Chapter 7 - Capítulo 31.

Continente de Axal, Reino Imperial de Tikalt, Año 1811. Verano.

Aún parecía como si fuese ayer cuando recién llegábamos. El tiempo pasaba tan lento y rápido a la vez que hasta incluso el aburrimiento era ya algo rutinario.

Pensamos que las cosas serían mucho más caóticas aquí en Tikalt con todo este asunto de la epidemia de "malaria negra". Supuestamente, esta ha acabado con muchos de los pobladores de la región, pero en cuanto llegamos al reino, resultó ser que las cosas estaban en mayor calma de la que uno esperaría.

A pesar de la implementación del toque de queda, aún había gente moviéndose por las calles, los alimentos seguían llegando desde los campos fuera de la capital y el comercio continuaba activo. La verdad es que no parecía ser que aquí hubiese un estado de emergencia crítico.

Sin embargo, el que pareciese no haber enfermedad peligrosa alguna en el ambiente, no significaba que no existiese. Tan solo de ver a la prometida de Narek, la Condesa Anush, era señal de alarma y que esto era serio.

En todo este tiempo que he estado en el palacio, no me he atrevido a entrar a la habitación real; no podía arriesgarme a contraer la enfermedad y propagarla a mis compañeros, o peor aún, a la Reina Mireia; pero cada vez que caminaba por el pasillo, alcanzaba a ver la deplorable condición en la que se hallaba la pobre mujer.

Estaba cubierta de manchas oscuras por todo el cuerpo, infectadas por un espantoso salpullido que seguramente le generaba un ardor terrible en la piel, pero estaba tan debilitada como para si quiera intentar moverse y rascarse. El color de sus venas era tan oscuro que parecían más bien ríos de tinta que iban por dentro de sus extremidades y que terminaban siendo expulsados por su boca. Ver cómo tocia ese líquido negro sin detenerse, la forma en que salía esa horrible "brea" de su organismo, era de lo más terrible.

Los médicos y shamans del palacio le atendían en todo momento, entraban y salían constantemente de la habitación real, siempre cargando con mantas y agua tibia, o trayendo bandejas llenas de envases de cristal. Le daban todo tipo de medicina y trataban de aliviarle su dolor con comandos de curación, y aunque esto le ayudaba un poco para que dejase de toser, al poco tiempo volvía a regurgitar sangre.

Era increíble la valentía que tenían estas personas, corrían el riesgo de ser contagiados y arriesgaban su propia salud con tal de ayudar a mejorar a la Condesa. No obstante, en los casi seis meses que ya llevábamos aquí, todavía no veía a nadie infectarse, ni siquiera a estos doctores que la cuidaban todo el tiempo y la atendían sin algún pañuelo que cubriese sus rostros. Era sumamente extraño que no les pasara nada estando en contacto con la paciente tan constantemente. ¿No se suponía que la enfermedad era altamente contagiosa?

Reina Mireia: 『 Roef... Roef... ¡Oye, Roef!... ¡ROEF! 』

Roef: 『 ¿Mmm? 』

Reina Mireia: 『 Te estoy hablando. ¿Puedes pasarme esas hierbas de ahí? 』

Roef: 『 Ah, sí, claro. Aquí tiene. 』

Reina Mireia: 『 En serio, a veces me preguntó a dónde es que vas. 』

Roef: 『 ¿Perdone? 』

Reina Mireia: 『 Es que siempre te veo absorto en tus pensamientos. De pronto te quedas en silencio por un buen rato, tan concentrado, analizando algo en particular que te llama la atención. 』

Roef: 『 ¿Eso cree, Alteza? 』

Reina Mireia: 『 No solo lo creo, lo he visto. Y la verdad es que envidio esa concentración tuya, me sería muy útil cuando hago mis pociones. Pero también, tu compañía y la de los muchachos aquí me ha ayudado mucho a hacer mi trabajo. 』

Sinceramente, no sabía que pensar sobre ello. Yo solo estaba cumpliendo con mi labor, debía siempre estar atento a cualquier situación. Como guardaespaldas de la Reina, nuestra única responsabilidad era cuidarla y vigilar su cuarto y el palacio completo para que pudiese realizar sus experimentos y nadie tratara de sabotearla o lastimarla, pero hasta ahora, nadie se ha aparecido con esas intenciones. Únicamente hemos hecho vigías por todo el complejo, sin ningún comportamiento sospechoso por reportar ni ningún tipo de incidente o emergencia. A caso, solo llegamos a interceptar a un par de ladrones que intentaron robar algunas de las pertenecías del palacio, pero nada que ver con este asunto.

