Continente de Axal, Frontera entre los reinos de Anton y Haiza. Año 1838. Invierno.
Roef: 『 ... 』
Verónica: 『 ... 』
Shun: 『 ... 』
Lidia: 『 ... ¿Lo sabía?... ¿Señora Arden, usted lo sabía? 』
Verónica: 『 ... Cuando me dieron la tarea de cuidar de ti, poco a poco me fui enterando de varios de los pactos que el Rey había hecho con el Reino de Tikalt, pero... quien me contó sobre este matrimonio arreglado fue su madre, ella misma me dijo lo "feliz" que estaba de haberlo pactado. 』
Lidia: 『 ¡¿M−Mi madre...?! 』
¿Feliz de haberlo pactado? ¡¿O sea que estuvo de acuerdo en hacerlo?! Mi cabeza estaba dando vueltas, la confusión me mareaba y parecía que iba a regurgitar en cualquier momento. Realmente no sabría decir la manera en que me siento, en mi pecho percibo un gran dolor que se agudiza a cada momento y tengo unas terribles ganas por llorar. La historia del señor Willems me había dejado así de afligida y sensible, pero lo que más me afectó fue saber cómo era antes mi madre.
Haberme enterado que ella era la mejor médica-prestidigitadora del reino y que ayudó a mucha gente, me hacía sentir orgullosa, pero más feliz me ponía saber que era una mujer fuerte y decidida, valiente y que no se dejaba vencer, hasta incluso contra un rey corrupto. Me era un poco difícil imaginármela así. Sinceramente, parecía más una broma que la atontada y distraída Reina Mireia que conocía, fuese, en realidad, una mujer que pudiese inspirar confianza; una muy mala broma. Sin embargo, la manera en que el Señor Willems habló de ella con tal admiración y nostalgia en sus palabras, a la vez cuando la recordaba, diciendo con la mirada lo mucho que extrañaba esa época, me decía que no era ningún invento. Y eso era lo que más dolor me producía.
Todo este tiempo creí que no le importaba a mi madre, que su comportamiento tan desvergonzado y cándido era una mera actuación. Pero estaba equivocada, así era la manera en que me expresaba cariño de verdad, de una manera muy torpe y hasta vergonzosa, pero ella me amaba..., me amaba..., y yo... Yo no fui... Entonces, por qué...
Lidia: 『 N−No lo entiendo. Si mi madre estaba en contra y detestaba tanto a Narek, ¿por qué al final aceptó el acuerdo? ¿Cómo fue que cambió tanto de un día para otro? 』
Verónica: 『 No lo sé. Yo solo vi cómo la mujer franca y decidida que una vez conocí desapareció. Abandonó su trabajo y se recluyó en el castillo. Cada que la veía, su expresión estaba apagada por completo, inerte, como si su alma hubiese dejado su cuerpo. Pero en cuanto te tuvo a ti y te sostuvo por primera vez, por un momento volvió a ser ella misma y recuperó su sonrisa. No obstante, su memoria quedó trastornada, jamás pudo recordar quien era en realidad ni lo que hizo cuando era médica. Se volvió de pronto una persona atolondrada y distraída, como si hubiese regresado a ser una niña hiperactiva que no entendía lo que estaba haciendo. 』
Cierto, mi madre se comportaba casi como una niña pequeña. Le gustaba organizar reuniones para el té, hacer muñecas de trapo con las que jugar y se paseaba por el jardín para poder "secretear" con las plantas, como si pudiese hablar con ellas y estas le respondieran. No era el comportamiento típico de una persona que está en sus cuarentas. Su infantilismo debía de tener alguna explicación. Quizás esto fue producto de algún evento que la dejó marcada. No lo sé, tal vez algo o alguien la indujo a comportarse así, no me parecía normal este cambio repentino de personalidad que sufrió.
