Anya
Miro al techo, sintiendo mis músculos doler y las nauseas persistentes aún en mi.
Las nauseas matutinas son una mierda.
Tomo otro trago de ginger ale mientras me incorporo antes de escuchar el toque en mi puerta de nuevo.
-Anya- la suave voz de Sabrine me hace saber que es momento de desayunar, y además de no querer comer, no me siento segura de ver a Aleksei después de lo de ayer.
Más que nada porque siento que de alguna manera le falle.
Después de que me fuera de regreso a mi habitación, escuche algunos gruñidos y ruidos sordos antes de escuchar el auto de Aleksei. El cuál regreso varias horas después.
Una parte de mi siente que debió haberse quedado, nunca fui alguien que dejara a una persona de lado cuando está tenía problemas.
Pero había dejado a Aleksei y no sabía cómo darle la cara ahora.
Camino silenciosamente hacia el comedor, abro mis ojos sorprendida de encontrar a Larisa en el lugar de Aleksei comiendo una tortilla de jamón y champiñones.
-Hola, cariño- me sonríe mientras camino hacia ella.
-Que haces aquí tan temprano?- pregunto confundida de que esté aquí.
-Escuche lo qué pasó ayer con Aleksei, Anton vino a hablar con él, están en su oficina. Quise venir a ver cómo estabas.
Sonrío ante su preocupación mientras me siento a su lado, tomando un tenedor y robándole de su comida. Ella ni siquiera se queja.
-Voy a prepararte para la reunión de la hermandad hoy. Te explicaré cómo funcionan las cosas, estarás lista- me promete.
Quiero preguntar sobre Aleksei, quiero saber qué pasó y porque está así, pero en cambio cierro mi boca y me dedico a comer durante le resto del desayuno.
No hay señal de Aleksei o Anton en ningún momento.
Miro con curiosidad a Larisa, quien solo conduce sin decirme a dónde vamos, solo me dijo que me esperaba en el auto y no supe mucho luego de eso, estaba demasiado ocupada pensando y repitiendo los eventos de la noche pasada para prestar atención.
-A donde vamos?
-La hermandad tiene una especie de lugar para pasar el rato, es una propiedad de ocho hectáreas a quince minutos de la ciudad, ahí es donde normalmente las mujeres pasamos el rato ya que es lo suficientemente grande para no tener que toparnos, yo no voy mucho. No me gusta estar cerca de las putas y no todas las mujeres son buenas, pero son mujeres al fin y al cabo. No nos conviene pelearnos entre nosotras.
-Porque?
-Nuestras acciones se reflejan en los hombres, si yo me peleará con alguna de las mujeres y terminara mal, o con alguna de las dos malheridas, Anton y su hombre tendrían que llegar a alguna clase de acuerdo.
-Como cuál?- pregunto, ahora realmente curiosa.
-Ya sea por medio de dinero, algunos miembros aceptan otras cosas pero también podría llegar al extremo de que una de las mujeres no vuelva a pisar ninguna de las propiedades de la hermandad.
Abro mi boca para hablar pero el celular de Larisa suena y ella, al mismo tiempo que conduce, responde.
-Hola cariño- saluda alegre antes de que su cara cambie drásticamente.-la perra hizo que? Donde? Él esta bien? Voy en camino, joder mataré a la perra.
-Tú decides Gatita-susurra en mi oído, electrificando mi cuerpo. -Amo... -Ya sabes, Cachorrita-dice Bastián pasando mi cabello para atrás-. O es con ambos o nos vamos a...
Ella cuelga y acelera con furia haciendo que incluso me asuste un poco.
-No planeaba ensañarte esto aún- suspira.-pero de igual manera lo ibas a aprender.
-No entiendo.
-Hay cosas que una mujer de la hermandad debe hacer, cuando se trata de putas o alguna mujer haciendo mierda que no debería, ahí intervenimos nosotras.
