Chapter 17 - Capítulo 16.

Ya hace dos semanas que pasó la fiesta de cumpleaños de Lidia, o mejor dicho, el intento de desposo de la princesa. Todos los invitados terminaron por retirarse de forma súbita al día siguiente, se tenía previsto que se hospedarán por unas dos semanas, justamente para efectuar la ceremonia de matrimonio que debió de haberse llevado a cabo hoy. Menos mal que pude evitarlo, tal vez no de la forma en que yo esperaba, pero funcionó. Por desgracia, tuve que pagar las consecuencias de mis actos de esa noche.

Puede ser que haya tenido suerte de librarme de ser aprisionado o colgado por escapar del castillo junto con la princesa, sin embargo, mi madre no me perdonaría tan fácil. Discutí con ella durante toda la madrugada, tratando de dar razón argumental a mi acción por proteger a Lidia y de mi comportamiento atrevido durante la fiesta. A pesar de mi justificación, mamá ya no se fiaba de mis palabras, desafié su autoridad y perdí parte de su confianza.

Terminó castigándome durante todo este tiempo, mandándome a trabajar al matadero con el Sr. Jakob, un viejo ganadero de aspecto rudo por su escalofriante físico fornido y su cicatriz en la cara, pero que contrasta totalmente con su personalidad tan extrovertida; siempre se le ve feliz y animado cada que te lo topas, inclusive es bastante bromista, aunque sus chistes no son muy buenos que digamos. Junto a su esposa, cría a los cerdos y borregos del castillo para engordarlos y sacrificarlos, siendo los proveedores principales de carne para la familia real y las demás familias de la colonia.

Fue un martirio soportar el estrepitoso olor de esa bodega que parecía una sala de tortura, tener que recoger los restos inservibles de los cadáveres y enjuagar la sangre en el piso de esos pobres animales a cada hora fue muy pesado. El aroma era tan fuerte que tuve que bañarme casi diario para intentar expeler ese hedor de mi ropa. Pensé en tomar prestado (linda forma de referirse a hurtar) uno de los jabones de glicerina de la bañera del palacio para que me ayudase, pero me fue imposible por culpa de Max.

Mi hermano me tuvo vigilado durante todos estos días, con tal de que no me acercara ni un centímetro al palacio, jamás se despegó de mi espalda en ningún momento en que estuviese junto a él. Siempre fue la misma rutina, ayudar en el matadero por la madrugada, trabajar en los establos hasta tarde y de vuelta a casa para terminar la jornada. 

Todo esto me impidió ver a Lidia con la frecuencia que acostumbraba. Parecía que nada había cambiado, como si la promesa que le hice esa noche jamás hubiera pasado. Todo seguía siendo igual de aburrido y ocupado para nosotros, con los mismos deberes y las mismas preocupaciones de ambos. Seguíamos en dos mundos diferentes y distanciados.

Max: 『 Oye, Shun, ¿esquilaste bien a los caballos? 』

Shun: 『 Desde luego, aunque tampoco es que requieran que les corte mucho, con este frío necesitaran algo de pelo para mantenerse calientes. 』

Max: 『 ¿Y los burletes de las ventanas? 』

Shun: 『 Estoy en eso. 』

Max y yo teníamos que continuar con nuestras tareas de siempre. Con tal clima gélido era mucho más indispensable estar al tanto de los caballos. Había bastante trabajo por hacer: alimentarlos, cepillarlos, ejercitarlos para que no se atrofien, evitar que se les congele el agua (usamos sal para eso), limpiar el establo, bordear las ventanas y puertas, y calentar el espacio con un montón de viejas y gruesas alfombras. Todo esto era necesario ahora que el invierno estaba muy próximo.

