Chereads / Infinitus: Tomo 2 / Chapter 2 - Capítulo 2: La joven ladrona

Chapter 2 - Capítulo 2: La joven ladrona

En la más alta torre del castillo de "Ciudad Cielo", una mujer miraba al horizonte. Se trataba de la princesa Kaira, la segunda mayor autoridad de todo Varah. La princesa era una hermosa mujer de pelo castaño y ojos rosas, muy alta. Vestía un vestido blanco de una tela de muy alta calidad. Su tiara era de oro brillante con pequeños cabujones de gemas de color azul brillante. Además, tenía características de animal: sobre su cabeza tenía orejas de felino y por su espalda se podía ver cómo asomaba una cola de gato del mismo color que su pelo, adornada con un lazo.

–Aiden, ¿por qué te tuviste que ir sin decir nada? Por culpa de tu extraña ida, todos te tratan como el asesino de la princesa Aria. Ahora se te considera un caballero negro –la princesa suspiró y miró a su ciudad –. Puedo ayudarte, pero para eso primero debo encontrarte, necesito saber de ti, necesito saber si serás nuestro aliado o si serás una amenaza más. Sé que has perdido a personas muy valiosas y has experimentado lo crudo de este mundo. Temo que si Jade logra encontrarte antes que yo... –Las manos de Kaira empezaron a temblar –No quiero ni pensar en qué podría pasar.

Aiden avanzaba en solitario por un pequeño bosque, siguiendo las indicaciones de la princesa Halia. En esa zona, el frío se había disipado, creando un área idónea para la vida. El viento comenzaba a soplar y el sol se negaba a esconderse tras las nubes. A lo lejos, dos siluetas observaban al caballero mientras avanzaba.

–Vaya sorpresa. Mira, grandote, ese es nuestro objetivo. 

 Aiden continuó su camino en solitario, enfocado en su objetivo de llegar al Anillo de Agua. Después de un tiempo, encontró a una chica de unos diecisiete años desfallecida encima de un gran gorila rojo, que llevaba una pechera y un yelmo. La chica era bastante hermosa, con el pelo rubio y las puntas teñidas de morado. Llevaba una espada corta en su cadera y vestía ropas de baja calidad, que apenas cubrían su cuerpo. Aiden ignoró al curioso dúo y siguió su camino hacia el mar.

–No me lo puedo creer. ¿Qué clase de hombre deja a una dama en apuros? –Dijo la chica. El gorila gruñó, emitiendo un sonido similar al de los gorilas en el mundo de Aiden. – ¿Acaso esperabas que me arrojara al suelo? ¿No te das cuenta de lo que me costaron estas prendas? –Respondió indignada. El gorila gruñó de nuevo. –Bueno, sí, las robé, pero imagina cuánto tuvo que pagar la dueña por esto. –La chica se bajó del gorila y pensó por un momento. –Tengo otro plan, sígueme. 

 Aiden continuaba caminando, manteniendo la mente en blanco y sin prestar atención a su entorno. De repente, una chica que reconoció como la misma de antes se plantó frente a él.

–Vaya... ¿Pero qué tenemos aquí? –La chica colocó gentilmente una mano en el pecho de Aiden y se acercó mucho. –¿Sabes qué? No pude evitar verte y preguntarme si quisieras... – Mientras la chica distraía a Aiden, el gorila se acercaba lentamente, intentando agarrar a Dyrnwyn. Aiden se alejó rápidamente y siguió su camino. El peculiar dúo quedó anonadado mientras veían a Aiden alejarse.

–Maldito hijo de... –Dijo la chica, sintiéndose insultada por la falta de reacción de Aiden. El gorila gruñó, preguntando qué hacer. –No te preocupes, aún no me doy por vencida – respondió bastante enfadada.

 Unos minutos más tarde, Aiden atravesaba un bosque, siguiendo el camino en línea recta que le habían indicado. A su lado caminaba la chica de antes, a quien Aiden intentaba ignorar.

