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Infinitus: Tomo 2

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Synopsis

Chapter 1 - Capítulo 1: La princesa del renacimiento

Más allá del universo, más allá de todo, oculto tras la nada, se encuentra algo: un mundo lleno de maravillas llamado "La Tierra de Uthird". Este planeta fue creado por los llamados sacerdotes, unos dioses desterrados debido a su imprudencia. En este mundo, habitan criaturas mágicas, animales de todo tipo y personas capaces de acceder a diversos tipos de magia. Sin embargo, los seres más poderosos son unas criaturas deformes con habilidades únicas, que los convierten en armas de guerra perfectas. Estas habilidades incluyen viajar entre realidades, detener el tiempo, absorber energía y muchas más. Estas criaturas son conocidas como entes y son temidas en toda la Tierra de Uthird debido a su inmenso poder y su terrible maldad. Lo único que los detiene en su objetivo es la presencia de las princesas, gobernantes de las principales ciudades de Varah. Varah es un reino que unificó todas las ciudades bajo el mandato de la reina, quien posee la autoridad máxima en el territorio. 

 No obstante, recientemente ha surgido alguien en este mundo, alguien que infunde temor en los entes y es venerado por las personas como una leyenda, alguien llamado por las deidades para ser su ángel vengador, conocido como el "deiak".

Entre la constante ventisca del norte de Varah, un viajero atravesaba la enorme llanura en dirección a "Ciudad Lusin". A pesar de la nieve y los vientos helados que lo rodeaban, el frío parecía no afectarlo. Llevaba a su espalda una gran espada, casi del tamaño de su cuerpo, hecha de un metal negro con adornos dorados en el filo y el mango. Tenía un aspecto similar a un sable europeo, pero recto y mucho más ancho. Vestía una gabardina de color morado grisáceo, hecha a mano, con detalles en forma de llamas de un tono morado más oscuro en los puños y el borde inferior. Llevaba una camiseta negra, guantes sin dedos de color negro que le permitían llevar un anillo metálico con un destello similar al fuego, pantalones vaqueros marrones y zapatos deportivos negros. Su cabello era negro como el carbón y sus ojos brillaban en un intenso color rojo, con un infinito dorado grabado en ellos.

Después de muchas horas de caminata, finalmente llegó a la ciudad. La ventisca parecía disiparse en ese lugar, convirtiéndolo en un entorno ideal para vivir. La blanca nieve contrastaba hermosamente con el brillante cielo, otorgando a la ciudad un aspecto medieval impregnado de magia. Las calles, cubiertas con baldosas grises, y la mayoría de los tejados de color azul combinaban perfectamente con el ambiente.

De pronto, el viajero pudo presenciar una explosión en el centro de la ciudad, mientras todos corrían aterrados. En medio de la gran ciudad, se encontraba un ente. La mitad inferior de su cuerpo era el de una colosal serpiente, mientras que la mitad superior tenía forma humanoide, aunque cubierta de pelaje azul. Sus brazos parecían musculosos y sus manos carecían de piel y músculos, dejando a la vista la forma de sus huesos, terminando en enormes y afiladas garras. Estaba cubierto por una gruesa capa de escamas rojas que recordaban a una armadura oriental. Sus ojos, de color amarillo apagado con una pupila similar a la de un felino, observaban con desprecio al pueblo aterrado.

– ¿Cuándo dejaréis de interferir en mis planes? ¿No veis que ya he ganado? –dijo el ente a los valientes caballeros que se enfrentaban a él para proteger a la gente de la ciudad. Su voz era grave y siseante, típica de una serpiente. –Contemplad las tierras en las que os he obligado a vivir. Decidme, ¿cuándo fue la última vez que os sentisteis seguros? –prosiguió el ente, observando la tierra nevada y desolada, completamente vacía. –Además, vuestra princesa está agotada y cerca de su límite –Añadió el ente, solo para ver cómo los caballeros se abalanzaban hacia él para contraatacar. El ente los miró con desprecio y la boca de serpiente en la parte inferior de su cuerpo se abrió para lanzar un ataque aural.

Rápidamente, una persona se interpuso entre los caballeros y el ataque del ente. Era una joven de aproximadamente dieciocho años, con cabello de un brillante tono azul claro, similar a la luz de la luna. Poseía una cola y orejas de lince. Vestía prendas cortas de alta calidad, confeccionadas con una tela mágica que, a pesar de dejar su ombligo al descubierto, le brindaba calidez en las zonas nevadas más frías de Varah. Además, llevaba una capa de color azul oscuro, símbolo de haber alcanzado el rango de bruja, el nivel más alto entre aquellos que practican la magia. Sus ojos resplandecían en un brillante color amarillo, y lucía joyas doradas con sellos mágicos incrustados en ellas.

 La chica alzó la mano hacia el ataque del ente, generando rápidamente un enorme sello mágico del que emergió una poderosa formación de hielo, actuando como un escudo para los caballeros. El ataque del ente colisionó con la formación de hielo, que resistió sin ceder hasta que el ente cesó su ataque. Exhausta, la chica llevó la mano al brazo que invocó el círculo mágico. El ente retomó su postura erguida y observó a la chica con expresión burlona.

