratando de deshacerse de nosotros. Al parecer no le gustaba para nada que la tocasen.

Laurent: 『 ¡¡¡ROEF!!! ¡¡¡HAZ ALGO DE UNA VEZ!!! 』

Roef: 『 ¡¡¡¿Y QUÉ SE SUPONE QUE HAGA ESTANDO ASÍ!!!? 』

Nos aferrábamos como podíamos, colgando como péndulos que iban de un lugar otro. La mabestia se desesperó y comenzó a azotarse contra las paredes, provocando un derrumbe aun mayor dentro de la caverna. Grandes escombros de piedra caían sobre nuestros tres compañeros abajo, obligándoles a esquivar rápidamente.

Cmdt. Rask: 『 ¡TENEMOS QUE SALIR DE AQUÍ, YA! 』

Héctor: 『 ¡¡¡PERO, ¿Y LA MISIÓN, SEÑOR?!!! 』

Cmdt. Rask: 『 ¡¡OLVIDENSE DE ELLO Y BUSQUEN UNA SALIDA, RÁPIDO!! 』

Con todos los escombros cayendo, era difícil para Héctor y Jean localizar una salida. Todos los túneles grandes y que parecían conectar con la galería principal ya estaban bloqueados.

Laurent no aguanto más y se soltó del caparazón. Por suerte para él, logró deslizarse un poco y saltó al suelo, rodando para amortiguar el golpe. Tardó en levantarse, pero parecía estar bien.

Tampoco pude soportar más, mis dedos se entumecieron por completo y terminé resbalando. Yo no tenía por dónde deslizarme, me dirigía a un impacto seco contra el suelo desde muy alto. Otra vez sentía como el tiempo se volvía lento en el aire. Sin nada por hacer, solo apreté los dientes para intentar aguantar el golpe y entonces...

Jean: 『 ¡¡¡ROEF!!! ¡¡¡PASE LARGO!!! 』

Jean me arrojó uno de sus piolets desde donde estaba con un gran cálculo y precisión, haciéndome estirar para atraparlo. Sin pensarlo, clavé la mellada hoja como pude en las escamas de la enorme pata de la mabestia, provocándole un ligerísimo raspón que terminó por quebrar la herramienta.

Eso logró amortiguar mi caída y salir casi ileso, aunque sumamente adolorido sobre el suelo. Yacía peligrosamente cerca de la mabestia, más específicamente, a un costado de sus enormes garras que se alzaron sobre mí y empezaron a dar pataleos constantes. Rodé como tronco para quitarme del pisotón y con bastante trabajo me levanté para alejarme tanto como pudiera.

Cmdt. Rask: 『 ¡¡ARRIBA, ROEF, VAMOS!! ¡¡ 』

Alcancé al grupo en la entrada de uno de los pocos túneles que aún no estaba colapsado, adentrándonos a quién sabe dónde con tal de huir, pero este comenzó a derrumbarse también, por lo que nos apresuramos a correr en pendiente para no quedar atrapados.

Así, y de forma inesperada, llegamos al centro de la mina, en la entrada a la megacaverna de la montaña, dónde todos los soldados de Tesotl corrían desesperadamente por el derrumbe. Túmulos de roca y mineral caían por doquier, habiendo inundado ya el enorme pozo de mána, aplastando a todos los de dentro de la mina y provocando un caos total.

Corrimos sobre las vías hasta finalmente emerger de la montaña, arribando a donde estaban todas las máquinas y las tiendas enemigas. No obstante, todas estas empezaron a desaparecer. El piso comenzó a partirse y enormes grietas aparecieron por todos lados, haciéndose más y más grandes hasta tragarse todo a su paso.

Ahora teníamos que saltar y evitar caer a un oscuro abismo que se expandía sin control. Era como ir de un techo a otro, pero conforme avanzábamos, nos estábamos quedando sin sitios de apoyo.

A pocos metros de abandonar el extenso basamento rocoso frente a la megacaverna, un enorme cráter terminó por formarse y por el cual veíamos como todo era engullido, desde las carpas hasta los soldados, todos succionados por el oscuro vacío que apareció de pronto.

Parecía que por fin estábamos seguros, hasta que, del mismo agujero gigantesco, emergió la escamosa silueta de la vitrotesta enfurecida que rasgaba la corteza del suelo con su puntiagudo caparazón y ascendía con ayuda de sus afiladas garras.

¿Cómo era tan siquiera capaz de hacer eso semejante criatura? Con ese enorme peso que tiene y las protuberancias de su caparazón, era increíble que no se atorase en el cráter. De hecho, conforme salía a la superficie, el cráter se volvía más grande. Era simplemente inexplicable para mí cómo es que logró salir de tan abajo en el subsuelo y ahora está aquí, andando como sí nada en la superficie, derribando todo lo que esté frente a él.

Tomaba aire como podía estando sentado sobre lo poco de césped que quedaba en el deformado terreno, viendo cómo la mabestia caminaba con tal lentitud que podría decir sin dudas que se trataba de una enorme y abominable tortuga.

Entonces me di cuenta que, con cada pisotón que daba, el pasto y los árboles que aplastaba se veían sustituidos por espeleotemas amarillos casi trasparentes, de forma más delgada y puntiagudos a los que tenía el caparazón de la vitrotesta. Casi parecían arbustos espinosos hechos de cristal. Pero ya nos encontrábamos bastante cansados como para querer examinar a detalle esas "huellas".

Cmdt. Rask: 『 … Esto no es bueno. 』

Laurent: 『 ¿Qué cosa señor? ¿El hecho de que despertamos a una enorme mabestia o que ahora hay un enorme cráter sobre lo era el pueblo? 』

Jadeante y tumbado en el piso, Laurent le respondió con ironía al Comandante. Ni uno ni el otro pudimos responderle pues nos faltaba el aliento, pero sin duda ya se estaba ganando un buen golpe por arrogante.

Jean apoyaba a Héctor en su hombro para ayudarle a estar de píe. Al parecer se había lastimado el tobillo por culpa de un mal salto.

Jean: 『 ¿Te encuentras bien, compañero? 』

Héctor: 『 Estoy bien, no te preocupes. Todavía puedo… Oh, no 』

En cuanto Héctor alzó la mirada y vio el andar de la mabestia, se alarmó por su trayectoria, y no era para menos. Ahora lo entendía, iba hacia el Sur.

Roef: 『 Señor, ¿acaso eso va hacia…? 』

Cmdt. Rask: 『 Así es, Roef… Va hacia la base. 』