A gran altura, una valla publicitaria desde un dirigible recorría el cielo nocturno de Mawords, surcando los cinco distritos. La publicidad de Uranus, la industria de armas mágicas más importante y reconocida en todo el mundo, acaparó miradas, especialmente de los habitantes del distrito dos, Bloodfield. Desde la isla de arquitectura irregular hasta la gran aclamada ciudad de los sueños en Twilight Tower, donde provenía el dirigible, las luces brillantes iluminaban la noche. Los edificios antiguos engalanaron sus diseños de engranajes, relojes y rostros de seres considerados los fundadores de su mundo. El dirigible finalmente aterrizó sobre una cúpula, propiedad del magnate de aquel distrito.
La mañana llegó a la bahía de Furtwin, y la guardia marítima zarpó rumbo al océano, mientras otros se dispersaron en la zona para mantenerse al tanto de los movimientos de los ladrones del mar. En la base de entrenamiento marino, un joven de cabello claro se encontraba bajo el agua de una piscina profunda, al igual que sus compañeros. Cuando el reloj marcó el tiempo señalado, salieron a la superficie. Después de la comida, el aspirante salió de la base, siguió su camino entre la gente y las calles de piedra lisa, con edificios antiguos y casas barrocas. Cuando estuvo muy cerca de la bahía, desvió su rumbo hacia lo alto de unas escaleras de piedra y pronto llegó al portal de una casa modesta, donde tocó la puerta de madera. No pasaron ni un par de minutos cuando esta se abrió, y una niña de no más de diez años, con facciones similares a las suyas, le recibió con un abrazo fraternal.
— ¡Lazarus! — dijo con alegría — ¡Abuelo… Lazarus está aquí! — gritó enérgica y con emoción.
— ¿Cómo has estado, sirena? — le dio una palmada en la cabeza.
— Bien, he cuidado al abuelo también.
— Me alegra escuchar eso.
Un hombre de cabello encanecido y vestimenta aliviada se acercó, mostrando alegría al ver a sus nietos juntos.
— Hijo, qué gusto verte.
Lazarus se aproximó a él y le abrazó; el abuelo correspondió con el mismo o más cariño que podía transmitir en ese momento. Después de un par de meses sin verse, por fin había conseguido volver. Al cabo de unas horas, el abuelo tomó asiento, y Lazarus ayudó a su hermanita a servir algo que ella misma había hecho, unos mariscos muy comunes de la zona. Los tres se sentaron, y el joven pronto degustó el plato que con tanto cariño había preparado su hermana.
— ¿Te gustó? — preguntó ansiosa de su respuesta.
— Me encantó — dijo pasándose el bocado con una sonrisa.
— Ronnie contó los días desde que te reclutaron — mencionó el abuelo con una sonrisa.
— Siempre pensé en ustedes, y saben, me esforcé mucho para que pudiera obtener un descanso.
— ¿Y cuándo volverás a casa? — preguntó la pequeña con un suspiro.
— Cuando termine mi entrenamiento, pero nos veremos más seguido porque me anoté en el grupo de vigilancia de la bahía — sonríe.
— ¡Genial! — la pequeña se acercó y le abrazó — Iré a verte todos los días, y podré llevarte esos dulces de coco que tanto te gustan.
— Gracias, sirenita — le tomó de las manos y besó su frente.
La pequeña volvió a abrazar a su hermano, buscando esa calidez. El abuelo les miraba con ternura.
— Felicidades, hijo. Estoy seguro de que no tardarás en escalar alto.
— En unos años, serás igual a papá, hermanito.
Ambos miraron la fotografía de su padre en la pared, quien había sido capitán en vida. Algunos días después, Lazarus fue asignado a una de las estaciones cercanas a la bahía. Allí, todos los días, su pequeña hermana le llevaba refrigerios y golosinas; casi siempre estaba libre porque el movimiento no era demasiado.
— Cuando tenga la edad suficiente, también voy a zarpar al mar — mencionó la pequeña.
— ¿Ah sí? — sonrió.
— Sí, mi amiga me dijo que podría unirme a su tripulación.
El joven le miró con un hilo de preocupación: — ¿Sigues con eso, Ronnie? Ya te dije que el mar no es un juego, y además… Ser una ladrona no es motivo de orgullo.
— Ya lo sé, me los has dicho cientos de veces — suspiró.
— Te lo digo por tu bien — le tocó el hombro — No quiero verte en problemas y menos en riesgo. El abuelo seguro apoyará mi palabra. Hay otras cosas sanas a las que puedes dedicarte. Podrías estudiar.
— Como si estudiar fuera tan fácil — se cruzó de brazos.
El joven desvió la mirada; su hermana tenía razón — Lo sé, Ronnie. Pero no vamos a darnos por vencidos, muy probablemente nos mudaremos de aquí. No pierdas la esperanza, sirenita. Haré hasta lo imposible para darte una oportunidad diferente — le tomó de las manos. La pequeña iluminó su rostro con una sonrisa de anhelo.
— ¿Crees que haya un lugar para mí realmente?
— Estoy seguro y está esperando por ti, Ronnie — acomodó su cabello detrás de su oreja — Y te prometo que lo vamos a encontrar. Entonces, no habrá nadie más orgulloso sobre esta tierra — la pequeña le abrazó, su hermano besó su frente.
Lazarus le hizo sentir su apoyo incondicional, la promesa de un futuro prometedor para ella le mantenía con la mirada fija hacia las aguas, deseando poder atravesar el mar y entregarle el mundo a la persona que más amaba. Los ojos del joven se humedecieron, pero el momento no duró mucho.
— ¡Pero si son ustedes!
Los hermanos voltearon a ver a sus espaldas. Pronto reconocieron al joven de oscuro cabello, ojos verdes y que usaba una chaqueta oscura y gafas de aviador, con una brújula colgando de uno de los bolsillos.