–¿Cuánto tiempo crees poder resistir? Cada vez pareces más cansada, mientras yo permanezco inalterable. Sabes perfectamente por qué aún no he destruido tu miserable tierra –dijo el ente con claro desprecio. En ese momento, el viajero saltó lo suficientemente alto como para propinarle al ente una abrumadora patada en la cabeza, derribándolo con gran fuerza hacia el suelo. El viajero aterrizó controladamente frente a la chica, dejándola impresionada no solo por su fuerza, sino también por sus ojos.

–Es un placer conocerte al fin –Dijo el viajero, lleno de determinación. La chica examinó detenidamente la apariencia del viajero, adoptando una postura más seria al comprender el significado de sus ojos.

–El... El deiak... –susurró para sí misma, dándose cuenta de que el ente también había reconocido quién era.

–Unos ojos que miran hacia el infinito y una mirada llena de determinación... –Dijo el ente, anonadado por la persona que tenía frente a él. El ente se levantó y miró a la chica, tratando de ocultar su asombro. –Escúchame bien, princesa del renacimiento, no siempre podrás proteger a todos. Volveré y te aseguro que iré directo a mi objetivo –Dijo el ente antes de marcharse a gran velocidad.

 El deiak se volvió hacia la princesa cuando ella se acercó para hablar, pero antes de dar un solo paso, ella se desplomó, cayendo en los brazos del deiak, quien la sujetó para evitar que se precipitara al suelo.

Al día siguiente, la princesa convocó al deiak a su castillo, por lo que este fue escoltado hasta el trono de la princesa por un caballero.

– La princesa está exhausta. Amon ha estado intentando tomar esta tierra día tras día, y la princesa apenas ha logrado mantenerlo a raya. Sin embargo, sabemos que Amon se está conteniendo porque debajo de estas tierras se encuentra una de las minas del renacimiento –Explicó el caballero mientras caminaba junto al deiak. –Esas minas son el lugar donde las almas toman forma de ekanitas. Si Amon llegara a ellas, podría utilizar su energía vital como un arma, destruyendo el alma que reside en su interior.

La princesa esperaba sentada en su trono la llegada del deiak, mientras una de sus sirvientas estaba de pie a su lado, dudando si era una buena idea.

– Princesa, no entiendo por qué quiere pedirle ayuda. Si él fuera el deiak, llevaría consigo "el diamante de Varah", pero no lo vi en su posesión. Por lo tanto, aún no ha sido reconocido como el deiak –Dijo la sirvienta, expresando sus dudas. La princesa apartó la mirada de su sirvienta y adoptó una postura más seria.

– El anillo de fuego, Dyrnwyn y sus ojos son pruebas suficientes para mí –explicó la princesa–. Es evidente que está siendo puesto a prueba, pero mi responsabilidad es darle mi bendición.

Pocos segundos después, las puertas de la sala del trono se abrieron y apareció el deiak, quien dio unos pasos y se quedó inmóvil al ver que la princesa se levantó para acercarse a él. Ambos tuvieron una expresión seria al encontrarse cara a cara.

– Mi nombre es Halia Lunanova, soy la princesa de Ciudad Lusin y protectora de la mina del renacimiento –Dijo la princesa, arrodillándose y suplicando ayuda.– Mi pueblo y yo ya no podemos más, por favor, ayúdenos. Todos los caballeros y sirvientas presentes quedaron atónitos al ver a su princesa en tal situación. –Por favor, presta tu fuerza. Si existe alguna posibilidad de vencer a Amón, sé que podrás encontrarla –Añadió, con las manos temblorosas–. Estoy cansada, odio admitirlo, pero estos años me han agotado mentalmente. El deiak la miraba seriamente, atendiendo a sus palabras. –Sin embargo, no en vano me he enfrentado a Amón durante años. He logrado descifrar su habilidad: tiene la capacidad de conocer los secretos de las personas –explicó la princesa.

–Bien, te ayudaré –dijo el deiak, mostrando una leve sonrisa en su rostro. La princesa se sorprendió por un momento ante su respuesta, pero rápidamente se puso de pie y adoptó una postura seria.

–No estoy del todo segura, pero absorberé la habilidad de Amón. Sé que si obtengo esa habilidad, podremos descubrir las habilidades de los entes y nos será más fácil crear una estrategia. Esta es una oportunidad que no podemos dejar pasar –Declaró la princesa con seriedad. En ese momento, una de las sirvientas habló confundida.

– No entiendo por qué quieres ayudarnos. ¿Qué esperas obtener de esto? –El deiak apretó los puños con determinación.

– Cumpliré mi promesa: traeré la paz al reino de Varah. Eso es todo lo que deseo –Explicó el deiak. En ese instante, la princesa recordó una carta que había llegado unos días atrás, proveniente de la princesa Kaira, la segunda mayor autoridad de Varah.

