Chapter 36 - Poder

Con cada gota de sangre siendo derramada en aquel combate crecía la angustia dentro de mí, la batalla ciertamente era irreal, cada golpe tenía la fuerza necesaria para destrozar un distrito entero de la aldea y aún siendo así, ni uno de los guerreros parecía estar fatigado.

Un hombre viejo con cabello largo y negro con un par de canas, arrugas y cicatrices cubrían su cuerpo y vestía una armadura de acero negro sin casco acompañada por unos guanteletes de cuero revestidos con acero como arma.

El otro era un hombre de mediana edad con una piel grisácea cubierta por tatuajes negros en forma de enredaderas espinosas extendiéndose desde su cuello hasta abajo. Llevaba una armadura enfocada en cubrir sus brazos y la parte inferior de su cuerpo, cuyo material parecía similar al de la armadura del caballero oscuro, solo que con un tono amatista. Por alguna razón llevaba el pecho descubierto.

Cada colisión de sus golpes causaba una onda de choque capaz de crear un pequeño temblor a sus alrededores, no podía desviar mi atención de ese escandaloso combate, cada estruendo solo hacía latir mi corazón con una fuerza aún mayor.

Mientras estaba anonadado podía sentir como alguien me tomaba del brazo alejándome del lugar, al desviar mi atención hacia ese alguien, su brillante cabello carmesí calmo ligeramente mi corazón, pero la detuve y nada más hacerlo pude notar su rostro invadido por la tristeza y el miedo.

Suspiré y con algo de dolor invadiendo mi pecho aparte la vista del combate. Tragándome el orgullo la acompañé en su búsqueda de un lugar seguro, aunque codiciaba ver ese combate, no podía soportar ver la desesperación en su rostro.

Conforme corríamos a través del caos en el pueblo, podía ver como varios grupos de aventureros luchaban impotentemente para terminar muriendo sin hacer siquiera un daño decente a sus enemigos.

«Todo esto es inútil, cada uno de ellos es tan fuerte como un grupo decente de aventureros. Preferiría adentrarme en la maldita mazmorra en donde tengo una oportunidad a seguir viendo a mis seres queridos morir inútilmente».

Mientras corríamos Nagisa esquivaba los lugares concurridos dando grandes saltos mientras me llevaba a rastras, no podía pensar con claridad, así que simplemente dejé que me llevara. Mientras contemplaba el horizonte, tratando de poner mi mente en orden.

Nagisa estaba marchando directo a la entrada Norte, cuando pude ver el destino a lo lejos, recuperé mis sentidos y detuve a Nagisa sosteniendo su mano nuevamente. Ella desvío su atención hacia mí, podía notar con facilidad su confusión, pero tenía que detenerla.

Miré hacia al bosque mientras tomaba su mano con firmeza, podía ver un tenue brillo característico de las flechas de acero tratado, pesé a que una persona normal apenas y podría notarlo, incluso con mi vista desgastada podía reconocerlas.

Al ver el brillo desvaneciéndose me agaché y arrastré a Nagisa conmigo, la flecha golpeó uno de los muros destrozándolo por completo. A diferencia de lo que creí, la flecha era prácticamente una estaca de acero del tamaño del brazo de un niño.

«¿Qué clase de fuerza monstruosa pudo disparar eso? Sin contar el peso de la flecha, tensar ese arco debe requerir mínimo la fuerza de un rango plata».

Las flechas no eran disparadas con constancia, por su material seguramente sería caro usarlas con constancia. Desvíe mi atención hacia Nagisa, ella todavía se veía afectada por la situación.

—Parece que no permitirán que escapemos, esos arqueros parecen bastante habilidosos—expresé mientras miraba su rostro. Podía sentir como sus manos que desprendían un calor que me calmaba ligeramente temblaban por el miedo. —Por ahora tratemos de regresar a la iglesia, me preocupan los chicos.

Nagisa no dijo una sola palabra, cada vez que me miraba el rostro podía notar como su expresión se alteraba, era como si estuviese viendo un muerto.