— Francis — sonrió la pequeña y saludó.
El joven se acercó a saludar a su amigo con un abrazo y un choque de puños: — Francis, yo te hacía muy lejos de este territorio.
El chico rió — No, bueno, sí. Estuve en Alley Island una temporada. Estuve en el refugio de Alba.
— En la agradable compañía de Alonder, ¿cierto? — le dio una palmada en la espalda.
— Más claro que el agua no puede ser. ¿Y cómo has estado, Ronnie? — se dirigió a la hermanita.
— Bien, con el abuelo. Aunque últimamente, estoy aquí con mi hermano, está de guardia en la bahía.
— Qué sorpresa, me perdí de mucho — dijo con asombro.
— Bueno, voy a ir a casa, nos vemos, hermanito. Adiós, Fran. — la pequeña se despidió de ambos, su hermano le siguió con la mirada hasta que se perdió de vista.
— ¿Y qué tal la guardia?
— Normal, sin novedad por ahora. Bueno, la próxima semana vamos a recibir una carga de Glommyland.
— He escuchado que los marinos suelen hacer desvíos de mercancía. Deberías aprovechar, Lazarus. Podríamos hacer un buen negocio en la isla. Piénsalo — le tocó el hombro.
— Bueno, eso es cierto. Pero soy un principiante apenas.
— Vamos, Lazarus. No es tan difícil… Podemos hacerlo durante la noche. Subimos la mercancía al Venger, y asunto resuelto.
El joven se quedó pensativo, ambos intercambiaron una mirada cómplice.
— De acuerdo.
**ALLEY ISLAND. (Distrito 5)**
Los comerciantes y habitantes se movían entre los callejones angostos de edificios irregulares. Los colores amarillos, naranjas y rojos resaltaban en esta. Un grupo de personas, dirigido por una joven de cabello oscuro, matizado de rosa y vestimenta de colores similares, se distinguía. Llevaban algunas cajas con suministros en dirección a un edificio de color blanco, este se encontraba oculto en la vegetación. Este sitio era un refugio conocido como Alba, por el dibujo que los niños habían hecho. Alba era el hogar de niños y adolescentes con alguna discapacidad; la sociedad solía rechazarlos y debido a esto les costaba adaptarse. Pero en el refugio eran acogidos. El padre, señor Wonder, padre de Alonder, había creado ese refugio y ella continuaba pendiente de él, pues al igual que ellos, Alonder tenía una discapacidad auditiva, aunque ella usaba un dispositivo especial que le permitía escuchar. Al llegar al refugio, la joven fue recibida por los pequeños con alegría. Los demás llevaron las cajas con las provisiones a la cocina, y otros fueron a la oficina de Alonder. Después de saludar a los pequeños, Alonder fue directo a su espacio.
Con una navaja, uno de los ayudantes abrió la caja — ¿Qué tenemos aquí? — Alonder se acercó y exploró con la vista las piezas; pronto las sacó con cuidado y las colocó sobre una mesa de madera. — Abran las demás y elijan las piezas útiles, tomarán nota en el inventario y la próxima vez, buscaremos lo que falta — asintieron. La joven recolectaba piezas que pudieran servirle para reparar o armar prótesis para los niños y jóvenes.
**FURTWIN. (Distrito 3)**
Lazarus miraba la valla de anuncio en el dirigible comercial. Pronto los pasos rápidos y ansiosos de la pequeña se detuvieron a su espalda.
— Ronnie.
— El abuelo me dio esto — la pequeña enseñó una moneda de oro con el grabado de una M — ¿Me acompañas?
— Claro — sonrió.
Los hermanos se alejaron rumbo a los puestos de golosinas. La pequeña eligió algunos, y después su hermano pagó. Lazarus se quedó un momento pensativo en el plan que tenía trazado con Francis. Ronnie abrió su bolsita de golosinas, levantó la vista hacia la derecha y divisó a una joven pelirroja con atuendo de pirata; entrecerró los ojos para ver mejor y cuando estuvo segura, corrió en esa dirección.
— Ronnie — Lazarus le siguió.
La pequeña esbozó alegría y emoción. — ¡Heavy!
La pelirroja le miró de reojo compartiendo su alegría — Ronnie — se acercó a ella con los brazos abiertos recibiendo el abrazo de la menor.
— Volviste — se tomaron de las manos.
— Así es… — sus ojos esmeralda se alzaron, topándose con los ojos claros del joven.
Ronnie se dio la vuelta — Él es mi hermano, Lazarus. Del que te hablé — dijo con orgullo.
— ¿Él… Es tu hermano? — le miró atentamente, su uniforme de marino le dejó sorprendida.
— Lazarus Sveinn — dijo con una leve sonrisa y extendió su mano.
— Heavy Adore — le saludó.
Ambos jóvenes se miraron por algunos segundos fijamente; Ronnie aclaró la garganta.
— Me da gusto que al fin se conozcan.
Lazarus y Heavy rieron — Ronnie también nos había dicho al abuelo y a mí sobre una amiga.
La chica sonrió y miró a la pequeña — Así es. La verdad no suelo arribar a este muelle por los marinos. Aunque no tengo intención de causar problemas — negó con la cabeza.
— Bueno, es cierto que algunos piratas suelen buscar problemas, por eso los marinos siempre están a la defensiva.
— ¿Y si vamos por una nieve? — sugirió la pequeña.
— Claro — la pelirroja le tomó de la mano. Lazarus les siguió a un lado, intercambiando miradas con la joven. En el fondo, la pizca de desconfianza era mutua.