"Princesa Halia, por favor, cuando el deiak llegue contigo, dile que necesito verlo. Sé que me evitará por no haber podido cumplir una promesa que me hizo, pero no es culpa suya. No podemos permitir que recorra un camino tan difícil solo. Sé que las cosas han sido muy difíciles para él, al igual que para todas las princesas, pero creo en él. Creo que podrá unir el reino de Varah."

La princesa soltó una leve risa, pero repentinamente ella y el deiak sintieron un poderoso ataque acercándose a la ciudad. Se produjo una colosal explosión que desintegró la ciudad entera. Sin embargo, la princesa logró colocar a tiempo un sello que teletransportó a su gente a otro lugar y puso un sello de protección en el castillo. De entre el polvo y el humo de la explosión apareció Amón. Rápidamente, la princesa y el deiak corrieron hacia el lugar, tomando una postura desafiante frente a Amón, quien miró a la princesa con expresión burlona.

–¿Transportar a toda tu gente lejos de aquí es lo único que pudiste hacer? –Dijo, burlándose de la princesa y provocándola a enfurecerse– Deberías centrarte más en el desgaste de energía.

El ente miró al deiak y usó su habilidad en él, pero no pudo ver nada en especial.

–Ya veo, no hay nada especial en ti. Lo único en lo que destacas son esos ojos, y ya verás que me quedaré con ellos –Dijo Amón, alzando sus garras de forma agresiva. Tanto la princesa como el deiak se pusieron en alerta.

–Por fin he encontrado la entrada a la mina del renacimiento. No podrás evitar que me haga con las ekanitas –Amenazó Amón, clavando sus garras en su cuerpo y dividiéndose en varias serpientes que se alejaron del lugar. La princesa apretó sus puños furiosa.

–Deiak, si llega a las ekanitas, usará su poder y destruirá las almas en el proceso –Dijo con voz temblorosa.

–Comprendo. Llévame a la entrada –Respondió el deiak con un tono más serio, mientras recordaba sus encuentros pasados con alguien que usaba ekanitas.

Mientras ambos se dirigían a la mina, alguien oculto en un lugar oscuro llevaba a cabo sus experimentos. El lugar tenía una esencia tétrica, similar a una celda habitada por alguien que había caído en la locura. La única fuente de luz era una pequeña ventana por la que se filtraban los últimos rayos de sol del día. La persona dentro permanecía oculta en las sombras mientras recordaba sus experimentos anteriores.

–Ira... –dijo, recordando el combate del deiak contra el zombie que ocurrió hace casi un año. –Valor... –mencionó, evocando el enfrentamiento del deiak contra el coronel de la Guardia Real que traicionó a la reina. –Todo está saliendo según lo planeado, pero aún falta despertar un aura en ti... 

Tras varias horas de caminata, la princesa y el deiak llegaron a la entrada de la mina del renacimiento. Su apariencia era idéntica a la de una mina común, lo que les permitía pasar desapercibidos. Estaba ubicada no muy lejos de la ciudad y lo suficientemente oculta como para mimetizarse con el entorno, evitando llamar la atención de cualquier transeúnte.

–Esta es la entrada a la mina –dijo la princesa, sintiéndose incómoda por llevar a un desconocido a ese lugar. –Deiak, he dedicado mi vida a proteger este lugar. En lo profundo se encuentran las almas de aquellos que han fallecido y esperan el momento de reencarnar. Planeo proteger esas almas, acabaré con Amón y le arrebataré su habilidad –Dijo la princesa, con sus manos temblorosas que contrastaban con su tono de determinación.

–Estaré aquí para apoyarte –Respondió el deiak, intentando brindarle su apoyo. Halia se sorprendió por un momento, pero luego comprendió sus intenciones y soltó una leve risa.

–Por cierto, aún no te he preguntado tu nombre –Dijo Halia. El deiak mostró una leve sonrisa.

–Soy Aiden, Aiden Astross –Respondió. Ambos se estrecharon la mano para desearse suerte.

–Démonos lo mejor de nosotros, Aiden –Dijo Halia emocionada. Ambos se adentraron en la mina, preparados para enfrentarse a todo lo que se interpusiera en su camino.

Amón, por su parte, exploraba la mina en busca de las ekanitas hasta que de pronto sintió la energía de la princesa y de Aiden adentrándose en la cueva.

–Maldición, necesito más tiempo –Pensó Amón, reflexionando durante unos segundos sobre cómo retrasarlos. De repente, una idea llegó a su mente –Supongo que podré ver cómo luchas, deiak –Dijo, mientras la serpiente de su cola comenzaba a sisear ansiosamente.

Halia y Aiden corrían para llegar hasta Amón lo antes posible. De pronto, se vieron forzados a detenerse frente a una gran cantidad de serpientes, todas ellas más grandes que los dos guerreros juntos. Por el color y el tamaño de sus escamas, era evidente que eran parte de Amón. Rápidamente, las serpientes se abalanzaron para atacarlos.