La Reina Mireia ha tenido total libertad para trabajar aquí. Ella puede pedir casi cualquier cosa que necesite para hacer sus pociones, como las hierbas que siempre usa, y los sirvientes del palacio se las traen con rapidez, ya sea que las tengan en su inventario o no.

Su equipo de destilación trabajaba diariamente, las matrices de vidrio siempre estaban llenas de líquidos amarillentos y verdosos que después combinaba con sales y más sustancias que desconocía, les aplicaba calor y las hacia hervir para, posteriormente, pasarlas a través de un tubo largo y delgado que llegaba hasta una especie de repositorio grande, donde caían de a poco gotitas de las infusiones hechas.

Lo que más destacaba de ese gran juego de artilugios químicos, era la enorme bola de cristal donde se guardaba la Gema de la creación. De esta especie de matriz enorme se extruía un tubo ancho con una llave de paso que conectaba al repositorio, y además poseía una extraña entrada superior hecha como de corcho, donde la Reina podía meter su mano y entrar en contacto con el catalizador.

Cuando lo usaba, recitaba un comando un poco largo y en voz baja, como si no quisiera que la escuchasen, y después giraba muy poco a poco la perilla de la llave, solo lo suficiente para que la rejilla dentro del tubo transparente se abriera apenas. La gema se iluminaba en su totalidad, emitiendo una luz resplandeciente y varios flujos de energía a su alrededor que pasaban succionados por el canal abierto, llegando hasta la otra matriz con el líquido destilado. Al cerrar la llave, las estelas de mána caían tal cual como finas plumas de ave y se combinaban con la infusión, aclarándola y dándole un brillo distinguido.

Finalizado el proceso, la Reina abría el repositorio por arriba e introducía una manguera pequeña de cuero, la cual succionaba parte del líquido y lo traspasaba a un envase de vidrio convencional.

Así es como creaba día tras día sus pociones para la Condesa. Ya había llenado dos cajas completas con varias botellas, un total de 50 brebajes hechos en una sola tarde, suficientes como para repartirlos en todas las boticarias de la capital del reino, pero los justos para tan solo 5 días de tratamiento de su paciente.

Reina Mireia: 『 Listo, eso será suficiente por hoy. Solo espero que esta vez tenga mucho mayor efecto. 』

Roef: 『 ¿Por qué dice eso, Alteza? ¿Creí que la medicina estaba funcionando? 』

Reina Mireia: 『 Bueno, si ha estado funcionando. Las pruebas hechas indican que es efectiva. Pero el estado de la Condesa es muy grave, la infección avanza muy rápido por su cuerpo y los efectos de la infusión le duran muy poco. Me ha costado hallar una fórmula específica para ella..., ojalá que esta sea por fin la correcta. 』

La Reina Mireia se veía un tanto decepcionaba, frustrada por no poder dar con la solución. Desde que llegó, ha puesto toda su dedicación en este trabajo, ha estudiado a fondo la enfermedad y sus síntomas, la manera en que ataca al cuerpo y los órganos donde se hospeda.

Se comprometió a encontrar la cura, y tras meses de arduo esfuerzo, logró dar con un remedio que surtió efecto en los habitantes enfermos. Aunque la recuperación era algo lenta, poco a poco la enfermedad disminuía su fuerza en aquellos que la poseían. Fue un enorme logro conseguido, un descubrimiento que ratificaba su talento como médica-prestidigitadora y boticaria.

La gente de Tikalt estaba agradecida con ella por haberles salvado la vida. Lástima que no se pudiese decir lo mismo de la opinión de Narek. No importase la hora o el día, al tipo siempre se le veía con la misma expresión seria y molesta, y constantemente recriminaba que los avances de la investigación no eran suficientes para curar a la Condesa. La Reina no era negligente, sabía que el tiempo se le empezaba a agotar y que debía darse prisa, pero los apuros de su contratante no eran de ayuda. Por mucho que ella intentase explicarle lo complicada que era la enfermedad y la forma en que evolucionaba, a él solo le importaba que se hiciera lo que ordenaba, no le interesaba como lo hiciera, sino únicamente que lo consiguiera y rápido.

