—¡Creen una barrera! ¡Ataquen a distancia mientras se acercan! ¡Arqueros, disparen!—gritó Hiroshi, señalando hacia los demonios que se acercaban a gran velocidad.
Los demonios rompieron la barrera protectora con facilidad, cortando a muchos soldados en su camino. Las espadas brillaban con sangre, y las flechas volaban en el aire, mientras los magos invocaban gólems y bestias. Hiroshi, con la mirada fija y el corazón latiendo con fuerza, logró matar a uno de los demonios con la ayuda de sus compañeros.
—¡No retrocedan! ¡Arqueros, ataquen con todo!—gritó Ryuji, su voz resonando sobre el caos.
Los arqueros, apuntando y potenciando sus ataques gracias a los magos de soporte, formaron una fila y lanzaron flechas potenciadas al máximo con diferentes elementos hacia los demonios. Las flechas, encantadas con un hechizo de seguimiento, buscaban a sus objetivos con precisión letal. Lograron asestar a un demonio y matarlo. El campo de batalla se convirtió en una masacre. Aurora y su grupo observaban, sus rostros pálidos, mientras los soldados eran cortados con brutalidad.
El ejército del reino de Etharia, aunque poderoso, estaba siendo diezmado. Sin embargo, lograron matar a la mitad de los demonios. A lo lejos, el líder de los demonios observaba la masacre con una calma inquietante. Con una sonrisa torcida, creó una bola de energía oscura y la lanzó hacia el cielo, creando una explosión extensa y llamativa. Algunos soldados miraron la explosión con confusión, sin entender lo que había hecho. De repente, en plena batalla, apareció otro ejército conformado por elfos, trolls y hadas. Lo que más les sorprendió fue el dragón que venía en la última fila de ese ejército. El líder demonio se rió a carcajadas, gritando:
—¡Que empiece la diversión!
El capitán se dirigió al grupo de Hiroshi con un grito urgente:
—¡Vayan y derroten al líder de esos demonios, nosotros nos encargaremos del resto!
En ese momento, el demonio se teletransportó con rapidez al frente del capitán y le dijo con una voz cargada de malicia:
—No hace falta, yo personalmente vine...
Golpeándolo con el codo en la cabeza, Hiroshi, Kenjiro y Ryuji se prepararon y comenzaron a atacar juntos. El demonio esquivaba cada ataque con una sonrisa, su katana brillando con un aura oscura. Los tres guerreros se movían con coordinación, pero el demonio era demasiado rápido. Con un movimiento fluido, el demonio lanzó un corte que no solo esquivaron, sino que también afectó a los soldados cercanos, cortándolos por la mitad.
Con velocidad, el demonio le dio un rodillazo a Ryuji en el estómago, doblándolo de dolor, y una patada en el cuello a Kenjiro, derribándolo. Luego, creó una bola de fuego oscura en la mano y la lanzó a Hiroshi. Este se preparó para recibir el golpe y absorber el elemento, pero al intentar detenerlo con la mano, descubrió que era un elemento que no podía absorber o retener. La bola lo arrastró varios metros antes de explotar, lanzándolo por el aire.
Amadeo, presenciando todo esto, gritó con desesperación:
—¡Retírense de inmediato!
Freya, viendo la situación, corrió hacia Aurora, que estaba paralizada por el horror que veía a su alrededor.
—¡Aurora, reacciona! ¡Debemos ayudar! ¡De lo contrario, seguirán muriendo!—gritó Freya, desesperada, sacudiéndola ligeramente.
Aurora, con los ojos muy abiertos y llenos de lágrimas, murmuró, casi en un susurro:
—¿Qué es esto...? ¿Esto es la guerra...?
—Tenemos que salir de aquí, Aurora, Freya, Lili—dijo Amadeo, con la voz cargada de urgencia.
Observaban cómo el demonio golpeaba sin cesar a Kenjiro y Ryuji, sus cuerpos maltratados y sangrantes.