Aiden desenvainó su espada llamada Dyrnwyn, mientras que Halia sacó una gran guadaña negra y morada de un círculo mágico. Se encontraron rodeados por las serpientes, viéndose obligados a saltar para atacar y acabar con ellas una a una. Afortunadamente, sus armas eran capaces de atravesar la gruesa capa de escamas sin mucha dificultad, y las serpientes caían rápidamente bajo los ataques de ambos. Sin embargo, no dejaban de aparecer más.

En un momento dado, varias serpientes saltaron para atacar a Aiden, pero él logró repelerlas utilizando su atributo de fuego. Luego, las serpientes intentaron la misma estrategia con la princesa, pero ella logró repelerlas creando un golem de hielo con uno de sus sellos mágicos. Aiden la miró impresionado.

–Has creado un compuesto... –Dijo para sí mismo, recordando una conversación que tuvo en el pasado con su esposa sobre los atributos.

Varios meses antes de que Aiden despertara los Ojos del Infinito, él, Maya y Aria descansaban después de un duro entrenamiento. Aiden sentía curiosidad por los atributos, así que decidió preguntarle a Maya sobre ellos.

–Verás, mi amor, un compuesto elemental es cuando se combinan dos o más atributos. Por ejemplo, el agua y el viento crean el hielo, o en tu caso, si lograras combinar el fuego y la tierra, crearías el compuesto magma. La clave está en la imaginación y saber unirlos con magia –Explicó su esposa.

–También existen tres atributos adicionales. Uno de ellos es el rayo –Añadió Aria, tomando el relevo de la explicación.

–Y otro de ellos es el que poseo yo, el atributo astral –Comentó Maya. –Este atributo aprovecha la fuerza que existe en la vida, en pocas palabras, es la energía que no podemos percibir, pero que está ahí.

Tras casi media hora de luchar contra las serpientes de Amón, los guerreros comenzaban a sentir la fatiga.

–Esto no va bien. Necesitamos abrirnos camino. Por cada una que eliminemos, surgirá una nueva de sus restos. Lo importante es derrotar a Amón –Dijo la princesa, intentando idear un plan.

De pronto, todas las serpientes saltaron para atacarlos. Sin embargo, ambos reaccionaron rápidamente y, mientras avanzaban, lograron acabar con todas las serpientes que se interponían en su camino, permitiéndoles escapar del lugar sin mayores dificultades.

Aiden y Halia avanzaban por la mina, después de liberarse de las serpientes de Amón, necesitaban conservar energías, así que aceleraron el paso. Halia tomó la mano de Aiden y lo condujo en silencio hacia una cámara oculta entre las paredes, por si acaso Amón estaba escuchando. Las paredes de la cámara estaban repletas de ekanitas, cada una con formas únicas y colores vibrantes, lo que confería al lugar una atmósfera sombría.

–Afortunadamente, Amón no ha ingresado a esta cámara. Si seguimos este camino, podremos acceder a las cámaras inferiores –Explicó la princesa. Mientras avanzaban por la cámara, Aiden empezó a experimentar un intenso dolor de cabeza. Cuanto más rodeado estaba de las ekanitas, más intenso era su malestar. Rápidamente comprendió la causa de su dolor: podía escuchar voces emanando de las ekanitas, las voces de las almas en su interior, suplicando ayuda en un coro ensordecedor. Aiden se detuvo abruptamente debido al dolor, mientras Halia continuaba avanzando. Después de unos segundos, Halia se dio cuenta de que Aiden se había detenido y de repente, él lanzó un grito de dolor desgarrador, rodeándose de una energía verde. Halia quedó asombrada y luchó por mantenerse firme ante la gran cantidad de energía que Aiden estaba liberando. Poco después, las ekanitas comenzaron a desvanecerse alrededor de Aiden, y Halia comprendió lo que estaba sucediendo.

«¡Está cometiendo tabú sin ser consciente de ello!» Rápidamente intentó acercarse a Aiden, pero la energía que estaba liberando era demasiado intensa para acercarse demasiado. Al darse cuenta de esto, la princesa comenzó a liberar su propia aura en grandes cantidades para repeler la energía de Aiden. «Debo llegar hasta él antes de que su vida corra peligro». Su estrategia dio resultado, ya que se acercaba cada vez más a Aiden. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, lo abrazó con delicadeza y le dio un beso en la frente. En ese momento, Aiden cerró los ojos y la energía cesó.

Aiden luchaba por despertar, pero sus párpados eran pesados y sólo podía vislumbrar colores cambiantes de manera incoherente. A lo lejos, escuchaba una voz que parecía susurrar, reconociéndola como la voz de la princesa Halia.

–Aiden, debes escucharme. En este momento, estás experimentando el dolor que sintieron las almas atrapadas en las ekanitas. Debes aferrarte a tus recuerdos más felices, de lo contrario, esos sentimientos te consumirán por completo –Le advirtió Halia. Aiden siguió las indicaciones y comenzó a buscar en sus recuerdos un momento de felicidad. No pasó mucho tiempo antes de que recordara el momento en que renovó sus votos con Maya y se convirtieron en un matrimonio oficial.

