Después de haber recogido la aquapiedra, mamá y yo volvimos al gran comedor, donde el rey nos esperaba mientras miraba desde su silla el panorama de la celebración y a todos sus invitados en conversación con viejos y nuevos conocidos.
Sentía una gran irritación en la espalda y más debajo de ella. ¿En qué demonios pensaba Max al poner la cuerda en mis pantalones? Seguro lo hizo como venganza por haberle pedido ese favor de cubrirme, aunque sin duda le debía una muy grande por haberme ayudado a entrar al palacio, habría sido muy difícil haberlo hecho solo. En todo caso, solo debía colocarla en el balcón y listo, mi comezón desaparecería.
Verónica: 『 Mi señor. 』
Rey Van Laar: 『 ¿Y bien? ¿La encontraron? 』
Verónica: 『 Sí, señor. Aquí está. 』
Rey Van Laar: 『 Bien. Ahora solo hay que− 』
Lidia apareció por la derecha e interrumpió sin intención a su padre, solo para mencionar que había regresado, sin detallar precisamente de dónde, aunque no era como si tuviese que saberlo.
El rey le pidió a mamá una copa y algún cubierto que estuviese limpio. Golpeó ambos trastes entre sí con cuidado, produciendo un vibrante sonido cristalino que llegó a todos los presentes de la fiesta, poniéndose de pie para escuchar las palabras que diría el anfitrión.
Rey Van Laar: 『 Estimados, invitados. Me enaltece mucho su presencia en esta noche por la celebración en honor al décimo-sexto cumpleaños de mi hija, la princesa Lidia, y estoy seguro de que ella también está más que agradecida con ustedes. Es por ello que, como acto de gratitud, se ha prestado a realizar un acto para presentar sus dotes, mostrando por qué es la digna sucesora a la corona. Así que sin más preámbulo, recibámosla. 』
Era increíble que dijese eso, creía firmemente conocer a Lidia cuando en realidad nunca convivió con ella como su padre, además, ni siquiera sabía de su opinión de este evento. Solo dijo las palabras ensayadas de un mero discurso político, disfrazado de benevolencia para "enaltecer" más su ego y gustar a los espectadores.
Mientras los invitados aludían a las palabras del rey, mamá me pidió que le entregase la aquapiedra a Lidia. Era justo como lo predije, no había alguien más en el castillo que usara esto, más que ella.
Muy pocos son afines a usar el mána, inclusive no es algo que se enseñe mucho en la escuela militar del castillo, los soldados de aquí prefieren entrenarse en combate cuerpo a cuerpo que a conocer los fundamentos de este. Después de todo, es muy difícil de dominar, tan solo hacer un conjuro para generar un poco de fuego es muy complicado, incluso es más sencillo hacerlo con un pedernal que con un catalizador. Requiere de incesable práctica y conocimiento, y sobre todo dinero, muchas de estas piedras catalizadoras no son muy baratas que digamos.
No entendía por qué Lidia se interesó en ello. Al principio odiaba esas clases de teoría básica que el mismo rey le impuso durante su infancia y después en algún momento se metió de lleno en eso, por decisión propia. Creo que fue cuando Max y yo empezamos a trabajar en el establo. Aun así, fue una inesperada decisión cuando nos dijo eso, que quería poder hacer encantamientos por ella misma. A decir verdad, no fue algo que me llegara a preocupar en lo absoluto, éramos solo unos niños y no entendía el motivo por el que se decidió en ese momento y en realidad aún sigo sin comprenderlo. Pero jamás creía que esa elección recaería en esta situación
No quería entregarle la piedra a Lidia porque solo estaría cumpliendo en seguir con el propósito verdadero de la fiesta. No estaba para nada de acuerdo en que se expusiera a hacer tal acto, solo para que el grupo de pretendientes en la sala siguiesen clavando sus ojos acosadores en ella, esperando la hora para abalanzarse sobre ella.
Tuve que abstenerme a cumplir la orden para no levantar sospechas. Me serviría para preparar la cuerda que seguía molestándome y tener todo listo. Así entonces, con una sonrisa fingida de mi parte y reverencia incluida, inicie un falso protocolo innecesario para darle la piedra.
