Otra travesía
—¡Oye chico, ayúdame con esto! —gritó el mago mientras repelía la lluvia corrosiva con su conjuro de vapor.
—¿Cómo se supone que debo ayudarte? No tengo la fuerza suficiente como para... —dije antes de ser interrumpido por un proyectil de hueso que lastimó uno de los brazos del mago y rozó mi mejilla.
Jadeando el conjuro una llama para cauterizar las heridas de su brazo y luego continuó controlando el ether en un flujo constante. —S-solo vierte ether sobre el circulo rúnico.
Siguiendo su orden controlé tanto flujo como pude, hasta hacer que mi nariz y ojos sangraran de nuevo y con ello ayudé al mago a terminar su conjuro.
—¡Ya está listo, apártate, Haru! —gritó el mago.
La espadachina asintió con la cabeza y mientras esquivaba varios zarpazos de la bestia se puso a nuestro lado. El mago finalmente liberó el conjuro, liberando ráfagas de rayos que fueron directo a las espadas de Haru, estas funcionaron como un pararrayos que dirigió todo el daño hasta el interior de la bestia.
Lo que alguna vez fue el señor de la montaña se tambaleó y poco a poco parecía que su fuerza estaba perdiéndose. Cuando estaba a punto de cantar la victoria no pude hacer más que sorprenderme al ver como ramas doradas brotaban de la coraza de la bestia y se volvía a levantar.
Esta vez cada orificio de su cuerpo derramó un líquido dorado que tiñó su pelaje y coraza en aquel tono. Parte de la coraza de hueso colapsó para revelar alas de cartílago similares a las de un murciélago y de su ya alargada cara brotaron cuernos desde la frente.
Sus colmillos elongaron hasta salir de su boca y de la coraza en su cola brotaron espinas. Mayor fue nuestra sorpresa cuando se irguió mientras vomitaba liquido dorada. Sus patas de reptil se deformaron hasta parecer las de un ave y sus brazos se alargaron hasta volverse como las cuchillas de una mantis.
El mago volvió a su conjuración y Haru se preparó para defenderse. Por mi parte simplemente limpié la sangre que cubría mi rostro y me preparé, aunque sea trataría de defenderme ante la bestia.
Antes de que pudiera decir algo el mago me entregó una espada con varias plumas pegadas al mango y luego me tiró lejos de la cueva.
—Ve a avisar al gremio de la ciudad, esta cosa es muy parecida a un dragón intermedio. No podremos contenerla por nuestra cuenta.
Dudoso tomé la espada y con la ayuda de Shyun activé las alas de Aleph a toda potencia para escapar. El aíre frío de la montaña y el miedo se apoderaron de mí conforme iba avanzando a altas velocidades.
No tardé mucho en cruzar el bosque, casi un minuto. Ignoraba que el consumo de ether había vuelto mi vista borrosa y estaba perdiendo sangre.
«Solo un poco más y llegaré hasta la ciudad».
En cuanto avisté la ciudad fui directo hasta el gremio, estaba tan apurado que ni siquiera me tomé el tiempo de calcular la caída y me estrellé contra un fardo de heno que algún granjero había dejado por ahí.
Me levanté tan rápido como pude y con un fuerte dolor de cabeza pasé por las puertas del gremio empujando a todo el que se me pusiera en el camino. La recepcionista me hizo mala cara, pero antes de que pudiera regañarme le mostré la espada y su expresión pasó a ser de horror.
—¿Una amenaza que ni los guardias pueden contener?
Cuando el resto de los aventureros vio la espada el gremio entró en caos y salieron corriendo de este. El caballero no tardó en aparecer por culpa del escándalo, en cuanto vio la espada me la arrebató y le hizo una seña a todo el personal.
—¿Cómo demonios obtuviste esto niño? Alastair solo da esta señal cuando el peligro es grande —exclamó violentamente.
—E-él dijo algo sobre un dragón intermedio.
Al escuchar aquello salió corriendo hacia el patio. Una criatura enorme parecida a una tortuga con alas de cartílago similares a las de un murciélago se cernía orgullosa con un montón de aventureros asustados esperando a que despegará.
