El gran festival de la unión – Parte dos
Tras la desastrosa reunión le agradecí a la anciana por los postres y salí del local algo estresado, tenía que averiguar una forma de contarle a Ryu sobre la cita que me vi obligado a preparar.
«Quizá si le miento... No, lo mejor será ser directo, si no le interesa será otro cuento».
Tras suspirar decidí continuar paseándome por el festival, con suerte el tío Ryuga llegaría pronto al pueblo y así podría hablar con Ryu para quitarme el peso de encima.
«Supongo que por ahora... iré a ver si ya llegaron».
Sin muchos ánimos caminé lentamente hasta la entrada sur del pueblo, iba a haber un evento a gran escala, lo más seguro era que el tío Ryuma estaría en ese lugar, pues, aunque no fuese necesario, era parte de su deber como el líder del clan Endou el encargarse de que todo salga bien durante el festival de la unión.
«Honestamente el clan Endou suena a un gran dolor de cabeza. Bendito seas por salvarme de ese martirio tío Yamato».
Al estar cerca de la plaza pude ver como las personas se aglomeraban y empujaban entre ellas para tomar rumbo a la salida Sur, sin ganas de meterme entre la multitud creé plataformas de ether y caminé encima de ellos con total tranquilidad. Pude escuchar a un par de personas quejarse y a otro par maravillarse, aunque para mí simplemente evitaba una molestia.
Tras pasar a la multitud pude ver desde el aire como el carruaje de mi familia se acercaba desde las lejanías, al verlos suspiré aliviado y regresé al fondo de la multitud para esperarlos pacientemente.
«Creo que Ryu me va a obligar a vestir el Haori y el Kimono de nuevo... Bueno, tampoco me molesta tanto, creo deje el último que me dieron guardado en el armario».
Tras esperar un rato la multitud se apartó para dejar pasar a alguien, pude divisar al tío Ryouma y mis primos caminar con elegancia entre la multitud acompañados con guardias con Nodachis, arcos y lanzas Naginata.
«Están armados hasta los dientes... parece que el tío no escatima en seguridad, supongo que el festival es tan importante como dicen».
Cuando se acercaron lo suficiente Ryu hizo una señal para que me uniese a la marcha, pero sin ganas de llamar la atención simplemente negué con la cabeza y tomé rumbo a la cabaña para esperarlos ahí. Durante el camino me detuve en una tienda para comprar un dulce de los Acadianos, una especie de manzana cubierta en un jarabe dulce.
«Está delicioso, creo que más tarde voy a pasearme por esos locales».
Continué con mi camino pasando por el callejón que usaba como atajo y comía la manzana lentamente mientras miraba a todos corriendo de un lado a otro con cajas llenas de comida, telas, espejos con brillantes decoraciones, diferentes minerales preciosos y joyería.
Terminé la manzana y tiré el palo al suelo, luego atravesé el callejón para poder llegar a mi hogar, algunos de los visitantes me miraron raro por hacer eso, pero no le di importancia y eventualmente llegué a la salida del pueblo que llevaba a la cabaña. Por suerte la mayoría de los visitantes no sabían que la cabaña de los Endou se encontraba en las afueras de la aldea.
«Ahora que lo pienso, si no recuerdo mal el tío tiene una casa abandonada en el pueblo, supongo que debe estar rodeada por una multitud».
Con cada paso me acercaba lentamente a mi hogar, de alguna forma sentía que el día estaba siendo bastante largo en comparación al resto que había experimentado, acomodé mi cinturón y al llegar a la cabaña me senté en el escalón de madera en la entrada para esperar a mis familiares.
Pose mi mano derecha en mi barbilla y bostece mientras posaba mi mano izquierda delante de mi boca. Tras eso pude escuchar los pasos de un grupo de personas acercándose, con suerte serían ellos.
Al ver a un tipo de cabello negro largo con un yukata decorado por finos hilos plateados y un aspecto noble no pude evitar sonreír. A su lado estaba la chica de cabello negro y sedoso, ojos grandes y un aspecto adorable. Me levanté para recibirlos con emoción.