Lidia: 『 Pero, entonces, algo le debió de haber pasado, ¿no? ¿Qué fue lo que causó que su temperamento se transformara así? 』
Verónica: 『 Verás, Lidia− 』
Roef: 『 Cuando tu madre realizó el comando de absorción sobre la Condesa Anush, su comportamiento empezó a cambiar. De pronto tenía dolores de cabeza constantes, ataques de nervios e ira, y alucinaciones, decía que las voces en su mente no la dejaban en paz. Hubo ocasiones en donde no se reconocía a sí misma frente al espejo. Tardó mucho en recuperar más o menos la cordura, pero cuando hablé por última vez con ella, sabía que aquella sabia y firme mujer a la que servía ya no era la misma. Entonces el Rey aprovechó este cambio de personalidad que tuvo para convencerla de aceptar el acuerdo de unión entre Haiza y Tikalt. Acabó la guerra y te tuvieron a ti, Narek tuvo a su hijo y solo era cuestión de tiempo para culminar el pacto... Hmph, pero, supongo que no contábamos con que un Aarden seguiría haciendo de las suyas por aquí. 』
El Señor Willems señaló con la mirada a Shun, quien seguía con los brazos cruzados y la mirada gacha. Aún se le veía deprimido por haber perdido a su hermano, sus ojos se volvieron completamente opacos y su postura se encorvó sobre el banco en el que permanecía completamente inmóvil, sin ganas de prestar atención alguna a nuestras palabras.
Me sorprendió saber que el padre de Shun era un espía extranjero que llegó aquí en busca de la Gema de la creación, pero más insólita era la liberal actitud que poseía. Pensar que traicionó a su patria para quedarse y combatir durante la guerra, solo por diversión, era algo que, creo, nadie en su sano juicio haría. Aunque me decía un poco de dónde es que Shun sacó su lado intrépido e irreverente, ese ámbito suyo para entrometerse en todo y que me salvó de acabar bajo las garras del Rey Narek.
Ojalá fuese un poco como lo fue Jean en el pasado. La forma en que lo describía el Señor Willems lo hacía ver como un bicho raro, e indudablemente tenía un comportamiento cuestionable, pero también se notaba que era una persona bondadosa, valiente y justa, un filántropo que siempre buscaba apoyar a sus compañeros y veía por el bien de sus amigos. Tal vez si yo tuviese esas aptitudes, hubiera podido ayudar más, así muchos de los habitantes del castillo aún vivirían, incluido mi padre..., y tal vez... mi madre estuviese aquí conmigo también.
Pensar en ello me volvía a causar un nudo en el pecho. Me venía a la mente la cruel imagen de mi padre despidiéndose de mí, disculpándose por todo, por haberme recluido en el castillo durante toda mi vida y por haber sido tan frio todos estos años. Recordar ese momento, donde por primera vez me habló con tal calidez y amor, con el verdadero afecto que un padre le muestra a su hija, me hacía sentir un dolor horrible que me era difícil de ocultar.
Temblaba de impotencia al saber que en verdad tenía dos padres que se preocupaban por mí, que me querían y apreciaban con todo su ser, y que podían dejar de lado sus prejuicios para mantenerse unidos..., para que pudiéramos ser una familia feliz, tanto como lo había deseado. Que cruel fue el destino al negármelo. Sabía que ya era imposible. Los perdí a ambos, y ahora jamás podré volver realidad mi sueño. Pero, aun así... ¡¡Aun así...!!