Así fueron estos días: grises y fríos. El otoño entraba en su etapa final, los árboles estaban limpios de hojas y las flores del jardín empezaban a cerrarse. El rocío y la neblina de la mañana ya era algo de todos los días, y las densas nubes en el cielo no daban paso a los rayos del sol. Todo parecía igual, con la misma aura melancólica de siempre, que, inevitablemente, te hace recordar esos días álgidos de tu niñez con un paisaje idéntico…, tan tranquilo y desolado…

Shun: 『 … 』

Max: 『 … 』

Cmdt. Lauwens: 『 *Patada* 』

"¡PUM!", la puerta quedó completamente rota por el violento golpe que la madera recibió y los caballos se asustaron. De pronto nos vimos sorprendidos por la brusca entrada de un grupo de soldados en armadura que ingresó sin previo aviso y apurados por los incesantes gritos de su superior.

Cmdt. Lauwens: 『 ¡¡Rápido, señoritas, no tenemos todo el día!!... ¡¡SUBAN, SUBAN!! 』

Max: 『 ¡¡Oigan, ¿qué creen que están haciendo?!! 』

Cmdt. Lauwens: 『 Justo lo que están viendo, nos llevaremos a los caballos, así que un lado, mocosos. 』

Max: 『 ¡Debe estar bromeando! ¡No han comido ni bebido nada aún y dos de ellos no están en condiciones para trotar! ¡¡Oiga!! 』

Ni Lauwens ni los soldados estaban escuchando a Max, nos ignoraban igual que a perros callejeros y se abalanzaron hacia los caballos. Tomaron las sillas de montar y se las colocaron a los caballos sin mucho cuidado. Montaron sobre ellos y salieron disparados por el portón trasero que el propio comandante abrió. Posteriormente, tomó a Snell, el único e inusual caballo pinto (blanco y negro) que teníamos y que hace unas semanas tuvo un caso de tendinitis.

Shun: 『 ¡¡Hey, deténgase!! ¡Su pata aún no está lista para correr! ¡¡Lo lastimará más!! 』

Cmdt. Lauwens: 『 No le pasará nada. Hazte a un lado… ¡HYA!... 』

El maldito terco no hizo caso y casi me atropella, largándose con el pobre de Snell. Ya me esperaba lo peor por el pobre equino, ojalá estuviese bien y lograra soportar el mal trato de su jinete malagradecido. Esos tipos nunca se han interesado en cuidar a "su caballo", inclusive hay quienes no saben su verdadero nombre. Max y yo somos los únicos que en verdad los cuidan y conocen, ellos solo los usan como herramientas para su fatídico y pesado entrenamiento donde los azotan sin piedad, obligándolos a que corran más allá de su límite. Me daban ganas de tomar sus varas y golpearlos en el trasero para que supiesen lo que se siente.

Shun: 『 ¡¿Qué demonios fue eso?! 』

Max: 『 No lo sé, se supone que no habría práctica hoy. 』

Salimos a ver a dónde es que los llevaban y nos encontramos con algo más complejo aún. El grupo salió por la aglomerada entrada secundaria del castillo, la cual estaba bastante agitada y repleta de más soldados y carros llenos de arsenal: carabinas, pistolas, lanzas y espadas; todas llenas con artefactos listos para matar.

Más y más soldados venían desde el camino interno que lleva a la escuela militar y se dividían en secciones que iban afuera del castillo y hacia la entrada principal. Algunos se veían tan apurados por colocarse rápido sus armaduras que gritaban de un lado al otro que les pasaran o prestaran sus elementos faltantes. Era un completo caos lo que ocurría, nunca los habíamos visto comportarse de esa forma.

Max: 『 ¿Qué está pasando aquí? 』

Shun: 『 No tengo idea, pero tal vez no sea buena idea quedarnos aquí. 』

Max: 『 ¿Y qué hay de los caballos? 』

Shun: 『 Por ahora no creo que sea conveniente esperar a que los traigan de regreso. Seguramente se demoraran mucho más de lo habitual… Esto no es una simple práctica, Max… Algo malo está ocurriendo aquí. 』

Armas, soldados, un desorden absoluto, todo apuntaba a que algo grande estaba por suceder…, y sucedió…, o más bien…