Todo esto le ha provocado un enorme estrés diario, haciéndola sentir cansada y abatida en múltiples ocasiones. Verla decaída provocaba que uno también se sintiese mal. Quería decirle algo para que se motivara y se sintiese un poco mejor, pero conociéndome, no creo ser el más indicado para eso, no era tan carismático como Jean o empático como el tarado de Laurent. Lo mejor que podía hacer por ella era mantenerla a salvo, cumplir mi función como su fiel soldado, solo eso.

Sirvienta de Tikalt: 『 ¿Alteza Mireia? 』

Reina Mireia: 『 ¿Mmm? Ah, sí, dígame. 』

Sirvienta de Tikalt: 『 Disculpe la molestia, pero el príncipe Narek solicita su presencia en la sala inferior. 』

Reina Mireia: 『 ¡¿De nuevo?! *Suspiro* ¿Ahora qué es lo que quiere? Dile que en seguida voy. 』

Sirvienta de Tikalt: 『 Sí, Alteza Mireia. 』

Reina Mireia: 『 Vamos, Roef. Acompáñeme. 』

Roef: 『 A la orden, Alteza. 』

Sin más, dejé mi asiento frente a la mesa de trabajo de la Reina y la acompañé por los pasillos laberínticos del palacio de Tikalt. El complejo era mucho más grande que el castillo de Haiza, tenía unos cinco edificios principales, todos con cuatro pisos repletos de cuartos y salas de gran tamaño. Nosotros nos hallábamos en el edificio central, en el piso más alto. Tuvimos que bajar hasta la planta baja para poder acudir al llamado del caprichoso príncipe.

La sirvienta de hace unos momentos ya nos esperaba en la puerta de una de las tantas salas de estar del palacio. En cuanto la abrió, aparecieron las figuras de tres hombres altos, aunque uno se destacaba por los demás con sus casi dos metros de estatura. Pero en cuanto voltearon, retomaron protagonismo y nos sorprendimos por su presencia.

Rey Van Laar: 『 Mireia, qué bueno verte de nuevo. 』

Cmdt. Rask: 『 Gracias por traerla, Roef. 』

Era la primera vez en meses que me reencontraba con el Comandante, nos habíamos vuelto a separar después de que él y Héctor fueron los desganos a dirigir la invasión a Tesotl, dejándome a mí junto a Laurent y Jean la tarea de proteger a la Reina aquí en Tikalt.

A ella se le veía algo estupefacta, pero mucho más molesta, seguramente porque, tras varios meses, por fin se reencontraba con su marido y este actuaba como si nada, típico de él. Caminó hacia él y, la verdad, pensé que podría llegar a darle una cachetada por la manera tan altruista en que se presentó, pero seguramente tuvo que contenerse para no perder la compostura frente a Narek y verse mal.

Reina Mireia: 『 ¿Me puedes explicar que haces aquí? 』

Rey Van Laar: 『 Vine porque el príncipe Avak me lo pidió. 』

Reina Mireia: 『 Sí, me lo imaginaba, porque quién pensaría que el gran Argus Van Laar, gobernador de toda Haiza, vendría aquí a visitar a su esposa, a quién mando a la fuerza, ¿verdad? Claro que no, a ti solo te interesa la política, eso lo he tenido claro desde hace 10 años, "Cariño". 』

Rey Van Laar: 『 Mireia, escu− 』

Reina Mireia: 『 No hace falta que digas nada. No estoy de humor ahora para que me des otro de tus sermones y me pongas más excusas. Así que ve al grano y dime que pasa. 』

La Reina Mireia tiene un carácter dulce y gentil, pero también es alguien que sabe mostrar fortaleza. Ella es una mujer decidida y persistente, arraigada a sus valores y convicciones, una persona que nunca se rinde y se mantiene siempre firme. No es alguien que se deje fácilmente achicar por los demás, ha batallado mucho para convertirse en la mejor médica de Haiza, sacrificado parte de sí para ayudar a la gente, como para que simplemente la minimicen, sobretodo su rey.