La recepcionista me empujó hasta la criatura y el caballero tomó las riendas de su bozal. Esta emprendió vuelo y con una velocidad impresionante fue directo hasta la montaña, de la cual incluso a lo lejos se podían escuchar gritos de dolor.
Para mi sorpresa la criatura había cambiado aún más. Su tamaño era tal que superaba al de la cueva en la que estaba peleando anteriormente. La criatura en la que sobrevolábamos disparó un aliento de fuego que lo distrajo dando el tiempo necesario para que tomará una altura que permitiera al resto de aventureros descender.
La criatura desarrolló otra capa de coraza para cubrirse de las llamas y sin importarle nada continuó atacando incesantemente a Haru y Alastair. El mago ganó más tiempo distrayendo a la bestia con ataques eléctricos y congelando sus piernas, pero en un descuido se tropezó y estuvo a punto de ser atravesado por una de sus garras.
El caballero había detenido el ataque, pero la potencia de este fue tal, que logró romper su espada en trocitos. El caballero ni se inmutó y con solo dar un chasquido un aventurero le lanzó otro espadón.
—¿Qué demonios es esta cosa Alastair?
El mago se levantó limpiando el polvo de su traje y tosiendo sangre mientras lo hacía.
—No lo sé. Pregúntale al chico, Haru no será de mucha ayuda cuando se trata de explicar— dijo mientras me señalaba.
El caballero volteó a verme mientras contenía los ataques de la bestia.
—Pues, originalmente se suponía que buscaba una quimera. Pero lo que encontramos en la cueva era a un niño extraño que usaba técnicas similares a las de quienes destruyeron mi pueblo sobre el cadáver del señor de la montaña. Quién, bueno, está ahí—dije mientras señalaba a la bestia.
—¿Ese es Ykravar? Mierda, los demonios si que son de temer—expresó con sorpresa el mago.
El caballero me ignoró y volteó a ver a Alastair, estos asintieron con la cabeza y entonces Alastair levantó el brazo. Todos los aventureros que se habían reunido se abalanzaron en contra de la bestia mientras gritaban.
Esta gritó de dolor y proyectiles de hueso fueron disparados contra los aventureros, de los cuales poco salieron ilesos.
—¡Sacerdotes, prepárense para apoyar! —gritó una voz conocida.
Al voltear a ver a su dirección noté como todos los sacerdotes estaban reunidos en una especie de circulo de curación que irradiaba una luz radiante. Sieg estaba entre ellos y era quién había gritado.
La luz se expandió hasta rodear a todos y lentamente curó sus heridas. Repentinamente fui empujado hasta un grupo de magos quienes preparaban una formulación elemental gigante siendo liderados por Alastair y unos hombres enmascarados que seguramente eran parte del personal del gremio.
La vanguardia estaba dirigida por el caballero y Haru. Mientras Alastair controlaba tanto a arqueros como magos para preparar un ataque devastador.
—¡Ahora! Gritó.
Todo el ether que habíamos reunido se disparó de golpe para crear un pilar de fuego colosal, similar al que alguna vez usó Merlín en el pueblo, el cual carbonizó por completo a la bestia.
Sin embargo, Alastair no se detuvo ahí y continuó usando el flujo de ether de todos los magos para atacar repetidamente la bestia hasta volverla ceniza.
La nieve de los alrededores se derritió y la piedra sobre la cual solo reposaban los huesos dorados de la bestia se había fundido junto a ellos.
«Eso fue rápido, parece que no hubo heridos».
—¡Maldita sea! —gritó Sieg mientras el resto de los sacerdotes transportaba a muchos que habían quedado inconscientes.
Shizu apareció de entra las sombras para ponerse a mi lado, ni siquiera me había dado cuenta de que había venido junto a nosotros.
—Parece que murieron ejemplarmente —dijo Shizu con un tono ligeramente melancólico.
—¿Eh? ¿A qué te refieres? —repliqué confundido.
Ella caminó hacia delante para admirar los restos de la bestia.
