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Chapter 32 - La sombra emerge

La sombra emerge

Tomé una taza de té con mis manos temblorosas y le di un sorbo, sentí una fuerte nostalgia nada más probar un poco, el sabor no era nada especial, hasta se podría decir que era mediocre, pero al mismo tiempo reconfortante. No pude evitar sonreír despreocupado mientras disfrutaba de la compañía.

—¿Qué pasa con esa sonrisa? ¿Tanto nos extrañabas?—preguntó Aoi con una sonrisa burlona.

Por su parte Gell estaba parado enfrente de mi equipamiento, analizando a detalle silenciosamente su estado.

—Oye, Hayato. ¿Dónde esta tu armadura de cuero?—preguntó Gell mientras inspeccionaba el equipo que tenía apilado en la esquina del cuarto

Por un momento me quedé viendo el techo tratando de recordar qué le había pasado.

—Ah, eso. La hizo tiritas un gato.

Gell se quedó pensando por un rato mientras terminaba de inspeccionar el armamento.

—Ya veo... Te ayudaré a comprar equipo cuando te sientas mejor, lo último que quiero escuchar es que te mueres ahí afuera.

Aoi asintió, reuní fuerzas para sentarme, aunque con dolor en las extremidades, tenía los músculos entumecidos y sentía que todo mi cuerpo temblaba acompañado por un sudor frío.

«Qué extraño, jamás había sido dañado tanto, las repercusiones de forzar el ether empeoran conforme aumenta mi control».

Aoi me ayudó a conservar el equilibrio, mientras que Gell se preparó para atraparme si caía por error. Respiré hondo para tratar de recuperar el aliento, mientras un ardor recorría todo mi cuerpo dificultando mi movimiento.

Aoi rezó mientras posaba sus manos sobre mi espalda, tras un par de minutos una luz reconfortante calmó el ardor de mi cuerpo reemplazándolo por un calor que abrazo todo mi cuerpo. Repentinamente todo mi cuerpo se retorció por un calambre y la luz del ether repelió la luz de Lumis, interrumpiendo la curación de la diosa.

Aoi gritó del asombro mientras observaba como mi cuerpo se retorcía rechazando el poder de la diosa, tras un tiempo el ataque terminó y volví a mis sentidos, me sentía mejor que antes, pero el dolor aún estaba ahí.

—Oye, Hayato. ¿Estás bien? Eso nunca había pasado.

Extendí mi mano para detenerla, casi podía ver lágrimas saliendo de sus ojos, incluso si ella no había hecho nada malo.

—N-no, no es tu culpa. Debe ser porque me he sobre esforzado, todavía no entiendo bien las repercusiones, pero esto seguramente se deba a la energía primaria que poseo.

Gell se sentó en el suelo de golpe mientras cruzaba los brazos.

—Sería bueno entender esas cosas. Bueno, de una forma u otra, no siempre estaremos ahí desde que tenemos trabajos normales a los que atender, así que trata de cuidarte por tu cuenta.

Me quedé callado, no podía asegurar que me mantendría a salvo, no podía mentir tan descaradamente. El silencio fue interrumpido en un instante cuando se escuchó como alguien golpeaba la puerta.

Aoi se levantó de golpe mientras acomodaba su túnica.

—Debe ser Jessica, iré a abrir.

Miré a Gell de reojo, él entendió al instante y fue detrás de Aoi para vigilarla. Aproveché su ausencia para tratar de controlar el ether, pero mi mano tembló con dolor y las luces se esparcieron en patrones aleatorios, mis venas se resaltaban y repentinamente sentía como si todos los huesos del cuerpo estuviesen siendo aplastados por pura presión.

«Mierda, no estoy en condiciones para pelear, espero no tener mala suerte. Si Hiyori me encuentra en este estado me va a obligar a entrenar mientras me recupero».

Jessica entró al cuarto con una olla de sopa que todavía parecía estar hirviendo y sin decir nada me atragantó con cantidades anormales de comida, no pude detenerla, era fácil notar su preocupación. Cuando el sol se ocultó, los chicos regresaron a la aldea y tras cerrar la puerta con llave, regresé a la habitación, el resto del día lo pasé acostado mientras observaba el techo.

—... Qué aburrido.

