El señor de las montañas
El frío de la tundra azotaba mi cuerpo, arrastraba el trineo poco a poco mientras trataba de encontrar lo que se me había encomendado. La sensación de la ventisca mancillando mi cuerpo ya se había vuelto una costumbre, encima me veía obligado a cargar con un trineo a todos lados.
«Tuve suerte de que Yao tirará un bestiario entre los libros de teoría, de lo contrario no creo ser capaz de encontrar a ese tal regente trol».
Me movía lentamente debido a la nieve, quería usar la técnica de pasos, pero tenía que llevar el trineo conmigo, llevar el equipaje por mi cuenta sería imposible. Lentamente me moví por los alrededores de la montaña, matando a cada trol o bestia que se cruzara en mi camino.
«¿Dónde se supone que encuentre esta ese maldito? Encima mi equipo está en las últimas, no sé cuánto le falta a esta daga para romperse».
La noche empezó a caer poco después, siendo acompañada por una tormenta de escarcha que penetraba mi piel, caminé hasta una de las muchas cuevas que había en la montaña para refugiarme.
«En cuanto la tormenta se acabe reanudaré mi búsqueda».
Me acurruqué en la cueva, hacía bastante frío y no tenía nada a la mano para improvisar una fogata, rebusqué entre las cosas que había en el trineo, tomé el bestiario y busqué la entrada del rey trol. Rebuscando entre las páginas encontré su descripción.
~El rey de las montañas nevadas, a diferencia del resto de su raza demuestra mayor inteligencia, generalmente se mueve a través los asentamientos que forma su especie y porta un espadón de hielo. ~
«Por su descripción parece que será fastidioso lidiar con esa cosa, bueno, al menos ya sé lo que debo buscar».
Escuché pasos acercándose lentamente a la cueva, acompañados de un leve jadeo. Volteé a ver hacia la entrada, un cachorro de lo que parecía ser un lobo estaba caminando hacia mí mientras cojeaba.
Alcancé mi daga y me preparé para atacar, al verme este se asustó retrocediendo unos pasos, al ver que no era hostil decidí guardar mis fuerzas y dejarlo ser.
«Bueno, para empezar, no podía dormirme, supongo que tener un poco de compañía no me hará daño».
Descansé con un ojo medio abierto, en cuanto vi la luz del día iluminando la entrada de la cueva tomé el trineo y me preparé para continuar con mi búsqueda. Antes de salir miré al cachorro de lobo, una de sus patas estaba herida y tenía contusiones en todo su cuerpo.
«Parece que te metiste donde no debías... no puedo creer que sienta pena por una bestia».
Busqué entre mis pertenencias, tenía un poco de carne conservada, decidí dejarla a su lado y continué con mi viaje. La nieve quería penetrar mis botas, la placa de acero de mi pechera se desprendió debido al deterioro del cuero.
La hoja de la daga estaba agrietada, tenía ganas de tirar todo el equipo en mal estado, pero hacerlo solo sería un desperdicio. Por suerte el cuero y el pelaje todavía eran de ayuda para mantenerme abrigado.
Me detuve al escuchar un débil jadeo a mis espaldas, la cría de cachorro estaba persiguiéndome, como aún sentía pena decidí no matarlo y lo ignoré. El animal simplemente continuó siguiéndome a una distancia segura.
De vez en cuando me detenía a ver si todavía continuaba siguiéndome, no tenía idea de lo que quería y eso me molestaba, tenerlo cerca no me dejaría descansar tranquilo. Traté de tirarle nieve, pero ni se inmuto, continué caminando por la nieve durante todo el día, no tuve suerte en encontrar los asentamientos trol.
Me refugie en una pequeña cueva, el cachorro de lobo me acompaño y se quedó dormido a mi lado, antes que pudiese dormir mi estomago empezó a rugir, revisé mis suministros, solo tenía legumbres crudas y nada para cocinarlas.
«No debí gastar la carne en ese perro, debería tratar de hacer una fogata y cazar algo, pero, supongo que tendré que esperar hasta que la tormenta termine».
Durante la noche, la tormenta azotaba con fuerza todo el panorama, el cielo estrellado se escondía tras las nubes y el frío recorría todo mi cuerpo. El cachorro empezó a temblar, su herida no se había cerrado, todavía sangraba de vez en cuando.
«Es bastante resiliente para ser tan patético».