**TWILIGHT TOWER. (Distrito 1)**
En el interior de una cúpula metálica, dos grandes mechs se batían a duelo, usando sus mejores artimañas para derribar al enemigo. Dos máquinas con aspecto de cyborg golpeaban, cortaban y trataban de arrancar las membranas del otro, incrustadas en el lado derecho de sus pechos metálicos. Los espectadores en la arena miraban atentos, haciendo apuestas entre ellos. Desde una cabina oscura y alejada, los creadores de los Legencraft observaban el duelo. De repente, las luces bajaron; los oponentes metálicos chocaron entre sí. El de color azul transformó una de sus manos en un propulsor pequeño, lanzó un golpe de luz azul e hizo caer al negro, pero este se levantó con apenas algo de daño cerca de la membrana. El azul convirtió su otra mano en propulsor y apuntó con ambas al negro, mientras cargaba su ataque; el de color oscuro también transformó uno de sus brazos en un proyectil e inmediatamente lanzó un rayo púrpura hacia la membrana del azul, haciéndola explotar. El público miró con sorpresa y se levantó de sus lugares. Las luces volvieron, el creador del gigante azul salió de inmediato y fue a recoger las piezas, atónito.
— Imposible — musitó.
Del otro lado, el vencedor salió de la cabina; los pasos elegantes de unas botas se dirigieron a él, recorrió con la vista estupefacto y asombrado al ver a una joven de cabello oscuro y ondulado, de mirada profunda que el cristal de sus gafas transmitía. Usaba una falda de color café que le llegaba hasta los tobillos.
— ¿Se encuentra bien? — dijo con un hilo de preocupación.
El chico frunció la boca — ¿Qué le importa? — se puso de pie.
Los organizadores se acercaron.
— ¿Cómo es posible que hayan permitido que una mujer participara? — dijo indignado el joven.
— Ella no es cualquier mujer — dijo una voz suave y juguetona a sus espaldas.
El chico se dio la vuelta y miró atentamente al joven de cabello albino y mirada viperina.
— ¿Y tú quién eres? — miró despectivo al joven galante.
— Él es Viperón Oxyuranus — mencionó uno de los organizadores — la joven es su protegida — susurró.
— Ya veo — miró a ambos despectivo — Pero me da lo mismo, protegida o no… Tú no deberías participar.
La joven arrugó la frente.
— Cuida tus palabras — el albino dijo amenazante.
— Una disculpa, señor Oxyuranus — el organizador se acercó y ofreció el cheque con la recompensa.
— ¿Es ciego? No ve que la ganadora está a mi lado.
— Cierto, una disculpa — le entregó el cheque a la joven — felicidades, señorita.
— Muchas gracias.
Viperón se acomodó el traje y miró a los demás con desdén.
— Bueno, nosotros nos vamos. Gracias por nada, y para la próxima… No dejen entrar a este tipo.
El tipo frunció la boca y pateó los restos de su creación. Viperón dejó a la joven frente a un edificio donde se encontraba su apartamento.
— Gracias — le miró agradecida.
— Claro — rodó los ojos — Pero la próxima vez, Nadine, deberías aceptar mi ayuda y evitarte escenas como esas.
— Te lo agradezco, Viperón. Pero prefiero hacerlo a mi modo.
— Muy bien, como quieras — suspiró — Nos vemos mañana.
— Claro — sonrió y se alejó con alegría.
Viperón se aseguró de que estuviera bien y después se marchó a su mansión.
**FURTWIN.**
Ese fin de semana, Lazarus tomó el desayuno con su familia. Más tarde, bajó al pequeño sótano que estaba lleno de cajas que contenían cosas viejas; su hermana no tardó en encontrarlo.
— ¿Qué haces? ¿Te puedo ayudar en algo?
— Gracias, sirenita. Estaba por sacar algunas cosas que no sirven, así tendríamos más espacio para guardar otras.
— Entonces te ayudo.
La pequeña abrió una de las cajas donde había ropa de su padre; pronto sacó una sudadera de color verde que solía usar. Su hermano se acercó y se acomodó a su lado.
— Papá y mamá siempre estarán presentes en nuestros recuerdos — sonrió.
— Papá sí, pero mamá… Yo no la conocí — suspiró.
— Yo tengo vagos recuerdos de ella, pero estoy seguro de que nos amó de igual modo — le abrazó — Estoy aquí para ti, pequeña. Siempre lo estaré.
La pequeña sonrió — Por cierto, Heavy estará en Furtwin algunos días. Iré a verla hoy, ¿no quieres venir?
— Oh, bueno. Mira, Ronnie — aclaró la garganta —, no tengo problema con que seas amiga de esa chica. Pero creo que no deberías tomar sus acciones como ejemplo. Puede parecer genial lo que hace o cómo vive. Pero la realidad es muy diferente: ella es una delincuente, aunque suene despectivo. Aún eres muy pequeña para darte cuenta de ciertas cosas.
— Pues no parece una delincuente, hasta donde sé, ella consigue sus provisiones limpiamente. No ataca a las personas como los otros.
— Ronnie, ella no es tonta, por algo es quién es. Te mostrará lo que quiere que veas, pero a espaldas su mundo es otro. Por favor, prométeme que no tomarás en serio sus acciones.
— Bien, hermanito. Lo prometo — le abrazó.
Nadine llegó a la mansión del joven Oxyuranus. Pronto se reunió con él en la biblioteca, donde el albino revisaba los planos de futuros proyectos. Pronto tomó uno de ellos y lo examinó.
— Buen día — dijo la joven con una sonrisa cálida.
El de vestimenta oscura le dio alcance y le puso los planos en sus manos — La idea de la pistola de pociones me encanta — se puso detrás de ella y le tomó de los hombros —. Debemos buscar una forma de beneficiar a las masas y a nosotros mismos.
— ¿Quieres decir que debemos diseñar algo que de cierto modo nos deje a nosotros con la mejor parte?
— Exacto, mi querida Nadine — se colocó frente a ella —. Vamos a venderle a Bloodfield un producto auténtico e innovador, pero esa solo será la versión genérica. ¿Entiendes?
— Claro — la joven analizó los planos nuevamente.
— Pero será la próxima semana. Hoy tengo planes diferentes — dijo con un aura de misterio.