Max: 『 ¡¿Pero qué−?! 』

Shun: 『 ¡¡MAX, MUÉVETE!! 』

Impactó contra nosotros… Una enorme piedra chocó contra la sección Sureste del muro, justo donde se encontraban los establos y corrales. Varios pedazos de roca cayeron hacia nosotros, obligándonos a reaccionar lo más rápido posible para quitarnos del lugar. Nos lanzamos al suelo para evitar que algún fragmento nos aplastara, librándonos con bastante suerte; en cambio, los establos…

Max: 『 … Ay, no… ¡No, no, no, no! ¡¿Por qué…?! 』

Completamente sepultados bajo grandes trozos de cantera dura y áspera. Tanto los corrales como los otros graneros donde almacenábamos la paja estaban destruidos, quedaron solo añicos de la madera que mantenían calientes a los caballos y cachos de los desgastados vidrios de las ventanas que nos daban un poco de luz. Ya no había rastro alguno de nuestro espacio de trabajo. 

El lugar que fue nuestro refugio, nuestra guarida, donde pusimos todo nuestro empeño y dedicación durante muchos años, el hogar de nuestros queridos amigos: Wander, Vlie, Seraph, Rosette, Zen, Taurus, Roby, Zwart, Tzar, Snel…; todos y cada uno de ellos que nacieron y crecieron ahí; el lugar de las risas, bromas, juegos y discusiones de dos hermanos y su amiga que en ocasiones los visitaba a escondidas y era recibida con mucho gusto a almorzar, el lugar que fue por muchos años nuestro segundo hogar desapareció en un instante, en un simple parpadeo.

Soldado del castillo: 『 ¡¡¡VIENE DE NUEVO, PREPÁRENSE!!! 』

"¡¡¡PUM!!!", un segundo proyectil impactó, esta vez cerca de la entrada principal. Quienes fueran los que lanzaban tales piedras, tenía el objetivo de derribar la rocosa defensa pasiva del castillo, empezando por la enorme puerta del frente que trataría de permanecer cerrada y aguantar tanto como pudiera.

Los soldados se movilizaron por todos lados del castillo, por dentro y por fuera, aprisa y alterados. Entre ese alboroto, escuchamos una voz más o menos familiar que llamaba por nosotros con algo de urgencia.

Cadete Marco: 『 ¡Ustedes, ¿qué están haciendo aquí?! 』

Max: 『 Cadete, ¿qué está−? 』

Cadete Marco: 『 ¡Tienen que irse del castillo, el lugar ya no es−! 』

Soldado del castillo: 『 ¡¡¡CUIDADO!!! 』

"¡¡¡PUM!!!", un tercer proyectil golpeó de frente la puerta, quebrando los enormes refuerzos que habían colocado y agrietándola considerablemente. Ahora era cuestión de tiempo para que la derribaran en cualquier momento que viniese una piedra más. Los soldados se alteraban cada vez más y llamaban por los zapadores1 para que volviesen a fortificar el portón lo más pronto posible. El cadete Marco se dirigió a ayudar a dicho punto, sin terminar su oración anterior, pero pidiéndonos que hiciéramos algo demasiado importante que nadie se tomó la consideración de llevarlo a cabo.

Cadete Marco: 『 ¡Escuchen, no hay mucho tiempo, tienen que evacuar a todos los empleados antes de que ellos lleguen! 』

Shun: 『 ¿Ellos? ¿A quiénes se−? 』

Cadete Marco: 『 ¡¡Eso no importa, así que apresúrense y lárguense de aquí!! 』

El cadete se fue corriendo sin darnos respuesta clara de la situación. Pero viendo lo mal que estaban las cosas no había caso en pararse a pensar y tratar de saber lo que estaba ocurriendo, ya habría tiempo después para eso.

Ahora, nuestra prioridad era sacar del castillo a todas las familias de la colonia de trabajadores. Seguramente nadie había ido aún a avisarles que era necesario evacuar, tal vez por eso el cadete nos encomendó que lo hiciéramos, debió ser el único que se interesó en los empleados del castillo, no cómo los otros soldados que no nos reconocen y nos desprecian. Dependía de nosotros, entonces, mantener a salvo a todos.

Max: 『 ¡Maldición! ¿Ahora qué hacemos? 』

Shun: 『 Eso mismo, Max… Saquemos a todos de aquí. 』