La pareja se encontraba nuevamente en la misma colina donde se habían conocido. La luna azul brillaba sobre ellos mientras se contemplaban, llenos de felicidad y amor. Maya fue la primera en hablar, su voz temblorosa reflejaba tanto su nerviosismo como su alegría.

–Ambos hemos elegido unir nuestras almas. Me entrego a ti sabiendo que la magia de nuestro amor radica en caminar juntos en la prosperidad y la adversidad. Quiero ser tu cómplice y que tú seas el mío por el resto de nuestras vidas –Dijo la joven con una sonrisa radiante y las mejillas sonrojadas. Aiden la miraba a los ojos, también sonriendo, y dijo:

–Mi amor por ti es "infinitus". –Maya miró a su esposo con confusión, ya que no entendía esa palabra. Aiden continuó explicando: –Significa que no tiene ni puede tener límites. –Maya sonrió felizmente y acarició el rostro de su esposo.

La princesa Halia sujetaba con delicadeza la cabeza de Aiden, esperando que despertara con una expresión afligida.

–Vinimos aquí para proteger las ekanitas, pero al final fuiste tú quien las destruyó –Dijo Halia, mirando a Aiden–. Ni siquiera sé cuánto tiempo de vida te queda. –Las manos de la princesa empezaron a temblar–. No sé qué hacer cuando despiertes. No puedo contarte que destruiste las almas de muchos, ni tampoco que tu esperanza de vida se ha reducido. No tienes la culpa, las ekanitas reaccionaron ante ti.

Lentamente, Aiden abrió los ojos, sintiéndose mareado y confuso.

–Princesa... ¿Qué ha sucedido? –Preguntó Aiden. La princesa se sorprendió ligeramente al ver que Aiden se despertaba y pensó rápidamente en qué decir.

–No ha pasado nada. Estabas muy cansado y te echaste una siesta –Respondió con tono serio. Aiden se puso de pie, sintiéndose aliviado.

–Hemos tenido un contratiempo por mi culpa, lo siento –Dijo Aiden, sintiéndose incómodo por lo sucedido.

–No te preocupes, todos necesitamos descansar en algún momento –Respondió la princesa con calma.

–Pongámonos en marcha –Dijo Aiden. Cuando se preparaba para avanzar, la princesa apoyó sus manos temblorosas en el suelo.

–Aiden, debo proteger este lugar. Aquí descansan muchas almas: gente inocente que murió a manos de los entes, héroes de guerra que lucharon con valentía... –Aiden miraba a la princesa preocupado por sus palabras mientras Halia buscaba el valor para hablar–. Incluso el alma de mi madre, que perdió la vida hace muchos años luchando contra Amón... –La princesa miró a Aiden a punto de llorar, pero notó que él le ofrecía su puño para que ambos chocaran los puños. Sus siguientes palabras, aunque breves, lograron calmar a la princesa.

–Confía en mí –La voz de Aiden estaba llena de una determinación contagiosa, tanto que logró arrancarle una sonrisa llena de esperanza a la princesa, quien aceptó el choque de puños.

Tras avanzar durante mucho tiempo a un ritmo constante, los guerreros lograron llegar hasta Amón, quien se vio detenido el tiempo suficiente al tener que elegir un camino en una bifurcación.

–No permitiré que sigas adelante, Amón –Dijo la princesa con determinación, sorprendiendo al enorme ente. Tanto la princesa como el deiak avanzaron hacia él con determinación.

–Grandes palabras para una criatura tan pequeña –Respondió Amón con tono burlón. La princesa volvió a sacar su guadaña de un sello mágico, mientras que Aiden desenvainaba Dyrnwyn. Amón decidió tomar en serio el próximo combate y utilizó su habilidad sobre ambos.

Amón fijó su mirada en Halia y comenzó a leer.

«Homakana, la guadaña del juicio. Nunca has logrado usar su efecto, que es 'insta kill'. Para activar este efecto, debes estar en un estado moribundo, y al usarlo, el enemigo caerá con un solo golpe. Has despertado un aura, el aura de la templanza, una virtud relacionada con la justicia.»

Luego, Amón centró su atención en Aiden y leyó su información.

«Dyrnwyn, la espada de los sentimientos. Su efecto permite materializar tus emociones, adoptando la forma en la que te percibes a ti mismo en relación con ese sentimiento. Tienes dos auras despertadas: el aura de la ira y el aura del valor. Un ser que posee un aura positiva y una negativa no es más que una aberración...»

Amón continuó leyendo y quedó paralizado por lo que vio.

–¡Esto no estaba aquí! ¿Cómo has logrado obtener una habilidad? ¡Exijo que me lo digas! ¿Cómo has adquirido esta capacidad? –Exclamó Amón. Aiden y Halia saltaron rápidamente y le propinaron un poderoso golpe que lanzó al ente a través de la pared. Amón seguía mirando a Aiden, anonadado por lo que acababa de presenciar.