— ¿Puedo saber? — preguntó con curiosidad.
— Por supuesto — Viperón colocó una mano en su hombro y ambos avanzaron en dirección a su estudio.
Nadine se acomodó en el asiento — Habrá una celebración en donde estarán los magnates más importantes de toda Mawords. Ya te podrás imaginar qué clase de personas van a asistir ahí.
— Entiendo — se acomodó las gafas —. Pero, supongo que esa es una celebración de socios.
— Así es, Nadine. Sin embargo, esta es una buena oportunidad para que mi padre pueda conocerte. Le he hablado mucho de ti y creo que será benéfico para ambas partes. Es tu oportunidad para hacerte de contactos y alianzas. Nadie podrá decirte nada, no serás la única mujer ahí, la madre de mi prometida seguramente estará encantada de conocerte — juntó sus dedos —. ¿Qué dices?
La joven sonrió leve mientras tomaba una decisión, casi de inmediato la puerta del estudio se abrió, Viperón se acomodó,
Nadine volteó sorprendida.
— Hola — saludó la joven de melena púrpura y vestimenta elegante.
Viperón rodó los ojos, y Nadine se puso de pie.
— Qué sorpresa, Pandora. No te esperaba hoy. Toma asiento, por favor — se dirigió a Nadine.
Pandora cerró la puerta y miró a ambos escudriñando — ¿Interrumpí algo?
Viperón negó con la cabeza y se acomodó el saco.
— Voy a revisar los planos, permiso — Nadine se puso de pie y se alejó.
Pandora le siguió con la mirada y una mueca se dibujó — ¿Y de qué hablaban? — se acercó firme y tomó asiento.
— La próxima vez, toca antes de entrar, por favor — sonrió con sarcasmo.
— De acuerdo. Solo venía a avisarte que mis mamás organizaron una comida para mañana, así que esperamos contar con la presencia del señor Oxyuranus y la tuya.
— Cuenta con la mía, pero por mi padre no puedo hablar. No creo que tenga tiempo para tonterías — abrió su agenda — Y aunque lo tuviera, tampoco iría — dijo arrogante.
— Tampoco me importa, Viperón — se puso de pie y se acomodó la bufanda — Te veo en la cena de Magne — se marchó con la cabeza en alto.
Lazarus guardó la caja con las cosas que no le eran de utilidad. Pronto subió cruzándose con su abuelo.
— ¿Ya regreso, Ronnie? — preguntó el joven.
— Aún no.
— Debe estar con su amiga todavía — dijo descontento.
— Supongo que también te dijo lo mismo — dijo el abuelo entre risas.
— ¿Ya lo sabías? — dijo con sorpresa.
— Claro. Sabes, Lazarus, cuando te fuiste a la base, Ronnie se puso muy triste y la verdad me preocupa un poco su actitud. Le animé a hacer amigos para que pudiera distraerse, y de cierto modo… llegó, no como quizá imaginé. Pero creo que Ronnie ve en esa joven a una hermana o una figura que la entiende en todos los aspectos; siendo honestos, hay cosas que solo otra chica igual que ella podría entender.
— Lo sé, abuelo. Créeme que ese es el menor de los problemas. Yo no tengo conflicto por eso, sino… En cómo influye en ella. No quiero que mi hermana se vuelva una ladrona. No es el futuro que quiero para ella.
— Y te apoyo, Lazarus. Pero creo que no podemos anticiparnos a algo que aún no sucede. Tal vez pueda ser la impresión, pero también existe la posibilidad de que su destino esté ahí.
— No abuelo, cómo que su destino… — dice con preocupación.
El hombre se acercó y le puso una mano en el hombro — Parte de ella yace en el océano. Ambos tienen esa conexión.
— Entiendo, abuelo. Mira, papá fue un gran capitán y lo admiro. Pero si estoy con ellos, no es porque me guste, sino porque no tengo otra opción. Y eso precisamente es lo que quiero evitar para mi hermana. Saldremos de aquí y ella… Tendrá un futuro diferente, lejos de este sitio. — dijo lleno de esperanza.
— Seguro que sí, hijo — le miró orgulloso — Pero ten en cuenta lo que tu hermana quiere. De lo contrario, será el mismo caso.
En el castillo Magne, los más influyentes de Mawords se reunieron para celebrar sus logros y recaudar una cantidad exagerada de Mawons para las mejoras que se llevaban a cabo año tras año en las instalaciones de la federación Mawords. Los colores morados, azules y rojos resaltaron intensos entre los oscuros. La joven de vestimenta alegre entró del brazo del joven de mirada sombría. El lugar, con decoración oscura y matices dorados, envolvió a Nadine. El olor a vino entró embriagando su paladar y causando cierta incomodidad; la mirada de la opulencia pronto examinó de pies a cabeza a la oveja visitante. Otros, ignorando su presencia, y algunos murmurando. Nadine, si bien sintió incomodidad, no bajó la mirada en ningún momento; siempre mantenía en mente las palabras que su tía le había repetido desde pequeña, cuando soñaba con alguna vez escalar y ganarse su lugar en un mundo lleno de competencia y trampas.
— Magne estará entre nosotros pronto — susurró el joven.
— ¿Y dónde está tu padre?
El joven buscó con la mirada. Cerca de uno de los ventanales, se encontraba el hombre de vestimenta fina y oscura, cabello abultado hasta las orejas de mirada idéntica a Viperón y sombrero de copa. Destilando altivez y porte mientras disfrutaba su copa de vino. Pronto detuvo su vista al frente; su hijo se acercaba con la joven.
— Padre — se detuvo en compañía. El hombre miró a Nadine con sorpresa y después se dirigió a su hijo — Padre, ella es Nadine Apricot. La joven de la que te hablé.
— Un gusto, señor — sonrió.
