Aleksei
Me dejo caer sobre la silla de la oficina y ajusto mi corbata.
Jodido y estupido Havel Kozlov, el imbécil hijo de la gran puta, jodió las cosas a lo grande.11
Si tan solo Anya no estuviera embarazada las cosas serían tan distintas, probablemente solo hubiera dejado que los alemanes hicieran lo que sea que les viniera en gana con él.
Los malditos nazis. Su hermano tenía que hacer negocios con los nazis; pudieron haber sido otra mafia, pero no. Tenían que ser los nazis.
-¿Señor?
Eleve mi mirada para encontrarme con la de Mark, uno de mis hombres.
-Está en el sótano, pensamos que usted querría hacer el interrogatorio.
Asentí antes de ponerme de pie y dejar mi corbata en mi escritorio. Siempre terminaban manchadas de sangre cada vez que tenía que encargarme de estas cosas.
Baje las escaleras al sótano, había varias habitaciones y todas eran a prueba de sonido aunque no es como si pudieran escuchar, tenías que bajar dos pisos para llegar al sótano, además de que aunque se escuchara; nadie comentaría nada o llamarían a la policía, nunca lo hacían.
* * *
-Trae a todos a la sala juntas, tengo algo que decir.
Anton, mi mejor amigo y mano derecha pasa una mano por su cabello.
-¿Estás seguro de que es una buena idea, Alek? Ella todavía no tiene tres meses, cualquier cosa podría pasar..-
-No digas esa mierda- advierto con voz cortante.-solo jodidamente llámalos.
Él asiente y se pone de pie antes de salir de mi oficina, por un momento me pongo de pie para seguirlo pero vuelvo a sentarme.
-Maldita sea- suspiró antes de sacar un cigarrillo y darle una larga calada y abrir una botella de vodka.
Me doy un largo trago y casi no presto atención a la sensación en mi garganta cuando lo paso, después de tantos años mi garganta ya no quema como antes; solo quedó una leve molestia que desaparece después de segundos.
Jodida Anya, jodida ella y sus ojos azules con motas verdes que aunque ella no estuviera cerca aún me acechaban.
Tomo mi teléfono y llamo a Max.
-Como está ella?- es lo primero que pregunto cuando contesta.
-Está bien, se asustó cuando llegue, pero Sabrina le dijo quién era, le di los libros y está en la oficina. No ha salido desde entonces.
-¿Cuál oficina?
-La que tiene la vista bonita al invernadero.
Sonreí un poco, algo me decía que le gustaría esa.
-Llámame si hay alguna señal de que algo esté mal- ordeno.
-Señor, sí señor.
Cuelgo y sonrío un poco. Al chico aún le queda algo de militar en él.
Me levanto y después de unos pasos ya estoy en la sala de juntas donde todos me esperan.
-Señores, supongo que todos para ahora ya han escuchado sobre lo que pasó con Havel Kozlov, y además; de mi nueva… Conexión con su hermana- digo examinando cada cara en la habitación, esperando quién va a ser el primer hijo de puta lo suficientemente suicida para abrir la boca y lanzar mierda sobre Anya.
-Que seguridad tienes de qué ese niño siquiera es tuyo?
Elevo mi mirada encontrarme con los fríos ojos de Sergei, uno de los chicos con los que me inicié en la hermandad. Justo quien esperaba que abriera la boca para decir algo parecido.
-Alek- escucho la pequeña advertencia de Anton, como siempre, cuidándome de mis impulsos.
-¿Tú crees que nos buscaría mierda con los alemanes si no estuviera absolutamente convencido de que el chico es mío? No jodidamente me faltes el respeto a mí o a mi mujer así, porque hermano, recuerda quién es tu padre, él es la única razón por la que siquiera tienes el derecho de sentarte en esta mesa.
Veo como mis palabras le afectan y la piel en su cuello se colora ligeramente. Eso me hace sonreír.
-¿Mujer? ¿Vas a tomarla como tu mujer?
Miro a la expresión amarga y enojada de Dmitri. Joder, lo que me faltaba.
-Sí, ella será mi mujer- respondo firmemente.
-Y que pasara con…-
-No traigas mierda irrelevante a la mesa- advierto. Mi tono lo hace callar.
Miro las expresiones de todos los hombres, algunas varían; pero sé lo que todos tienen en mente. Lo que los preocupa.
Guerra con los nazis.
Y eso es algo que me preocupa a mí también. Porque usualmente sangre de ambos lados corre cuando tenemos esta clase de mierda sucediendo.
-Alguien tiene algo que añadir?- pregunto. ¿Cuando nadie dice algo vuelvo a preguntar.-algo de lo que quieran hablar?
-Tengo a un potencial nuevo miembro- habla Yefim.-tiene solo 23, mostró lealtad y quiere hayas un lugar en el que encaje. Y estoy seguro de que este jodidamente es ese lugar.
-Quienes responden por él?- pregunto.
Había media tonelada de requisitos y cosas que tenías que hacer para unirte a la hermandad, pero una de las más difíciles era encontrar a cuatro miembros que estuvieran dispuestos a responder por ti.
Aunque fueras hijo de un miembro que tuviera formado parte de la hermandad, aun así la mierda no era fácil, tenías que hacer medio millón de cosas que probaran tu lealtad, algunas podían ser tan raras como ir al bosque y acampar en medio de la jodida nada por una semana solo porque sí, o tan comunes como recoger a los invitados de la hermandad de algún lugar.
-Yo, Yevgeniy, Lyov, y Leonid.
Miro a los respectivos miembros, todos asienten en señal de que están seguros de lo que hacen.
-¿Entonces jodidamente tráelo aquí, asumo que ya sabe cómo va a tener que ganarse la confianza y derecho de estar aquí, cierto?
-Ya lo sabe. El chico no puede estar más emocionado.
Damos la reunión por terminada y siento los pasos de Anton seguirme, volteo para hablar, pero como siempre; el ya leyó mis pensamientos.
-Voy a llamar a Larisa para que vaya a tu casa y la ayude a adaptarse y a comprar para su nuevo estilo de vida- dice, como siempre, haciéndome las cosas más fáciles. El hijo de puta me leía a la perfección, justo como yo a él.
-Gracias, hermano- palmeo su hombro antes de seguir mi camino.
-¿Alek? ¿Era en serio lo de hacerla tu mujer? ¿Viste cómo reaccionó Dimitri, estás seguro de que quieres eso para Anya?
-Ella va a tener a mi hijo, para protegerla tiene que ser mi mujer; y si Dimitri o esa perra les dicen o hacen algo, los mataré a ambos.