El sonido de los pasos de Kai resonaba en la madrugada. Caminaba en soledad, con el rostro pensativo, incapaz de comprender por qué sentía esas emociones negativas que lo consumían, ni por qué esa pesadilla seguía atormentándolo cada noche. De pronto, se detuvo al darse cuenta de que había llegado a la entrada de la academia.
De la nada, apareció Eryndra detrás de él, intentando asustarlo. Sin embargo, Kai no mostró ningún signo de sobresalto ni reaccionó como ella esperaba. Esto le pareció tan aburrido que Eryndra dejó escapar un suspiro de decepción.
—Tsk, qué aburrido. Ni siquiera un grito… —se quejó, cruzando los brazos—. Supongo que te acompañaré a dar un paseo.
Kai no respondió, pero al cabo de unos minutos rompió el silencio con una pregunta directa:
—Dime... ¿quiénes rayos son ustedes y por qué me salvaron en ese momento?
Eryndra soltó una carcajada, riéndose a más no poder mientras empujaba suavemente a Kai en el hombro.
—¡Hahaha! ¡Por fin lo preguntas! Me sorprendió que tardaras tanto. —Hizo una pausa dramática antes de continuar—. Bueno, para decirlo de forma directa: somos las antiguas brujas… las siete brujas de los pecados capitales. ¡Boom, buah! —agregó mientras hacía gestos exagerados con las manos, como si imitara explosiones.
Kai levantó una ceja, sin entender.
—¿Brujas? ¿Pecados capitales? No lo entiendo. Nunca había oído hablar de ustedes, y mucho menos con el nombre de "brujas".
Eryndra puso cara de falsa indignación, llevándose una mano al pecho.
—¡Auch! Eso dolió. Pero es verdad... El mundo ha cambiado bastante. Hemos estado tanto tiempo selladas que nuestro nombre desapareció del mapa. —Sus ojos se tornaron melancólicos por un instante, pero rápidamente su actitud cambió—. ¡Pero no te preocupes! Cuando nos liberes, haremos que nos recuerden. ¿No te parece genial?
Kai ignoró su entusiasmo y, activando la habilidad de sus ojos rojos, añadió:
—Con estos ojos puedo ver la enorme cantidad de energía que posees. —Hizo una pausa, mirándola fijamente—. También tengo algo más... Aunque me maten, aparezco detrás de quien me mató en cuestión de segundos. ¿Puedes explicarme eso?
Eryndra sonrió, aunque su tono se tornó más serio.
—La primera vez que vi esa energía devastadora en ti, me sorprendiste. Y esos ojos… He oído historias. Hace muchos años nacieron tres niños con el poder de derrotar a los dioses que iniciaron esta época de guerra. Sin embargo, desaparecieron sin dejar rastro. Se rumorea que los dioses descubrieron su existencia y descendieron para asesinarlos, pero también se dice que los niños se ocultaron, temiendo morir a manos de los dioses. —Hizo una pausa y le lanzó una mirada curiosa—. ¿Quién sabe? Quizá seas descendiente de uno de ellos. O mejor aún… quizá tú seas el que pueda derrotarlos. Hahaha.
De repente, Eryndra comenzó a jadear, visiblemente exhausta.
Kai frunció el ceño al notar algo extraño.
—¿Por qué tu energía está siendo absorbida hacia el cielo…? —pensó, levantando la vista para observar cómo la energía ascendía lentamente en una corriente brillante.
Eryndra, aunque agitada, continuó hablando:
—Tuvimos contacto contigo porque fuiste el único que escuchó nuestro llamado. Tú y tu hermano poseen una energía… diferente. Como si no fueran de este mundo. —Se detuvo por un momento, buscando aire antes de agregar—: Pero, a diferencia de tu hermano, contigo logramos comunicarnos y usar algo de nuestra energía para ayudarte. No lo tomes a mal, pero al principio solo queríamos burlarnos de ti y ver cómo reaccionabas al liberar tu máximo poder. Y para nuestra sorpresa… lo lograste. Usaste tu energía negativa a tu favor.
Kai mantuvo su expresión seria mientras procesaba las palabras.
—Ya veo… Entonces, ¿quiénes son esos dioses? ¿Los has visto? ¿Qué pasará si libero a las otras brujas? ¿Cómo puedo encontrar las dungeons donde están? ¿Quiénes las sellaron? —preguntó rápidamente, una pregunta tras otra, ignorando por completo el estado de agotamiento de Eryndra.
Ella alzó una mano, pidiendo silencio.
—Lo siento… no puedo decírtelo. De hecho, creo que ya he hablado más de lo que debía. —Eryndra tambaleó, claramente agotada—. Demonios, tomé esto a la ligera… —pensó, apretando los labios.
Kai la tomó de los brazos, intentando mantenerla de pie.
—Solo será un minuto. Dime todo lo que sabes.
Eryndra lo miró con cansancio, pero asintió levemente.
—Te lo diré… pero necesito descansar primero. —Su voz era apenas un susurro.
Kai estaba a punto de insistir, pero sus ojos se desviaron hacia el cielo, donde toda la energía de Eryndra seguía siendo absorbida. Finalmente, suspiró.
—Está bien… vayamos a descansar.
Eryndra cerró los ojos, apoyándose ligeramente en Kai mientras ambos caminaban de vuelta al gremio.
Al día siguiente, en el gremio, durante la hora del desayuno, el grupo se reunió para comer y decidir qué misiones tomarían. Kai, aún pensativo por la conversación de la noche anterior, evitó dirigirle más preguntas a Eryndra. Ella, como era habitual, no perdió la oportunidad de hacerle bromas y coquetearle, incluso dándole de comer en la boca.
