Un retorno agridulce.
Continuamos nuestro camino hasta llegar a las fronteras del pueblo, nuevamente pude contemplar a los agricultores trabajando las tierras cercanas al bosque donde se ocultaba el pueblo. Mientras contemplaba detenidamente el horizonte para entretenerme algo llamo mi atención, unos jóvenes estaban reunidos, entrenando con armas improvisadas, realizando combates entre ellos para fortalecerse.
«Vaya que se esfuerzan, aunque... sin asimilar una energía primaria no llegaran muy lejos».
Ellos desaparecieron de mi vista en cuanto nos adentramos al bosque, sin ganas de ver la vegetación miré el techo de la carroza y suspiré, como de costumbre Hiyori e Hideaki estaban haciendo de las suyas.
Mientras el tiempo pasaba me la pasé haciendo trucos con mi daga, el aburrido viaje terminaría tan repentinamente como empezó, o eso era lo que sentía. Los pétalos de los árboles de cerezo se filtraban al interior del carruaje.
«Se aproxima el festival eh, parece que paso una eternidad, aunque... ni siquiera recuerdo cuanto tiempo he estado afuera».
Ni siquiera pude sentir la última parte del viaje, antes de que me diese cuenta nos encontramos frente a la entrada del pueblo, no podía decir que fuese nostálgico, solo era un simple marco de madera decorado con un grabado de pétalos de flores y un camino de piedra decorado por las casas y negocios.
Saludamos al guardia de la entrada y procedimos a entrar. Al dar el primer paso mi cuerpo fue invadido por un sentimiento extraño, ¿era nostalgia? ¿miedo? ¿felicidad? No lo sabía con certeza, solo pude sonreír tenuemente mientras tomábamos rumbo a mi hogar.
—Sin importar cuanto me ausente el ambiente de este lugar no cambia —dijo Hiyori mientras contemplaba las calles.
Muchos de los aldeanos lanzaban miradas traviesas hacia Hiyori, por mi parte me sentía vigilado. No tardamos mucho en llegar hasta el distrito comercial, ahí los comerciantes intensamente parloteaban y llamaban la atención de la gente para vender sus productos.
«Bueno, hay cosas que nunca cambian».
Al ver a Hideaki tomando el camino largo, le enseñe el atajo que solía usar para llegar a mi hogar, tras cruzarlo estábamos a nada de llegar, solo faltaba recorrer el camino en el bosque y finalmente estaríamos en la cabaña.
—No puedo esperar para tomar un rato con Yamato —dijo Hideaki mientras reía.
Hiyori suspiró, mientras que yo simplemente contemplaba con nostalgia cada detalle del camino. Nada había cambiado desde mi punto de vista, aunque extrañamente me sentía ajeno a ello, como si ya no perteneciese al lugar. A lo lejos pude contemplar la cabaña que había abandonado, mi tío estaba esperando sentado frente a la puerta con una copa de sake.
—Al menos eres puntual Hideaki.
Al ver a mi tío el anciano se sentó a su lado sirviéndose una copa de sake. Sin ganas de ver a un par de borrachos miré hacia atrás, considerando ir a pasear por la aldea de nuevo.
—Hayato, bienvenido a casa.
Al escuchar esas palabras un sentimiento extraño se formó en mi pecho, no sabía bien de que se trataba. Sonreí tenuemente mientras trataba de darle una explicación o forma a la extraña sensación que estaba teniendo.
—Si, es un gusto estar en casa.
Tras decir eso caminé a su lado y tomé un cuenco vacío, sirviéndome una copa del licor y tragándome el contenido de un solo trago. El extraño sabor de la bebida me hizo toser, era un gusto extraño.
Dejé la copa en el suelo, hice una reverencia y tomé rumbo al pueblo, mientras caminaba volteaba a ver hacia atrás de vez en cuando, mi tío me despedía moviendo la mano de un lado a otro. Estando ya lejos, cuando solo se podía contemplar un poco de la fachada de la cabaña me detuve y tras pensarlo mucho, una palabra salió sin haberla pensado.
—Volveré pronto.
Caminé sin rumbo sin ver contemplar con mucha claridad lo que me rodeaba, solo necesitaba tomar algo de aire o quizá, aunque quisiese ver el pueblo con la misma emoción con la que recibía aquellas ciudades que visitábamos me era imposible por lo familiar que me era todo.
