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Chapter 41 - El título que se te ha otorgado

El título que se te ha otorgado

Tras dejar el gremio, recorrí las calles de aquella aldea a pasos agigantados, antes de que me pudiese dar cuenta, me encontraba en el centro de la ciudad. Extendí mi mano hasta mi bolsillo izquierdo, en él estaba la petición de cacería.

«¿Así que cazar Kobolds eh? Es bueno que traiga instrucciones para poder identificarlos».

Guardé la petición en uno de mis bolsillos y continúe caminando hasta la salida este de la aldea. Como de costumbre, las hostigosas miradas de los residentes no faltaban.

Con cada calle que pasaba iba creciendo mi incertidumbre, si bien podría notar fácilmente a algunos cuantos Kobolds, según los datos del gremio estos podían imitar voces humanas y algunos pocos entre ellos no solo poseían la inteligencia necesaria para engañar con facilidad a los aventureros, más bien podían llegar a sobrepasar al humano promedio.

«Me pregunto si podré evitar sus engaños, según los rumores, normalmente se necesitaría de un grupo de aventureros de rango bronce para acabar con un nido. El poder no es un problema, pero, evitar ser engañado es otro».

Como de costumbre me perdía en mis pensamientos y llegaba hasta mi destino sin darme cuenta. Tras las puertas barricadas de la entrada este del pueblo se extendía un frondoso bosque de hojas carmesíes que tiñó el ambiente con la misma sensación de muerte que se podía sentir en la mazmorra.

Nada más darme cuenta de aquello, respiré hondo mientras concentraba el ether a mi alrededor para formar formulaciones rúnicas atadas a mis pies.

—Sylph, Aleph. Combinación, potencia, redirección de salida en dirección a la planta de los pies. Todo listo.

«¿Uh? ¿Esa voz es?».

Antes de que pudiese reaccionar la formulación rúnica fue activada y las ráfagas de viento me impulsaron rápidamente dentro de la arboleda, no sabía bien en que podrían aparecer los Kobolds, pero lo más seguro era que sus nidos se ocultarían en las profundidades del bosque.

—Shyun, ¿esa voz fue cosa tuya? No parecía humana—pregunté mientras detenía el hechizo de viento.

—¿Puede escucharme señor? No pensé que eso fuera posible—expresó sorprendida.

—Así que ahora puedo escucharte hablar… ¿en serio murmuras mientras estoy formando runas?

—¿Quién crees que se encarga de evitar que tus runas se conviertan en garabatos?

—No discutiré eso.

Nada más empecé a caminar por el bosque Shyun se quedó callada, seguramente no quería molestar. Por mi parte analicé mis alrededores tam pronto como pude.

Conforme me iba adentrando las hojas de la arboleda engullían la luz del sol y con cada paso todo se volvía más oscuro. El suelo estaba repleto de ramas ruidosas, hojas caídas y alguno que otro par de rocas, mientras más oscuro se volvía todo más se alteraban mis nervios.

Ya podía sentir el filo de las armas improvisadas de aquellas bestias humanoides sobre mi cuello, aunque no tenía una forma real de saberlo, algo dentro de mi podía sentir la sed de sangre que desprendían aquellas criaturas.

Doy un paso, una leve respiración se escucha a lo lejos, doy otro paso, puedo escuchar un líquido cayendo sobre el suelo, uno más, las ramas tras las árboles crujen, un último paso, unos ojos amarillos brillantes aparecen entre la oscuridad.

Dos, cuatro, ocho, dieciséis… No paran de aparecer. Esos brillantes ojos me observan desde la oscuridad, me analizan, están esperando el momento adecuado para matarme.

«Va siendo hora de empezar la cacería»

—Sylph, Ifrit, Aion. Conmutar runas de potencia y de unión. El fuego ha sido encendido.

—Gracias, Shyun. Va siendo hora de iluminar un poco las cosas.

Coloqué el círculo rúnico sobre mi hombro y le ordené a Shyun transformar ether lentamente en una llama. De esta forma puedo ver con claridad a las bestias que acechan.

Criaturas humanoides con retorcidos ojos de bestia, rostros deformados que tratan de mimetizar al humano, garras más grandes que mis cuchillos, larguiruchos cuyos huesos parecen querer abandonar su piel, cada uno con una característica animal diferente.

Aberraciones.

