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Chapter 38 - Los pétalos marchitos recorren el mundo

Los pétalos marchitos recorren el mundo

El miasma del caballero se extendió por la zona como si se tratará de una densa neblina que podría hacer a los más débiles perder su voluntad con el mero acto de presenciarla. Luego con un movimiento extremadamente rápido lanzó un tajo imbuido con aquella oscuridad que repelió el aire y con una velocidad impresionante cortó a una de las ilusiones del mago.

Sin inmutarse por ello, Merlín lanzó un proyectil de agua presurizada usando todas sus ilusiones, el caballero se desconcertó y mirando de un lado de otro decidió cubrirse en miasma para evitar una buena parte de los ataques. Al ver esto el mago sonrió y los proyectiles de agua ascendieron para luego volverse en pequeñas gotas de agua que flotaron alrededor del caballero.

El caballero trato de huir con un salto, pero las gotas de agua seguían sus movimientos y luego el espíritu de Merlín usó una formulación rúnica que desató rayos de fuerza descomunal que terminaron impactando al caballero mientras se conducían por las gotas de agua a su alrededor para impactar contra aquel miasma repetidamente.

Finalmente, los rayos lograron dispersar el miasma e impactar contra el caballero, quién se cubrió anteponiendo su espada y luego soltándola para desviar los ataques. El espíritu nuevamente se encargó de retener los movimientos del caballero con el hechizo que Merlín había usado con anterioridad.

Nuevamente se apoyó en una cantidad abrumadora de miasma para mantenerse a flote en contra de aquella fuerza que lo retenía, pero esa pequeña distracción ganó el tiempo suficiente para que Merlín creará una formulación rúnica superpuesta.

Grandes masas de tierra y escombros fueron levantadas por lo que parecía ser viento, para luego ser comprimidas con una fuerza impresionante hasta se reducidas al tamaño de una roca como aquellas que se usaban en las resorteras.

El espíritu aumento la intensidad del ether que retenía al caballero y con un movimiento de sus dedos Merlín liberó los proyectiles a una velocidad casi imperceptible destruyendo así parte de la armadura del caballero junto al suelo en el que estaba parado.

Sin opciones, el caballero tomó su espada y la enterró en el suelo para apoyarse, luego tras estar de pie, aún con sus heridas y siendo retenido por el espíritu, apuntó la espada hacia el mago, mientras que una sonrisa era revelada por una de las grietas de su casco.

Mientras la batalla sucedía, la gente lentamente se desesperaba cada vez más, la energía que desprendía el orbe nos había paralizado, solo podíamos ver como nuestra vida dependía enteramente de aquel mago risueño.

—¿Por qué no podemos movernos?

—¿Resistirá lo suficiente?

—¿Qué mierda es esta luz? ¿Acaso quieren matarnos malditos magos del demonio?

La multitud no paraba de quejarse, los pocos que no decían una palabra éramos los aventureros con rango y unos cuantos que no poseían uno.

Era claro que una persona común no comprendería la gravedad del asunto, ni mucho menos lo afortunados que éramos por tener la oportunidad de salir con vida del infierno que había asolado la aldea.

«Imbéciles. Aunque... me pregunto cuanto tiempo tardará en activarse esa esfera. Si Merlín llegará a perder... No, no perderá, no es el director de la academia Avalon por nada».

Mientras me preguntaba aquello, antes de que pudiese darme cuenta la luz se intensificó y lentamente el viento se reunió para hacernos levitar.

Por su parte, Merlín continuaba luchando frente a frente contra el caballero del miasma, los ataques del caballero se diversificaban cada vez más, incluso llegaba a solidificar aquel miasma en un material sólido, creando proyectiles y lanzas con un aspecto parecido al acero, aunque, con una dureza aún mayor.

«Las habilidades de esas cosas son impresionantes. Tenemos que escapar cuanto antes».

Mientras la lucha se intensificaba el caballero nos observó levitando y sin dudarlo lanzó decenas de proyectiles parecidos a cuchillos arrojadizo. Merlín se apresuró creando un muro de hielo para detenerlos, pero los pocos que llegaron hirieron de gravedad a una decena de aventureros.

Debido al viento no estaba seguro de quienes se trataba, pero por suerte la mayoría se encontraba a salvo. El viento nuevamente se intensificó y mientras sentía como levitaba aun más alto, la silueta del mago combatiendo al caballero se desvanecía lentamente.

Cuando creía que nos habíamos salvado, el viento que nos llevaba se atenuó tras recibir una ráfaga de miasma, revelando la silueta del caballero que ahora llevaba una armadura de miasma cuya forma se asemejaba a la de una bestia.