—Los sacerdotes de Lumis deben estar dispuestos a sacrificar su vida—dijo mientras desviaba su atención a los que transportaban a los heridos. —por ello, para salvar la vida de los demás ofrecen su fuerza vital y su consciencia, la única razón por la que no hay muertos entre tanto debilucho que vino acá por puro deber es que ellos estuvieron dispuestos a sacrificar su vida.
«Entonces lo de esa vez fue... Ojalá pudiera darle las gracias a esa señora».
Shizu no dijo nada más y fue junto al resto a subir a la bestia. Como mi resistencia estaba en su límite hice lo mismo. Sin más regresamos hasta la ciudad, mientras Alaster, Haru y el caballero se quedaban junto a un par de enmascarados para evaluar la situación.
Me senté al lado de Shizu, ella estaba en el borde lejos del resto de aventureros. Al principio no dijo nada, me pareció extraño el verla así, desde que la había conocido solo había visto una personalidad optimista y juguetona de su parte.
—Dime, Hayato. ¿Todavía tienes planeado marcharte para buscar a tus compañeros? —dijo mientras miraba hacia abajo.
Al escucharla junté mis manos mientras rememoraba todo lo que había pasado desde que me hice un aventurero.
—Yo... sé muy bien que no tengo la fuerza para cumplir lo que dije. Pero, he llegado muy lejos para estar en donde estoy. No puedo detenerme sin más, cumpliré mi palabra y buscaré a mis amigos. Y cuando lo haga iré hasta el clan de mi tío, hasta donde sé no tengo otro lugar al cual regresar.
Shizu se levantó y luego se asomó por uno de los bordes para contemplar el horizonte.
—Entonces construye uno. No te encierres a ti mismo, después de todo, eres un aventurero que ansía aventuras y libertad. Como todos los que estamos aquí.
Al escucharla solo pude sonreír y ver el horizonte al igual que ella.
—Sí, supongo que tienes razón.
La bestia bajó hasta el patio del gremio y todos los aventureros bajaron de ella de un salto, en cuanto volvieron a entrar por las puertas del gremio fue como si todo regresara a la normalidad.
Nadie estaba hablando del tema y simplemente se limitaban a tomar o presumir sus proezas entre sí. Sieg quién estaba angustiado hace unos momentos estaba sonriendo mientras hablaba con Morgan y Shizu simplemente se reía de sus ocurrencias.
Suspiré mientras tomaba la petición de cacería, me acerqué hasta la recepción para entregarla, la recepcionista me dio las piezas de oro como recompensa por transmitir la información, también le entregué la espada emplumada.
Habiendo perdido una buena parte de mis cosas al dejarlas olvidadas en la montaña caminé por las calles del pueblo una última vez. Había un bardo contando una épica sobre un jardín misterioso que solo podía verse en los sueños. No entendí mucho de la misma, pues esa naturaleza tenía.
Cuando terminó, compré unos bollos de pan de una panadería cercana y los comí mientras me dirigía a la salida del pueblo. Se podían escuchar grillos cantando conforme se acercaba el atardecer.
Caminé hasta la salida del pueblo que estaba más cerca de mí y platiqué con los comerciantes que viajaban en caravanas, con un par de monedas de oro como soborno obtuve información sobre quién creía era Hiyori.
Al final le pagué al que viajaba hasta la ciudad de los rumores, gracias al oro pude pagar un asiento decente en el interior de uno de sus carruajes y conforme el atardecer se acercaba mis pupilas se sentían pesadas y los recuerdos empezaban a atacar mi mente.
Antes de cerrar los ojos vi el sol ocultarse entre las montañas y sonreí al verlo.
«Hermoso».
—¿A dónde vamos? —preguntó Shyun desde mi mente.
La ignoré por un momento para contemplar la ciudad de la cual nos estábamos alejando lentamente, una en la que no pasé mucho tiempo y aun así viví muchas cosas.
—Si tenemos suerte, encontraré a una vieja amiga. Esperemos que sea así... —dije mientras dejaba que la fatiga acumulada desapareciera y mis ojos se cerraban.