Nada más despertar dije eso y empecé a hacer ejercicios de estiramiento, mi cuerpo todavía se sentía rígido, pero al menos tenía la energía suficiente para darle un poco de mantenimiento.

Con eso hecho, recordé que tenía que reunirme con Hiyori. Salí de la casa hasta el pozo para tomar un par de baldes de agua, luego me desvestí con cuidado y lavé mi cuerpo con cautela, me sequé con un trozo de tela y tras taparme, entre a la casa para vestirme.

Estando casi listo, pude notar que mi armario solo tenía un par de camisas negras, ropa interior y pantalones del mismo color, aparte de los kimonos y haoris que guardaba en una esquina, pues solo los usaba en los eventos.

«Qué deprimente, ¿debería comprar más ropa?».

Tras terminar de vestirme, salí de la casa para luego cerrar la puerta con llave y dirigirme al pueblo, en el camino continué estirándome mientras bostezaba. Quizá debido a mi condición, me sentía extremadamente cansado, ni quería levantarme.

La gente del pueblo se me quedó viendo raro, normalmente no llamaría tanto la atención, seguramente había causado bastante conmoción durante el ataque de locura de antes. Traté de mantener un perfil bajo hasta llegar al gremio, ese lugar como siempre apestaba a alcohol, carne cocinándose y sangre de bestia.

Como siempre, Hiyori se sentaba en una mesa apartada a la que pocos se atrevían a acercarse, no había muchos aventureros de rango alto que se mantuvieran en el pueblo sin estar retirados, así que ella era tratada con mucho respeto por el resto.

Incluso yo era visto con cierta admiración por algunos, haber ganado el torneo atrajo atención indeseada hacia mí persona, aunque juntarme con Hiyori seguramente me hacía destacar aún más. Tampoco es que tuviese algo mejor que hacer.

Me abrí paso por el gremio, para sentarme en uno de los extremos de la mesa y esperar a que Hiyori empezará la susodicha reunión. Tras un rato pude notar que Kai estaba cambiado, ahora se le veía más robusto y su rostro cansado denotaba el esfuerzo al que había sido impuesto.

—¿Cómo cambiaste tanto?—dije mientras lo señalaba.

Él retrocedió ligeramente mientras miraba nerviosamente a los lados, como si estuviese asustado, tras un par de segundos finalmente volvió a sus cabales, frotó sus manos con nerviosismo, para luego dar un suspiro.

—Han sido unos días difíciles y... digamos que tuve una tutela estricta.

Era fácil notar que Hiyori era la razón por la cual se estaba volviendo tan monstruoso en un período de tiempo tan corto, por su parte, la líder predilecta de nuestro improvisado grupo estaba encasillada escribiendo en un cuaderno de notas, con un mapa de la región garabateado en una de las páginas.

Me encogí de hombros para luego respirar profundamente, tomando así el valor necesario para hablar con ella.

—Bueno, ¿cuándo empieza la reunión Hiyori?

En una fracción de segundo Hiyori cerró la libreta y con una mirada intimidante, sonrió tenuemente mientras nos observaba. No pude evitar tragar saliva por el miedo.

—Estaba esperando que estuvieran listos, pero supongo que mi consideración fue en vano.

Aparté mi vista hacia la mesa, estaba sudando frío, pude notar que estaba enojada, pero no sabía el porqué. Saqué los panfletos de misión que había completado de mi bolsillo y los coloqué en la mesa, nada más verme, Kai hizo lo mismo.

—Me encantaba ver que han progresado, ahora, ¿deberíamos pasar a los que nos incumbe?—dijo mientras cruzaba las piernas y se reclinaba en la silla —¿Qué han averiguado?

El primero en tomar el valor para hablar fue Kai, él había completado tres peticiones sencillas, pero que pocos deseaban realizar.

—Durante mis encargos, tuve la oportunidad de hablar con magos de Avalon y alquimistas de una tierra llamada Izmir, además claro, de escuchar sus conversaciones en secreto.

Dijo Kai mientras mostraba las recompensas que había recibido, cosas como pendientes de oro y piezas de plata.

»Al parecer los alquimistas planean dejar la ciudad, por su lado, los magos están trabajando en dispositivos de defensa, pero no pude averiguar el porqué—explicó mientras guardaba su botín.