«No puedo creerlo... una persona con una habilidad... Y además, una del tipo autónomo...» pensó Amón. Aiden y Halia se acercaron rápidamente a Amón y le golpearon con una patada en la cabeza, lanzándolo por los aires.

 Aiden y Halia continuaron golpeando a Amón sin descanso hasta que cayó al suelo. Mientras avanzaban hacia él, Amón los observaba con asombro. En ese momento, los guerreros no dejaron de atacar con sus regalos. Cuando tuvo la oportunidad, Amón lanzó cientos de serpientes, y Aiden y Halia apenas lograron esquivarlas con dificultad. Aiden se abrió paso hasta llegar a Amón y le propinó un poderoso ataque aural sin forma, mientras Halia se ocupaba de las serpientes. Amón contuvo el ataque de Aiden con todas sus fuerzas, anonadado por el poder del deiak.

«Esto es absurdo. ¿Cómo ha incrementado tanto su fuerza en tan poco tiempo? ¿Será este el poder de la bendición?» pensó Amón, mientras sostenía el poderoso ataque de Aiden. Aiden hizo un último esfuerzo para que su ataque chocara contra la pared detrás de Amón, creando un gran agujero por el cual Amón cayó confundido. Desde una pequeña grieta en los laterales del agujero comenzaron a caer ekanitas. Aiden se percató de esto y saltó tras las ekanitas para alcanzarlas antes que Amón. El enorme ente utilizó un ataque aural para impulsarse y llegar hasta ellas lo más rápido posible.

 Halia se dio cuenta de la situación y su rostro se llenó de preocupación. "Si alguno de los dos alcanza las ekanitas, será una catástrofe..." pensó la princesa mientras levantaba su guadaña con determinación, apretando el mango con remordimiento. "Lamento mucho esto. Mis más sinceras condolencias." Halia envolvió el filo de su guadaña con su aura y, con un poderoso movimiento, lanzó su aura hacia las ekanitas, destruyéndolas todas al instante.

 Aiden miró atónito a Halia, sorprendido por lo que acababa de hacer. No podía entender por qué destruyó tantas almas. Amón se quedó paralizado al ver cómo las ekanitas se desvanecían frente a él. Con una mirada seria, giró la cabeza hacia la princesa, quien apretaba con culpabilidad Homakana.

–¿De verdad te has atrevido a destruir las ekanitas? –Dijo el gran ente, sus manos temblaban, demostrando que, a pesar de su postura relajada, contenía una enorme furia. En ese momento, Amón soltó un fuerte rugido furioso y empezó a liberar una gran cantidad de aura–. ¡Tanto tiempo... tantos años para esto! –Las afiladas garras de Amón relucían en color morado por la energía que estaba liberando. Aiden cayó junto a Halia y se preparó para desenvainar a Dyrnwyn cuando fuera necesario.

 Amón se movió a una velocidad tal, que escapaba a la vista de Aiden. En un abrir y cerrar de ojos, envolvió a ambos guerreros con la serpiente de su parte inferior, apretando con la fuerza suficiente para estrangularlos lentamente.

–Primero te arrancaré los ojos antes de que aprendas a usarlos, después de todo, es demasiado poder para ti –Amenazó Amón. En ese momento, las paredes de la mina se congelaron y un enorme bloque de hielo cubrió a Aiden y a la serpiente de Amón, inmovilizando al ente. Halia se encontraba sobre el bloque de hielo, sosteniendo su guadaña con determinación.

–¿Qué te está pasando? Tu compañero... –Dijo Amón, anonadado por la audacia de la princesa.

–Él estará bien. Pero no puedo decir lo mismo de ti –Respondió Halia, alzando el filo de Homakana. Con un movimiento certero, separó a Amón de la serpiente bajo sus caderas. Amón gritó de dolor mientras caía al suelo. Halia se preparó para atacar de nuevo mientras observaba cómo la causa de sus pesadillas quedaba indefenso frente a ella.

–¡Eso ha sido por mi madre! –Exclamó la princesa furiosa, lanzando otro ataque y cortando las manos de Amón, dejándolo incapacitado–. ¡Y eso ha sido por mi gente! –Desde el hielo, Aiden observaba el ataque mientras intentaba fundir el hielo utilizando su atributo de fuego. Halia pisoteó el pecho de Amón, quien la miraba enfadado, y colocó el filo de Homakana en su cuello.

–¿Por qué estás obsesionado con las ekanitas? Sabes muy bien cuál es el precio por usarlas –Advirtió la princesa, acercando aún más su guadaña al cuello de Amón para dejar clara su determinación.

–¿Sabes en qué consiste la omnisciencia? Sería muy estúpido por mi parte contarte mi plan –Respondió Amón con tono serio–. Hay muchas cosas que no sabes, princesa. Luchas por un mundo de mentiras. –Halia apretó el mango de su regalo, frustrada.