«No quiero hacer un desastre en el bosque, quizá pueda con ellos sin tener que usar una formulación rúnica».

Desenfunde mi daga y sin vacilar apuñale el cuello de una de las bestias, Shyun se había encargado de preparar las formulaciones rúnicas por mí. En ese momento decidió bautizarlas como…

—Las alas de Aleph.

Usando las corrientes de viento generadas por el ether fui de un lado a otro acabando a las bestias con relativa facilidad. Podía sentir como se deterioraba la daga con cada corte y puñalada realizado, nada más acabar con la séptima bestia la hoja se rompió, ahora solo tenía mi cuerpo y el ether para defenderme.

—Oye, Shyun. Si lo de antes eran las alas de Aleph. Como le llamarías a esto—dije mientras formaba la formulación rúnicas con la que había vencido a las monjas.

—No lo sé. ¿Quizá, la flecha de Sylph estaría bien?

El nombre que había elegido Shyun era adecuado, los proyectiles que liberaba a voluntad ya fuese con golpes o un simple pensamiento eran tan veloces como una flecha y tenían la fuerza necesaria para dañar internamente a las bestias hasta el punto de no poder moverse.

El consumo tampoco estaba mal, eran relativamente sencillas de hacer y no se necesitaba canalizar mucho ether para ello. En términos de eficiencia eran infinitamente superiores a las explosiones rúnicas.

Tenía la fuerza suficiente como para acabar con ellos sin darles tiempo a rodearme. Incluso si lo lograban, podía escapar fácilmente gracias a las fuertes corrientes de viento que usaba para impulsarse.

«No logró ver el nido, tendré que dejar a uno vivo para que me guíe».

Masacre lentamente a cuantos pude, reduciendo su número lo suficiente como para forzar su retirada, conformé escapaban yo los acechaba desde una distancia segura. Ahora yo era el depredador y ellos la presa.

No tardaron mucho en llevarme hasta su nido. Solo era una cueva que se extendía lo suficiente como para albergar a varios de ellos.

Nada más entrar pude sentir el fuerte olor a podredumbre, la llama me permitía vislumbrar los restos de aventureros desperdigados en los alrededores.

Se podían escuchar quejidos desde el interior, pero bastaba con ver alrededor para darse cuenta de qué no era más que una burda trampa. Esas bestias no permitirían que alguien sobreviva.

Salí de la cueva y preparé una formulación rúnicas.

—Sylph, Aleph, Ifrit. Conmutar con runa de potencia. As cenizas de Ifrit están listas.

—No es necesario qué hagas eso cada vez Shyun, déjamelo a mi.

Coloqué el círculo rúnico frente a la entrada y usando toda mi concentración vertí ether a gran velocidad en su interior, las llamas se alzaron con intensidad, adentrándose en lo más profundo de la cueva. Solo se podían escuchar los quejidos de las bestias que morían quemadas.

No mucho después, la pequeña cueva colapso, seguramente habría destruido algún soporte con las llamas. Tras eso limpié la sangre derramada de mi nariz y continúe la cacería.

Continúe cazando Kobolds y destruyendo nidos hasta que mi energía se agotó. Para regresar al pueblo me elevé por los aires, tenía suficientes orejas de kobold como para respaldar mi misión como completa.

Al impulsarme pude sentir como mi nariz y el ojo del parche sangraban, lo mejor era regresar pronto y no usar ether por el resto del día.

Nada más llegar a la entrada del pueblo fui recibido por el caballero plateado, el se acercó a mí y tras observarme en silencio por un momento, me dio una palmada en el hombro y luego se marchó.

«Ese tipo es extraño».

No tardé mucho en llegar al gremio, ya había oscurecido y poca gente se atrevía a transitar las calles en la oscuridad. Nada más entrar al gremio pude ver que los aventureros estaban teniendo una especie de fiesta, casi todos estaban ebrios y el personal parecía estresado.

Fui a la recepción y entregué las orejas junto a la petición como prueba. El personal se mostró frío y metódicamente contaron cada una de ellas, tras eso tomaron la petición para colocarle un sello y luego se me entregaron cinco piezas de oro junto a diez de plata.

Tras recibir mi recompensa me marché del lugar para descansar… O eso pretendía. Cuando intenté pasar por la entrada, choque con el grupo de Sieg.