Tras un tiempo, al ver que la nevada amainaba salí de la cueva para buscar comida, el lobo estaría bien con carne cruda, por mi parte tenía que encontrar una forma de hacer fuego. La noche era oscura, no era sencillo orientarse y generalmente era azotado por granizo, por suerte el sol estaba saliendo lentamente desvaneciendo las nubes con su luz.
Me distraje un momento para contemplar el amanecer, mi paz no duró mucho, un jabalí con el rostro deformado, un colmillo roto y cubierto de un hielo fosforescente cargaba desde la puesta de sol, dispuesto a empalarme con sus monstruosas navajas.
Antes de que pudiese llegar a atacarme salté al cielo usando la técnica de pasos y me mantuve en el aire con una plataforma. El errático ser empezó a girar en círculos a mi alrededor, empecé a aplaudirle desde mi plataforma.
«Parece que es más inteligente que los trols, está esperando a que me desgaste ya que no me conviene pelear contra él en el suelo. Bueno, sea lo que sea no podrá ganarme».
Concentré el ether de la zona en el suelo, luego lo usé para formar runas de potenciación y finalmente rematé con una explosión de ether en área. El jabalí cayó de costados, aproveché para caer y apuñalé su cuello con mi daga.
El animal se retorció por el dolor, su fuerza era tal que me costaba sostener el cuchillo, la criatura se irguió con fuerza y trató de aplastarme con su peso. Por suerte logré reaccionar a tiempo y apartarme de su rango.
«Es muy resistente, ahora me quedé sin armas».
El jabalí se preparó para embestir, esquivé usando una plataforma y le propiné una patada en la espalda, el daño no fue mucho, me recompuse y sucedí el ataque con una explosión rúnica directo a su rostro.
Este ni se inmuto y trató de embestirme, me agarré de uno de sus cuernos y me impulsé en el aire, la embestida paso de lleno, eso me dio tiempo para tomar un trozo de hielo tirado en el suelo e infundirlo con el ether.
El jabalí se dio la vuelta y continuo su carrera, continué inyectando ether en el trozo de hielo, forme una pequeña runa y liberé una explosión en el momento exacto en el que lo tiré, como si fuese un proyectil el trozo de hielo penetró en la cabeza del jabalí matándolo en el acto.
«Esto tomó mucho tiempo, debo regresar rápido, tengo mucha hambre».
Durante el camino me derribé un árbol cubierto de nieve y cargué unas ramas, tomé la daga incrustada en el cuerpo del jabalí y lo arrastré con muchas dificultades hasta la cueva. El lobo se despertó y empezó a roer una de las patas del jabalí, suspiré y tomé un par de rocas para frotarlas con el lomo de la desgastada daga.
«Si tengo suerte podré encontrar un pedernal».
Cuando finalmente logré generar una chispa tome los trozos de madera y saqué la corteza, por suerte en todo el tiempo que me tarde en encontrar un trozo de pedernal la madera finalmente se había secado.
Volteé a ver al cachorro, toda una pierna desde el muslo hasta la pezuña había sido devorada, con la corteza hice una yesca, talle un agujero dentro del trozo de madera y tiré la yesca, luego usé el pedernal junto al acero de mi daga y encendí la yesca con la chispa.
Soplé las llamas para avivarlas y luego tiré unas ramas para armar una fogata improvisada, arranque un pedazo de carne del Jabalí y lo ensarté en la punta del cuchillo para sostenerla sobre el fuego. Tuve cuidado de no quemarla, tratando dentro de lo posible cocinarla uniformemente.
Tenía tanta hambre que mi saliva escapa por mis labios, por suerte, tenía la fuerza de voluntad suficiente para terminar de cocinar bien la carne. Al dar el primer bocado sentí una euforia inconmensurable, quizá porque no había comido ni dormido durante un día entero.
Escuché los quejidos del cachorro revolcándose mientras dormía, continué con lo mío, debía reponer mis fuerzas rápido para salir a buscar a el regente trol rápidamente. Devoré tanta carne como pude hasta casi reventar y la acompañé con un tomate seco que había encontrado en la bolsa.
Al sentirme satisfecho guardé un poco de carne en una tira de piel del jabalí y saqué el trineo de la cueva, el cachorro de lobo se despertó por el sonido, se estiró y empezó a seguirme, era como si estuviese listo para acompañarme.
«¿Qué le pasa a esta cosa? Ya de por si es molesto alimentarla. ¿Cuánto tiempo piensa seguirme?».