— Kreine Oxyuranus — se detuvo en la joven — así que tú eres la mano derecha de Viperón — miró a su hijo de reojo — ya me ha hablado de ti y también he visto tu trabajo; debo reconocer que es admirable.
— Gracias.
— Y pronto tomaremos el mercado de Bloodfield una vez más — mencionó el albino — tenemos un proyecto en puerta que será un éxito.
— Grandioso, está noche no podría volverse más… Interesante — Kreine no le quitaba la vista a la joven.
— Por qué no vamos a tomar algo y conversamos alejados del bullicio — el hombre se dirigió a ambos. Ellos asintieron con la mirada.
Los tres estaban a punto de alejarse, pero fueron interceptados por Pandora y su madre, una mujer de gafas y cabello púrpura, recogido con un artefacto de núcleo azul, que al igual que la mayoría también se envolvió con el color negro.
— Linda noche — dijo altiva mientras analizaba a Nadine.
— Qué agradable sorpresa — mencionó Kreine guardando su descontento — Nadine. Ella es Sharon Favela, una de nuestras socias.
— Así es.
Pandora se acercó a Viperón y entrelazó su brazo — ¿Me acompañas? — el joven no pudo mostrar su descontento, así que le siguió.
Sharon les despidió doblando los dedos; Kreine denotó fastidio, la mujer se volvió a Nadine.
— Así que tú eres, aparentemente, la máquina de ideas de Uranus.
— ¿Disculpe? — levantó una ceja.
— No me malinterpretes. Este mundo tiene sus matices querida — dibujó una sonrisa con doble intención — por lo que veo, no tienes un buen respaldo más allá de las puertas de la industria.
— ¿Eso importa?
— En este mundo sí — lanzó una mirada despectiva.
Kreine se limitó a no decir palabra alguna, miró su reloj de bolsillo y tomó un sorbo de vino.
— Mire usted, con todo respeto, no necesito presumir mi influencia para enaltecer mi autoestima. Me basta tener consciencia de mis capacidades para sentirme a gusto.
Las luces se volvieron más tenues; todos centraron su vista por encima de las enormes escaleras eléctricas, acomodando su oscura y larga capa alrededor de su cuello, un hombre de cabello claro, largo hasta los hombros y ojos ámbar brillantes. Su postura fría y siniestra llenó el salón con un aroma a tragedia.
— Sean bienvenidos — dijo con una voz firme y autoritaria. El hombre de paso distinguido hizo acto de presencia al lado de sus invitados.
Sharon miró de reojo a Nadine con desdén y después se alejó para conversar con el cabecilla de Mawords. Kreine dejó su copa en la bandeja del mesero y tomó otra, sin quitarle la vista a la joven. Algunos minutos más tarde, Magne dirigió su vista hacia Kreine y se acercó; en ese momento, Viperón llegó por Nadine y se alejaron, dejándolos solos.
— Tenemos nueva cara en nuestra sociedad — mencionó el líder mirándole a lo lejos.
— Ella es solo una empleada más de mi empresa; accedí a que Viperón la trajera por curiosidad — dijo desinteresado, pero sin quitarle la vista — no es importante.
— Entiendo — se dibujó una mueca en el rostro del dirigente absoluto.
El fin de semana transcurrió como cualquier otro en la bahía de Furtwin. Lazarus fue en búsqueda de su hermana y la encontró en el puente del muelle en compañía de la joven pelirroja; ella le mostraba su pequeño barco color caoba con detalles en verde, que llevaba por nombre «Marea.» Lazarus se acercó con las manos en los bolsillos, admirando los detalles en el bote; este llevaba tallado el rostro de la diosa marina conocida como Marea.
— Lazarus — la pequeña le miró desde popa con un telescopio.
— Hola — dijo con una sonrisa mientras sacudía la mano.
— ¿Qué tal? — Heavy tomó a la pequeña de los hombros y saludó.
— Ronnie, podrías hacerme un favor — dijo su hermano evadiendo el saludo de la joven.
— Claro — bajó de inmediato y se acercó enérgica.
— Podrías ir a comprar esto y llevárselo al abuelo; te alcanzo en un momento, iremos a comer en familia.
— Claro — sonrió — ¿puede venir, Heavy?
— Claro… Hablaré con ella.
— Bien. Nos vemos — Ronnie se alejó sacudiendo la mano.
Lazarus y Heavy se miraron en cuanto la pequeña estuvo lejos — Escucha… ¿Heavy, cierto? — se cruzó de brazos.
La joven hizo lo mismo y se mantuvo imperturbable — ¿Sí?
— No tengo problema con que mi hermana sea tu amiga. Ella quizá ve en ti a una hermana, y te agradezco por eso. Pero no estoy de acuerdo con esa influencia poco favorable.
— ¿Disculpa? — bajó del barco y caminó con una postura intimidante — Me pareció escuchar una ofensa hacia mi persona y eso es algo… Que no tolero. Por la lealtad a tu hermana, no te doy tu merecido, pero no creas que podrás burlarte de mí sin consecuencia — sus ojos afilados se clavaron en los del joven.
Lazarus se quedó inmóvil ante la reacción de la pelirroja — No lo dije con intención de ofender, me disculpo si así fue. Solo trato de proteger a Ronniel. Si realmente la aprecias, entenderás. Tu estilo de vida es complicado y peligroso por donde lo veas, no es algo que quiero para ella.
Heavy se quedó en sus pensamientos por un momento — Entiendo, pero no te preocupes. Es cierto que le he mostrado las cosas positivas de esto, pero también le recuerdo lo difícil que es vivir así.
— Te lo agradezco, y sabes… Nunca es tarde para cambiar y elegir otro camino.
La joven rió sarcástica — No te metas en mis asuntos, quieres — caminó cerca de él casi empujándolo.
Esa tarde, la familia se reunió para aprovechar el resto del día, en un restaurante tranquilo, compartieron la mesa con Heavy. Un ligero hilo de descontento se formó entre la bucanera y el marino.