* * *
Sigo a Larisa quien sube las escaleras del edificio de departamentos con rapidez, a medida que nos acercamos, podemos escuchar gritos, ruidos y un llanto infantil.
Larisa no toca o llama a la puerta, ella solo saca algo que no alcanzo a ver y la puerta se abre.
Veo a un niño pequeño, de no más de un año acurrucado en la esquina, con lágrimas en su pequeña cara mientras sujeta su mano por la que sale sangre, Larisa corre a su lado, el pequeño levanta su mirada con timidez.
-Tia Li?- pregunta con voz suave. No hace falta decir que me derretí.
-Aquí estoy, cielo, no te preocupes, ahora; donde está mami, bebé? Está por aquí?
-Anna?- preguntó el pequeño con el ceño fruncido, como si no supiera que Anna y mami pudieran estar en la misma categoría. Señaló al pasillo.
Los ojos de Larisa se oscurecieron antes de mirarme, me acerqué instintivamente a ella.
-Bebé, ella es la tia Anya, va a cuidar de ti y revisará tu herida mientras yo hablo con mami, si?
Él solo asintió y Larisa se puso de pie antes de dirigirse a la habitación del pasillo.
Cabe decir que no tenía la menor duda de que ella no iba a hablar en absoluto.
-Déjame ver eso- murmuré, acercándome al chico, quien me mostró su herida, tímido.
Habían varias marcas de uñas a su largo de su mano y una parte del antebrazo, algunas lo suficientemente profundas para sacar sangre y otras de las que no sangraban pero iban cicatrizar igual.
Esperaba que Larisa pateara el culo de la zorra estupida de su madre, la perra merecía unos buenos azotes.
Que clase de madree hace eso a su hijo?
-Dueille, dueille mumo- las palabras mezcladas con hipos y lágrimas.
Él se acerca a mi mientras extiende sus brazos, pidiendo que lo cargue, lo sostengo en mis brazos mientras me balanceo y escucho ruidos en la habitación a la que entro Larisa.
Poco después la nombrada salió de la habitación arrastrando a una esquelética y débil mujer.
Mire su nariz, llena del polvo blanco seco, a continuación vi sus pupilas dilatadas.
-Luka, despídete de Anna; nunca la vas a volver a ver- Larisa apretó su agarre en el brazo de la mujer, con sus ojos fijos en el brazo que el nene tenía lastimado.
-Me lastimas, perra- se queja, grave error, vi con las cejas elevadas como con un solo un movimiento de mano por parte de Larisa, el codo de Anna está a la misma altura que su cabeza.
-Como me has dicho, puta adicta al crack?
-Perdón, perdón; joder, perdón- de inmediato lloriquea, incluso veo como las lágrimas se deslizan por su cara mientras le ruega a Larisa que la suelte.
Cosa que no pasa hasta que Larisa la suelta y la deja caer al suelo.
Me doy cuenta del pequeño y ahora relajado cuerpo se relaja contra al mío.
-Adosh- el nene incluso se despide antes de esconderse en mi cuerpo, como si buscara protección. Dejo un beso en su cabeza antes de que Larisa me de una señal con la cabeza hacia la puerta. Invitándome a salir.
-Y tú?
-Encerraré a la perra aquí, estoy segura de que Roman querrá lidiar con él personalmente.
Salgo del departamento mientras, aún con el nene en mis brazos, bajo las escaleras con cuidado de no tropezar, poco después escucho los pasos de Larisa detrás de mi.
-Parece qué hay un cambio de planes.
Terminamos de bajar las escaleras y escucho aún más súplicas y llanto, todas llenas de miedo.
-Larisa! Tienes que sacarme de aquí! No me dejes! Él me va a encontrar! Me va a matar! Ayúdame!
Miro a Larisa, quien sale del edificio como si nada.
-Tu crees que la maten?- le pregunto.-él no la mataría, es decir; es la madre de su hijo, no lo hará, cierto?
Ella me mira antes de simplemente decir;
-Eso no es algo que tu o yo tengamos que juzgar.