Lidia: 『 *Sollozo* No es justo... ¡No es justo!... ¡¿Por qué tuve que nacer como una princesa?! ¡¿Por qué no pude tener una vida normal dentro de una familia normal, lejos de todo esto?! ¡Por culpa de sus malditos acuerdos secretos, de sus estúpidas conspiraciones, perdí a mi familia...! ¡¡Y−Yo perdí...!! Perdí... ¿Por qué? 』
Verónica: 『 Lidia... 』
Roef: 『 ... *Suspiro* Supongo que lo menos que puedo hacer es dejarles que se queden. Pero tendrán que ayudarme a arreglar este lugar. La cabaña no es tan grande para cuatro personas, habrá que reformar bastante. 』
Verónica: 『 Pero, Roef. Te dije que Shun y yo− 』
Roef: 『 ¿Y dejar que vivan en la calle? Eso no está en discusión. No permitiré que la familia de mi compañero deambule por ahí y mueran de hambre después. Además, le hice una promesa a Jean, y no he hecho más que ignorarla todo este tiempo... Es momento de saldar mi deuda. 』
Verónica: 『 Gracias, Roef. Ten por seguro, que ayudaremos en lo que sea que haga falta para compensarte. 』
Mientras aun caían algunas lágrimas por mis mejillas, el Señor Willems asentó a la respuesta de la Sra. Aarden, aceptando su ofrecimiento para que ella y Shun trabajaran con él en su propiedad. Aunque eso me dejaba un poco más tranquila, mi corazón seguía hecho un desastre. Difícilmente, el dolor que sentía se marcharía de mí, aun si ya había aceptado la muerte de Max y de mi padre, y, sobretodo, la perdida de mi madre y el deseo de haberla conocido como realmente lo fue. Ahora solo queda en mí un recuerdo de ellos tres.
Roef: 『 Tendré que ir a la capital en Anton. Seguramente, ni se han enterado de la invasión de Tikalt a Haiza. Y también habrá que reportar que la princesa está aquí. 』
Verónica: 『 ¿Reportar? N−No sería mejor mantenerla oculta. 』
Roef: 『 Eso nos traería más, problemas, Verónica. Además, Narek sabe que escapó aquí a la frontera, y hará todo lo posible por encontrarla, incluso si eso significa iniciar otra guerra. Por eso, lo mejor es avisarle al Rey Artmel para evitar que vengan tropas tikalitas a buscarla..., al menos temporalmente. Tal vez hasta logre convencerlo de que le permita a la princesa hospedarse en su lujoso castillo, ahí estaría mucho más segura. 』
Supongo que tiene razón. Ahora era una fugitiva y, posiblemente, ya estarían buscándome los soldados de Narek por todo Anton. Tal vez, lo mejor era ir hacia la capital de este reino y pedir ayuda, así evitaríamos poner en riesgo a toda la gente que vive cerca de aquí. Pero al pensarlo, me di cuenta que, a cualquier lugar que fuera, estaría atrayendo el conflicto y pondría en peligro a todos los que me rodearan.
Quizás era mejor entregarme, evitar esta refriega por mí y ceder a los deseos de Narek. Pero en el fondo, sabía que no quería hacerlo. Tenía miedo de saber lo que ese hombre haría conmigo. No quería volverme esclava de él, ni volver a ser confinada en un palacio, simplemente no..., no otra vez.
No sabía que hacer, ya fuese que me opusiera o colaborara, era claro que no habría camino que me llevase a tener la vida con la que tanto anhelaba. Creo que estoy maldita, destinada a ser una mera muñeca hueca, cohibida de sus sentimientos y ahogada en sus aflicciones. Un mero juguete por el cual me mangonean y solo va cambiando de dueño.
Si no queda de otra, entonces, tendré que escoger entre un castillo y otro, ¿no? Bueno, espero, al menos, que el de Anton no sea tan gris como en el que vivíamos.
Shun: 『 No dejaré que se la lleve... 』
Lidia: 『 ... ¿Eh? 』
Shun: 『 Ni piense que permitiré que Lidia vuelva a un maldito castillo para que la encierren de nuevo. Ella no es una muñeca para que la guarden en una caja de papel, pensando que así pueden resguardarla. No más estúpidos palacios ni torreones para ella. Si de verdad hay que cuidarla, lo haremos bien. Yo seré quien la proteja ahora. 』
Vi como Shun retó con la mirada al Señor Willems. Su postura seguía siendo la misma, pero su expresión se tornó por una mucho más furiosa y severa, donde sus ojos se agudizaron. Era una imagen que a más de uno le daría temor, ver esa cara llena de furia y convicción. Sin embargo, me causó un efecto contrario. Saber que era tan importante para él, me hizo mirarlo con admiración. Mis ojos húmedos se iluminaron, quedando cautivada por esas palabras que contestaron a mis pensamientos pesimistas y llegaron directo a mi corazón, desenredando con brusquedad el nudo dentro de mí.