Merlín por su parte lo ataba constantemente con látigos de agua que evitaban que continuara con su ataque, mientras miraba los alrededores, pude ver como Gell estaba de rodillas sosteniendo a Aoi mientras era rodeado por un fuego de aspecto divino.

«Conozco ese fuego, no me digas que...».

Sus ojos estaban plagados por la rabia y derramaban lágrimas que se mezclaban con la sangre derramada en su rostro, no podía hacer nada para ayudarlo, traté de gritar el nombre de Aoi, pero mi voz no se escuchaba.

—¡Aoi, maldita sea! ¿Qué demonios pasó? ¡Aoi!

Trataba de gritar, de liberarme ligeramente de la esfera de viento, pero mis esfuerzos eran inútiles. Y así, mientras gritaba impotentemente la esfera fue alcanzada por el miasma y mientras perdía la consciencia debido al mismo miasma que se había filtrado hasta nosotros, fuimos arrastrados por el viento como pétalos marchitos.

...

—Nos volvemos a encontrar Hayato.

Pude reconocer aquella voz, eso significaba que había perdido la consciencia, que estaba soñando. El espíritu de luz me recibió cordialmente, su reino ahora se veía más sofisticado y ella reposaba junto a una pequeña mesa de té a la par de un lago hecho de lo que parecía ser ether.

—Si, no creo que haya sido tanto tiempo...—dije para luego dar un suspiro. —Supongo que ya debes saber todo lo que paso ahí afuera.

Ella sonrió.

—Si, así es. Tuviste suerte de que esa señora te salvará, honestamente pensé que íbamos a morir.

Al escucharla simplemente aparté la vista, no quería pensar en ello.

—Dime, ¿qué está pasando ahí afuera?

Ella miró hacia arriba antes de responder.

—Parece que sigues volando y no creo que vayas a despertar pronto.

Sin nada por hacer me rendí y me senté al otro lado de la mesita de té, Shyun simplemente sonreía, parecía que no tenía mucho que hacer, pero a su vez estaba feliz.

«No entiendo a los espíritus».

Tras un momento de silencio incomodo tomé la iniciativa para preguntar algo.

—¿Cómo están los demás? Ya sabes, ¿están bien?

Shyun me observó extrañada.

—¿Otros? No hay nadie acompañándote ahí afuera, estás solo, Hayato.

¿Qué clase de expresión tenía en ese momento? No es que tuviese algo en lo que reflejarme y tampoco fuerzas para concentrarme en aquel momento. Shyun mantenía su sonrisa, tenía ganas de desatar mi ira en su contra, pero de alguna manera logré controlarme y simplemente caí de espaldas siendo acompañado por una sensación extraña en mi mente.

«¿Solo? ¿Estoy solo? ¿Cómo puede ser? Es imposible, estaba rodeado por la gente de la aldea hace un momento... espera, ¿cuánto tiempo paso ahí afuera antes de que Shyun me invitara a su reino?».

No pude evitar verla de reojo mientras torcía mi cuello en desesperación, todo mi cuerpo se sentía tenso, aunque en verdad no estaba en él, probablemente solo era una afección de mi mente y no tenía idea de qué clase de rostro mostraba en aquel momento.

 

Shyun retrocedió ligeramente, como si estuviera asustada, me acerqué lentamente y tomándola por los hombros me preparé para recibir su respuesta.

—¿Qué paso con el resto? ¿Cómo era su estado? ¿Aoi, Gell, Nagisa, Hiyori, Kaito y Jessica? ¿Dónde están? ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? Por favor, dímelo Shyun.

Ella retrocedió algo angustiada para luego tomar un poco de aire y suspirar.

—Unos dos días, no pude ver bien hacía donde se iban, había una neblina negra tapando mi visión y... bueno, no fue hasta que empezó a disiparse que pude traerte a este reino.

Tras darme cuenta de que no teníamos información ni siquiera de nuestro paradero solo pude dejarme caer al suelo.

—Shyun, lo siento. Yo solo...

Shyun sonrió para luego mover su mano formando una onda que expandió el lago de ether para que me engullerá.

—Está bien, es hora de que despiertes Hayato...

Mientras mi consciencia era arrastrada por su poder pude ver una mueca de tristeza en el rostro del espíritu.

—Buena suerte.

...

Nada más abrir los ojos me maravillé por el cielo estrellado rodeado por nubes en forma de espiral enfrente mía. Había sido dejado entre las llanuras de unas montañas que no lograba reconocer, ni siquiera sabía si me encontraba en uno de los reinos aliados.