Shun: 『 ¡Ejem! Princesa, por favor, reciba este… ¿Cómo podría llamarlo? 』
Verónica: 『 ¡Shun! ¡¿Qué crees que haces?! 』
Shun: 『 Bueno, es que no es precisamente un "humilde obsequio de cumpleaños", costó 50 monedas de oro. 』
Verónica: 『 ¡Déjate de payasadas y dásela! 』
Supongo que no se podía ser sarcástico o expresivo frente al rey, por más que se contenía mamá y trataba de mostrar sus modales, no escondía las ganas que tenía de golpearme frente a su majestad. Por más que lo quisiera retrasar, solo hacía el ridículo y enfurecía más a mi madre, y el rey solo me clavaba su mirada de indiferencia sin interés real en la forma burlona que actuaba.
Shun: 『 Aquí tiene su aquapiedra, Prince− 』
Cuando miré a Lidia, noté lo tensa y temblorosa que estaba. Ya se me hacía extraño que no reaccionara de vergüenza al verme decir tonterías. Tenía la cabeza baja y los hombros muy encogidos a más no poder, tan rectos estaban sus brazos que ni siquiera era capaz de extender sus manos para recibir la piedra.
No recordaba haberla visto tan nerviosa en ningún momento, ni cuando tenía que recibir visitas de políticos desconocidos. Supuse que era normal, después de todo nunca había hecho algo para resaltar, siempre era muy reservada con la gente, especialmente con los de su misma clase, y ahora debía de hacer esto en frente de todos ellos, siendo el centro de atención y completamente sola.
No podía dejarla así, sus conjuros podrían salir mal en cualquier momento por la falta de concentración, quedando en ridículo frente a todos, inclusive podía llegar a colapsarse por el nerviosismo y la presión.
Tenía que hacer algo para calmarla. La llamé por su nombre un par de veces, pero no me escuchaba por el terror que la invadía. Fui directamente a ello entonces, tomé su mano y noté que era aún más serio el problema, parecían más espasmos que simples temblores. Finalmente se percató de mí al sentirme, alzó la cabeza y me miró con sus dilatados ojos asustados, como preguntando con la mirada "¿qué sucede?", "¿dónde estoy?"
Para sacarla de ese cúmulo de preocupación que inundaba su cabeza, tuve que pensar en algo que decirle para distraerla y motivarla. Nada se me ocurría, batallaba con mi propia mente por encontrar las palabras correctas que la apoyasen. Como su amigo, no podía defraudarla. Me armé de valor para decir algo que vino de pronto a mí y recé para que funcionase.
Shun: 『 Lidia, todo está bien. Esto es pan comido para ti, así que no tienes de que preocuparte. 』
Lidia: 『 P−Pero, si no les gusta, entonces... 』
Shun: 『 Escucha, esto no se trata de ellos, sino de ti. 』
Lidia: 『 ¿De mí? 』
Shun: 『 Exacto. No importa si quedan o no impresionados contigo. Lo que importa es qué tanto te impresionas a ti misma. Es momento de que sepas lo que vales, de que te asombres de lo que solo tú eres capaz de hacer. Ellos no tienen idea de quién eres en verdad ni cuánto has trabajado para esto. Nadie sabe mejor que tú lo mucho que te has esforzado para ser esto. Además, si hay algo que solo tú posees es esa dedicación, ese empeño que siempre pones para aprender y para poder hacer cosas que otros no. Créeme, esa es una virtud que muy pocas personas tienen, incluso yo no la tengo. Así que, siéntete orgullosa de ella y siéntete orgullosa de ti misma. 』
Por un momento, se quedó procesando esas palabras improvisadas pero sinceras, tomó un respiro, exhaló, bajó sus tensos hombros y relajó sus brazos. Su mirada temerosa se transformó en una muy decidida y concentrada. Solté su mano y ella tomó la piedra, pasando al centro del gran comedor. Dio un segundo respiro y cerró los ojos para recitar una oración en otra lengua, y entonces…
Lidia: 『 Extractionem. Ostium primum realis… ¡Elementum fingut! 』
Dije que se impresionara a sí misma, pero tal vez fui yo quien quedó más impresionado.