Roef: 『 ¿Ah, sí? ¿Y qué harás entonces? ¿Combatir contra toda la armada de Tikalt tú solo? Je, cómo si un simple chico como tú− 』
Shun: 『 Lo haré, pelearé. Pelearé contra todo aquel que venga a por Lidia..., y voy a descuartizar a ese maldito Narek antes siquiera de que pueda ponerle un dedo encima. Lo haré pagar por lo que hizo. 』
Su rabia era casi tangible, iba en serio con sus declaraciones. Tenía la clara intención de pelear contra el Rey Narek una vez más, no sé si a modo de revancha o en busca de redimirse. Sea cual sea el caso, esta vez si me hizo sentir nerviosa, asustada porque sé que Shun es capaz de ir a buscarlo y enfrentarlo de nuevo. Imaginarlo solo me regresaba al momento en que casi muere estrangulado por esa gigantesca mano, donde sentí una intensa angustia al ver cómo, poco a poco, su vida se desvanecía por completo.
Bajé la mirada nuevamente y solo dejé que el Señor Willems manejase las agresivas contestaciones de Shun, ya que yo no tenía la energía ni la valentía suficiente para dirigirle la palabra y pedirle que se tranquilizara un poco.
Roef: 『 Ya veo. Pero dime algo, chico, ¿crees en verdad que puedes hacerle frente a ese hombre? Tal vez seas bueno peleando, pero eso no es suficiente. Narek no es solo más fuerte y hábil que tú, también es más listo, astuto, y, sobretodo, a él no le hace falta tener el corazón en la mano para acabar con la vida de alguien. Es un sanguinario al que no le tiembla el pulso en ningún momento, y créeme, no tendrá consideración alguna contigo una vez trates de retarlo. Ahora mismo no estás a su nivel, y jamás podrás estarlo. 』
Shun: 『 ¡Entonces, entréneme! Usted lo conoce muy bien, ¿no? Ya lo ha visto pelear en más de una ocasión y entiende la manera en que piensa. Así que sabe cómo hacerle frente. Enséñeme como hacerlo. 』
Roef: 『 Chico, yo ya no soy soldado, y no pienso instruirte para que pelees en esta guerra. Si lo haces, verás cosas horribles que atormentaran por siempre tu mente y terminaras perdiendo tu humanidad. La guerra no es un juego, es una atrocidad hecha para destruirte. 』
Shun: 『 ... Acabo de perder a mi hermano, al único amigo que tenía en este mundo. Él se sacrificó por mí, se interpuso entre la lanza y yo para salvarnos y permitirnos escapar de ese infierno. Yo debí haber muerto, no él..., y ahora nunca podré recuperarlo... Yo ya estoy destruido, señor. 』
Roef: 『 ... Shun, dime, ¿por qué insistes tanto en querer pelear? ¿Qué sentido tiene hacerlo? 』
Shun: 『 Porque por mi culpa es que pasó esto. Impedí que Lidia se comprometiera con Sevan y muchas personas murieron por eso. Pero no podía permitir que las cosas siguieran así, no toleraba lo injusto que era ver a tu mejor amiga triste y recluida a ser algo que no quería, todo por las malditas imposiciones de los demás. Estoy harto de que me digan lo que debo hacer, de que me pisoteen y crean que tienen poder sobre mí y mi familia. Estoy harto de esta mierda. No permitiré que nadie más se atreva a quitarnos nuestra libertad, ni la de mi madre ni la de Lidia. 』
Roef: 『 ... En verdad, te pareces tanto a él. *Suspiro* Esta bien, chico. Te enseñaré, pero más te vale no arrepentirte. Si en verdad quieres vencer a Narek, tendrás que estar dispuesto a todo, a suprimir por completo tus emociones e impedir mostrar debilidad alguna... Te espera un largo y duro entrenamiento. 』