Era de noche y hacía mucho frío, al revisar mi estado pude notar que buena parte de las heridas habían cicatrizado y la armadura de acero negro apenas y lograba mantenerse funcional.

No había rastro de miasma, al parecer se había dispersado por completo mientras estuve inconsciente.

«¿Ahora que demonios se supone que haga? Supongo que trataré de encontrar un pueblo. Con suerte alguien de la aldea estaría cerca».

Traté de elevarme con plataformas de ether, pero al tratar de usarlo pude sentir como todo mi cuerpo se contraía, caí al suelo por el ataque y de repente mi boca derramó sangre.

«Parece que no podré usar ether por un rato, debe ser culpa de ese maldito miasma».

Sin más opciones, volví a atar el parche de tela que me habían entregado, era difícil guiarse con un ojo faltante, pero de alguna forma me las arreglaba para caminar sin tropezarme con alguna roca.

 

«Encontrar un lugar será difícil en estas condiciones, mi cuerpo esta más pesado que de costumbre, quién sabe cuanta sangre perdí».

Caminé durante un rato hasta quedarme cansado, me detuve a descansar en una piedra, con mucho que pensar y poco que hacer. Cuando recuperé fuerzas continué adentrándome entre las montañas, sintiendo las ásperas rocas que se formaban como muros entre las grietas que me permitían atravesarlas con facilidad.

«Estas grietas no parecen naturales, ¿las habrán hecho los habitantes de estas montañas?».

Mientras continuaba recorriendo sin rumbo las grietas entre las montañas, me concentraba en detectar cualquier sonido sospechoso para evitar ser sorprendido por alguna bestia. Por suerte o desgracia no parecía haber vida en aquel lugar.

«Tendré suerte si encuentro un pueblo, de no ser por mi tiempo entrenando en la montaña no resistiría el hambre».

Continué caminando por horas, apenas tenía fuerzas para seguir y por el momento mi cuerpo no podía soportar el uso de ether. Suspiré mientras caminaba arrastrando tenuemente mis manos contra las paredes rocosas de las grietas.

Llegué hasta el final de aquellas grietas, un campo de rosas y enredaderas espinosas se extendían por todo el lugar y muy a lo lejos se podía vislumbrar lo que parecía ser una casa. Extendí mi mano hacia adelante y mientras mi boca sangraba me concentré para crearme un camino de pequeñas plataformas de ether.

«Escupir un poco de sangre es mejor que pasar por las espinas. Solo tengo que asegurarme de soportar un par de minutos más».

Conforme caminaba por encima de las rosas lentamente sentía como el aire se volvía cada vez más frío, de un momento a otro las rosas rojas del campo eran intercaladas por rosas celestes de un aspecto cristalino que emanaban un aura gélida.

No les presté mucha atención, pues sentía que las plataformas que empleaba para mantenerme a salvo se podrían destruir en cualquier instante. Me apresuré y reuniendo fuerzas empecé a correr hasta pasar aquellas rosas gélidas.

La casa que se encontraba a su alrededor tenía luz emanando de sus ventanas y sus alrededores no eran más que pasto y un árbol de manzanas. Caminé hasta llegar a aquel árbol, estando cerca de él, el parche de tela se zafó y tuve que detenerme un momento para volver a colocarlo en su lugar.

Tras volver a colocarlo en su lugar, miré una de las manzanas amarillentas de aquel árbol caídas en el suelo y sin pensarlo mucho la devoré mordisco por mordisco.

«¿Uh? Mis ojos, se sienten... pesados».

Por alguna razón el cansancio invadió mi cuerpo y solo pude mantenerme despierto con la fuerza de voluntad que me quedaba. La puerta de la casa se abrió, por lo que podía escuchar, una chica estaba discutiendo con un anciano.

Me oculté detrás del árbol y cuando la discusión terminó vi que el anciano marchó hacia el Norte evitando pisar las rosas, decidí seguirlo sigilosamente, por suerte no parecía poder notar mi presencia.

Tras un rato el anciano se detuvo y miró hacia los lados, para luego tomar una linterna y adentrarse en un bosque de brillantes hojas celestes. Continué siguiéndolo, hasta que finalmente llegó al pueblo que se encontraba al otro lado de ese bosque.

Nada más llegar, un guardia me detuvo en la puerta preguntándome cosas sin relevancia, cuando le mostré mi insignia miró hacia el lado con disgusto y me dejó pasar sin más. Dentro de ese pueblo me acerqué a una posada barata y con las pocas piezas de plata que me quedaban pude alquilar la habitación donde guardaban las herramientas de limpieza... al menos era más seguro que dormir en la calle.