Chereads / Cronos: Tale of the dark adventurer / Chapter 52 - El rayo plateado

Chapter 52 - El rayo plateado

El rayo plateado

Hubo un silencio incómodo entre ambos, era algo de esperarse, estábamos sorprendidos. No pude evitar pensar: 

«¿Kai logró sobrevivir?».

Para mayor sorpresa, tenía un collar hecho de finos hilos dorados, luciendo los colmillos de alguna bestia, acompañados por una insignia plateada. No podía creer que alguien que recordaba débil pese a tener potencial estaba tan cerca de mí pese a todo el empeño que había puesto en esos años que pasé en la montaña.

«¿Será que no me estoy esforzando lo suficiente? No… ¿Qué me pasa? Debería estar feliz por él, logró sobrevivir. Es natural que se haya hecho fuerte, Hiyori lo entrenaba personalmente después de todo».

Tras un par de segundos parados sin decir nada, Kai fue el primero en atreverse a hablar.

—¿Así que también caíste en Murim? Tremenda coincidencia—dijo con una risa nerviosa. —Bueno, no es de extrañar, eres bastante fuerte—expresó con algo de frustración y miedo, reflejándose en su voz.

Decidí dejar atrás los celos y extenderle la mano de forma amistosa.

—Es un placer ver que sigues con vida—expresé con una sonrisa.

Él aceptó el apretón de manos y luego recordó que se le había caído la bolsa de manzanas. Las recogió y luego volteó a verme con una expresión seria.

—Dime, Hayato. ¿Te interesa ayudarme con un encargo?—comentó con la voz algo temblorosa.

Me sorprendí un poco por la repentina oferta, pero, cualquier tonto, sabría por qué alguien tan orgulloso como él solicitaría ayuda.

—¿Qué tan peligroso es? Siendo sincero, no me he arriesgado mucho, últimamente—respondí ante su oferta.

Él suspiró y luego extendió su mano izquierda hasta una de las bolsas de su cinturón. Era una de esas malditas peticiones para ayudar en la guerra contra los invasores de K'ramor.

—¿Por qué demonios querrías ir a suicidarte peleando con esos monstruos?—pregunté molesto.

Él no tardó en dar su razón, nadie podía estar más determinado que él.

—¿Sabes sobre la espada carmesí?—cuestionó.

—Por supuesto, es la única razón por la que estoy aquí—respondí.

—Entonces, sabrás que no se encuentra en este lugar. Indagando por la zona y haciendo un par de favores al gremio, logré darme cuenta de su paradero actual—comentó mientras apretaba el puño.

—¿No me estarás diciendo que…?—cuestioné

—Sí, ella se encuentra justo en el lugar de donde se realizó la petición. Si en serio, se trata de la maestra, debo encontrarla sin importar lo que cueste. Tú entiendes como me siento, ¿no, Hayato?

Suspiré ante su pregunta.

—No sé qué es lo que creas. Pero yo solo soy un entrometido que se preocupa por su bienestar. Tanto por él de ella como el de Lorgell, Aoi, Nagisa, Rin, incluso el tuyo. Puede que sea algo soberbio o egoísta, pero solo he viajado tanto y me he esforzado para proteger a las personas que me importan.

Kai pareció sorprendido por lo dicho, por mi parte tomé un respiro antes de continuar.

—Al principio solo buscaba libertad, una forma de salir de la rutina, evitar pensar en las cosas molestas y divertirme con mis amigos. Ser aventurero, es, bueno, un sueño idealizado, diría yo. Arriesgas tu vida por unas monedas, pierdes compañeros y sufres, aunque bueno, la invasión no tiene nada que ver con la aventura que escogimos.

Kai trató de interrumpir.

—Hayato, tú…

Pero no lo dejé hacerlo.

—Aun así, no pienso abandonar mi sueño, seré un aventurero de gran fuerza y fama. Pero primero, tengo que saber el paradero de todos, solo así podré avanzar —dije, para luego tomar una gran bocanada de aire, como si fuese coraje lo que trataba de tomar del ambiente. —Por eso, inscríbeme en tu grupo, te ayudaré a averiguar donde está Hiyori.

Kai parecía haber rememorado todo lo que había pasado en aquella aldea que ahora seguramente solo fuese cenizas, apretó sus puños con determinación, arrugando un poco la petición relacionada con la guerra.

