En lo profundo del bosque, el viento frío y la neblina ocultaban casi todo a su alrededor. Kai se encontraba peleando contra un extraño sujeto. Ambos tenían heridas y moretones, y se miraban fijamente, como si cada segundo de pausa fuera parte de un duelo en sí mismo.
—Así que tú eres el que invocó a estos lobos para atacar la aldea —dijo Kai, limpiándose la sangre del rostro con el dorso de la mano.
El sujeto lo miró con una mezcla de curiosidad y cautela, sin dejar de medir cada uno de sus movimientos.
—¿Y este muchacho quién demonios es...? —pensó mientras apretaba los dientes. Finalmente habló, con un tono relajado que intentaba ocultar su preocupación—. ¿Cómo te llamas, muchacho? ¿Y por qué arruinas mi diversión?
Kai mantuvo su expresión seria y respondió sin titubeos:
—No te lo tomes personal. En el gremio vimos esta misión y, como la recompensa era muy alta, quisimos tomarla. —Apretó con fuerza la empuñadura de su espada antes de añadir—: Cuando logré sentir a la manada de lobos, ignoré a todos, excepto a ti. Con tanta energía que emanas, supe que eras el pez gordo. El peligroso.
Kai dio un paso al frente, preparándose para atacar.
El sujeto soltó una risa nerviosa y levantó una mano, como quien ofrece un trato.
—Les daré una oportunidad. Si se van ahora, les pagaré lo mismo que el gremio. No tendrán que irse con las manos vacías. ¿No te parece justo?
Kai entrecerró los ojos.
—Sí, parece justo. Pero, lamentablemente, mi hermano no lo aceptará. Y mucho menos… ella. —Una ligera sonrisa se asomó en su rostro—. Parece que la está pasando bastante bien.
El extraño apretó los dientes, claramente perturbado.
—Este mocoso no está peleando en serio… —pensó mientras su mirada se tornaba sombría—. Si tuviera la oportunidad de llamarlos… No, no sería buena idea exponerlos solo para matarlos. Y peor aún, sabiendo que el héroe se está moviendo más rápido de lo planeado.
Finalmente, dejó escapar un gruñido de frustración y apuntó su espada hacia Kai.
—Entonces te mataré. Y después acabaré con tu grupo por arruinar todo.
Ambos se movieron al mismo tiempo, cerrando la distancia con velocidad. Sus espadas chocaron con fuerza, haciendo eco en el bosque silencioso. El sujeto activó su elemento fuego, cubriendo su espada en llamas y liberando vapor que envolvió todo su cuerpo. Sus ataques se volvieron más intensos, y cada choque resonaba con un estruendo que sacudía las ramas cercanas.
Kai, sin embargo, no usaba ningún elemento. Sus movimientos eran precisos y fluidos, esquivando con facilidad los cortes del enemigo. El sujeto, a pesar de su ventaja elemental, comenzaba a notar algo extraño.
—¿Qué pasa con este tipo? —pensó mientras se obligaba a retroceder—. No usa magia, no tiene un elemento… Todo parece pura fuerza física. Pero esos ojos…
Intentando ganar distancia, el extraño hizo un corte horizontal masivo con su espada de fuego, arrasando árboles y dejando un rastro ardiente a su paso. Kai lo esquivó, pero el calor del ataque y la intensidad del fuego lo obligaron a retroceder.
Cuando volvió a incorporarse, el sujeto apareció frente a él con rapidez, incrustándole la espada en el estómago. O eso pensó, porque el cuerpo de Kai se desvaneció como humo. Antes de darse cuenta, Kai estaba detrás de él, lanzándole una patada en la espalda que lo hizo volar por los aires.
El extraño reaccionó instintivamente, impulsándose hacia Kai en el aire con un salto veloz, intentando cortarlo por la mitad. Kai, sin embargo, apareció delante de él y lo golpeó con fuerza, obligándolo a retroceder. Cuando el extraño intentó un nuevo corte, Kai esquivó el ataque con un movimiento ágil, girando para colocarse a sus espaldas.
Con un movimiento rápido, Kai lo agarró del cuello con ambos brazos, listo para clavarle la espada en la espalda. El sujeto, en pánico, liberó una explosión de fuego que obligó a Kai a soltarlo y retroceder. Aunque logró cubrirse, las llamas quemaron la palma de su mano. Sin embargo, la herida comenzó a sanar al instante.