Rey Van Laar: 『 ... Príncipe Avak. Por favor. 』

Avak Narek: 『 Escuche, Alteza Mireia. Le he solicitado al Rey Van Laar su autorización para que usted use la Gema de la creación directamente sobre la Condesa. 』

Reina Mireia: 『 ... ¿Disculpe? ¡¿Quiere que...?! ¡¿Acaso perdió la cabeza?! ¡¿Sabe lo peligroso que es eso?! 』

Rey Van Laar: 『 Mireia− 』

Reina Mireia: 『 ¡No! Si hacemos eso, la gema absorberá todo su mána hasta dejarla como un cascarón vacío. 』

Avak Narek: 『 Y, por tanto, se llevará la enfermedad también, acabando de una vez con su sufrimiento. 』

Reina Mireia: 『 ... *Suspiro* A ver, déjeme decírselo de otra forma. ¡Ella morirá! En cuanto la gema la toque, le quitará toda su energía y no habrá forma alguna de regresarla a su cuerpo. ¿Entiende? 』

Avak Narek: 『 Sí, lo entiendo, pero usted puede controlar la gema y evitar que eso suceda. Solo basta con que le deje lo mínimo para que viva. 』

Reina Mireia: 『 Eso es imposible. Incluso si pudiera conservar su segunda puerta, no podría llegar a tener una vida plena, se volvería una persona muy débil y no sería capaz de hacer comandos, ni ella ni sus descendientes. 』

A Narek no pareció gustarle la respuesta, esas últimas palabras lograron abrirle un poco los ojos, mostrando su sorpresa y preocupación. Bien lo dijo él cuando nos conocimos en Losalt, lo que más le importaba era conservar la línea de sangre real. No obstante, si sus descendientes no eran capaces de heredar sus poderes ni los de sus ancestros, de nada serviría entonces hacer el tratamiento. Todo el trabajo de la Reina Mireia y los médicos del palacio habría sido en vano y el Reino de Tikalt se quedaría sin un heredero digno.

Narek quedó pensante, analizando lo que podía pasar e intentando buscar una posible solución al problema. Fue entonces que se le vino a la mente algo que ni a mí ni a nadie de nosotros se nos ocurriría nunca, algo bastante radical que ya marcaba lo desesperado que se encontraba y que no le importaba si había que hacer ciertos "sacrificios".

Avak Narek: 『 Y si, sacrificásemos esta generación y la reemplazáramos por la siguiente, ¿se podría recuperar esa capacidad para heredar el mána? 』

Reina Mireia: 『 ... ¿C−Cómo que reemplazar? 』

Avak Narek: 『 Quizás mi próximo hijo no pueda heredar mi poder, pero tal vez un nieto mío sí. Si una de las ramas del árbol se rompe, entonces puedo crear un injerto, adherir una nueva rama, mucho más fuerte y resistente que la anterior. Así, el árbol seguirá dando frutos, inclusive con una mayor calidad, ¿no? Creo que es una buena oportunidad para acrecentar el rango de pureza de mi familia, crear una nueva especie, mucho más poderosa que la actual. Solo necesito de otro árbol que pueda donarme una de sus tan preciadas ramas. 』

Narek, quien daba vueltas por la sala, comenzó a acercársele a la Reina Mireia, quien captó el mensaje con claridad y solo pudo horrorizarse por las palabras del gigante hombre. Quería alejarla de ese príncipe lunático, pero la forma tan seria y sosegada con la que hablaba hacía que nuestros huesos se calaran del miedo. Era increíble que pudiese pensar tan tranquilamente que su solución fuese algo de lo más normal del mundo, como si los seres humanos fuésemos simples cabezas de ganado que él puede adquirir en el momento que se le antoje y convenga.

Reina Mireia: 『 Usted está loco. 』

Avak Narek: 『 No me importa lo que piense de mí. Haré lo que sea necesario por mantener a mi reino en lo más alto. Así que solo dígame si es posible esto o no. 』|

Reina Mireia: 『 ... Sí, es posible. Pero tendría que ser con alguien de una raza única, capaz de controlar grandes cantidades de mána. 』

Avak Narek: 『 Como, por ejemplo, los Astris, ¿verdad? 』

Reina Mireia: 『 ¡¡Ni piense que estoy dispuesta a...!! *Suspiro* Haré el comando de absorción para que me deje en paz de una vez. ¡¡PERO NUNCA!!, ¡¡jamás!!, ¡le atreguaré un hijo mío para que se emparente con usted o su familia de narcisistas prepotentes y avariciosos! ¡Yo no soy una maldita "incubadora" de su propiedad, así que búsquese a una más en otra parte! 』

La Reina Mireia dio media vuelta con furia y se retiró a paso rápido, seguramente temerosa de que el alto hombre se lo impidiese dándole un jalón. Se le notaba irritada y asqueada por la retorcida idea de Narek. Estaba harta ya de todo esto y no le quedó de otra más que cumplir sus exigencias iniciales e intentar usar la gema para absorber la enfermedad de la Condesa y terminar el trabajo de una vez por todas.