—¿Sabes? Eres un sentimental. A mí lo único que me importa es reunirme con la maestra… pero, ya que nuestros intereses se alinean, estará bien volver a formar parte de un mismo grupo, señor aventurero oscuro.

Contuve mi risa, aunque se me escapó un poco.

—Oye, no es justo que solo tú puedas burlarte, ¿cuál es tu apodo?

—La bestia plateada, los del gremio son unos bromistas.

—¿Verdad?

Pesé a que el encuentro fue inoportuno, terminamos riendo e incluso tomando en un bar. El tema de conversación eran principalmente historias sobre nuestras aventuras, alguna que otra vivencia con la excéntrica Hiyori y algún par de bromas burlándonos del apodo del otro.

Ese día no paso nada espectacular, acordamos que nos reuniríamos dentro de una semana, Kai estaba esperando que terminaran de forjarle una espada de silverina. Me entregó la potestad de elegir miembros para el grupo, personalmente no me gustaba la idea de arrastrar gente con nosotros, pero, lo cierto es que necesitaríamos toda la ayuda posible si queríamos alcanzar nuestra meta.

«Y yo que pensaba esperar que la espada carmesí regresara por su cuenta, ese Kai tiene muchas agallas».

Se fue en cuanto terminamos de organizar la reunión, como él se encargaría de hacer el papeleo con el gremio, se tomó la libertad de nombrar al grupo "los colmillos plateados" en honor a su apodo.

Sin nada mejor que hacer, me quedé a tomar una copa de sake en el bar. Me sorprendió que tuviesen el licor en sus reservas, pero mis dudas se dispersaron cuando la camarera comentó que el dueño era de la tierra del sol.

El bar no estaba muy poblado y los asientos de al lado estaban vacíos, sin embargo, cuando di otro sorbo a la copa de sake pude sentir una presencia familiar sentada al lado izquierdo. Intrigado, volteé a ver, tal como sospechaba, se trataba de esa persona escurridiza.

—Sí que te gusta el sake. Menuda coincidencia encontrarte en este lugar.

Ella no había cambiado en absoluto, llevaba una camisa de lino de tono morado oscuro y un pantalón corto de cuero negro. Sonrisa coqueta, cabello negro y corto, complementados por un rostro atractivo de facciones finas.

—No pensé que nos encontraríamos de nuevo, menos en un lugar como este.

Shizu mantuvo su sonrisa y me mostró una insignia del gremio de la ciudad que por su aspecto parecía algo antigua.

—Lo cierto es que me la paso mucho viajando entre ciudades, Morgan y Sieg prefirieron quedarse para ayudar a los guardias después de lo que paso en la montaña, por mi parte, vine a visitar un familiar.

—Oh, pero, incluso si es así. ¿Cómo le hiciste para llegar tan rápido?

Ella me mostró su insignia de una forma algo juguetona.

—Aventurera de rango plata, ¿recuerdas? Debes saber que no debería tomarte más de un día si usas la energía primaria —comentó mientras movía en círculos su copa de sake.

—Bueno, no sé mucho sobre el chi. Volar como lo hago es desgastante, tendría que descansar por casi una semana entera para que mi cuerpo se recupere de un viaje así de largo —expliqué.

Ella dio un trago y luego reposó sobre su mano, apoyando el codo sobre la mesa.

—¿Es así?

Por un momento me quedé admirando su belleza, quizá porque estaba relajado. Pero no tardé en recuperar la compostura.

—Bueno, ¿quieres que te invite a un trago? —comenté algo avergonzado.

Ella me observó con algo de sorpresa, siendo reflejada en sus ojos.

—Pero si ya lo estás haciendo —dijo mientras sostenía la botella de sake que había comprado, manteniendo esa personalidad juguetona que tanto la caracterizaba.

Suspiré algo anonadado, no pude evitar reírme. Por alguna razón, encontrarme con ella y saber que uno de mis amigos seguía vivo me quitó un gran peso de encima. Ella me contó lo que había pasado después de que me marchase, no era nada impresionante, lo que más me interesó fue darme cuenta sobre un par de chicos que se postulaban a ser aventureros pese a ser jóvenes.