— ¿Y usted dónde vive, señorita? — preguntó el abuelo.
— Vivo en los mares, no tengo un rumbo fijo.
— Suena grandioso, ¿verdad abuelo? — la pequeña miró al hombre.
— Suena, pero la realidad es muy diferente, Ronnie. El peligro no solo acecha por tierra, y con la gran diferencia de que perderse en el océano es como nunca haber nacido. No quedará rastro alguno.
La crudeza de esas palabras se encajaron en la pequeña dejando cierto hilo de temor. Lazarus cruzó la mirada con la joven y tomó la mano de su hermana. El abuelo comprendía lo que estaba pasando. Más tarde, volvieron a casa. Ronnie se fue a su habitación sin articular palabra, reflexionando sobre lo que Heavy dijo. Lazarus sintió un leve remordimiento; el abuelo se acercó confundido por la actitud de él.
— Aún es una niña, Lazarus. Soñar no le hará daño.
Esa extraña mañana, mientras hacía su guardia, analizaba los eventos de los últimos años, desde la trágica muerte de su padre en alta mar. Lazarus sentía un miedo inexplicable que le helaba la sangre; la seguridad de su hermana era prioridad y la mantendría aún si eso significaba sepultar ciertas ideas que él consideraba peligrosas. Pronto sintió unas manos sacudir sus hombros.
— Francis — saludó un tanto desanimado.
— ¿Qué pasa, hermano?
— Es Ronnie.
— ¿Le pasó algo? — preguntó preocupado.
— Físicamente sí, pero… Quizá estoy haciendo mal. Pero es por su bien. Solo quiero su bienestar. Una ladrona de nombre Heavy anda rondando muy cerca de aquí… Son amigas. Pero yo no estoy de acuerdo con eso, Ronnie de cierta modo idealiza a esa criminal y sus acciones. No quiero que mi hermana termine como nuestro padre o, peor aún, ejecutada en prisión — Lazarus se apoyó del barandal con la respiración agitada.
— Cálmate, Lazarus — le tocó el hombro — quizá no sea tan grave, ella es una niña y es normal que sienta admiración por personas que parecen geniales. Tú y yo pasamos por lo mismo.
— Exacto — se acomodó el cabello y miró al joven de pies a cabeza — ¿Y dime, no por esa razón decidiste aventurarte en las alturas a pesar de ponerte en peligro tantas veces y casi morir?
— Es cierto, pero eso no es motivo para pensar que Ronnie hará lo mismo.
Lazarus rodó la vista con fastidio y preocupación — Tranquilo, lazarillo. Te voy a ayudar a ponerle solución a ese inconveniente. Pero hoy necesito que te concentres en nuestro asalto de esta noche, ¿entiendes? — le tomó de los hombros — después de eso, me encargaré personalmente de que la ladrona se aleje de la dulce Ronnie.
— Gracias — suspiró.
Al caer la selene luminosa, las luces bajaron su intensidad. Esa tarde la mercancía había llegado desde el cercano distrito, pronto las cajas de madera de gran tamaño fueron trasladadas con recelo a la base marina. Lazarus estuvo pendiente y colaborativo para no levantar sospechas. Al estar seguro de que podría empezar, se aseguró de que la vigilancia se dispersara, recibiendo la señal de su cómplice, quien pronto se infiltraría para llevar su botín al "Venger", su dirigible escondido entre la vegetación.
Mientras tanto, en el distrito pilar de Mawords, el enorme reloj en la estructura de gran tamaño detuvo sus engranajes, emitiendo una tenue luz amarilla que era intermitente. Ese año, las luces se sincronizaron con las de la cúpula de Uranus. Debajo de la ciudad casi vacía, el sonido de las botas metálicas de los paladines se aproximaron con sus armas en alto, portando una banda de color negro con una M en color dorado. El líder del grupo selecto de la guardia de la federación pasó al frente con un estandarte color negro, este llevaba la misma inicial de Mawords. Los más influyentes en presencia de su gobernante tomaron sus lugares detrás de él. Pronto una pantalla emergió del suelo, se encendió al instante, mostrando las banderas de los cinco distritos.
- Twilight Tower: Una bandera negra con un círculo púrpura y un sombrero con gafas de inventor en el centro.
- Bloodfield: Bandera negra con círculo rojo y un arma tecnomágica en el centro.
- Furtwin: Bandera negra con círculo azul y un espectro.
- Gloomyland: Bandera negra con círculo verde y una pequeña planta.
- Alley Island: Bandera negra con círculo aguamarino y un edificio irregular.
Estos se colocaron en una rueda giratoria que simulaba ser un reloj; las manecillas giraron rápidamente.
Viperón se acercó con Pandora del brazo y miraron la pantalla con curiosidad — ¿Vinimos a ver un reloj girar? — susurró a la joven.
— Al parecer — la joven se acomodó la bufanda.
Kreine giró su vista a Viperón y le llamó con la mirada, el joven se acercó de inmediato. Sharon y su esposa Grace se acercaron a Pandora, quien les miró confundida y un tanto aburrida, Grace no parecía tan cómoda, todo lo contrario a Sharon.
— ¿Y esto? — Viperón susurró a su padre mientras miraba las manecillas girar hasta detenerse lentamente.
El enorme reloj en la torre de la ciudad mostró los emblemas de Bloodfield y Furtwin; por primera vez, una de las manecillas se detuvo en su bandera.
— Adelante — Magne indicó con la mano a Kreine. El hombre guió a Viperón al frente; se detuvieron frente al balcón donde la federación esperaba su señal.
— Muy bien, Viperón — Kreine le entregó lo que parecía una pistola de bengalas de color dorado, con la inicial de su mundo — deja de perder el tiempo — murmuró disgustado.