—Sé lo fuerte que eres, Aurora... es momento de demostrar de lo que eres capaz—murmuró Lili, sosteniendo la mano de Aurora con firmeza.
—Si vamos a morir, que sea juntos. Son los únicos que me aceptaron en la academia, y la pasé muy bien esos días. Sé que nos volveremos a encontrar con Ash y Kai—dijo Amadeo, intentando esbozar una sonrisa a pesar del terror.
Aurora, con lágrimas en los ojos, comenzó a tomar el control, gritando con determinación:
—¡Alístense para el ataque!
Freya, sin perder tiempo, comenzó a conjurar hechizos para curar a los heridos y potenciar a Aurora. Lili, con un movimiento de manos, levantó un muro de tierra y abrió una gran grieta en el suelo, alejando a los demonios e invocando gólems de tierra para ayudar en la batalla. Amadeo creó un escudo de agua alrededor de Lili para protegerla de cualquier ataque. Aurora, armada con su espada, corrió hacia el demonio. El demonio la vio y, riéndose, la incitó a acercarse más. Cuando sus armas chocaron, la fuerza del demonio hizo retroceder a Aurora.
De repente, Ryuji apareció por detrás, intentando cortar al demonio, pero se encontró con un escudo invisible que le impedía acercarse. El demonio, con una sonrisa cruel, le dio un codazo en el rostro. En ese instante, el demonio no pudo moverse, y un torbellino de viento lo rodeó. Al voltear, vio a Hiroshi, herido y con la armadura rota. El demonio gritándole con felicidad:
—¡Sigues vivo! ¡Haha!
Todos comenzaron a atacar al demonio desesperadamente mientras el ejército demoníaco y el dragón se acercaban. El demonio esquivaba los ataques con facilidad. Agarró a Ryuji y Hiroshi, lanzándolos hacia Freya, luego usó a Kenjiro como arma, golpeando a todos a su alrededor antes de lanzarlo contra Aurora, quien recibió el golpe.
El capitán, viendo la desesperada situación, gritó con fuerza, encerrando al demonio en una burbuja de agua y lanzándolo lejos. Se acercó al grupo de Aurora y les ordenó:
—¡Tienen que escapar de aquí, díganle al rey lo que está sucediendo! ¡Llamen al héroe Ezra, necesitamos su ayuda! ¡Corran!
Ryuji y los demás, aunque heridos y enojados, dudaron al principio, pero el capitán, enfurecido, les gritó:
—¡Ese enojo los matará! ¡No sean estúpidos, malditos mocosos! ¡Necesitamos que informen lo que sucede! ¡Largo de aquí!
Finalmente, entendiendo la gravedad de la situación, comenzaron a correr. El demonio rompió la burbuja y observó cómo su ejército y el dragón ya estaban en combate. Un elfo a su servicio le preguntó:
—¿Nos encargamos de ellos, señor?
El demonio, sonriendo, respondió:
—No es necesario, sé a dónde irán. Solo maten a estos humanos aquí.
Corriendo con desesperación y exhaustos, el grupo discutía a dónde dirigirse. Amadeo, el único que conocía bien la zona, sugirió dirigirse al terreno neutral, la ciudad de los mortales, donde los demonios no podían entrar. Todos coincidieron en que era la mejor opción, ya que el reino estaba demasiado lejos.
Finalmente, llegaron a la ciudad de los mortales sin saber que unas hadas los seguían, ocultando su presencia. Las hadas informaron al líder demonio, quien, recordando cómo acabó con el ejército después de que huyeran, mencionó que solo era cuestión de esperar, pues sus "juguetes" no debían escapar. Lo dijo mientras acariciaba a su dragón, que yacía a su lado.
En la ciudad neutral, el grupo se recuperó y conoció mejor entre ellos. Comprendieron las motivaciones y sueños de cada uno, lo que los inspiraba a seguir adelante. Descubrieron que Hiroshi, Kenjiro y Ryuji no eran malvados, pero estaban dispuestos a tomar decisiones difíciles sin dudar. Poco a poco, comenzaron a llevarse bien durante esos días de reposo, compartiendo sus historias.