—Siento que paso una eternidad desde que nos vemos. Ustedes no cambian chicos.
Ryu me inspeccionó con la mirada brevemente antes de responder a mi saludo.
—Hola Hayato, ¿te dejaste crecer el cabello?
Puse la mano derecha sobre mi cinturón y respondí con pesimismo.
—¿No nos hemos visto por casi dos años y eso es lo que preguntas?
El pasó de lejos no sin antes alborotarme el pelo.
—Te ves más maduro, pero sigues comportándote como niño.
Acomodé mi cabello y volteé a ver hacia atrás, el caminaba con toda la paz del mundo.
«¿Qué le pasa? Pensé que se iba a emocionar más por verme».
Ignoré al arrogante de Ryu y me acerqué a saludar al tío y Midori.
—¿Primo? ¿Estás más alto?
Al escucharla no pude evitar molestarme un poco.
—Si, también es bueno verte Midori. Tú tampoco has cambiado nada.
Ella entró a la casa sin decir una sola palabra, sin ánimos de quedarme a hablar con los ancianos saludé al tío Ryouma con una reverencia para luego seguir a mis primos. Ryu estaba contemplando las nuevas decoraciones y Midori estaba tirada en el suelo viendo hacia el suelo.
—¿En serio son hermanos?
Tras escuchar Ryu tapó su boca para evitar que su carcajada se notase.
—Supongo que podrías decir que Midori es bastante particular. Pero no te hagas una idea equivocada sobre ella, me ha derrotado en todos los aspectos no sociales, es como si fuese una especie de genio.
Al verla ver el techo sin una expresión alguna no pude evitar pensar todo lo contrario. Ryu por su parte continuó inspeccionando la cabaña, en el momento recordé la petición de Livina y sonreí maliciosamente.
«Lo lamento Ryu, no se me ocurre una mejor forma de cumplirle mi promesa a Livina».
Me senté al lado de Midori con una posición arrogante y descaradamente le hablé a Ryu.
—Oye primo, te conseguí una cita.
Ryu se quedó callado por un momento para luego voltearse y verme con una mirada serena.
—¿Finalmente te volviste loco?
Nervioso continué con mi acto.
—Para nada, te puedo asegurar qué es muy agradable a la vista.
Ryu parecía anonadado y molesto.
—Tanto tú como Midori... Siempre tan molestos. No se en que te metiste, pero más te vale que no sea una rarita como las amigas de Midori.
Reí nerviosamente.
—Parece que estás acostumbrado a esto.
Ryu soltó una pequeña risa sin ánimos.
—Eso es lo que pasa cuando tienes a Midori como hermana.
Junté las manos e hice una reverencia.
—Gracias por ayudarme, espero que esa chica no te decepcione.
Tras darle instrucciones sobre los lugares que frecuentaba Livina, Ryu se fue caminando a buscarla, al parecer quería dar por sentado el asunto rápidamente. Sin saber que hacer me tiré a ver el techo con Midori, ella no quería decir nada.
Por un momento me pregunté que demonios estaba haciendo, pero al voltear a ver a Midori y notar como se quedaba mirando al techo con emoción me desanimé y sin pensarlo mucho continué mirando el simple techo de madera.
«¿Qué se supone que estoy haciendo?»
Nuevamente volteé a ver a Midori, todavía estaba viendo el techo como si no hubiese nada mejor para ver en toda la casa. Suspiré para luego levantarme y extenderle mi mano.
—¿Quieres ir a visitar el festival?
Aunque su expresión era antipática pude ver como movía los brazos en emoción para luego levantarse de un salto y salir corriendo a su cuarto para cambiarse.
«Acaso se hizo más rara en estos años? Supongo que también debería ir a cambiarme»
Fui a mi armario para sacar el kimono y el haori que se estaban empolvando, aunque fue algo difícil logré colocarme las prendas, ya estando listo salí del cuarto, Midori estaba esperando en la sala con su típico rostro inexpresivo.
Al verme abrió la puerta con emoción y la perseguí para asegurarme de que no se perdiera, por suerte ella era lenta en comparación a los aventureros. Cruzamos el camino boscoso en poco tiempo y tras pasar la puerta tomamos el camino largo a la plaza de la aldea.