Rey Van Laar: 『 Príncipe Avak. Esta vez fue demasiado lejos. 』

Avak Narek: 『 Si eso cree, me disculpo entonces. Pero no soy alguien que se retracte de sus palabras, Majestad, así que se lo diré a usted también: No me importa lo que tenga que hacer, yo me aseguraré de que el honor y la supremacía de mi reino prevalezca hasta el final de los días, y no permitiré que nadie interfiera en mi cometido. 』

Narek seguía mostrándose con su actitud altiva y enajenada, ahora amenazando al Rey Van Laar de que no lo provocara o las consecuencias serían serias. Ante esto, el Comandante Rask por fin movió un musculo y se interpuso entre ambos para proteger a su líder y también dejarle unas palabras al príncipe exasperado.

Cmdt. Rask: 『 Lo lamento, príncipe Narek, pero nosotros también tenemos un reino al cual hemos de proteger. Si cree que solamente por su prestigiosa casta es capaz de mandar sobre nosotros, está equivocado. También somos descendientes de guerreros que lucharon por estas tierras hace cientos de años y vencieron a sus enemigos sin piedad. Así que, si usted o alguien más hoza con poner en peligro nuestra patria, créame que conocerá toda esa furia que nos fue heredada. 』

Narek no replicó y solo miró con enojo al Comandante, comprobando que sus palabras cargaban con suma veracidad, y no solo eso, sino que también, si intentaba hacer algún movimiento brusco en ese preciso momento, habría de enfrentarse a tres soldados de elite y de operaciones especiales de Haiza él solo y sin armas. Por supuesto que no era ningún idiota como para hacer esto, aun con su ventaja física, le sería sumamente complicado vencernos al mismo tiempo. Así que tuvo que renegarse y dejar pasar por alto todo lo que sucedió, por el bien de ambos reinos. Pero fiel a su arrogancia, no se dejaría vencer en esta discusión, él quería algo que le asegurase cumplir con su objetivo y continuaría insistiendo por ello sutilmente.

Avak Narek: 『 De acuerdo. Ciertamente, no es muy conveniente que ambos reinos entren en guerra nuevamente, mucho menos cuando recién acabó una. Lo mejor sería que dejásemos atrás nuestras diferencias por el bien de todo lo que poseemos. Pero si queremos mantener a flote esta alianza, creo que lo mejor sería pactar un buen acuerdo esta vez, Rey Van Laar. 』

Rey Van Laar: 『 ¿Ah, sí? Dígame entonces, príncipe Avak, ¿qué clase de acuerdo propone que hagamos? 』

Avak Narek: 『 Ambas naciones poseen a los ejércitos más poderosos del continente. Bien lo dijo el Comandante Rask, nuestros ancestros fueron guerreros de estas tierras que nos dejaron un gran legado. Si combinásemos nuestras fuerzas, seríamos capaces de terminar de una vez por todas con este oscuro período de guerra que solo ha traído dolor y sufrimiento. Así, florecería de nuevo el comercio en toda la región y nos sería factible el intercambio de recursos, para por fin, ambos reinos, centrarse de lleno en el desarrollo tecnológico que nos convierta en las dos mayores potencias del continente, o a un mejor, de todo el mundo, superando incluso a las naciones euralianas. 』

Rey Van Laar: 『 Ya veo, así que quiere una alianza militar. ¿Entonces, qué es lo que ofrece, concisamente? No creo que se trate únicamente de rutas comerciales, ¿o sí? 』

Avak Narek: 『 No, Majestad. Le ofrezco a usted su seguridad y la de todo su reino. Ya no tendrá que preocuparse por más intentos de invasión ni guerras innecesarias. A partir de ahora, será el Reino Imperial de Tikalt el que haga de muro para el Gran Reino de Haiza. En cualquier momento en que usted lo necesite, tendrá a todas mis tropas a su completo servicio, para lo que más le convenga. ¿No le parece un buen trato, Majestad? 』

Rey Van Laar: 『 Demasiado bueno, príncipe Avak. Tanto como para que me pida algo del mismo valor, aunque ya se exactamente qué es, ya lo dejó en claro. 』

Avak Narek: 『 Me alegro que lo entienda, Majestad. Así que espero acepte mi ofert− 』

Cmdt. Rask: 『 Espera, Argus. Hablemos un momento. 』

Antes si quiera de que Narek terminase de hablar, el Comandante Rask rodeó con su brazo derecho los hombros del Rey, y sin darme cuenta hizo lo mismo conmigo con su brazo izquierdo. Los tres le dimos la espalda al príncipe, y como si estuviésemos en medio de un partido de rakpí, comenzamos a cuchichear entre nosotros, hablando de lo mal que se veía este trato.