«Debe ser mi culpa que esté tan nerviosa. Ahora que lo pienso... ¿cómo demonios sigo con vida? Estoy seguro de que sentí mi vida desvanecerse, ¿qué demonios pasó? ¿Por qué estoy vivo pesé a que la muerte estaba tomando mi aliento? ¿Será por el fuego que me entregó esa señora? ¿Qué clase de precio habrá pagado para...? No importa, tengo que concentrarme».

Continuamos recorriendo el pueblo en ruinas con cautela, la iglesia se encontraba en uno de los pocos sectores que aún se mantenía en pie. Pare nuestra suerte o desgracia, la fuerza de esos asesinos no estaba en los números, a lo mejor eran solamente dos escuadrones de infantería.

Era aterrador pensar en la diferencia entre nuestra fuerza, esas cosas eran monstruos con una fuerza aterradora desde su niñez, o al menos eso me había dado a entender el tío Yamato.

La iglesia estaba custodiada por un solo aventurero, llevaba una armadura de acero blanco al estilo de la tierra del sol naciente y de su cinturón colgaba una insignia hecha de un diamante blanco brillante junto a una katana de vaina blanca, portaba una máscara con velo para tapar toda su cabeza, un accesorio típico del personal del gremio.

Entramos a la iglesia solo para encontrar un montón de heridos siendo tratados por los sacerdotes, incluso Aoi y Gell estaban ayudado con la curación y traslado de los aventureros medio muertos. La mayoría de ellos oscilaba el rango plata o oro, estaba claro que los de rango bronce no tenían tanta suerte.

Me senté en un escalón cercano a la iglesia, no quería estorbar a los heridos. Mientras descansaba, escuché un par de gritos conocidos. Al ver de qué se trataba, pude notar que Aoi y Gell estaba corriendo hacia mí, mientras Nagisa los acompañaba.

Sin que pudiera decir nada Aoi empezó a revisar mi ojo y el resto de las heridas que recibí durante el combate contra el caballero, por su parte Gell simplemente me observaba con angustia mientras rebuscaba su bolsa.

—No puede ser... Debe haber algo que—murmuró Aoi mientras me examinaba. Luego apartó la vista y extendió la mano hacia Gell, este entendió su gesto al instante y tomó un trozo de tela con el que cubrieron mi ojo perdido.

Posé mi mano sobre el parche improvisado, la tristeza estaba grabada en sus rostros, pero no ellos no soltaron una sola lágrima. Antes de que pudiera decir una palabra Gell dio media vuelta y regresó al interior de la iglesia, Aoi que se veía algo cansada también lo hizo, aunque antes de marcharse me regaló una sonrisa.

«Gracias por todo chicos».

Nagisa conservaba la angustia que había mostrado desde hace un tiempo, pero ahora al menos podía verme a la cara. Me levanté del escalón y pude contemplar como el brillo dorado se desvanecía conforme la noche asolaba la aldea.

Sin vacilar caminé sin rumbo por la calle de la destrozada aldea, Nagisa decidió seguirme pesé a la angustia que la asolaba, pero, nada de eso me importaba en ese momento. Tras un rato, llegamos a una calle en ruinas en la cual podía ver al mismo caballero que me había quitado un ojo a lo lejos.

Al verlo apreté los dientes junto a mis puños, sabía que sin la ayuda de los chicos que se sacrificaron no podría haberle hecho daño y estaría peor en mi condición actual. Al percatarse de mi presencia se quedó quieto por un momento para luego tomar impulso y acercarse a mi dirección.

Ordené al ether que me rodeara y nuevamente usé la técnica que había ideado, aliento de Aion, ese fue el nombre que le otorgué a ese proceso.

«Recuerdo que Yao había dicho que ponerles nombre a las técnicas ayudaba a recordarlas, a partir de ahora debería tratar de aplicarlo, aunque creo que darles nombre es un poco ridículo, evitaré decirlos en voz alta».

Con suficiente ether cargado grité hacia el suelo destrozando una buena parte de este y causando así una nube de polvo que aprovechamos para escapar de su rango de vista y continuar moviéndonos.

