Tras el festival
Ya habían pasado un par de semanas desde el festival, todavía no había señales del tío Yamato, lo cual era extraño, pues, aunque la mayoría del tiempo se la pasaba ausente, siempre llegaba a dormir, aunque fuese una vez a la semana.
Me equipé una cota de malla que había comprado y luego me puse la armadura de cuero encima, por suerte añadir un poco de protección no restringiría tanto mis movimientos. Me coloqué el cinturón, las rodilleras y las coderas, luego guardé mi daga en su funda para posteriormente colgar el carcaj en mi espalda y colgar el arco de mi brazo.
Miré el bastón que estaba reposando en la esquina, por un momento pensé en llevármelo, pero suspiré y salí de la habitación para ir a la sala y comer un trozo de pan.
«Llevar el arco me va a estorbar, mejor no lo llevo conmigo por ahora».
Nada más terminarme el pan, fui directo hasta la puerta principal mientras acomodaba los brazaletes de mi armadura, luego salí y cerré la puerta con llave.
«Me pregunto que estará haciendo, de por si es extraño que dejé una nota. Supongo que se tratará de un trabajo importante, solo espero que no se sobre esfuerce, ya está viejo para dárselas de aventurero».
Antes de marcharme pude ver un trozo de papel pegado a la puerta con un pincho de hierro, este tenía una letra refinada y decía: ~Ven al gremio lo más temprano que puedas o te sacaré por las greñas de esa cabaña. Att: Hiyori~
—... Supongo que no tengo de otra.
Guardé la carta en mi bolsillo y tomé rumbo directo al gremio, no me quería imaginar a Hiyori estando enojada, no sería una exageración decir que me tomaría del cabello y me lanzaría hasta el gremio con pura fuerza bruta. Un aventurero de rango plata no se equiparaba a aquellos de menor rango, especialmente ella.
Caminé hasta el callejón que llevaba directo al distrito comercial, en cuanto atravesé aquel oscuro pasadizo pude notar como los comerciantes estaban más emocionados que de costumbre. Probablemente ese día había llegado mercancía nueva.
Me acerqué al local donde Gell me había ayudado a comprar mi armadura de cuero, el señor ya me conocía de antes y por eso me ofreció una oferta especial.
—Mira chico, me acaba de llegar buena mercancía. Esta es una armadura de cota de malla acadiana. Últimamente han estado comerciando en la aldea y pude conseguirla a un buen precio. ¿Qué te parece? Vale cinco piezas de oro, pero te la puedo dar por tan solo tres piezas.
No pude evitar negar con la cabeza al escuchar su oferta. No había hecho muchas misiones y no me sobraban piezas de oro desde que el tío se había ido a hacer su misión.
—Lo lamento, ahora mismo no tengo mucho...
El hombre me entregó la pieza de armadura mientras guiñaba el ojo.
—Tranquilo, me la puedes pagar después. Pero te costará seis piezas de oro.
Traté de regresársela, pero el hombre insistió con ello y no pude negarme. Cuando finalmente me liberé de su hostigante insistencia.
«Por eso compraba con Gell, no se lidiar con los comerciantes».
Continué caminando mientras me lamentaba por mi escasez de dinero hasta llegar al gremio. Nada más pasar la puerta pude notar como el gremio estaba más movido que de costumbre, había muchos aventureros de rango plata corriendo de un lado a otro tomando carteles de misiones y discutiendo.
Pude ver que Hiyori esperaba en una mesa apartada mientras discutía con alguien, le hice una seña para que me esperara e hice fila para usar la ficha que me había ganado con anterioridad. En cuanto la recepcionista vio la ficha me quitó la insignia y la reemplazó con una hecha de una aleación de bronce, para posteriormente hacerme una seña con la mano para que me retirara.
Terminado el asunto caminé hasta la mesa de Hiyori y me senté enfrente suya, a su lado se encontraba el tipo al que le había ganado en el torneo del festival. Noté que en cuanto me senté se puso algo nervioso.
«¿Qué hace él aquí?».
Hiyori sacó un sobre que tenía en el bolsillo de su pantalón y lo colocó en la mesa, pude notar casi de inmediato la letra de Hideaki.
—¿Es eso por lo que me citaste aquí?
Hiyori me miró de reojo mientras le pedía un trozo de papel y una pluma a la empleada del gremio que atendía las mesas.
—Esencialmente sí. Pero el asunto de la carta no es exactamente lo que me preocupa.