Sin saber el porqué, estaba parado enfrente de la tumba de Feng, me arrodillé para quitar un par de hojas que estaban encima de ella y sin decir una sola palabra caminé hasta la salida del cementerio.
Pesé a que todo me parecía banal, algo en especifico me había llamado atención. Una chica con cara fina y vestido conocido. Llevaba un pendiente que me parecía familiar, la curiosidad empezó a invadir mi mente y sin pensarlo me detuve para hablarle.
Estando más cerca pude notar como su rostro reflejaba tristeza, al verme sus ojos se agudizaron y su expresión deprimida se tornó en una que reflejaba su molestia. Retrocedí un poco, extrañado por el repentino cambio de expresión, ella camino ruidosamente y me propinó una bofetada.
Acaricié mi mejilla sin saber bien que era lo que estaba pasando, viendo aquel pendiente con atención un rostro familiar vino hacia mi mente. La chica empezó a llorar mientras descargaba su ira gritándome.
—¿Por qué tuvo que morir? ¿Por qué no murieron ustedes? Mi hermano, mi hermano está... Ni siquiera su cuerpo está aquí.
Al ver su sufrimiento solo pude quedarme quieto, no tenía palabra alguna que decir, un sentimiento que expresar. Mi mente era invadida por preguntas que no podía responder ni preguntar.
—Devuélvemelo.
Al ver las lágrimas caer de su rostro, finalmente entendí todo, el recuerdo de la muerte de Feng llegó a mi mente y tras pensarlo un poco le respondí. Cada uno de sus golpes hacía que retrocediese lentamente.
«Ah, ¿qué clase de rostro tendré en este momento?».
Al verla, no podía evitar ver el rostro de mi compañero caído reflejándose en ella, la culpa escalaba mi cuerpo, era un sentimiento pesado, amargo, desagradable. No sabía bien como asimilar ese sentimiento.
Antes de responder, volteé a ver hacia atrás, la tumba de Feng parecía estar bien cuidada en comparación al resto, la chica por su parte tenía la parte inferior de su vestido sucia, todo eso solo me daba a entender que ella de alguna manera estaba relacionada a mi viejo compañero.
—Bien, lo haré.
Ella se extrañó y me miró con desprecio, aunque podía ver una pequeña pizca de esperanza en sus ojos.
«¿Qué estoy haciendo? ¿En qué estoy pensando? No puedo comprender... pero, de alguna forma, hay otro sentimiento extraño formándose en mi pecho».
Irracionalmente dejé la escena, mientras la chica se tiraba al suelo llorando descontroladamente, sin comprender mis propias acciones caminé hasta la salida del pueblo que llevaba hacia el imperio, aquel lugar donde se ocultaba la mazmorra.
El ether bailo a mi alrededor y formé las runas con casi la misma naturalidad con la que respiraba. Con cada salto impulsado por las runas me desplazaba a grandes distancias, una velocidad que podría considerarse envidiable, ¿quizá? Mi mente no estaba en su punto álgido.
Con cada saltó me desplazaba cada vez más lejos de la aldea, sin que me importara el tiempo o la cantidad de ether que estaba gastando. Estaba tan acostumbrado a deambular por la montaña que el viaje se sentía tranquilo.
«¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué voy a la mazmorra? ¿Siquiera tiene sentido? No, no importa. Terminaré con esto».
Los arboles del bosque brillaban en un color rosado chillante, me encontraba tan elevado en los cielos que el panorama se extendía hasta el horizonte, hasta podía ver la mazmorra desde la lejanía.
Mientras me acercaba lentamente a mi destino mis pensamientos divagaban, mezclando recuerdos con sueños, ¿o quizá sueños con recuerdos? Podía recordar con cierta claridad el rostro de Feng, pero al pensar en él su rostro de distorsionaba para parecerse a aquel que vi en aquel sueño.
Antes de que pudiese darme cuenta me encontraba sobre aquella estructura mística, volviendo a mis sentidos descendí lentamente amortiguando mi caída con plataformas de ether, al revisar los alrededores pude notar un carruaje de aspecto caro con una especie de criatura durmiendo a su lado, debido a las prisas no me detuve a verlo y me adentré a cumplir mi propósito.
Estando dentro, me encontré a una chica de vestido blanco con detalles celestes sentada sobre una manta mientras bebía té. Al verme se sorprendió y asustada tomó un bastón de madera tallado apuntándolo hacia mi dirección.