–Venga, hombre, no te enfades –Dijo la chica con confianza. Aiden notaba algo extraño en su forma de caminar, pero no podía precisar qué exactamente. –Sé que empezamos con el pie izquierdo. Mira, mi nombre es Ágata, y mi trabajo es guiar a la gente por este bosque para que no se pierdan. –Aiden miró al frente y vio un cartel que indicaba el camino a seguir. Ágata se detuvo y tapó su cara por vergüenza. –Vale, sí, era mentira –Admitió. El gorila se acercó a ella mientras Aiden continuaba su camino. El gorila exhaló, considerando la posibilidad de abandonar. –Venga, hombre, esto será un trabajo entretenido –Respondió Ágata, colocando una mano en su cintura y recuperando su sonrisa confiada.

Poco después, cayó la noche y Aiden se vio forzado a dormir bajo un árbol. Buscó en el bolsillo interior de su gabardina y sacó un libro. La tapa del libro estaba hecha de cuero y tenía un dibujo similar a un sello que brillaba en su exterior. Aiden posó su mano sobre la tapa del libro y comenzó a recordar.

Aiden y Maya se dirigieron a su clase de magia. Maya sacó el libro y se tumbó en la alfombra que colocaron sobre la hierba para evitar ensuciarse. Aiden se acostó a su lado y notó que cada vez aparecían más sellos en el Picatrix.

–Cada vez que estoy contigo, Picatrix me muestra nuevos sellos –Dijo Maya, emocionada. –Sé que algún día podrás crear tus propios sellos, pero hasta entonces estaré aquí para enseñarte.

La brillante sonrisa de Maya, su cabello rubio casi blanco que brillaba con la luz de la luna, y el brillo morado de sus ojos entre las sombras generadas por su cabello. Todo eso hacía que Aiden se preguntara si realmente merecía tener una esposa tan maravillosa.

Aiden abrazó con fuerza a Picatrix, sintiéndose afectado por sus recuerdos.

–Te echo mucho de menos –susurró Aiden para sí mismo y lentamente se quedó dormido. A lo lejos, detrás de un árbol, se encontraban Ágata y su compañero.

–Bien, por fin se durmió. Ahora ve y agárrala –Dijo Ágata a su compañero. El gorila se sobresaltó por un momento, pero Ágata comprendió en qué estaba pensando y puso su mano en su frente. –La espada, idiota. –El gorila asintió y se acercó lentamente a Aiden para agarrar a Dyrnwyn. Aiden movió ligeramente la cabeza y el gorila huyó junto a Ágata, aterrado de que pudiera despertar.

–Venga, hombre, ¿me estás tomando el pelo? –Dijo Ágata, humillada por la cobardía de su compañero. El gorila le gruñó indignado. –¿Que no puedes? Ni siquiera se movió. Ve y trae la espada. –El gorila respondió enfadado. –¿Que la traiga yo? No seas tonto, ¿qué hago si se despierta? –El gorila gruñó nuevamente, más enfadado. –Está bien, lo haré yo –Dijo Ágata, acercándose lentamente hacia Aiden para robar su espada. Poco a poco, acercaba sus manos hacia Dyrnwyn, pero de repente, Aiden movió la espada mientras estaba dormido.

«¡Oh no, eso no!» pensó Ágata, y procedió a intentar separar por la fuerza a Dyrnwyn de las manos de Aiden. Mientras Aiden aún dormía, movió sus brazos y sin querer envolvió a Ágata en un cálido abrazo. Ella se sonrojó mucho, quedando con la mente en blanco e inmovilizada, sin saber qué hacer ante la situación.

Al día siguiente, Aiden continuó avanzando en dirección al mar mientras Ágata y su compañero lo observaban desde la distancia. Ágata lo miraba con profundo odio y vergüenza.

–Grandullón, prepárate. Ese degenerado no se va a escapar más –Dijo furiosa al gorila, quien rodó los ojos al pensar que estaba exagerando lo que ocurrió anoche.

Poco después de que Aiden abrazara a Ágata mientras dormía, él volvió a mover la mano, liberándola. Rápidamente, Ágata salió corriendo del lugar y se sentó bajo un árbol a una distancia segura. Abrazó sus piernas y temblaba de miedo.