—Vaya, estás vivo—dijo para luego darme una palmada en la espalda mientras sonreía. —Hombre. Cuando te fuiste solo al bosque pensé que te ibas a morir. ¿A cuantos cazaste?

Suspiré y tras pensarlo un poco respondí.

—Unos tres o cuatro nidos.

Sieg se sorprendió.

—Oh. Parece que no estabas presumiendo cuando te fuiste solo… ¿Porqué eres tan fuerte siendo apenas del rango bronce?

Suspiré amargamente.

—No tuve tiempo para subir de rango en su momento.

Sieg apartó la mirada, sus compañeros ya se habían sentado a tomar en una mesa.

—Uh… perdona si te hice recordar algo incómodo. Te invitaré un trago, vamos.

Me senté en un extremo de la mesa y ordené una botella de sake. Shizu se intrigo al verlo.

—¿Te gusta el sake? Por estas tierras prefieren el vino de arroz.

La observé algo extrañado.

—¿Y qué tiene que ver eso conmigo? No soy de aquí.

Ella se sorprendió.

—Oh, ¿En serio? Cualquiera pensaría que eres de Murim con solo verte.

—¿Así qué este es Murim? No me di cuenta por la diversidad hay en esta ciudad.

Ella tomó mi botella de sake y descaradamente se sirvió un trago.

—Bueno, es lo normal. Ciudades como esta son conocidas como asentamientos. Usualmente solo verás aventureros, por eso hay tanta diversidad.

Antes de continuar terminó su copa de sake, lamiendo sus labios de forma provocativa al hacerlo.

—Yo misma vengo de la tierra del sol.

Repentinamente una botella de vidrio salió volando a mi lado, el culpable no era otro más que Morgan. Era la primera vez que lo veía sin casco, era un hombre de piel morena con el rostro lleno de cicatrices y quemaduras.

Quizá por eso siempre tenía el casco encima.

—¿Qué te pasa? ¿A qué vino eso?

Él se río a carcajadas.

—Tienes buenos reflejos para ser un fenómeno.

Lo ignoré y me tomé un trago de sake. Él continúo molestando.

—Chico. ¿Sabes como han empezado a llamarte por estos lares?

Volteé a verlo con algo de intriga.

—No.

El se tomó una jarra de cerveza de un trago antes de decir nada.

—El aventurero oscuro. Más que todo por tu ropa y el hecho de que no hables mucho. Hay bastantes rumores recorriendo el pueblo, dicen que estás relacionado a la espada carmesí.

«Espada carmesí… la única persona que se me viene a la mente es Hiyori. ¿Eso significa que también fue llevada hasta estas tierras?».

Al contemplar mi silencio Sieg se sentó a mi lado.

—¿Ese apodo te trajo nostalgia? Así que conoces a esa fiera, es bastante famosa por estos lares, algunos dicen que es un prodigio que escalará a rango oro con tan solo veintidós años.

—Si, bueno. Se podría decir que fuimos compañeros de viaje durante un tiempo, Hiyori es… bueno. Es tan fuerte que no sé si debería preocuparme por ella.

Él cruzó los brazos.

—¿Porqué deberías preocuparte por ella? Digo, aunque hayas sido su compañero y todo, pocos no se rendirían al estar en tu situación, digo, no es que tengas un lugar al cual regresar. ¿Porqué no forjarte una nueva vida?

Tomó otro trago de sake antes de poder responderle. Todavía recordaba con viveza los rostros de todos mis amigos del pueblo.

—Bueno, no puedo dejar de preocuparme por mis compañeros. Si puedo encontrarlos y ayudarlos aunque sea un poco, estaría bien para mí.

Sieg se extrañó.

—De ser así, ¿porque te quedas en este pequeño pueblo entonces? ¿No deberías estar viajando por ahí?

Miré la copa de sake y suspiré.

—Necesito dinero para reponer mi equipo y… también estoy ocupado con un asunto personal, probablemente no estaré por estos lares para cuando se terminé la semana.

Todos se quedaron callados, pero antes de que pasará el tiempo suficiente como para que fuese incómodo Sieg rompió el hielo.

—Bueno, ¿no te gustaría algo de compañía en tu búsqueda? Shizu es buena reuniendo información.

Sonreí tenuemente para luego levantarme y marcharme mientras agitaba la mano en forma de despedida.

—Me lo pensaré.