Hiyori tomó nota de todo, escribiendo sus conjeturas mientras se desesperaba cada vez más, hasta se podía notar el miedo en su rostro. Tras un tiempo cerró la libreta y tras dar un respiro ordeno una jarra de cerveza, tomándosela de un solo trago.

—Oye, Hiyori. ¿Estás bien?

Hiyori colocó la jarra en la mesa y luego me miró de reojo.

—Hayato, ¿qué descubriste tú?

Crucé los brazos y solté un suspiro.

—Nada bueno en realidad, la guardia de la frontera estaba en situaciones precarias, por un asunto interno del imperio. También viajé con un comerciante y no escuché nada bueno.

Hiyori se reclinó en la silla con todo el peso de su cuerpo, parecía que iba a caerse en cualquier momento y su angustia cada vez resaltaba más. Repentinamente se puso de pie, dejando caer la silla al suelo y colocando una pluma completamente negra en el centro.

—No quería creerlo, pero al parecer es cierto—dijo mientras apretaba sus manos hasta que sangre se derramó de ellas, sus venas se resaltaron y sus ojos se enrojecieron —Algo terrible se está acercando.

Sudé como loco, quizá por el calor que hacía en el edificio del gremio o tal vez era por el escalofrío que escalaba todo mi cuerpo, como frías manos de cadáveres tratando de llegar hasta mi rostro.

«¿Qué tan grave era el problema para causar temor en alguien como Hiyori? Alguien que resalta incluso entre los cientos de aventureros del pueblo».

Mi cuerpo ya adolorido temblaba con pavor, mientras el ether a mi alrededor se volvía inestable por culpa de mis sentimientos, algunos pocos capaces de ver la energía me observaron de reojo, juzgándome.

—N-no creo, que sea, algo tan grave, ¿verdad?—expresé mientras trataba de controlar mi voz.

Kai no parecía entender la situación, Hiyori simplemente se quedó callada, su cabeza se encontraba reclinada hacia abajo, haciendo que sus mechones de cabello carmesí taparan su rostro.

—Puede que esté mal. No me hagas caso, todavía no podemos afirmar nada...

Tras eso la reunión terminó abruptamente.

«¿Qué era lo que te preocupaba Hiyori? ¿De que manera podría prepararme para algo que incluso ella teme?».

Mi ya agotado cuerpo fue agotado por el estrés, regresé a la cabaña mientras usaba el resto de mis fuerzas para evitar colapsar del miedo. Estando frente a la puerta me dejé caer de rodillas, no me quedaban fuerzas.

Tras cerrar los ojos un rato, reuní nuevas fuerzas para regresar a mi cuarto y finalmente descansar. El estrés que había agotado mi cuerpo se había desvanecido como por arte de magia, todavía sentía rigidez abrumando mi cuerpo, aunque ahora se sentía más ligero.

—Parece que me estoy recuperando—expresé, para luego estremecerme por un calambre —Bueno, más o menos.

Tomé el arco que tenía apoyado en la esquina del cuarto y salí hasta el patio de la casa, la maleza estaba crecida y los trozos de leña que usábamos para el horno estaban desperdigados entre ella.

Ya teniendo lista la flecha del carcaj, apunté hacia el cartel de madera del cobertizo, extendí la cuerda con dificultades, la madera del arco empezó a tensarse, con la fuerza de este mermando lentamente la resistencia de mis brazos.

Sentí como el viento rozaba mi cuerpo, mientras mi respiración se volvía pesada y mi vista se agudizaba con cada segundo, con la vista atenta a mi objetivo me posicioné con la punta de la flecha en dirección al objetivo.

Cuando el pedazo de pedernal atravesó el objetivo de madera, tomé una bocanada de aire aliviado, para luego regresar a la casa y hacer un par de flexiones, abdominales y sentadillas. Con el ejercicio mi cuerpo se recompondría más rápido.

El siguiente día hice casi lo mismo, esperando que el presentimiento de Hiyori fuese una mala broma. Al tercer día de realizar la misma rutina, mi cuerpo se aligeró y en el cuarto día mi control de ether se estabilizo.

—Tanto entrenar me dio hambre, al menos estoy en buenas condiciones de nuevo.

Gell había dejado un nuevo set de armadura de cuero enfrente de mi casa, pude reconocer el sello de su familia en la caja que traía la armadura.