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Chapter 55 - La voluntad del cobarde

La voluntad del cobarde

Tras dos días viajando sin descanso al puesto fronterizo, tuvimos que detenernos a tomar suministros en un pueblo. Por desgracia, no hubo tiempo para relajarse, en cuanto Kai logró comprar suministros, tuvimos que irnos.

Cayó la noche y continuamos cabalgando, era sorprendente que los caballos pudiesen seguir el ritmo, yo mismo estaba algo cansado y el Jilk estaba dormido. La mirada desesperada de Kai no cambió, el viaje avanzó hasta que las monturas se desmoronaron por el cansancio, obligando a Kai a detenerse.

Paramos en un llano cercano a un paso rocoso, no conocía bien el área o sus peligros, pero prefería luchar con bestias a andar sin descanso por otro día. Kai trató de armar una fogata tomando cualquier rama que se encontraba por el suelo y juntando un par de rocas, me sorprendí ante su estupidez y encendí la fogata con un disparo de fuego, la formulación era tan sencilla que ni valía la pena mencionarla.

—Ahí tienes —dije, mientras me estiraba. —Mira que viajar sin descanso no es lo mío, aunque admito qué es bastante rápido. Entre más cerca estemos de la zona de guerra, más necesitaremos nuestras energías… además, Hiyori estará bien sin nosotros.

Kai se indignó al escucharme, hasta el punto en el que trató de golpearme en vano. —¿Y tú como lo sabes? ¿Cómo puedes saberlo? —gritó enfurecido.

Disparé una flecha de Sylph bajo sus pies, haciendo que se cayera al perder el equilibrio.

—Contrólate, ¿quieres? Conozco bien a esa fiera, he convivido más tiempo con ella que tú, estará bien siempre y cuando no se encuentre con algún monstruo más feroz. —repliqué mientras suspiraba. —Después de todo, ella es más fuerte que tú, yo, Shizu o cualquier aventurero por nuestro rango de edad que haya conocido, quién sabe, quizá ya hasta sea de rango platino.

Kai bajó la cabeza rechistando, suspiré para luego rascar mi cuello, me acerqué al equipaje del corcel que yacía para tomar la espada, desenvainando su filo y apuntando en contra de mi compañero.

—Te enseñaré un poco de lo que aprendí en la montaña, estoy ansioso por ver que puede hacer el alumno de Hiyori —expresé con una sonrisa forzada en el rostro. Lo cierto era, que solo quería probar mi fuerza con un semejante.

Kai dio una carcajada hasta hartarse y posteriormente desenvainó sus armas, aceptando el reto.

—Te advierto, dudo que un mago pueda ganarme en duelo de esgrima —dijo con una sonrisa arrogante.

Empuñé la espada usando ambas manos, levantándola por encima de mi hombro y manteniéndola cerca del pecho, una pose básica para arremeter con una estocada. Una que mi oponente probablemente conocía.

Se preparó para recibir la arremetida, para su sorpresa resultó ser una simple finta, para esconder una barrida acompañada por una patada que lo tiró por el aire, una acometida que continué colocando el filo por sobre su cuello, el duelo había terminado con suma facilidad.

—Es mi victoria —comenté extendiéndole la mano.

La mirada de Kai se tornó turbia ante la derrota, no medio una sola palabra y aceptó mi ayuda por puro código de honor, esa noche, entrenó los movimientos de la espada del Norte como si no tuviese alma.

«Me sorprende que haya llegado tan lejos, como sospeché, no hubo forma de que Hiyori le enseñará a luchar con cosas que no fuesen bestias durante tan poco tiempo. A como está, no durará nada en un campo de batalla… bueno, tampoco es que yo tenga mucho que ofrecer».

Me senté en el suelo, dándole un vistazo a la palma de mi mano cerca de la fogata, no estaba del todo bien, no solo había abandonado a Shizu aunque fuese por su propio bien, también iba a enfrentarme a demonios contra los que no tuve oportunidad un tiempo atrás.

No podía relajarme aunque quisiera y los gritos de motivación que Kai hacía conforme practicaba cada técnica de corte con su espada no era de ayuda, tampoco es que hacerlo callarse fuese a cambiar mucho, tenía la fuerza suficiente como para que cada uno de sus tajos a toda potencia hicieran ruido al chocar con el viento.

«¿Cuánto piensa entrenar? Se supone que partamos en cuanto salga el sol».

Suspiré, dejándome caer al suelo de lleno, para contemplar el cielo estrellado que tenía de frente.

«No conozco ninguna de estas constelaciones».