El canino ladró alegremente, lo ignoré y decidí continuar con mi búsqueda, no tenía la más mínima idea de cómo encontrar un asentamiento trol, mucho menos de cuanto tiempo estaría caminando sin rumbo por las montañas.
«Otro día caminando sin saber hacia dónde voy, encima ahora me está siguiendo un lobo que se cree perro, menuda suerte tengo».
El cachorro se puso agresivo de la nada, estaba ladrándole a una zona inundada por neblina, empecé a formular una runa con cautela, la daga que solía usar ahora era más bien un encendedor de fogatas, no me serviría de nada en combate.
De la bruma apareció una silueta familiar, un humanoide gigante que portaba un tronco como arma. Al verme gritó emocionado y se acercó a toda velocidad mientras saltaba de alegría, estaba claro que me estaba subestimando.
«¿Otro de estos? ¿Cuántos llevo matando desde que Yao me empujó de la colina?».
Esquivé el mazo del trol y me impulsé a su rostro para darle la explosión de lleno, luchar sin un arma era difícil, pero por suerte el ether podía compensar esa falta con velocidad y daño explosivo.
El cachorro de lobo se armó de valor lanzándose a roer una de las piernas del trol, aproveché esa oportunidad para castigarlo con explosiones, cayó de rodillas sometido, tomé el trozo de hierro que alguna vez fue mi daga y lo imbuí con ether. Con la cantidad correcta apuñalé su cuello haciendo que el monstruoso ser muriese en el acto.
«Necesito conseguir un arma, normalmente no tardaría tanto en matar a uno de estos imbéciles. No quiero pensar lo que podría pasar al enfrentarme a ese tal regente trol».
Decidí adentrarme en la niebla junto al cachorro, parecía que sus instintos lo hacían repudiar a los trols, tras la espesa niebla se encontraba una especie de pueblo improvisado, las cabañas de madera parecían estar a punto de romperse, los caminos estaban desgastados, lo único que tenía un aspecto decente era el edificio central.
«Dudo mucho que esos monos hayan podido crear un asentamiento así. ¿Será por la influencia de ese monstruo? Bueno, el bestiario dice que es tan inteligente como un humano, puede que sirva como su líder».
Me escabullí con cautela en uno de los recintos, todo el inmobiliario estaba destruido, las paredes estaban llenas de huecos y los hornos no parecían haber sido usados en un tiempo.
«¿Tratan la casa de los humanos como un lugar más para dormir? ¿Me pregunto que le paso a la gente que vivía en este pueblo?».
Revisé las habitaciones del recinto, no había mucho que ver, todo el lugar estaba destruido y fuera de un par de cuchillos de cocina no había ningún arma o herramienta útil. Por precaución me armé con el cuchillo y me escabullí en otro recinto, todos eran más de lo mismo, no había nada útil.
Sin más opciones caminé hasta la única edificación en buen estado, como era obvio no entraría por la puerta principal, rodeé el lugar hasta encontrar una grieta por la cual entrar, el cachorro se acobardó y decidió quedarse afuera.
Nada más entrar fui recibido por una especie de sala de trofeos, había todo tipo de armas en esa habitación, tomé 4 dagas por si acaso, dejé atrás el cuchillo de cocina y continué explorando el lugar.
Abrí la puerta de la habitación, un pasillo se extendía alrededor, lo recorrí cautelosamente, solo había un paradero aparente. Al llegar al final de este, me detuve para observar con cautela lo que me esperaba al final.
Había unos tres trols arrodillados enfrente de uno con un aspecto diferente, este tenía una tupida barba y cabello largo, se podría decir que hasta parecía humano. En su espalda portaba un espadón de acero, por suerte no parecía que notasen mi presencia.
Imbuí una de las dagas con ether y me preparé para iniciar combate contra esas cosas. Ellos gruñían, parecía como si estuviesen teniendo una conversación, en un momento dado el regente trol gritó y golpeó a uno de ellos.
Este reaccionó gritando con más intensidad y se lanzó directo a golpear al regente, por su parte él orgulloso señor de los trols desenfundó su arma y usando una postura se abalanzó para atravesar su pecho.
Me acerqué lentamente, él trol con espadón volteó a ver el pasillo y camino lentamente.
—Jun hyumano nás, ¿Cuándo entenderam ke ño poeden vincer al senor de la nomtaña.
«Parece algo inteligente, pero un trol sigue siendo un trol ¿eh?».