–No importa si no quieres contarme nada. Absorberé tu habilidad, y sé que solo hay un ente que sabe lo mismo que tú. Descubriré todos sus secretos –Declaró Halia con determinación. La expresión de Amón cambió a una de profundo odio.

–¿Vas a robar mi habilidad? ¿No sabes que lo más valioso para nosotros es nuestra habilidad? No podemos soportar que se burlen de ella. ¿Y tú te atreves a decir que robarás mi habilidad? –En ese momento, Amón se rodeó con su aura, forzando a Halia a alejarse lo más rápido posible. Las extremidades amputadas de Amón volvieron a crecer rápidamente y comenzó a expulsar aura con furia renovada.

 Sin dudarlo, Halia saltó y le propinó a Amón una patada en la cara, enviándolo volando a gran distancia. Rápidamente, Halia corrió tras él, lista para atacar con Homakana. Amón recuperó rápidamente la compostura y bloqueó los ataques de Halia con sus garras. La princesa continuó atacando sin descanso, aprovechando el terreno helado que podría jugar a su favor. Si Amón, al igual que las serpientes, era de sangre fría, podría comenzar a sentir los efectos del frío.

 Por otro lado, a cierta distancia, el bloque de hielo que mantenía a Aiden retenido comenzó a mostrar grietas.

 Halia continuaba atacando sin descanso, aprovechando la ventaja en el combate. Amón bloqueaba todos sus golpes, impresionado por la determinación de la princesa. Sin embargo, cuando Halia intentó golpearlo con un ataque aural, una de las serpientes de Amón emergió del suelo y atravesó a la princesa con sus afilados colmillos. Halia miraba al techo, aún procesando lo que acababa de suceder.

–Si supieras lo mismo que nosotros, acabarías uniéndote al lado de la soledad, princesa del renacimiento –Dijo Amón, mirando con arrogancia a Halia–. Ahora, gracias a vosotros, he aprendido una valiosa lección.

La serpiente que había atrapado a Halia apretó con más fuerza, provocando que soltara un fuerte grito de dolor. Amón continuó lanzando ataques aurales uno tras otro, su poder era tan devastador que cada vez que atacaba, Halia se veía completamente envuelta en su aura.

–Terminaré contigo lentamente, al igual que hice con tu madre. Acabaré con la última esperanza que le queda a tu gente –Dijo Amón, mientras seguía atacando repetidamente–. ¿Cómo se siente saber que no tuviste la fortaleza para proteger a las personas a las que juraste que nada malo les sucedería?

Las fuerzas de Halia se desvanecían y ya no podía oponer resistencia alguna. Amón prosiguió hablando con determinación:

–Y una vez tenga los ojos del infinito, nadie podrá detenerme.

Sin embargo, en medio de su sufrimiento, Halia soltó una leve risa y con un movimiento de sus dedos, congeló la parte inferior del cuerpo de Amón, inmovilizándolo instantáneamente.

 Aiden había destruido el bloque de hielo y se lanzó a atacar al gran ente, alejándolo de Halia y liberándola de la mandíbula de la serpiente. Cargó con ella, ya que parecía incapaz de mantenerse de pie.

–Tranquila, me encargaré de esto ahora –Dijo Aiden, mientras sostenía a Halia. Amón miraba a Aiden con terror, sin saber de lo que era capaz.

–¡Maldición! No debería haber subestimado el poder de la bendición –Dijo Amón tembloroso.

 Aiden dejó a la princesa en el suelo y saltó, preparando una bola de fuego en su mano.

«Una habilidad, una espada poderosa, el atributo fuego y esos ojos. Todo eso junto lo convierte en una amenaza, pero sin el diamante de Varah aún tenemos una oportunidad», pensó rápidamente. La bola de fuego en la mano de Aiden creció rápidamente hasta volverse colosal. Lanzó la gigantesca bola hacia Amón, quien no tuvo tiempo de bloquearla. Halia quedó impresionada por el enorme poder de Aiden, comprendiendo que antes se estaba conteniendo. En ese momento, Aiden empujó con más fuerza la bola de fuego, creando un enorme cráter.

En cuanto Aiden cesó su ataque, Amón desapareció. Halia y Aiden celebraron un poco por su victoria.

–Muchas gracias, Aiden. Ahora absorberé su habilidad –Dijo Halia, avanzando hacia el cráter y preparándose para absorber la habilidad.

De pronto, del enorme cráter empezó a salir una enorme cantidad de aura de color morado. A través de la gran cantidad de aura podía verse algo: un enorme corazón flotante, cuyas venas eran las serpientes de Amón. Ambos se sorprendieron mucho, y Halia no entendía qué estaba pasando.

–Su forma bestial, los entes lo usan como último recurso –Explicó Aiden, recordando su enfrentamiento anterior con un ente bestial.

–No podemos permitir que salga de aquí, debemos acabar con él de una vez por todas –Dijo Halia, comprendiendo la gravedad de la situación.

