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Chapter 3 - Capítulo 3

Anya

Seattle-- 13 de septiembre.

Abro mis ojos y de inmediato los vuelvo a cerrar. Tengo demasiado sueño. Mucho.

Y las suaves sabanas y la increíble cama y almohadas no me daban permiso de levantarme todavía.

Cuando veo el cuadro de una flor frente a mí me incorporo de golpe. Frunciendo el ceño.

Cuando bajo mi mirada veo una larga playera negra cubriéndome estoy completamente segura de que no estoy en casa.

Entonces caigo en cuenta de ayer y todo lo qué pasó. Suspiro pesadamente antes de girar sobre mi costado mientras mi piel hace contacto con la increíblemente suave, delicada y cómoda seda.

La puerta se abre de golpe y me sobresalto antes de ver a Aleksei entrar cargando unas bolsas. Me pregunto brevemente donde estará mi ropa.

-Ponte de pie y cámbiate. Tengo mierda que hacer y además debo ocuparme de algo muy importante más tarde- dice y ruedo los ojos.

¿Puedes ser más frío o idiota?

-Buenos días a ti también- murmuro con ironía.

-Anya- su tono tiene advertencia.-no lo fuerces. No estoy para jueguitos, entiendes?

Asiento levemente.

-¿Bien, está habitación, está bien o quieres cambiarte a otra?

Esta habitación fácilmente es la más bonita en la que he estado.

-Me gusta esta habitación.

-Apresúrate a bañarte y cambiarte. Tu ropa está en el armario. Tienes muy poca, por cierto.

Abro la boca para decirle que es un imbécil, pero me calla cuando sigue hablando.

-Te conseguí algo de ropa, creo que te gustara- indica antes de dar media vuelta. Dispuesto a salir.

-Aleksei- lo llamó. ¿Él voltea a mirarme brevemente.-quien me cambio?

-Yo- dice, como si acaba de preguntar la cosa más estúpida del mundo.-ya he visto todo eso, nena. Me sigue gustando mucho la vista- asegura.

-¿Supongo que eso fue un cumplido?

Él solo ignora mi pregunta y sale de la habitación. Cerrando la puerta detrás de él.

* * *

La casa de Aleksei podía ser descrita muy fácilmente. Y en muy pocas palabras.

Enorme, elegante, lujosa y jodidamente envidiable.

Entre a dos habitaciones antes de encontrar el comedor. Una parecía una oficina no equipada y la segunda una habitación del tamaño de un departamento pequeño con varias estanterías de libros con un sofá en forma de L.

Pero ahora sabía que estaba en el primer piso junto a la sala.

También había descubierto que si bien había varias habitaciones. La mayoría que descubrí solo tenían una cama de dos plazas y un cuadro simple en la pared.

-Usted debe ser la señorita Kozlov.

Una suave y dulce voz de una mujer se escuchó detrás de mí.

Voltee a ver a una mujer de unos 45 años. Sonriéndome abiertamente.

-Soy Sabrina, es un placer conocerla.

No pude evitar responder a su encantadora sonrisa.

-¿Que va a comer? ¿Algo en particular que quiera?

Hago una mueca. Mi estómago y yo no tenemos una buena relación estos días por lo que en realidad creo que comer no va a ser una buena opción.

-No tengo mucha hambre- murmuro y cuando ella parece un poco lastimada antes mis palabras me siento como mala persona.

-Ella va a comer- la voz de Aleksei se escucha detrás de mí. Volteo a verlo y alzo una ceja.-Sabrina, ella siempre que tiene que comer algo. No se trata de solo su alimentación. ¿Entiendes?

Los ojos de la mujer se abren con sorpresa y me sonríe un poco.

-Le traeré un poco de ginger-ale con unas tostadas francesas- me dice y sale. Encaminándose a la cocina.

Miro a Aleksei con el ceño fruncido.

-¿Era absolutamente necesario que dijeras que estoy embarazada?

-Tienes que comer. Y no me importa tener que obligarte, tienes que comer al menos tres veces al día. Sin excusas.

Abrí mi boca para replicar, pero él me callo al seguir hablando.

-Mi horario es una mierda, nena; hay semanas en las que estoy libre, pero también van a haber semanas en las que con suerte me verás un par de horas al día. No son mis decisiones, pero voy a intentar siempre estar disponible para las consultas y para cuando ya se acerque tu fecha. ¿Entiendes?

Asiento levemente asimilando sus palabras de a pocos, me gusta la idea de él intentando estar libre siempre para lo que tenga que ver con el bebé.

Van a haber semanas en las que con suerte vas a verme un par de horas.

No me gustan esas palabras, ni un poco. Eso significa que durante esas semanas puede haber algo importante y el tendrá que perdérselo.

-Voy a morir de aburrimiento- digo sin pensar dos veces en las palabras.

-Hablando de eso. Havel me contó que estudiaste contabilidad. Que te becaron y te graduaste en los tres primeros puestos.

Asiento lentamente porque me molesta cuando alguien nombra mi título que no uso por falta de oportunidades y sencillamente no tengo tiempo para buscar empleo. Además, que no hay tal cosa.

-¿Qué tiene eso?

-¿Todavía no lo captas? Trabajarás para mí, Anya.

Elevó mis cejas sin saber qué decir. Estoy aliviada porque una parte de mi temia que me la pasara encerrada en esta casa nueve meses.

-¿Haciendo que?

-Tengo varios negocios en Seattle, cafeterías, restaurantes, tiendas. Por ahora te harás cargo de mis restaurantes principales. Y una de mis tiendas está ganando muy poco. Necesito que analices los libros de contabilidad. Necesito saber si me están robando.

-¿Todos estos negocios son... legales?

Sus ojos se endurecen y el de tensa y vuelve frío.

-¿Crees que haría algo para que la madre de mi hijo fuera a prisión?

-No te conozco en lo absoluto, Aleksei- murmuro con cuidado.

-Podría fácilmente decir lo mismo de ti.

Elevo mis cejas e inspiro hondo, no me gusta su tono.

-No pareces de esos.

-¿Esos?

-Los que no dicen las cosas directamente.

-¿Puedo decir las cosas directamente, pero tú no quieres hablar de eso, verdad?