El joven, un tanto dudoso, levantó la pistola y disparó al aire, expulsando una especie de rayo de color dorado que pronto se desvaneció emitiendo el sonido de un halcón. Viperón soltó la pistola de inmediato, con el sonido clavándose profundamente. Los carros militares con miembros de la federación Mawords se enfilaron en dirección a ambos distritos.
Pandora miró a Grace, quien parecía un tanto nerviosa — ¿Estás bien, mamá? — Sharon se acercó a Grace y la tomó del hombro con una leve sonrisa.
— Sí — miró a su esposa con una sonrisa.
Pandora dirigió su mirada a Viperón, quien rápidamente se alejó. Kreine se acercó acomodándose el saco mientras veía a su hijo irse con fastidio. Magne se acercó al grupo selecto, tomó una copa de vino y la levantó, estos tomaron la suya y le siguieron.
— Por otro año de gloria — el frío gobernante bebió su copa.
Pandora se quedó pensativa; pronto se dio cuenta de lo que estaba pasando y, sin darle mucha importancia, se unió al brindis. Algunos minutos después, Viperón se acercó; su padre le ofreció una copa y este, sin decir palabra alguna, la tomó, captando el mensaje de su padre en su rostro.
En el segundo distrito de Mawords, Bloodfield, los asesinos se prepararon con sus armas. Siendo el distrito donde la mafia sembró su semilla, tuvieron que aprender a proteger su propia vida e interés, tomando alianzas con los líderes de estos círculos. En anteriores depuraciones, siempre se habían defendido y esta no sería la excepción; la mayoría de la población estaba armada en este sitio, así que el enfrentamiento contra los miembros de la federación abrió paso cuando fueron alertados por los carros militares. Estos no se dejarían eliminar con facilidad.
La depuración era parte del sistema de este mundo; esta se llevaba a cabo cada cinco años. Magne, en acuerdo con la sociedad selecta de Mawords, acordaron hacerlo para evitar la sobrepoblación y asegurarse de que el terreno siempre esté libre para su beneficio, pues esta se tomaba como una advertencia para todos aquellos delincuentes y visionarios. El orden establecido era no negociable bajo el mandato permanente de Magus Magne. Claramente, dejando fuera a Twilight Tower, aunque fuera incluido en el reloj.
Por otro lado, la federación también invadió terrenos del tercer distrito. A diferencia de Bloodfield, no tenían mucha ventaja. Pues los marinos no podían intervenir en defensa de la población; después de todo, eran miembros indirectos de la federación al servicio de su gobernante. Los habitantes, al ver los carros militares, no tuvieron tiempo de pensar; las ráfagas de balas comunes fueron suficientes para atormentarlos. Sin importar edad ni género, el rastro de sangre se expandió sin piedad alguna. Lazarus y Francis bajaron a una bodega subterránea donde se toparon con cargamento al parecer ilegal; este tenía el sello de Bloodfield.
— Mira — Francis iluminó con la linterna, limpiando el polvo — Viejo, en Gloomyland podrían darnos cientos de Mawons por esto.
Lazarus se acercó e iluminó a través de la caja, espiando por una rendija — Tienes razón, pero robar armas ilegales no es lo mismo que robar suministros. Podemos explicar eso, pero no esto.
— Tú eres marino después de todo.
— Pero no pertenezco a la federación, así que esto es ilegal por esa razón; Bloodfield hace tratos bajo el agua con ellos. ¿Estas armas no son para uso común, entiendes? No me voy a arriesgar, Fran.
— Solo una bastará para hacernos de una bolsa de Mawons.
El joven lo pensó por breves segundos, pero finalmente accedió dejando salir un suspiro — Pero que sea rápido; el cambio de turno no nos va a esperar.
Los amigos, usando su astucia, sacaron su botín de alto valor y lo colocaron junto a sus otras monedas de cambio. Lazarus y Francis notaron movimiento de regreso; se escondieron detrás de unos árboles y miraron el alboroto en la base, los marinos entraban a prisa y pronto apagaron las luces.
— ¿Qué diablos? — mencionó el de pelo negro.
— Quédate aquí, Francis — el rubio se alejó disimulando. Francis no le perdió de vista; pronto su mente se vio turbada por el sonido de uno de los carros de la federación, que pronto se estacionó en la base. El rostro del joven mostró impresión, pues su mente pronto relacionó todo.
— ¿Sveinn, dónde estabas? — mencionó un almirante.
— ¿Qué sucede? — ambos dirigieron su vista a los uniformados que se acercaban. Una corriente de aire frío congeló la sangre de Lazarus.
Uno de los sanguinarios miembros se acercó y extendió el comunicado al almirante. Lazarus, al ver el sello, se alejó de inmediato; estos le miraron extrañados.
— ¡Francis! ¡Francis! — el de pelo negro se acercó a él de inmediato. El castaño sintió debilidad en las piernas y cayó al suelo.
— Lazarus — se acercó a él y le tomó de los hombros. Sveinn estaba siendo torturado por su propia mente.
El joven le tomó de la chaqueta con fuerza — Mi familia… — apenas si pudo pronunciar palabra.
Francis no pudo evitar su llanto; no tenían idea de cuánto tiempo había pasado, pues estaban retirados de la ciudad. Los minutos pasaban, la resistencia de las víctimas alimentaba la sed de maldad en sus asesinos; aún si se ocultaron en sus casas, no tuvieron el mínimo respeto y arrasaron con violencia. La pelirroja, refugiándose en la pequeña bodega del barco, se tapaba los oídos para evitar escuchar los disparos y gritos que provenían del muelle. Algo más que sus tímpanos dolían y abría una herida sangrienta en su interior. El tic toc del reloj se escuchaba como un aullido; la muerte susurraba en el aire los nombres de cada víctima esa noche. El enorme reloj volvió a girar sus engranajes; el terror había llegado a su fin.