Tras decir eso me invito a tomar la carta con una seña. El contenido de esta no era diferente del mensaje que había dejado mi tío. Ambos estaban resolviendo un asunto para el regente del pueblo, pero, Hideaki había tomado la petición mucho antes y era extraño que con tanto tiempo alguien como él no pudiese encargarse de ello.
Cuando termine de leer Hiyori tomó el papel y la pluma para dibujar un boceto de la aldea y las regiones que la rodeaban.
—Temo que, algo importante está sucediendo en la aldea y está siendo ocultado de la población. Solo basta con ver la abrumante cantidad de peticiones que tienen los aventureros de rango plata hoy en día.
Pensé con detenimiento lo que decía Hiyori, era cierto que la mayor parte de los aventureros de alto rango estaban ocupados últimamente y también existía la condición del pueblo y su transición a ciudad.
—¿Y que tan malo puede ser?
Antes de explicarme Hiyori se reclino en la silla mientras pensaba.
—Honestamente no estoy segura, pero si mi maestro y tu tío se están moviendo debe ser grave. Mientras investigaba pude ver a muchos magos moviendo dispositivos rúnicos de protección, no estoy segura de lo que sucede, pero sé que debe ser un asunto grave con tantos recursos siendo gastados.
El chico que estaba sentado a nuestro lado rompió su silencio al escuchar nuestra platica.
—Disculpen, su charla es muy interesante y todo, ¿pero porque estoy yo aquí?
Hiyori lo miró de reojo.
—Tú te callas y nos haces caso.
Sentí escalofríos cuando escuché a Hiyori decir eso, él simplemente se quedó callado, como si se tratase de una mascota siendo regañada por su dueño. Tras eso Hiyori suspiró para luego pedirle al personal del gremio una botella de sake.
—Como iba diciendo; algo extraño está sucediendo y me gustaría contar con tu ayuda para investigar.
Estaba un poco asustado, pues no sabía con exactitud lo que estaba sucediendo.
—¿Y de qué manera puedo ayudarte?
Ella sonrió.
—Necesito que empieces a tomar peticiones en solitario y ganes toda la información que puedas. Si ves algo extraño lo tomas y lo cumples, bastante simple, ¿no crees?
Crucé los brazos pensando en el asunto.
—Pedir ayuda no es algo que tú harías.
El personal del gremio estrego la botella de sake junto a tres tazas para beber, Hiyori me invitó a tomar y decidí servirme un poco para no despreciar su gesto.
«No me gusta tanto su sabor... aunque podría decir lo mismo del té».
Sin muchas ganas le di un sorbo, sentí un ardor recorriendo mi garganta y un calor recorrer todo mi cuerpo. Pese al que sabor no era de mi agrado, la sensación empezó a tentarme a tomar más.
Hiyori continuó marcando los lugares donde habían sucedido cosas extrañas en el boceto de la aldea que había hecho, para luego de tomarse tres copas de sake, tomar un par de peticiones que se había encargado de investigar y luego separarlas para entregárnoslas.
El chico de cabello plateado las acepto a regañadientes, por mi parte decidí tomarme mi tiempo para examinar cada una de las peticiones, así las ordenaría dándole prioridad a las más lucrativas.
Todas eran muy variadas: Encontrar a un gato perdido, cazar monstruos en el yermo de Lux Acadia, explorar las ruinas del bosque y una solicitud de escolta que a nadie le interesó.
—Encontrar un gato cinco piezas de oro, cazar monstruos veinte piezas de plata por cabeza, explorar las ruinas una pieza de oro y la solicitud de escolta ni siquiera tiene escrita la recompensa. Sin duda son las misiones que a nadie les gusta hacer.
El chico de cabello plateado parecía nervioso respecto a sus misiones.
—¿Por qué todas mis misiones tienen que ver con probar medicinas y hechizos experimentales?
Hiyori sonrió maliciosamente.
—Pon a trabajar esa cara bonita y cállate de una vez Kai. A menos que quieras que te ponga a pelear contra un lobo dorado con las manos atadas.
Kai guardó los panfletos de las peticiones en su bolsa y se quedó callado. Hiyori continuó hablando.
—Bien, ya que tenemos todo aclarado voy a terminar de explicar.
Hiyori marcó la ubicación de todas las misiones en su mapa, para luego golpear la mesa con emoción.
—Nadie gana información en la mazmorra ni cazando lobos, necesitamos relacionarnos con la gente del pueblo para conseguir los datos que nos interesan.