Kai no se opuso, simplemente aceptó en silencio, mientras el resto del grupo los miraba con expresiones de desconcierto. La situación se volvió tan incómoda que Ash, intentando romper el momento cursi, carraspeó y dijo:
—¿Qué les parece si tomamos unas misiones fáciles hoy? Y después… podemos espiar a dónde va Wilden para invitarlo a un banquete como agradecimiento.
La idea pareció agradarles a todos, y asintieron al unísono. Sin perder tiempo, revisaron el tablón de misiones y eligieron una tarea sencilla: espantar a una manada de lobos que estaba atormentando a una aldea cercana.
Tras prepararse, el grupo subió a un carruaje y emprendió su camino hacia la aldea, animados por el plan y con la esperanza de cumplir con su misión rápidamente
Dentro del carruaje, Nadia y Nina no podían ocultar su incomodidad. Ambas estaban molestas por la actitud de Eryndra y, aún más, por ver a Kai recostado despreocupadamente en sus pechos. Para ellas, aquello era simplemente vulgar.
—No sabía que eran tan unidos… a pesar de que se conocieron hace poco —dijo Nina con una expresión de asco al verlos.
—¡Por supuesto! —respondió Eryndra con una sonrisa juguetona—. Kai me prometió que pronto me dará el anillo. ¿Verdad, cariño? Hahaha. —Lo abrazó con fuerza, inclinando su rostro hacia él de forma exagerada.
—¿¡Qué!? ¿Se casarán tan pronto? ¡P-pero si apenas se conocen! —exclamó Nadia, su rostro rojo de vergüenza mientras agitaba las manos nerviosamente.
—Les está tomando el pelo... —intervino Kai con tono monótono, cortando la ilusión.
La declaración desató las risas de todos, excepto de Nadia y Nina, quienes, furiosas y avergonzadas, comenzaron a patear a Kai. Este se limitó a suspirar mientras el carruaje seguía avanzando hacia su destino.
Al llegar a la aldea, el grupo se puso manos a la obra. Lo primero que hicieron fue hablar con los aldeanos para recopilar toda la información posible sobre los lobos que los estaban atormentando. Después, se dirigieron a la casa del jefe de la aldea para tener una visión más clara de la situación.
—Díganme, grupo de aventureros, ¿podrán ayudarnos? —preguntó el líder con expresión cansada—. Hemos sufrido muchas bajas estas semanas tratando de lidiar con esos feroces lobos.
—Sí, al parecer la manada aparece al atardecer. —Nadia tomó la palabra, cruzándose de brazos—. Parece que están buscando algo por esta zona, y por eso no han destruido completamente la aldea.
—También dijeron que no lastiman a niños ni niñas —añadió Nina con curiosidad.
Ash asintió mientras observaba el mapa que les habían mostrado.
—Solo necesitamos identificar al macho alfa. Si lo acorralamos y capturamos, su manada vendrá a rescatarlo. Es nuestra mejor oportunidad.
Nina dirigió su mirada al resto del grupo, aún con cierta irritación hacia Eryndra.
—¿Y ustedes? ¿Tienen algo más de información?
—Lo siento, pero solo sé lo que acaban de decir... jeje. —Eryndra golpeó suavemente su cabeza con la mano y sacó la lengua en un gesto de falsa inocencia.
Kai, que permanecía en silencio, miró hacia la ventana y dijo en voz baja:
—Parece que ya estuvieron aquí antes...
De pronto, los gritos de los aldeanos y los aullidos de los lobos rompieron la conversación. Sin perder un segundo, el grupo salió corriendo hacia el exterior. La escena era un caos: los lobos estaban más agresivos de lo esperado y destruían todo a su paso.
—¡Es hora de actuar! —gritó Ash mientras desenvainaba su espada.
La estrategia del grupo entró en acción rápidamente. Nadia usó su habilidad para transformar el suelo en lodo, haciendo que los lobos quedaran atrapados y no pudieran correr. Aprovechando esto, Nina lanzó bolas de fuego que impactaron con precisión, eliminando a varios de ellos.
Por su parte, Ash cortaba a los lobos con facilidad, mientras Eryndra utilizaba un humo negro para desintegrarlos. Sin embargo, algo no encajaba. Cada vez que Ash cortaba a los lobos, estos desaparecían como si fueran sombras, y más seguían llegando.
—¡No son lobos normales! —gritó Nadia, observando cómo la situación se descontrolaba.
—¡Ash, necesitamos un golpe más fuerte! —añadió Nina mientras aumentaba la humedad del área junto a Nadia.
Aprovechando la humedad acumulada, Ash canalizó electricidad en el suelo, electrocutando a los lobos y dejándolos inmovilizados. El grupo, exhausto pero aliviado, sonrió al creer que la oleada había terminado. Los aldeanos, refugiados en sus casas, parecían a salvo.
De repente, un destello en el cielo llamó la atención de todos. Antes de que Ash pudiera reaccionar, una lanza cayó en picada hacia él. Eryndra, rápida como un rayo, se interpuso en el último segundo, desviando el ataque y recibiendo un leve corte en la mejilla.
Ash miró a Eryndra, sorprendido.
—Gracias...
—No hay de qué—respondió ella, aunque su tono era serio.
Mientras tanto, en el bosque cercano, Kai y un sujeto desconocido estaban enfrascados en un combate. Ambos presentaban heridas visibles.
Kai con los ojos brillando intensamente mientras evaluaba a su oponente.
—¿Quién eres y qué buscas aquí? —preguntó con la voz firme.
El extraño, con una sonrisa desafiante, no respondió. En su lugar, adoptó una postura de combate, preparado para continuar la batalla.