—Tu-u-u-u quién eres, ¿Cómo es que estas aquí? ¿Por qué te sangra la nariz?
«¿Me está sangrando la nariz?».
Tras escucharla llevé mi mano hacia mi rostro y luego la observé, al ver la sangre me pregunté a mi mismo desde hace cuanto tiempo estuvo haciéndolo. Viendo la agresividad de la chica subí las manos para evitar problemas y me quedé inmóvil.
—No soy nadie sospechoso, puedes ver la insignia de aventurero que llevo en mi cinturón.
Sin bajar la guardia la chica observó con detenimiento, al ver la medalla respiro aliviada y sin dejar de sospechar se acercó lentamente hacia mí, estando lo suficientemente cerca me tanteo con su bastón.
—¿Qué hace un aventurero como tú en este lugar? El gremio no me notifico de esto.
Al ver de cerca a la chica pude notar una insignia plateada, aunque, a diferencia de la mía esta tenía grabado un escudo con una cruz en el centro.
«No parece que venga del pueblo, ¿de dónde será esa insignia?».
—Vine a resolver un asunto pendiente, no me tomé el tiempo de notificar al gremio.
La chica encendió una linterna de aceite que llevaba colgada en su cinturón, al ver con detenimiento mi insignia me observó con desprecio.
—¿Qué hace un sin rango aquí? Bist du dumm?
«Ah, cierto. Se me olvidó lo del sistema de rangos».
—Es complicado.
La chica suspiró.
—Lo que sea, buena suerte con lo que sea que tengas que hacer.
«¿Bajó su guardia así de fácil tras ver mi insignia? Realmente debería subir mi rango, me siento insultado».
Ignorándola me adentré por mi cuenta en los pisos, ignorando cada adversidad con las técnicas de desplazamiento. Ignorando ciegamente cada peligro bajé cada piso tan rápido como pude, observando atentamente a cada no muerto que encontraba en el trayecto.
Con cada flecha esquivada, con cada grito que escuchaba, los recuerdos de lo que sucedió en la mazmorra eran agridulces, ni siquiera el olor o los constantes intentos de dañarme de los cuerpos reanimados podían detenerlos.
Cada vez que vi como Aoi se agotaba por nuestro bien, como cooperábamos para enfrentar las adversidades, la fuerza de Feng quién sirvió como si fuera mi mentor durante mis primeros pasos en el ether. Los sentimientos convergían para dar un resultado agridulce lleno de arrepentimiento.
Me detuve al llegar a la puerta del quinto piso, por alguna razón los no muertos que me perseguían se asustaban al tratar de bajar a este. Sin embargo, había algo extraño, la puerta del jefe estaba en una posición diferente, un enorme pasillo que se extendía hasta llegar a aquella puerta se había formado.
Antes de poder dar un paso me paralicé por un par de minutos, el sueño que tuve alguna vez asoló mi mente y temblé al pensar en como sería ver aquel aspecto estando enfrente suya. Golpeé mi pecho para tomar valor y tomé la lanza que resguardaba con recelo colgando de mi espalda.
Caminando hacia la puerta la niebla cubrió toda la zona, mi pesadilla se había vuelto una realidad, el cuerpo zombificado de Feng había aparecido. No dudo en atacarme con gran destreza usando su lanza, mientras gritaba irracionalmente, su cuerpo se había unido nuevamente y su armadura parecía haberse repuesto.
Sin ganas de mancillar el cuerpo de mi antiguo compañero traté de evitar destrozar su cuerpo, sin embargo. Pesé a todo, bastó con un ataque contundente en su armadura para derribarlo, no era más que la sombra de lo que solía hacer.
Cargué su cuerpo sobre mis hombros y me desplacé cuidadosamente hasta llegar finalmente a la zona segura, contenía las ganas de vomitar o llorar que se estaban acumulando en mi interior, me sentía apenado y deprimido, no podía hacer nada, solo regresar el cuerpo de mi difunto compañero a su familia, casi estando fuera de la mazmorra. La chica que me había encontrado todavía estaba en ese lugar, leyendo un libro, al verme cargando el cuerpo de Feng se espantó.
—Du spinnst wohl? ¿Eso era lo que tenías que hacer?
Coloqué cuidadosamente el cuerpo de Feng en el suelo, verlo me hacía sentir culpable, así que aparté la mirada y salí para respirar un poco de aire fresco. Viendo con detenimiento el carruaje del exterior intuí que pertenecía a la chica y se me ocurrió una idea, tras pensarlo un poco regresé a la mazmorra para hablar con aquella chica.