Aiden caminaba tranquilamente cuando, de repente, Ágata y el gorila lo rodearon y se abalanzaron para atacarlo. Sin mucha dificultad, Aiden saltó para esquivarlos, aprovechó para atraparlos y los lanzó lejos con gran fuerza. Ágata se levantó y desenvainó la espada corta que llevaba en su espalda, intentando atacar a Aiden. Sin embargo, él bloqueó su ataque sin mucho esfuerzo.

–No tiene sentido que intenten luchar contra mí, porque no pueden vencerme –Dijo Aiden con tono calmado. Ágata se resignó y envainó su espada.

–Quiero que sepas que esto no va a terminar aquí –Respondió Ágata enfadada. Aiden se giró sin decir nada y continuó su camino hacia el anillo de agua.

Mientras tanto, en un lugar oscuro con una atmósfera tétrica, una mujer revisaba las notas de su investigación. Tenía unos treinta y cinco años y llevaba un mono verde claro con una cola en la parte trasera de color rosa claro. A pesar de los colores llamativos, emanaba una profunda sensación de tristeza y dolor.

–Después de tantos experimentos, he logrado crear la quimera perfecta. Parece que no se cansa y mi teoría sobre las habilidades resultó ser cierta. Cuando un ser muere, su habilidad queda en el vacío y luego se transfiere al primer alma que reencarna. Por lo tanto, mis quimeras son una combinación de un ser y una persona. Estoy ansiosa por poner a prueba sus poderes –La mujer apartó la mirada de sus notas y sonrió de forma sádica.

«Gracias al coronel Ezpeleta, pude obtener el material genético de Aiden. Su sacrificio no fue en vano» Pensó la mujer. De repente, su expresión cambió por completo. «Pero ahora mis intereses han cambiado.»

Tras varias horas, Aiden llegó al mar y se dio cuenta de que el anillo de fuego comenzaba a brillar. En ese instante, esbozó una sonrisa y recordó la promesa que había hecho antes de emprender su última travesía junto a sus amigos. Aquella promesa que permanecía grabada en su corazón. En ese preciso momento, Dyrnwyn comenzó a irradiar un resplandor dorado que envolvía a Aiden, activando su forma de valor. Aprovechando su velocidad, Aiden corrió sobre las aguas en dirección al anillo.

 De pronto, Aiden pudo distinguir una figura aproximándose velozmente hacia él. Conforme se acercaban, se percató de que se trataba de un ente. Cuando ambos reconocieron la presencia del otro, se separaron rápidamente.

–Nunca imaginé que hubiera alguien tan rápido como yo, y mucho menos esperaba que fuera una persona. Eso es imperdonable –Declaró el ente.

 El ente presentaba una apariencia totalmente deformada. Su cabeza carecía de piel, dejando el cráneo expuesto. Poseía un solo ojo, con el cristalino blanco y un iris amarillento apagado que recordaba al de un felino. Su torso era triangular y estaba cubierto de pelaje brillante en tonos amarillos y verdes. Los brazos, de un gris oscuro, también estaban recubiertos de piel, al igual que los antebrazos, que terminaban en manos huesudas con afiladas garras. Las piernas mostraban una piel grisácea, mientras que las canillas estaban cubiertas de pelaje. En lugar de pies, tenía dos protuberancias que le permitían mantenerse en pie, pero no caminar. En su espalda se encontraban dos alas membranosas en tonos amarillos y verdes.

–Entiendo tu pasión por la velocidad –Respondió Aiden, cambiando su expresión a una de completa seriedad. Tras unos instantes de miradas desafiantes, ambos comenzaron a luchar a una velocidad vertiginosa. El combate era tan rápido que resultaba casi imposible seguirlos con la mirada. Parecían estar igualados en habilidad, hasta que el ente logró sorprender a Aiden y, con una cadena de golpes certeros, lo hizo volar por los aires, hundiéndolo en el mar.

 Aiden estaba atónito. El ente se movía a la misma velocidad que él, algo que nunca había presenciado. De repente, el ente atacó a Aiden y lo lanzó contra un conjunto de rocas en el mar. Lleno de confianza, el ente se acercó volando a Aiden.