Con la débil luz de los faros en una noche sin luna, el abatido joven avanzaba hacia lo que alguna vez había llamado hogar, dejando huellas de sangre inocente sobre las escaleras. Francis se detuvo al pie de estas; su fuerza de aguante no le dio para más. En silencio, Lazarus se detuvo frente a la puerta semiabierta y con marcas de violencia; al entrar en la penumbra envolvente, lo primero que notó fueron las cosas fuera de lugar, destruidas. A partir de esa imagen, ya podía imaginarse lo que vendría a continuación. Temeroso y con temblor a cada paso, se acercó a la puerta donde los dibujos de su hermana estaban deshechos; tomó la manija y abrió lentamente, dejando caer el arma que llevaba. El quiebre fue instantáneo; ni siquiera un disparo sería capaz de ahogar su dolor. La escena grotesca y vil se grabó en su memoria, dibujándose con agujas en su piel. Su abuelo y hermana estaban a unos pasos del otro. Lazarus, deteniéndose sobre la sangre en el suelo, miró su reflejo con un ardor que le impedía llorar en ese momento. Sin emitir palabra alguna, se acercó al pequeño cadáver que mantuvo una expresión de terror profundo hasta el final; fue ahí donde el dolor lo consumió, aferrado a ella y sintiendo la miseria, pronunció su nombre con un tormentoso llanto que llevaba dolor inmenso. Francis se sentó en la orilla de las escaleras, con la mente perturbada. Algunos minutos pasaron, las filas de asesinos volvieron a agruparse para regresar a su base.
Lazarus, lleno de cólera, avanzó con sed de venganza mientras Francis le perseguía temeroso. Su visión cegada por el sufrimiento, le decía en el fondo que eso no servirá de mucho, pero aún así, deseaba desquitar su dolor.
— ¡Lazarus, no! ¡Van a matarte! — Francis le tomó del brazo con fuerza y le miró a los ojos.
— Mataron a mi hermana… Mi familia… — dijo apretando la mandíbula, conteniendo su llanto. Se liberó de su agarre y avanzó con el arma que habían robado.
— Maldita sea — Francis se agarró el cabello con preocupación. Estaba tan seguro de que ahí mismo perdería a su amigo, pero él no podía hacer mucho.
— Malditos — murmuró entre dientes y se acercó a una distancia de donde los autos se alejaban, poniendo la vista en el carro que dirigía a los demás. Los miembros de la federación le miraron con extrañeza; pronto levantó el arma apuntando hacia ellos. Estos apenas levantaron sus armas cuando Lazarus ya tenía el dedo en el accionador. El joven, sin medir el daño de esta y sin saber mucho del arma que portaba, la accionó. Los carros frente a él no tuvieron tiempo de reaccionar y fueron impactados por la esfera que salió del propulsor, el cual derribó a la mayoría como si de pinos de bolos se trataran, además de las quemaduras que rasgaron los uniformes y desgarraron la piel de aquellos desafortunados que no murieron por el impacto.
— ¡Lazarus! — Francis corrió hacia él y le jaló del brazo — ¡Vamos! — Francis le llevó casi a rastras; él estaba aún turbado de la mente.
— Suéltame — Lazarus se liberó de su agarre.
— No, no te voy a dejar. Debemos irnos, vamos… — Su dirigible se encontraba muy lejos y el tiempo no sería suficiente.
— Lazarus — Francis levantó la vista; la pelirroja caminaba hacia ellos. El castaño le miró con los ojos hinchados; Heavy no necesitó palabras para entender su dolor.
— No podemos quedarnos aquí — mencionó el de pelo negro con miedo y temblor, después tomó el arma que Lazarus tenía y la arrojó al suelo — amigo, escúchame… — le sacudió de los hombros.
La pelirroja giró su vista a un lado — Vámonos — tomó al castaño de la mano y lo jaló con ayuda de Francis.
Los tres se acercaron al muelle donde se encontraba el «Marea» — Voy a llevarlos a un lugar seguro; ahí podrán esconderse hasta que las aguas se calmen.
Los tres subieron a bordo; Francis ayudó a subir el ancla y pronto comenzaron a alejarse con Heavy en el timón.
Nadine empezó el día con una taza de café; tan pronto despejó su mente del cansancio, colocó sus planos sobre la mesa y pronto comenzó a trabajar en el proyecto «Potion Steam». Hacer la carcasa con diseño era la tarea más fácil, así que se concentró en las municiones de la pistola. Colocó los frascos con la esencia mágica sobre la mesa: El azul era daño, el púrpura regeneración, el rosa fuerza, el verde tóxico y el amarillo mortal. El líquido fue encapsulado; las municiones con forma de cápsulas pronto se pondrían a prueba con el conductor líquido de cristal activo. Los pasos cautelosos y firmes llamaron la atención de Nadine; la joven le miró haciendo un escáner con ayuda de sus gafas.
— ¿Cómo estás? — la joven se quitó las gafas y se acercó.
Viperón mantenía una expresión evasiva, tratando de olvidar lo que había hecho el día anterior — ¿Qué tal el trabajo?
— Muy bien. Es más sencillo de lo que pensamos, pero debemos asegurarnos de que no haya errores al momento de usarla. La pistola de pociones quedará así; Steam será la versión genérica y que podrá adquirirse. Por otro lado — señaló un diseño sobre la mesa —, la Potion Steam será de uso único. Tendrá la capacidad de disparar cinco cápsulas a la vez, a diferencia del primero. Al ser un arma que trabaja con el triple de esencia que cualquier otra, será limitada. Tiene un diseño ligero, poderoso, pero frágil.
— Así que el costo será elevado. Me agrada — Viperón observó el prototipo de la cápsula aún bajo prueba.
— Vamos a necesitar el doble de cristales activos y esencia para su fabricación.
— No te preocupes por eso, cuando esté en nuestras manos y sea completamente funcional, más de uno querrá invertir en ella. Pero nosotros vamos a patentarla — dibujó una sonrisa ambiciosa. La joven se colocó sus gafas de nuevo.