—Disculpa, ¿Ese carruaje es tuyo?
Ella me observó con desprecio.
—¿Por qué preguntas? No te lo voy a dar.
Suspiré colocando el cuerpo de Feng sobre mis hombros.
—Vine para darle un funeral apropiado, pero llevarlo por mi cuenta será complicado.
Ella se extrañó.
—¿Siquiera como llegaste aquí? ¿Caminando?
—No, de hecho, se podría decir que llegué volando.
—¿Qué? ¿En serio que estás mal de la cabeza, hasta crees que puedes volar?
Mientras me insultaba miró de reojo a Feng.
—Ese chico, no me digas que es del imperio Qin.
—Si, era una especie de noble.
Ella cerró su libro.
—¿De dónde eres?
—Vengo de la aldea que se encuentra entre las fronteras.
—¿La aldea Sakura? —pregunto extrañada.
Al escucharla asentí.
—Así es.
Ella parecía estar pensando.
—Bueno, estás de suerte, iba a ver el festival luego de pasarme por la mazmorra, pero...
Ella observó a Feng.
—Ganarme un par de amigos en el imperio Qin no estaría mal.
Al escucharla me puse eufórico.
—¿Entonces me ayudaras?
Ella asintió.
—Si, pero me pagarás por el viaje.
Al escucharla llevé a Feng hasta el carruaje y tomé un trozo de tela que había en el mismo para envolver el cuerpo y colocarlo en su interior, no soportaría ver su rostro, pero quería tratar su cuerpo con cuidado. Ella se molestó.
—Guárdalo en el maletero, apesta.
La miré con una sonrisa maliciosa.
—¿Quieres ganarte la confianza de la gente del imperio Qin llevando a un noble en el maletero?
—Verdammter schamloser Profiteur. No abuses de tu suerte, está bien, no tardaremos ni medio día en llegar, pero pagarás la tela y la limpieza del carruaje.
«Me estoy endeudando».
Sin más que decir marché junto a la chica y llegamos hasta la entrada del pueblo. Le expliqué el lugar donde se tenía que aparcar y tras eso la guíe hacia el gremio. Ella contemplaba con fervor cada edificación en la aldea.
—Woah, se ve mucho más grande que los pueblos del imperio.
—Bueno, era de esperarse considerando lo importante qué es.
—Supongo que tienes razón.
Tras esa pequeña conversación entramos al gremio, la atención de todos se desvío hacia ella, por mi parte me acerqué a la recepción usando mi medalla como identificación.
—Me gustaría reportar la recuperación de un cadáver.
La recepcionista ladeo la cabeza.
—¿Perdón?
Rasqué mi cabeza nerviosamente.
—Yo, fui a recuperar el cuerpo de un compañero, pues, me gustaría que el gremio se encargué de contactar a su familia.
La recepcionista me entregó una formula.
—Por favor, identifique la identidad del aventurero y su región de origen.
Tras llenar el formulario fui guiado hacia una habitación aislada del gremio, en ella destapé el cuerpo de Feng y la recepcionista confirmó su identidad. No había recompensa alguna por hacer algo así, pero, de alguna forma me sentí aliviado.
Esperé en aquella habitación mientras el gremio contactaba a sus familiares cercanos, la chica que había visto en el cementerio llegó hasta el lugar llorando desesperadamente sobre el cadáver de su hermano. Sin nada que decir me marché del lugar, antes de poder hacerlo un ether con color extraño emanó de su cuerpo y cargó en mi contra.
Repentinamente perdí el control de mi cuerpo y terminé desmayándome, enfrente mía apareció Feng siendo llevado de la mano por una armadura hecha de luz. El lugar estaba inundado hasta mis pies con lo que parecía ser agua, la figura de Feng se desvaneció lentamente, aunque antes de desaparecer dijo algo.
—Gracias.
Desperté dentro de mi cuarto, todo estaba sucio y el techo estaba lleno de telarañas, se notaba que al tío Yamato no se le había ocurrido limpiarlo. Poco después de recobrar mis sentidos escuché a alguien abrir la puerta, a simple vista pude ver el traje de una sacerdotisa, al ver hacia arriba pude verlo, ella estaba parada enfrente mía con una expresión de molestia.
—Hola Hayato, ha pasado un tiempo.
«Aoi...»
—Si, ha sido mucho tiempo.