–Permíteme explicarte mi habilidad. Se llama Impulso, y mi velocidad aumenta cada vez que asesto un golpe exitoso –Mencionó el ente, mostrando una sonrisa entre su fila de afilados dientes–. Es la primera vez que alcanzo esta velocidad. Continuemos, quiero ser aún más rápido.

Aiden apretó los puños en frustración y, al comenzar a correr, sintió nuevamente cómo el tiempo se detenía. Aprovechando esta oportunidad, se acercó a la espalda del ente e intentó golpearlo por sorpresa. Sin embargo, de alguna manera que Aiden no lograba comprender, el ente logró esquivarlo. De repente, el tiempo volvió a fluir normalmente y el ente le golpeó con fuerza, enviándolo hacia una pequeña formación de tierra.

–Ahora lo entiendo, eres un ente cuya habilidad es percibir el tiempo de manera diferente – dijo el ente. Aiden, levantándose adolorido y confundido dijo.

–Yo no soy... –Antes de que Aiden pudiera terminar su frase, recibió un fuerte golpe en el estómago que le hizo perder su transformación.

–No importa que intentes negarlo, eres un ente. Uno que no puede controlar su propia habilidad. Te entiendo, no nacemos con cuerpos diseñados para nuestras habilidades, y mucho menos con la idea de cómo usarlas. Pero eso nos hace únicos, nuestras habilidades –El ente agarró a Aiden por el cuello y lo levantó sin dificultad–. No te preocupes, nunca mataría a un hermano ente, pero te pido que no te interpongas en mi camino hacia el anillo de agua.

Al mirar a Aiden a los ojos, el ente notó un cambio significativo. Sus ojos eran rojos, con el infinito grabado en ellos. El ente empezó a temblar de ira y frustración al ver cómo los recuerdos le asaltaban, llenos de dolor y frustración.

–Tú... desgraciado, eres uno de ellos... –El ente rápidamente comenzó a atacar a Aiden con todas sus fuerzas. Al no estar transformado, a Aiden le resultaba mucho más difícil prever por dónde iba a atacar.

 Aiden se encontraba cada vez más debilitado y herido. El ente, con una fuerza despiadada, volvió a sujetar a Aiden por el cuello de manera aún más violenta y luego lo arrojó con fuerza al mar, esperando que no volviera a emerger.

Aiden abrió levemente los ojos y se encontró a sí mismo hundiéndose en el mar, intentando encontrar las fuerzas para volver a emerger, sin embargo, apenas podía moverse, todas las fuerzas que le quedaban solo podía usarlas en recordar, intentar recordar los momentos felices que pasó junto a sus amigos en ese nuevo mundo, sin embargo, lo único que llegaba a él eran las últimas palabras de todos ellos, recordó su promesa, recordó que ahora cargaba con sus sueños y esperanzas, recordó la promesa que hizo. Aiden alzó su mano para ver su anillo, el anillo de fuego que le entregó la princesa Aria nada más llegar a ese mundo. Aiden cerró su puño con fuerza y Dyrnwyn empezó a brillar con tono dorado.

–¡No he llegado hasta aquí para morirme...! –Exclamó Aiden con determinación.

El ente observaba el mar interesado por la gran cantidad de energía que sentía provenir de Aiden. De pronto, Aiden emergió envuelto en una densa capa de llamas y su propia aura, que le permitía mantenerse sobre el mar. Aiden se preparó para correr y continuar con el combate. Una vez más, su habilidad se activó al comenzar a correr y, mientras intercambiaban golpes poco certeros, Aiden lograba seguirle el ritmo al ente. Después de un rato, el ente logró hacer retroceder a Aiden, quien volvió a usar su habilidad y asestó varios golpes seguidos al ente, tomando la ventaja. Sin embargo, en cuanto logró mandarlo a volar, el ente regresó y atacó a Aiden por la espalda, lanzándolo contra una formación rocosa.

–Dejarte con vida sería un peligro para todos los entes. Será mejor que te mate antes de que aprendas a usar esos ojos –Amenazó el ente. Aiden se levantó nuevamente, manteniendo su postura determinada.

–Da igual lo que intentes, no pienso detenerme –Respondió Aiden con firmeza.