Era de esperarse, después de todo las tierras donde crecí estaban cerca del imperio, me había alejado tanto que incluso estando a la mitad del camino que recorrí anteriormente, el sentimiento de lejanía era lo suficientemente fuerte para hacerme sentir mal.

Tras una hora contemplando la nada por culpa del insomnio, Kai finalmente terminó su entrenamiento y caminó para asegurarse que el Jilk estuviese dormido. Suspiró amargamente para luego sacar una bolsa de frutos secos que llevaba para aguantar el viaje.

—Así que, ¿qué tan lejos estoy de alcanzar a la maestra? —preguntó repentinamente.

Lo pensé por unos segundos, me erguí impulsándome con un salto para sentarme en una piedra cercana.

—¿Quieres que sea honesto? —pregunté algo incómodo.

—Sí, sí, estoy preparado —replicó molesto.

—Un parpadeo, eso es lo que le tomaría derrotarte —respondí con sinceridad. —No te lo tomes a mal, pero, Hiyori es demasiado fuerte como para que tú o yo soñemos con vencerla u alcanzarla, ahora mismo, debe estar en un nivel que no puedes imaginarte a como estás ahora. Por eso te digo que estará bien, ella no es el tipo de persona que se queda estancada.

Tras decir aquello, caminé hasta mi equipaje, guardando la máscara que llevaba encima, no tenía sentido usarla si no había nadie cerca.

—Ve a descansar, yo también debería entrenar o no tendré oportunidad en el campo de batalla.

—¿No deberías descansar también? Tú tampoco has dormido estos días, sospecho que tampoco has comido.

—Estaré bien, esto no es nada comparado al entrenamiento de Yao.

«Si quiero afrontar a esos demonios, tendré que tratar de usar estas cosas… Quizá solo era demasiado cobarde como para intentarlo».

Las runas grabadas en cada meridiano de mi cuerpo brillaron. Yao no era un manipulador de ether normal, ni de cerca, se trataba de un irregular capaz de usar tanto su fuerza vital como el ether al mismo tiempo.

—Escucha Hayato, estoy preparando un regalo para despedirte, es lo menos que puedo hacer como maestro, ¿no crees?

—Tratándose de usted, supongo que ese regalo va a traerme mucho sufrimiento.

Ante mi comentario, Yao soltó una risita, revelándome un pergamino con runas que nunca había visto antes. Era un circuito rúnico de órdenes específicas creado para funcionar con cada meridiano del cuerpo, aquellos en los que fluye la energía primaria.

—Pero, esto no tiene sentido maestro. Solo un maestro de chi se beneficia de controlar sus meridianos.

Yao sonrió maliciosamente, agitando su bastón juguetonamente, estaba emocionado.

—Ahí es donde te equivocas. Este sistema revolucionará la manipulación de ether, simplifica el uso de los hechizos a cambio de un desgaste mayor en el cuerpo. Además, aumenta la eficiencia del control y acelera la formulación rúnica, es una maravilla.

No me atreví a preguntar más allá. Continué mis estudios en la montaña hasta que Yao completó su teoría, obligándome a ser su sujeto de pruebas. El proceso de inscripción era doloroso, los meridianos eran complicados de sentir y mucho más de modificar, lo que fluía dentro del cuerpo era diferente del ether, errático e inestable, tanto así que un solo fallo llevaba a un dolor insoportable que perduraba por días.

Durante un año entero tuve que modificar mis meridianos conforme las instrucciones de mi maestro, no estaba seguro sobre sus métodos, pero tampoco tenía otra opción si quería seguir aprovechando sus conocimientos.

Un día antes de marcharme, fui visitado por él, cuando había terminado de engravar su experimento en cada meridiano del cuerpo.

—Muéstrame mi creación —solicitó sosteniendo una espada y formando cuatro formulaciones rúnicas de las que yo solía usar.

Nervioso, controlé la energía similar al ether en el interior de mi cuerpo, activando cada una de las runas engravadas en los meridianos. Mi cuerpo se aligeró y toda la energía a mi alrededor fue atraída hacia mí como si fuese lo natural.

Un dolor punzante y agonizante iba creciendo conforme mantenía activa la técnica, Yao no tuvo piedad durante el ensayo, me atacó con mis propias técnicas y con la técnica de espada que Hideaki me había enseñado.

Durante uno de los intercambios me derribó de una patada, lanzándome lejos. Aprovechando ese momento para hablar.

—Esa técnica que portas, se basa en el aura del chi, muéstrame todo lo que puedes lograr, niño, no te entrené por diversión.