Había muchos niños corriendo y señores con una sonrisa vendiéndoles cosas, aunque también había aventureros yendo de un lado a otro siendo escoltas de nobles o guardias contratados para mantener todo seguro por un tiempo.
«Bueno, con Midori aquí también me siento como una especie de guardaespaldas».
Mientras caminábamos por las amontonadas calles del pueblo pude ver a lo lejos a un grupo de personas que me resultaban familiares, pude ver un par de rostros conocidos, una chica de cabello rubio sobresaliendo entre la multitud.
«Puede que sean... No importa, lo mejor no será entrometerme».
Continue siguiendo a Midori mientras se acercaba a cada local del festival para contemplar de todo, por suerte no había ningún peligro por ahí y la gente era amable con ella. Compré otra manzana acaramelada y observé a Midori jugando a atrapar peces dorados.
«Supongo que se divierte».
Mientras Midori jugaba revisé mi monedero, todavía me quedaban bastantes piezas de plata, sin ganas de contarlas una por una asumí que tenía al menos una pieza de oro en piezas plateadas. Suspiré para luego guardarla y esperar a que Midori se aburriera del juego de los peces dorados.
«Me estoy quedando sin dinero, supongo que tengo que cumplir un par de encargos cuando todo esto termine. También tengo que darle mantenimiento al equipo... supongo que saldrá caro».
Tras un rato Midori finalmente se ganó un pez dorado que le entregaron en un balde de madera lleno de agua, ella parecía estar muy emocionada al respecto, aunque era difícil notarlo por su rostro inexpresivo.
Me acomodé en un puesto donde había un par de ancianos haciendo apuestas, ya que estaba aburrido observé una de las jugadas, no reconocía ni a uno de ellos. Tras un tiempo me aburrí y continue explorando el festival junto a Midori.
Por un momento me pareció ver a Jessica atendiendo un local de comida callejera, pero no pude detenerme a comprobarlo ya que el ritmo de Midori era apresurado y tenía que mantenerla vigilada mientras Ryu estaba ocupado en su cita con Livina.
Midori se detuvo frente a un puesto de joyería, había diferentes tipos de cadenas y pulseras, además de uno que otro par de anillos, se veían como accesorios bastante decentes. Ella compró un par de pendientes con diseño de mariposa. Se colocó uno en la oreja izquierda y guardo el otro en su bolso.
—Oye Midori ¿Quieres comer algo?
Al escucharme Midori se detuvo a pensarlo por un rato y luego asintió con la cabeza, la guie hacia un local donde vendían arroz Yakimeshi, aunque parecía que la idea no le pareció muy atractiva, así que en cambio la guie hacia otro local donde vendían fideos con salsa de frijoles negros llamados Jajangmyeong.
Sin más empezamos a comerlos, el sabor era bastante particular. Por suerte parecía que Midori lo estaba disfrutando, aunque su boca estaba llena de esa salsa
«Creo que esta comida es del impero Qing... Bueno, no está nada mal».
Terminamos de comer y fuimos a lavarnos el rostro en una fuente cercana, no nos habíamos encontrado con ningún conocido.
—Vaya, pero si es Hayato.
Al escuchar mi nombre volteé a ver por instinto, una chica con cabello carmesí ondulado y un pantalón negro con una camisa gris estaba comiendo una brocheta de carne mientras me miraba con curiosidad.
—Ah, eres tú Hiyori, pensé que ya se habían ido del pueblo.
Ella me miró con confusión y desdén, mientras le daba una mordida a su comida.
—¿Acaso no escuchaste al maestro? Llegamos al pueblo para relajarnos en el festival, por desgracia él tuvo que atender un inconveniente, pero yo me quede aquí.
Sin muchos ánimos esperé a que Midori terminará de lavarse y continué la conversación.
—Entonces, ¿quieres acompañarnos? Estoy seguro de que a Midori no le vendría mal hablar con una chica para variar.
Hiyori asintió con un poco de molestia y nos siguió.