Varios días después, el grupo estaba listo para partir al reino de Arcadia y contar al rey lo que sucedía en la zona de guerra entre Etharia. Compraron un carruaje con víveres y dejaron la ciudad de los mortales. En el camino, vieron un pueblo en llamas y se acercaron para ver qué sucedía. Al mirar al cielo, vieron al dragón lanzando llamas, quemando todo el bosque. El grupo, al ver al dragón, intentó escapar, pero de repente, entre las sombras, apareció el demonio, riéndose de ellos y llamándolos "juguetes". Ryuji exclamó:
—¡Maldición! ¿Cómo nos encontraste?
Sin decir una palabra, el dragón lanzó un aliento de fuego. Lili creó un escudo de tierra y Amadeo uno de agua, que Freya potenció, haciéndolos más resistentes. Aunque lograron protegerse del ataque, la zona quedó devastada. El demonio, observando la situación, mencionó que sería injusto pelear sabiendo que su dragón podría matarlos con facilidad. El dragón continuó atacando, pero el grupo respondió con todo lo que tenían. Hiroshi y Ryuji absorbieron el fuego del dragón, canalizándolo en sus espadas para atacarlo. Aurora apareció por debajo, atacando sus patas, mientras Lili creaba cadenas de tierra y lanzaba púas hacia el dragón.
Entre tantos ataques, el escudo del dragón se debilitó por unos segundos, momento que aprovecharon para herirlo. El dragón, furioso, intentó aplastarlos con sus garras, pero ellos lo esquivaron. Sin embargo, las alas del dragón los golpearon y los lanzaron por los aires. El dragón lanzó otro aliento de fuego hacia los heridos. Amadeo, usando toda su energía, creó una gran barrera de agua para protegerlos, pero quedó exhausto. Todos murmuraban que era su fin. Continuaron atacando con la misma táctica, pero esta vez sin Amadeo.
El dragón batía sus colosales alas, generando vientos huracanados que arrasaban con todo a su paso. Sin embargo, Hiroshi y Ryuji, gracias a su dominio del viento, permanecían firmes. Kenjiro, con una mirada decidida, concentró sus poderes de fuego y rayo, creando una esfera de energía incandescente. Con una explosión de velocidad, se lanzó hacia el dragón, llevando la bola de fuego a su lado mientras trazaba cortes precisos a lo largo del cuerpo del dragón. Ryuji, aprovechando el momento, saltó y desató una ráfaga de viento cortante que se estrelló contra las escamas del dragón, al tiempo que Hiroshi replicaba el movimiento.
Freya, jadeando y al borde del colapso, continuaba curando las heridas de sus compañeros, sus manos temblorosas reflejaban su agotamiento extremo. El demonio observaba la escena con una sonrisa torcida, disfrutando del caos.
—Vaya, parecían tener potencial, pero veo que el dragón está a otro nivel para ellos. Aunque también... veo que le han hecho daño. Debería añadir un poco de suspenso, ja ja.
El demonio aplaudió con fuerza, y cada palmada resonó como un trueno, creando violentas corrientes de aire que afectaron incluso a Hiroshi y Ryuji. El dragón, aprovechando la distracción, se lanzó hacia Amadeo. En un acto desesperado, Lili levantó un muro de tierra y creó una barrera, mientras todos unían fuerzas para detener al dragón. A punto de ceder, vieron una bola de fuego surcando el cielo y golpeando al dragón con una fuerza abrumadora, seguida por un golpe al demonio que lo lanzó por los aires.
Todos, sin entender la situación, se cubrieron del polvo. Poco a poco, mientras el polvo se disipaba, se sorprendieron al ver a Ash y Kai de pie ante ellos. Los dos héroes que los habían ayudado eran Ash Starwind y Kai Starwind. La sorpresa en los rostros del grupo eran evidentes.