–Llevo en este mundo desde el comienzo de su creación, y hace siglos apareció alguien con tus mismos ojos. No poseía gran fuerza, lo catalogaría como una persona normal, pero logró encerrar al ente más poderoso con la ayuda de sus malditos ojos –El ente liberaba su aura debido a la furia–. ¡Así que dame tus ojos! ¡Tú no mereces ese poder! –En ese momento, un tentáculo hecho de agua rodeó a Aiden y lo apretó con mucha fuerza, forzándolo a destransformarse y hundiéndolo en el mar.

Rápidamente, el ente llegó a un islote, confiado en haber acabado con Aiden y dispuesto a proseguir su búsqueda del anillo de agua.

–¡Detente! –Gritó Aiden, muy malherido, apareciendo a la espalda del ente. El ente quedó anonadado al ver que Aiden seguía con vida. El último ataque debería haber sido suficiente para acabar con él. Rápidamente, Aiden lanzó una bola de fuego hacia el ente, quien la desvió sin mucho problema. Sin embargo, tenía un truco: al desviarla, la bola explotó automáticamente, siendo imposible para el ente escapar del daño de la explosión. Tras esto, Aiden cayó de rodillas exhausto.

Al alzar la mirada, Aiden pudo comprobar que el ente había sobrevivido y estaba preparando un colosal ataque de aura. El ente lo lanzó y Aiden no tendría tiempo de escapar en su estado. Pero cuando intentó bloquearlo, de pronto, un enorme sello de protección apareció frente a él. Ambos se quedaron anonadados por lo que estaba sucediendo, pero rápidamente Aiden comprendió lo que había ocurrido gracias a una conversación que tuvo en el pasado.

–¿Sabías que esa tinta sirve para que un mago oculte sus sellos sobre superficies?

Teniendo en cuenta que su esposa fue quien le regaló esa gabardina, era evidente que fue ella quien escondió esos sellos gracias a la carta que ella le dejó.

El ente, furioso, se lanzó a atacar a Aiden con sus propias manos. Si los ataques aurales no funcionaban, debía atacar con fuerza física. Aiden cerró sus puños con determinación y, al abrir los ojos, el infinito en ellos brilló intensamente. Frente a Aiden, aparecieron todas las opciones posibles. Rápidamente, pudo evaluar cada una de ellas y, cuando su visión volvió a la normalidad para ver al ente acercándose, Aiden giró rápidamente, desviando la trayectoria del ente y haciéndolo chocar contra una colina.

–¿Has logrado activarlos, verdad? –Preguntó el ente, sorprendido por la velocidad de reacción de Aiden.

–Tus lamentables esfuerzos de aficionado nos decepcionan, a ti y a mí –Respondió Aiden con desdén. El ente, frustrado, clavó sus garras en la tierra.

–¡Lo has hecho, te has burlado de mi habilidad! –Dijo el ente, con voz temblorosa por la furia.

–Vencerte es pan comido –Respondió Aiden. El ente alzó el vuelo y, envuelto en su aura, se lanzó violentamente a atacar a Aiden.

 Aiden, con relativa facilidad, logró esquivar muchos golpes del ente, desviando la mayoría de ellos. Sin embargo, después de un corto tiempo, el ente finalmente logró asestar un golpe preciso que momentáneamente descolocó a Aiden lo suficiente como para permitirle golpearlo repetidamente con una fuerza abrumadora. El ente se regocijaba con cada golpe, aumentando su fuerza y velocidad con cada uno.

–¡Imbécil! Ahora soy el ser más rápido. Te burlabas de mi habilidad, ¿verdad? ¡Pues mira lo que he logrado por tu culpa! –Exclamó el ente, mientras asestaba un último golpe con la suficiente fuerza como para ser potencialmente mortal.

Un enorme cráter se formó debido a la potencia del golpe, y entre la nube de polvo se podían distinguir dos figuras. Poco a poco, la densa nube de polvo comenzó a disiparse, revelando el resultado del combate. Aiden se encontraba en una postura completamente relajada, mientras que el ente a su lado había perdido ambos brazos. El ente estaba atónito, su cuerpo había sucumbido por completo a la presión.

–No puedo entenderlo... ¿Qué ha sucedido? –Preguntó el ente. Aiden se cruzó de brazos, demostrando que había salido victorioso.