Por un momento quise regresar, sentía que estaba arrastrando a Nagisa solo para saciar un deseo personal, ella se estaba poniendo en peligro por mi culpa y solo con verla podía saber que estaba en contra de lo que ella deseaba.

«Ya habíamos escapado una vez, ¿qué mierda se supone que estoy haciendo? Para colmo estoy arrastrando a Nagisa. Honestamente esperaba que se quedará en la iglesia, me está ayudando más de lo que debería... no quiero que sea saludada por la muerte por mi culpa».

Nos detuvimos cerca de un muro al escuchar unos pasos y nos ocultamos entre los escombros, había un demonio con una armadura similar a las que ya habíamos visto, lo único diferente era un prominente cuerno azulado y una lanza monstruosamente gigantesca.

Esperamos un rato hasta que los pasos se desvanecieran y continuamos con nuestro camino poco después, yo iba a la delantera, tratando de usar todos los conocimientos que había adquirido para evitar pelear, lo único que me importaba era saber el resultado de ese combate.

Tras pasar un callejón los estruendos del combate sonaban más cercanos, ya casi estábamos allí. Cuando finalmente llegamos a una posición en la que se podía vislumbrar la batalla, pude ver como todo un distrito de la aldea había sido reducido completamente a cenizas, prácticamente era un terreno baldío lleno de un montón de polvo que al parecer alguna vez fueron las edificaciones del lugar.

Los dos combatientes estaba notablemente heridos, pero tenían una sonrisa burlona en sus rostros, como si estuviesen disfrutando del momento. El hombre de cabello negro que portaba una insignia de aspecto cristalino y morado se abalanzó en un instante contra su enemigo.

Su velocidad era tal, que una estala residual de donde estaba había sido dejada atrás y su desplazamiento pareció un teletransporte. Su enemigo, el caballero qué portaba una aterradora armadura de carne y hueso bloqueó el ataque como si nada, la fuerza fue tal que el terreno a su alrededor cambió y repentinamente fue atacado por repetidos puñetazos de fuerza descomunal.

Su resistencia era impresionante, recibía ataque que matarían hasta a Hiyori al instante como si no fuesen nada de que alardear, un instante después ambos brazos se deformaron y grotescamente se volvieron más compactos y a su vez más parecidos a los de su enemigo.

Al siguiente instante el hombre de los guanteletes fue enviado a volar repentinamente y sin sentido alguno, era como si hubiese recibido un golpe invisible. Al ver como los brazos del monstruoso parecían haber desaparecido me di cuenta de que simplemente no podía seguirle el ritmo a su descomunal velocidad.

La paliza continuó por unos instantes, hasta que el hombre de los guanteletes atrapó los brazos del caballero y los rompió con pura fuerza bruta, para luego soltarlo y con una velocidad similar a la que demostró anteriormente su oponente mandarlo a volar de un derechazo.

La pelea continuó intensificándose y cada vez más sangre era derramada por ambos, cada vez que uno lograba hacer un daño considerable estos torcían su cuerpo de una forma inhumana para cerrar esas heridas que podrían resultar mortales y continuar peleando.

 

 

Sus golpes generaban colisiones extremadamente ruidosas, su fuerza cambiaba el terreno con facilidad, el hombre con los guanteletes golpeo el suelo con un poder abrumador levantando así una gran nube de polvo junto a cúmulos de tierra que no dudo en lanzar directo a su oponente con una patada, el caballero deformo sus piernas hasta el punto en el que se parecían a las de una bestia.

Los proyectiles de tierra fueron devueltos constantemente hasta transformarse en polvo, la batalla siguió su rumbo con ataques que escalaban su fuerza conforme el tiempo pasaba. Para mí sorpresa el hombre de los guanteletes vomitó sangre durante uno de aquellos intercambios.

Al ver que estaba perdiendo un escalofrío recorrió mi cuerpo y el miedo invadió mi mente al instante. Apreté los puños con fuerza mientras lamentaba no poder hacer nada para ser de ayuda, aunque fuese una pequeña oportunidad insignificante, pero sabía bien que simplemente estaría suicidándome si tratase de intervenir.

«Tío Yamato...».