«Deben ser ellos, ¿no? Seguro que son ambiciosos, aunque ingenuos».

Shizu se inclinó un poco hacia mí, quitando algo de cabello que se caía sobre mi ojo, parecía estar más feliz que de costumbre.

—¿Cómo te va con tu meta?

Pensé un poco sobre ello, técnicamente había hecho un gran avance, pero no estaba ni cerca de acercarme al final de la travesía.

—Bueno, ¿supongo que va de maravilla? —comenté antes de detenerme a pensar sobre la petición. —Oye, Shizu. ¿Estás ocupada con algún trabajo? —cuestioné.

—¿Eh? No sabía que eras tan atrevido —expresó con un tono burlón.

Tardé un poco en comprender su comentario, reformule lo que dije en mi mente. Dándome cuenta tras unos segundos, parecía que le estaba pidiendo una cita.

—¿Vaya? Te pusiste rojo —expresó mientras tapaba su boca en un intento disimulado para evitar reírse.

La pena no me dejó hablar por un rato, tomé otro trago de sake para ganar algo de valor. Shizu esperó tranquilamente a que hablara, no parecía verse afectada por lo dicho, aunque tampoco había rechazado la propuesta.

Eso me hizo preguntarme a mí mismo si quería o no la cita que propuse por error.

«Ella es hermosa, no puedo negar eso».

Tras pensarlo un poco, tosí para aclarar mi voz y volteé a verla.

—B-bueno, entonces, ¿estás libre?—pregunté mientras mis manos temblaban y sudando frío.

Shizu se quedó callada por un momento, su expresión reflejaba sorpresa. Se me quedó viendo un momento, como si no supiese que decir y un leve rubor se asomo entre su expresión alegre.

—V-vaya, yo… no pensé que tendrías las agallas—dijo, mientras giraba un mechón de su cabello con la mano derecha. —Eh, pues estaré ocupada con un encargo los siguientes dos días.

No podía ni mover la boca por el miedo y emoción que estaba sintiendo. No tuve el valor de pedirle algo así a Nagisa en su momento y pese a que todavía se guardaba un lugar dentro de mi corazón, Shizu no se quedaba atrás ni en belleza ni en carácter.

Una parte de mi se sentía mal, pero otra parte quería disfrutar y relajarse un rato. Quizá estaba demasiado tranquilo, más de lo que me permitiría normalmente, pero, aún así, en ese momento pareció la mejor decisión que pude tomar.

Terminamos el día en la taberna en cuanto la botella de sake fue vaciada, me ofrecí a acompañarla hasta su posada, pero ella se negó, después de todo, era una orgullosa aventurera de brillo plateado.

Con el ocultándose y las energías bajas, caminé hasta la posada algo mareado. Un maleante extraño trató de robarme en el camino, ya luego se encargaría él de pagar los daños a la pared que destrocé al atacar.

«Wow, parece que esta vez el alcohol se me subió a la cabeza, no me controlo bien».

Pensé, mientras continuaba mi camino. Otro maleante apareció de entre un callejón, el cual terminó el algún techo cercano gracias a la asistencia de Shyun.

Me detuve a vomitar en una fosa donde los lugareños tiraban basura y tras eso continúe hasta finalmente llegar a la posada.

El personal se aseguró de dar una buena asistencia, nada más llegar me llevaron hasta mi habitación y ofrecieron un té que ayudaría a aliviar un poco el alcohol en mi sangre.

Prepararon esa cama de piso a la que llamaban futón, no era de esas tierras, pero acostumbraban a usarlas. De cierta forma eran bastante cómodas, al menos así fue la sensación en aquel momento.

Antes de quedarme dormido, decidí quedarme sentado para ver el ambiente que prepararon para los baños termales que tan famosos eran.

Las montañas de roca esculpida, el sonido del agua recorriendo los riachuelos artificiales que esculpieron los arquitectos y la taza de té caliente que reposaba en mi mano, me daban un sentimiento extraño de tranquilidad.

Conforme el patio se iba tornando cada vez más borroso y el sol dejaba sin brillo a la noche en aquel día sin luna y nublado, mis párpados fueron sintiéndose más pesados, declarando el fin de ese día tan tranquilo.

«Nagisa… chicos. Espero que estén bien en dónde sea que estén».