Respondí a su gesto con una descarga de explosiones rúnicas con la fuerza necesaria para hacer retroceder hasta al señor de la montaña, él ni se inmutó, revelando una runa de viento con la cual desvío mis ataques.

Aumenté mi velocidad con varias mini explosiones rúnicas, apretando los dientes para soportar el dolor de mantener la técnica a flote. Estando lo suficientemente cerca, lancé un puñetazo en contra del maestro, el cual fue atrapado con suma facilidad por el mago.

—Bien, pasaste a duras penas.

«¿A duras penas? Cómo es que…».

Terminé cayendo agotado, el día siguiente Yao me ordenó dominar la técnica, pero no me atreví a hacerlo por el dolor que causaba. Quizá de haberlo hecho, hubiese podido hacer algo durante la invasión, pero, le tenía más miedo a esa cosa que a la muerte.

«Ya he muerto una vez, bueno, más o menos. Casi ni sufrí, fue instantáneo. Pero, el sufrimiento de la técnica ya no me da miedo… Lo que me da miedo en este momento es».

Por un instante recordé el rostro del tío Yamato en su lecho de muerte.

—No ser lo suficientemente valiente como para afrontarlo en la siguiente vida —pensé en voz alta.

Controlé el flujo de ether de mi cuerpo una vez más, no era correcto darle otro nombre a esa energía. Desde que mi cuerpo había cambiado, sentí como esa energía cambiaba a un ether más puro.

«Así que este es el secreto de la asimilación rúnica. No tengo mucho tiempo, no puedo permitirme entrenar de la manera convencional».

Las runas se activaron, causando un dolor voraz en mi cuerpo. Como si piel se estuviese rasgando y resquebrajando, pese a que no era así. Shyun trató de intervenir, pero no la dejé y reuní toda la fuerza mental que tenía para afrontar el dolor con una voluntad ferrea.

Respiré hondo y aprovechando los beneficios de la técnica, formé cuatro alas de Aleph sin la ayuda de Shyun, pero ese no era el límite, simplemente estaba siendo intimidado por el dolor. Reuní aún más valor, formando dos flechas de Sylph para usar a voluntad, pero no acabe ahí, dejé las formulaciones rúnicas en reposo, para lanzar una acumulación de fuego hacia el cielo, una flecha de Ifrit por darle un nombre.

Una bestia alada que nunca había visto antes fue atraída por mi decisión, una que medía casi cuatro metros y cuya fuerza parecía ser descomunal. Respiré pesado, elevándome con las alas de Aleph mientras mi nariz sangraba.

—Esto, será interesante —exclamé, ocultando mi dolor con locura.

La bestia rugió, despertando tanto a Kai como al Jilk, los cuales gritaron por el susto. Mi cuerpo titubeaba debido al dolor, ignoré sus advertencias, liberando una oleada de flechas que destruyeron parte de la cara de aquella criatura, la cual gimió de dolor, tomando con una de sus garras y llevándome hacia los cielos, su intención era dejarme caer.

«Como si fuera a permitir tal cosa».

Reuní ether alrededor de mi cuerpo, creando una nueva formulación rúnica que seguía una lógica similar a la de la flecha de Sylph concentrada. Usandola, di un grito que se liberó junto al ether, creando así una rafaga de aire concentrado, similar a un rayo, cuyo eco se liberó por todo el ambiente.

La pata con la que estaba siendo retenido fue destruida por la técnica, mi ojo liberó sangre debido al sobre esfuerzo, pero estaba lejos de terminar. Hice una mueca, como si estuviese disparando una flecha, y de forma natural una flecha de Sylph concentrada se formó ante mis manos.

«Hasta nunca».

La flecha perforó el cráneo de la criatura derribándola, descendí hasta el campamento, desactivando la técnica, para vomitar sangre por su culpa.

«Con esto, puede que sea capaz de lograr mis metas».

Caí rendido por culpa del cansancio, no estaría desmayado demasiado tiempo, algo dentro de mí me lo estaba diciendo. Desperté un par de horas después, por culpa del fulgurante sol que brillaba incansablemente sobre las montañas de Murim. 

—¿Hayato? ¿Has vuelto a la normalidad? De repente hablaste con una voz extraña, luego comiste como un loco y cabalgaste a mi lado, incluso teniendo los ojos cerrados.

—¿Eh? ¿En serio? No sé de qué hablas.

«Gracias, Shyun».

El puesto fronterizo aún en pie, el cual fungió como una ciudad pacífica otrora, estaba a simple vista, lo único que quedaba era comprobar si Hiyori estaba en ese lugar.