Cmdt. Rask: 『 Argus, esto no se ve nada bien. No entiendo para qué necesitaríamos esta protección si Tesotl ya está vencido y los pozos de mána se recuperaron. ¿Qué provecho sacamos nosotros de todo esto? Está claro que tiene otras intenciones. 』

Rey Van Laar: 『 No, Luvric, no es así. La disputa con Tesotl no ha acabado. Aunque su territorio fue sublevado ya, el Rey Zigor logró escapar. 』

Escuchar esa noticia nos alteró bastante, aunque no era de extrañar nuestra molestia al habernos enterado, pues al desgraciado de Thorben Zigor lo odiábamos con justa razón. Él fue quien ordenó la invasión a nuestro reino y por su culpa hemos vivido en un infierno durante estos dos últimos años.

Tras la incursión a su territorio, creíamos que por fin lo habían atrapado, pero ciertamente, no era de sorprender que el maldito cobarde siguiese por ahí, si por algo se le ha caracterizado al inescrupuloso Rey de Tesotl era su habilidad para desaparecerse siempre que le convenía.

Cmdt. Rask: 『 ¡¿Es una maldita broma?! ¡¿Cómo es que dejaron escapar a ese maldito bastardo?! 』

Rey Van Laar: 『 ¡No lo sé! Pero sí sabemos que está en Amell ahora junto con sus guerrilleros y ya logró convencer a su gobernante de continuar con esta guerra. 』

Roef: 『 ¿Quiere decir que formó una alianza con el ejército de Amell? 』

Rey Van Laar: 『 Es correcto, Roef. Y no solo eso. Hace poco incursionaron tropas amellitas hacia Anton, donde ya comenzaron a saquear los pueblos, y pronto llegaran a Haiza también. Ahora, más que nunca, necesitamos soldados para cubrir todas las bajas que sufrimos el último invierno. Si queremos acabar con estos malditos barbaros de una vez, tendremos que usar todo lo que este a nuestra disposición. 』

Por la forma en que el Rey Van Laar hablaba, era clara la situación tan complicada en la que se hallaba el reino. Con suerte, pudimos hacerles frente a las tropas de Tesotl en los últimos meses, gracias también a que los idiotas se quedaron sin esclavos para seguir explotando nuestras minas y lo tuvieron que hacer ellos mismos, dándonos una ventaja. No obstante, si ya lograron convencer a Amell de meterse a esta disputa contra nosotros, era casi seguro que nos pasarían por encima.

Nos enfrentaríamos a un ejército que es cinco veces más grande que el nuestro, con mejor artillería y mucha más infantería especializada en la prestidigitación. Si las batallas que libramos contra los de Tesotl fueron complicadas, enfrentarnos contra los casters de Amell sería mucho más duro aún.

Cmdt. Rask: 『 Argus, escúchame. Sé que igual eres un necio y todo, ¡pero no lo hagas! Por muy necesitados que estemos, si dejamos entrar tropas tikalitas al reino, ten por seguro que nos harán una usucapión y se terminarán adjudicando las tierras. Créeme, estos tipos no son más que unos malditos embusteros, me lo dejaron claro cuando Héctor y yo fuimos a Tesotl junto a ellos. 』

Rey Van Laar: 『 *Suspiro* Sé que están preocupados, muchachos. Pero no tenemos alternativa ahora. Amell es una nación mucho más poderosa que Tesotl, y no tendrán reparos con nosotros. En estos momentos, no podemos ganarles, no sin ayuda. 』

El Rey tenía razón, solos no lograríamos hacer nada. Necesitábamos la ayuda de nuestros aliados si es que queríamos prevalecer, pero el gran problema era que no teníamos a ninguno. Entre las seis grandes naciones del norte de Axal, todas se llevaban pésimo. Las pasadas guerras y disputas por definir las fronteras provocaron una larga época de tensiones políticas, pues todos querían hacerse con los pozos de mána de la región; fue muy difícil repartir los territorios de manera equitativa, y por supuesto, varios no quedaron contentos con el resultado final; dando origen a una ruptura completa entre todos los estados.