El enemigo lo observó con incredulidad.
—¿Me está ganando sin usar magia? ¡Espera… se está curando! ¿Cómo demonios tiene tanta fuerza física? —pensó mientras su mente intentaba procesar lo que veía—. ¿Será que la neblina actúa como agua para él y lo regenera? ¡Eso debe ser! Maldito, estoy en desventaja.
El sudor comenzó a recorrer su frente mientras recordaba los movimientos de Kai.
—Lo intenté cortar, pero aparece detrás de mí… o debajo. No es elemento rayo. No es teletransportación. Ni siquiera sentí un rastro de magia. —Apretó los dientes, sintiendo cómo el miedo se apoderaba de su cuerpo—. Hace un momento pude dañarlo con golpes y patadas, pero cuando intenté matarlo… no pude.
El extraño levantó su espada, tratando de ocultar el temblor en sus manos. Su mirada se cruzó con los ojos rojos de Kai, y por primera vez sintió que estaba frente a alguien que no podía comprender.
—¿Quién demonios eres? —susurró, sabiendo que estaba perdiendo.
Kai, sin rodeos, dio un salto impresionante hacia el extraño, buscando atacarlo desde las alturas. El enemigo logró esquivarlo con facilidad, pero quedó atónito al ver cómo el impacto de Kai destrozaba el suelo, levantando una nube de polvo que se mezcló con la neblina, cubriendo todo el lugar en un manto de humo denso. La visibilidad era casi nula.
El extraño intentaba cubrirse el rostro y los ojos mientras trataba de orientarse, pero un escalofrío recorrió su cuerpo cuando, entre la neblina, divisó un par de ojos rojos brillando con intensidad. Se acercaban rápidamente. Sintió un miedo profundo e irracional mientras alzaba su espada con ambas manos para defenderse.
Antes de que pudiera reaccionar, una ráfaga cortante cruzó su mejilla. La espada de Kai se movía con una velocidad sobrehumana, y lo siguiente que sintió fue una serie de golpes devastadores. Kai no se detuvo: lo golpeó con fuerza, una y otra vez, hasta sujetarlo por el cuello y propinarle un rodillazo directo al estómago. Cuando el extraño cayó al suelo, apenas tuvo tiempo de incorporarse antes de recibir una patada en el rostro que lo lanzó por los aires.
Kai recuperó su espada del suelo, cerrando los ojos por un momento mientras sentía la energía del enemigo a lo lejos. Se preparó para un ataque final, pero su concentración se rompió al escuchar aullidos y rugidos.
Abrió los ojos, observando cómo una manada de lobos lo rodeaba lentamente. No eran lobos normales. Sus cuerpos parecían deformados, como si hubieran sido arrancados de otro mundo. Sus ojos brillaban con un aura oscura y amenazante, y un aura demoníaca emanaba de ellos.
A pesar del peligro, Kai no desvió su atención del enemigo, consciente de su presencia. Sin dudarlo, corrió hacia él, decidido a terminar la pelea. Sin embargo, un golpe invisible lo hizo salir volando, cayendo al suelo con fuerza. Cuando se levantó, la nube de humo se había disipado, y el extraño ya no estaba.
Frustrado, Kai escaneó el área. La manada de lobos, ahora más numerosa, avanzaba hacia él. Uno de ellos apareció de la nada y lo mordió directamente en el cuello. Pero antes de que pudiera dañarlo más, Kai desapareció y reapareció detrás de la criatura, cortándola a la mitad con un movimiento limpio.
Los demás lobos atacaron al unísono, pero Kai esquivó con habilidad cada mordida y zarpazo. Su furia creció al darse cuenta de que el extraño había escapado. Con una expresión de ira contenida, comenzó a masacrar a los lobos uno por uno, sin descanso ni piedad.
Cuando finalmente los lobos restantes huyeron, Kai miró hacia el horizonte y vio cómo el resto de la manada se dirigía a toda velocidad hacia la aldea.