Suspiré mientras guardaba las peticiones en una bolsa de mi cinturón.
—Está bien, te ayudaré. Tengo curiosidad por lo que están haciendo mi tío y el maestro Hideaki. Si lo que dices es cierto, tengo que preocuparme por el viejo.
Hiyori me sirvió otra copa y alzó la suya en el aire.
—Perfecto, bebe una última copa antes de irte, te aseguro que es relajante.
Suspiré para luego tomar el licor y beberlo de un solo trago, la chica sonrió para luego despedirse de mí. Mientras que decidí ir a buscar el gato para poder pagarle la armadura que me vendió a la fuerza al señor.
«Ahora que lo pienso no me la he puesto... Supongo que será útil si pasa algo, Kai usaba una en el torneo y tampoco siento que sea pesada».
Fui a la parte trasera de un edificio para quitarme la armadura de cuero y colocarme la cota de malla, aunque fue algo difícil y pude notar el peso casi al instante, no sentía que restringiera mis movimientos. Mientras terminaba de colocarme mi armadura pude ver de reojo a un gato gris con manchas negras caminando a mi lado.
«¿Qué hace un gato solo por estos lares? La gente del pueblo no suele dejarlos salir».
Por puro instinto tomé los panfletos de peticiones y leí la descripción del gato que se buscaba, la descripción parecía coincidir, así que me acerqué sigilosamente al pequeño animal para tratar de atraparlo.
Contra todo pronóstico el gato dio un salto largo y se movió a grandes velocidades, como si fuese una bestia salvaje en lugar de un animal doméstico. Al verlo irse, guardé los panfletos con prisa y usando la técnica de pasos rúnicos corrí a toda velocidad para alcanzar al animal.
Los transeúntes se asustaron al verme ir a toda velocidad persiguiendo al animal mientras los esquivaba, cuando estuve a punto de atraparlo el gato cambio de dirección y me distraje estrellándome con alguien.
El golpe me hizo perder la compostura por un momento. En cuanto recobré mis sentidos me disculpé con la persona, aunque cuando miré con cuidado pude ver que me había estrellado con Gell.
Era un poco gracioso verlo tirado en el suelo, quizá debido a su tamaño. Traté de evitar reírme, antes de que se levantará recordé lo que estaba haciendo y continué la persecución del escurridizo felino.
Tras estar a punto de estrellarme con un par de muros y casi una hora recorriendo todo el pueblo, finalmente pude alcanzar al escurridizo felino y atraparlo entre mis manos. En cuanto lo atrapé fui rasguñado con fuerza, el maldito había arruinado mis guantes de cuero.
—¿Qué clase de gato eres tú? Tiene sentido que nadie haya completado esta petición.
Tomé un trozo de tela que alguien había tirado a la basura y lo envolví para evitar sus garras, por un momento pude ver como sus ojos brillaban en un tono cyan y una runa se formaba frente su boca.
Por instinto lo aparté y vi como el gato sopló un aire gélido que congelo el suelo al que le estaba apuntando.
—... ¿Qué pasa con este gato?
Para evitar causar problemas me moví por el aire, no quería que el gato congelara a algún transeúnte.
«Veamos, según el panfleto el dueño estará en una mansión abandonada en la zona norte del pueblo durante la noche. Ahora que lo pienso, suena bastante sospechoso».
Esperé afuera de la mansión mientras evitaba que la pequeña criatura me asesinará, cuando se hizo de noche una figura encapuchada que parecía ser una mujer se detuvo al ver al animal.
—¡Fluffy, I missed you! Gracias por encontrarlo.
Le entregue la fiera y esperé a que me diera el pago. La chica entró a la mansión y salió con su monedero en la mano.
—Gracias por traer a Fluffy devuelta. No es mucho, pero gracias por regresarlo, no podía ir a buscarlo porque estoy ocupada en el trabajo—dijo, para luego entregarme las cinco piezas de oro. —Espera... te me haces conocido—continuo, mientras me observaba.
—No sé a que te refieres, no he estado en el pueblo en un buen rato, así que no puedo decir que te me hagas conocida.
El viento sacó a volar la capucha de la chica, pude ver que su rostro tenía una marca que se asemejaba a una cicatriz sanando en el medio, en ese momento recordé mi encuentro con la amalgama.
—Tú... ¿seguías en el pueblo?
Ella me miró con curiosidad.
—Así que si me conoces. ¿Podrías decirme quién soy?
Retrocedí un par de pasos extrañado.
—¿No recuerdas quién eres?