Ir a pedir ayuda a las colonias euralianas del Sur no era opción, nos metería en grandes problemas con los reinos orientales y les daríamos una excusa para que también quisieran invadirnos. La alianza temporal que se formó con Tikalt era lo único que teníamos, no nos quedaba otra alternativa más que esa. Sin embargo, me preocupaba más el pago que exigía Narek para cerrar el trato.

Roef: 『 Majestad, si me lo permite, yo apoyo la decisión de su esposa. Tal vez ahora necesitemos de la ayuda de Narek y sus tropas, ¿pero exigir un niño a cambio? No me parece nada ético "fabricarle" a este desquiciado un títere que pueda usar en el futuro, y mucho menos que sea la Reina Mireia quien tenga que engendrarlo. Si hace eso, podría causarle un enorme daño a ella y entonces− 』

Rey Van Laar: 『 Por Mireia no te preocupes, yo me encargaré de convencerla por el bien de todo. Es dura, pero al final, sé que nos ayudara a solventar esto. 』

Roef: 『 Pero, Majestad, ¿No lo entiende? ¡La pondrá en un gran peligro, a ella y su hijo! 』

Rey Van Laar: 『 ¡Yo soy quien toma las decisiones de mi familia, y si decido que mi futuro hijo se convierta en gobernante de Haiza y Tikalt, será así! ¡Que les quede claro que ustedes no pueden alterar ese destino..., nadie puede! ¡¿Entendieron?! 』

Roef: 『 ... Sí, señor. 』

Aunque doliera, era cierto lo que dijo. No sé en qué estaba pensando, yo no era alguien tan cercano al Rey como Rask para estarle contradiciendo. Él era quien tomaba las decisiones, quien guiaba al reino para que todos pudiésemos tener una vida prospera y asegurar un buen futuro, y yo, como su soldado, debía de seguirlo en el camino que me designara. Después de todo, sino fuese por él, yo habría muerto hace mucho tiempo ya. Tenía razón, no me competía en nada meterme en su relación con la Reina.

Cmdt. Rask: 『 *Suspiro* Esta bien, Argus. Ya que no nos queda de otra. Pero que conste que nadie de mi equipo seguirá las ordenes de ese príncipe en el campo de batalla. Spectrus es y siempre será defensor del pueblo de Haiza, no de Tikalt 』

Rey Van Laar: 『 Me parece bien. Zanjemos este asunto aquí y vayámonos de una vez de este ridículo castillo. Solo les pido a ambos guardar esto en secreto. No podemos dejar que corra la voz y hacerles saber a nuestros enemigos lo que se pactó aquí. Si llegase a pasar, les sería muy fácil romper el vínculo al saber dónde atacarnos. ¿Comprenden? 』

Cmdt. Rask: 『 De acuerdo, Argus 』

Roef: 『 ... Sí, Majestad. 』

El Rey volteó a verme, preguntándome con la mirada si también estaba dispuesto a guardar este secreto, una más de los tantos que hay ocultos en relación con esta guerra, y la verdad, ser participe en particular de este me originaba un enorme malestar. Pero si era la única manera de acabar con esta incesante lucha, entonces estaba dispuesto a guardar silencio. Después de todo lo dijo la Reina Mireia, soy bueno haciéndolo.

Avak Narek: 『 ¡Ejem! Creo que ya les di mucho tiempo para que lo discutieran, ¿no? Dígame entonces, Rey Van Laar, ¿acepta la oferta? 』

Rey Van Laar: 『 ... Está bien, príncipe Avak. Te ayudaré si me ayudas a mí. Pero primero, acabaremos con Zigor y su gente. No creo que sea factible criar niños en tiempos de guerra. Además, la Condesa Anush necesitará bastante tiempo para recuperarse. 』

Avak Narek: 『 Mmm, ya veo. Comprendo su punto. Entonces que así sea. Cuando termine la guerra y se establezca la paz de nuevo, Haiza y Tikalt se unificarán bajo el sagrado matrimonio de nuestros herederos. Hasta entonces, rezo por el bien de ambos reinos, Rey Van Laar. 』

Rey Van Laar: 『 Que así sea, futuro Rey de Tikalt, Avak Narek... Que así sea. 』