Aiden asintió y en ese momento Dyrnwyn empezó a brillar con un tono dorado, envolviendo también a Aiden en la luz resplandeciente. Al disiparse el resplandor dorado, Aiden había experimentado una transformación: su cabello se había vuelto más largo y adquirió un color plateado con mechas azules, sus ojos brillaban en un azul intenso, su piel había adquirido un tono bronceado y unas marcas rojas se extendían desde los lados de su cuello, cruzando lateralmente su cuerpo hasta llegar a sus manos, mientras emanaba un aura dorada. Aiden se lanzó hacia Amón, corriendo cada vez más rápido.

–No lucharás solo –Dijo Halia, creando un gran círculo mágico bajo sus pies.

Amón dirigió su mirada hacia Aiden y usó su habilidad en él, dándose cuenta de que su habilidad había cambiado: "Premura". Sin embargo, nunca había usado su efecto. Furioso, atacó a Aiden con una ráfaga de aura proveniente de tres de sus serpientes. Aiden corría cada vez más hacia Amón cuando, de pronto, el tiempo pareció detenerse a su alrededor, permitiéndole neutralizar las ráfagas de aura de Amón al envolver a Dyrnwyn con su atributo fuego y cortar también el cuerpo en forma de corazón de Amón. Rápidamente, Amón se preparó para otro ataque aural, pero esta vez lo lanzó hacia el exterior, arrasando todo lo que se encontraba sobre ellos.

–¡Aiden, sus ataques están dirigidos hacia el exterior! Debemos bloquearlos y acabar con él antes de que sea demasiado tarde –Dijo Halia, mientras aún preparaba su sello mágico.

 Amón se preparó para lanzar el siguiente ataque, mientras Aiden corría rápidamente hacia la trayectoria de la gran esfera de aura morada. En su modo valor, Aiden utilizaba todas sus fuerzas para detener la esfera. Aunque lograba detener su avance, no podía hacerla retroceder lo suficiente como para acabar con Amón. En ese momento, Halia llegó envuelta en una colosal armadura de hielo para ayudar a Aiden a sostener la esfera de aura.

–Nada mal, princesa –Dijo Aiden, soltando una leve risa al ver las habilidades de Halia.

–No podemos permitir que esto salga, ¡debemos aguantar un poco más! –Exclamó Halia, sosteniendo con todas sus fuerzas la enorme esfera.

–Da igual lo que intentéis, ¡nunca podréis acabar con nosotros! –Gritó Amón desde sus múltiples cabezas.

Halia, gracias a su armadura, logró sostener la esfera y la levantó sobre su cabeza, frenando su avance.

–¡Aiden, ahora! –Gritó Halia. Aiden no dudó y corrió hacia Amón a gran velocidad. Desenvainó a Dyrnwyn, cuyo aspecto había cambiado a una espada medieval de gran tamaño, y separó las múltiples serpientes del enorme corazón. Halia vio la oportunidad y, antes de que las serpientes tocaran el suelo, lanzó la enorme bola de aura hacia el enorme ente. Una gran explosión retumbó en la sala mientras el cuerpo de Amón se desvanecía en el aire. Halia extendió sus brazos y, con un simple sello, un destello de luz la envolvió, absorbiendo la habilidad de Amón.

Halia cayó agotada al suelo tras la intensa pelea. Aiden, ya habiendo recuperado su forma original, se acercó a ella y le ofreció su mano para ayudarla a levantarse. Halia tomó la mano de Aiden y juntos soltaron una leve risa de alivio.

Al día siguiente, Aiden y Halia se dirigieron a los límites de la ciudad para despedirse.

–Más allá de estas llanuras encontrarás un vasto mar, se dice que ahí se esconde el anillo de agua –Dijo Halia señalando al este–. Y más adelante encontrarás "Ciudad Promesa", ahí encontrarás a la princesa Alina.

Aiden asintió y antes de que diera un paso, fue detenido por la voz de Halia.

– Una cosa más, me gustaría que tuvieras esto –Dijo Halia sacando un brazalete dorado con sellos mágicos grabados en él de su bolsillo–. Según se dice, conforme el deiak se haga más fuerte, su energía sería tanta que no podría controlarla. Por eso mi madre creó esto, para evitar que tu energía se descontrole.

Aiden sonrió levemente y se puso el brazalete en su brazo derecho.

–Te lo agradezco –dijo Aiden, sacando una sonrisa en el rostro de Halia.

–No, gracias a ti –respondió Halia.

–Espero que nos volvamos a ver algún día –Dijo Aiden ofreciendo un apretón de manos.

 –Estaré esperando ese día –Respondió Halia, aceptando el apretón de manos.

 Aiden avanzaba y cuando se alejó un poco, Halia decidió probar su habilidad sobre él.

«Habilidad: "Evolución". Te permite aprender y adaptarte ante cualquier situación que se te plantee »leyó Halia para sí misma.

Halia sonrió llena de esperanza.

«La cuarta era está cada vez más cerca. Cuídate mucho, Aiden Astross.»