–Has superado tu límite de resistencia a la velocidad. La magnitud de la fuerza G, la duración, la dirección y la posición son factores que pueden influir en tu capacidad para soportar la velocidad –Explicó Aiden.

–¿Lo has visto, verdad? Con esos ojos... –La expresión del ente reflejaba el terror que sentía ante el enorme potencial de los Ojos del Infinito.

–Has violado una de las leyes de la materia. Yo simplemente te ayudé a alcanzar la velocidad que deseabas, solo que en este caso, fui yo quien se movió –Aiden deshizo su postura cruzada de brazos y adoptó una actitud desafiante. –Lo dijiste tú mismo, los entes no nacen con cuerpos diseñados para su habilidad. –El ente no podía moverse, su cuerpo no conocía los límites de semejante velocidad.

–¡Eres un desgraciado! –Exclamó el ente. Aiden lo golpeó con fuerza, derribándolo.

–¡He sufrido tu presencia durante demasiado tiempo! –Dijo Aiden, lleno de hastío. El ente estaba aterrorizado, pero antes de que pudiera pedir clemencia, Aiden envolvió el cráter en llamas, aprovechando su inmunidad al fuego.

Un poco más adentrado en el mar, Aiden pudo divisar una torre sumergida que se elevaba casi hasta la superficie desde el fondo del mar. En su cúspide se encontraba el anillo de agua, un aro metálico de color azul marino cuyo brillo se asemejaba a la espuma del mar. Aiden descendió y tomó con cuidado el anillo, recordando lo que Aria le había contado cuando le entregó el anillo de fuego.

–Podrías ser un poco más considerada, Aria. Sabes que Dyrnwyn le ha otorgado más poder –Maya parecía tener grandes esperanzas en Aiden, pero él no entendía por qué. 

–Entonces, hagamos la prueba de fuego –dijo Aria, poniendo una mano en su cadera y sacando un anillo metálico rojo de su bolsillo, que brillaba como el fuego. –Este es el anillo de fuego. Según la leyenda, el deiak es el único con el atributo del fuego. Si este anillo te acepta, obtendrás el atributo del fuego, pero si te rechaza... Bueno, digamos que habrá una barbacoa. –La cara de Aria mostraba una sonrisa burlona, como si intentara amenazarlo o hacer que se acobardara y se alejara.

En cuanto Aiden tocó el anillo de agua, pudo sentir cómo gran parte de su energía era absorbida. Agotado, Aiden observó cómo la torre comenzaba a elevarse hacia la superficie mientras se derrumbaba. Durante el ascenso, una de las rocas que se levantaba golpeó su cabeza.

Algunas rocas quedaron flotando a la deriva hasta llegar a tierra. Aiden quedó inconsciente encima de una de ellas. En cuanto la roca llegó a tierra, alguien se acercó. Ágata se aproximó lentamente, mostrando confianza.

–Fíjate en lo que ha traído la corriente –Dijo Ágata. Rápidamente, se acercó a Aiden y tomó a Dyrnwyn junto con su vaina. –No te lo tomes a mal, no es nada personal, es solo que un cliente está muy interesado en tu espada.

 Poco tiempo después, del mar emergió una enorme criatura: un gigantesco dragón asiático con escamas azules. Seiryuu, el ente sagrado del este. Su voz era profunda y su tamaño imponente.

–Levántate, joven deiak –Aiden lentamente abrió los ojos y alzó la mirada para observar al enorme dragón asiático. –Puedo notar que ya tienes en tu poder el anillo de agua, sin embargo, debo decirte que tu espada ha sido robada. –Aiden, al escucharlo, se levantó rápidamente y buscó por todas partes, pero era cierto, la habían robado. –Tu largo camino acaba de empezar, y si crees que no puede ponerse peor, tal vez debas renunciar. –Anunció el enorme dragón.

–Pienso seguir luchando hasta el final –Respondió Aiden, lleno de determinación.

–Si decides continuar, debes dirigirte al palacio de las nubes. Allí se encuentra el anillo de viento –Explicó Seiryuu. –Tu espada es importante, y espero que logres encontrarla antes de que sea demasiado tarde.