Ash agradeció a Eryndra, y juntos intentaron analizar lo sucedido. Sin perder tiempo, el grupo comenzó a eliminar a todos los lobos restantes. Una vez que se reunieron, confirmaron que habían despejado la zona. Sin embargo, a lo lejos, un lobo de gran tamaño soltó un aullido ensordecedor que hizo caer un rayo directo hacia ellos.
El rayo llegó con una fuerza brutal, obligándolos a salir del rango de impacto. Aunque lograron esquivarlo, quedaron aturdidos, con los oídos zumbando por la potencia del estruendo.
Eryndra, sin dudarlo, apareció frente al lobo con una rapidez impresionante.
—Hola, pequeñín. Es momento de dormir —dijo con una sonrisa tranquila mientras acariciaba su cabeza.
Todos observaron con asombro cómo el lobo se transformaba lentamente en piedra oscura. Un instante después, la piedra se fracturó en mil pedazos, desapareciendo por completo. Eryndra, aún sonriendo, se dio la vuelta y caminó hacia ellos como si nada hubiera pasado.
—¡Vaya! No sabía que eras tan fuerte, Eryndra. ¡Nos dejaste sorprendidos! —exclamó Ash con alegría, admirándola.
—Pensé que serías la típica princesita que necesitaría nuestra ayuda. Hahaha —dijo Nina con una carcajada forzada, aunque en su mente seguía sorprendida por la facilidad con la que Eryndra había derrotado al lobo.
—Chicos… ¿y dónde está Kai? —preguntó Nadia, mirando a su alrededor con preocupación.
—En cuanto llegaron los lobos, desapareció… Tal vez tuvo miedo. Hahaha —dijo Eryndra riéndose a carcajadas.
Antes de salir a buscarlo, el grupo y los aldeanos comenzaron a limpiar el desastre causado por la batalla. Los habitantes, agradecidos, miraban a los aventureros con orgullo y felicidad mientras ayudaban a reparar los daños. Sin darse cuenta, el tiempo pasó mientras trabajaban.
De repente, un temblor recorrió el suelo. Un sonido aterrador de múltiples pisadas acercándose desde el bosque interrumpió la calma. Los aldeanos, asustados, comenzaron a correr hacia sus refugios, mientras el grupo de Ash se preparaba para enfrentar lo que venía.
De entre los árboles, surgieron lobos aún más extraños y siniestros. Sus cuerpos parecían deformados, emanando un aura oscura y amenazante.
—¡Esos no son lobos normales! —gritó Ash, desenfundando su espada.
El grupo se dividió para enfrentar a la nueva amenaza. Eryndra, con su habitual entusiasmo, se alejó del grupo para enfrentarlos sola, eliminándolos con facilidad, ya que no podían acercarse a ella. Nadia y Nina lograron derrotar a varios, pero pronto se dieron cuenta de que eran demasiados. Su energía comenzaba a agotarse rápidamente.
Ash, por su parte, combatía con determinación, eliminando a muchos lobos mientras intentaba proteger a los aldeanos. Su preocupación por las casas y las personas lo obligaba a estar alerta en todo momento. Sin embargo, los lobos no dejaban de venir, y su resistencia comenzaba a flaquear.
Nadia y Nina, exhaustas, notaron que los lobos eran cada vez más fuertes y resistentes. A lo lejos, uno de los lobos usó la misma habilidad que antes, haciendo caer un rayo justo hacia donde ellas estaban. Sin suficiente energía para crear una barrera resistente, el rayo impactó directamente, dejándolas desmayadas.
Ash, al ver a sus compañeras en peligro, corrió con todas sus fuerzas hacia ellas. Eliminó a los lobos que intentaban atacarlas, aunque recibió múltiples rasguños y mordidas en el proceso. A pesar de sus heridas, logró mantenerlas a salvo.
Mientras tanto, Eryndra seguía luchando con una facilidad inquietante. Los lobos no podían acercarse a ella, y su expresión despreocupada contrastaba con la intensidad de la batalla.
En ese momento, Kai apareció en la escena. Una aura oscura emanaba de su cuerpo, mientras su espada brillaba con humo negro y pequeños rayos oscuros chisporroteaban alrededor. Con una velocidad abrumadora, comenzó a cortar a los lobos a su paso. Clavó su espada en el suelo, liberando una onda de oscuridad que envolvió a varios lobos, eliminándolos al instante. Luego, lanzó bolas de fuego oscuro que impactaron con precisión, devastando a la manada.
Con el esfuerzo combinado de Ash, Eryndra y Kai, lograron acabar con todos los lobos.
Ash, respirando con dificultad y cubierto de heridas, miró a sus compañeros. Notó que, mientras él apenas podía mantenerse de pie, Eryndra y Kai no tenían ni un solo rasguño.
—Kai, ¿podemos hablar un momento? ¿Dónde rayos te habías metido...? —dijo Ash con dificultad, apenas sosteniéndose con su espada como apoyo.
Kai miró a su hermano por un instante, pero lo ignoró deliberadamente.
—Eryndra, si puedes, cura a mi hermano y vigila el perímetro. Ahora vuelvo —ordenó mientras comenzaba a caminar.
—No ignores a tu hermano… —dijo Ash con un tono de reproche, extendiendo un brazo para agarrarle el hombro.
Kai se detuvo, pero no lo miró.
—Descansa y cuida de ellas. Yo aún tengo algo que hacer —respondió con frialdad.
Ash insistió, su voz sonando más amistosa y preocupada:
—Pero somos hermanos. Podemos hacerlo juntos. ¿A dónde vas? Debemos cuidarnos entre los dos.
Kai se giró levemente, pero sus ojos no mostraban emoción alguna.
—Te necesito aquí, Ash. Cuida de ellas y mantente alerta por toda la aldea.
—No, Kai... Soy tu hermano, y debo ir contigo. —Ash intentó mantener la calma, pero su tono denotaba frustración.
Finalmente, Kai lo miró directamente, sus ojos rojos brillando con una frialdad que hizo que Ash titubeara.
—Hermano, me estorbarías. Por favor, quédate aquí.
La declaración cayó como un balde de agua fría. Ash dio un paso atrás, sorprendido por las palabras de su hermano. Eryndra, observando desde cerca, frunció el ceño al notar el extraño comportamiento de Kai, pero decidió no intervenir.
Ash permaneció en silencio, con una expresión de tristeza y reflexión. Su hermano, sin esperar una respuesta, siguió su camino, adentrándose en el bosque.
Kai caminaba por la zona, explorando los alrededores de la aldea en busca del extraño sujeto. Sin embargo, mientras avanzaba, un dolor punzante en su cabeza comenzó a intensificarse. Trató de ignorarlo, pero era como si cada paso lo acercara más a una oscura tormenta dentro de sí mismo.
Subió a una montaña cercana, buscando un lugar para descansar. Se sentó en una roca, pero las emociones negativas lo abrumaban. La misma pesadilla que siempre lo atormentaba volvía a su mente, desatando un temor que trataba de reprimir.
—Parece que ese poder oscuro te está causando más daño del que puedes manejar. Cada día te veo más vacío, como si no sintieras nada. Ni siquiera mides las palabras que dices... o que vas a decir —dijo Eryndra, emergiendo de las sombras y sentándose junto a Kai.
Kai no se inmutó al verla.
—Cada vez que uso ese poder, el dolor de cabeza se hace insoportable, incluso cuando no gasto energía —respondió, apoyando la cabeza en su mano—. ¿Cómo están los demás?
Eryndra lo miró con seriedad.
—Ya despertaron. La gente de la aldea está reparando todo, aunque parecen convencidos de que esto nunca acabará. En cuanto a Ash... Ha estado callado todo el día. Quizá le afectó lo que le dijiste.
Kai giró la cabeza hacia ella, su tono se tornó más frío:
—¿Y tú qué sabes?
—Quizá porque lo llamaste un estorbo cuando solo quería acompañarte —respondió Eryndra, sus palabras cargadas de una seriedad inusual.
Kai desvió la mirada, clavando los ojos en la luna mientras su mano apretaba la empuñadura de su espada.
—No sé qué me pasa… —murmuró con tristeza.
Eryndra lo observó por un momento antes de romper el silencio.
—Esperemos que este efecto no empeore. Por ahora, trata de descansar. Vamos, cariño, regresemos.
Kai no respondió, permaneciendo inmóvil mientras sus pensamientos lo devoraban. La luna brillaba intensamente en el cielo, iluminando su rostro marcado por el cansancio y la incertidumbre.