Un réquiem a los muertos.
Nos despedimos de Yao y tomamos rumbo a la aldea, el carruaje tenía al mismo conductor con el que habíamos llegado, aunque el hombre se veía algo enfermo, parecía haber tenido mejores días.
Me apoyé en la ventana para contemplar el paisaje, la nieve se desvanecía poco a poco a medida que nos alejábamos de la montaña. El viaje era aburrido, Hideaki no hablaba y Hiyori se había quedado dormida con el cachorro en su regazo, me sentía un poco molesto con ella por robarlo y con él por abandonarme tan fácilmente.
«Regresaremos a la aldea, supongo que eso está bien, aunque, honestamente todavía no estoy satisfecho, quiero ser más fuerte».
Repentinamente el carruaje se detuvo y cambió su rumbo, confundido asomé la cabeza por la ventana, el camino hacia el pueblo más cercano se alejaba poco a poco. Cuando finalmente se desvaneció en el horizonte suspiré y miré a Hiyori en busca de respuestas.
Ella me observó fijamente por unos momentos, al parecer recién se había despertado y estaba medio dormida.
—¿Qué me ves?
Agaché la cabeza.
—No, no es nada.
Traté de hablar con Hideaki, pero se había quedado dormido. Sin más remedio esperé pacientemente a que parasemos, mientras observaba el paisaje a través de la ventana. Nos detuvimos un par de horas después, cuando estaba a punto de quedarme dormido.
Salí del carruaje para ver, nos habíamos detenido enfrente de una pared de piedra gigante llena de cuevas. Hideaki salió poco después y entró a una de ellas. Tras un tiempo se escuchó el grito de una bestia, un ser extraño con una armadura de cuerpo completo y aspecto de lagarto humanoide caminaba a su lado.
Hiyori salió corriendo a saludarlo.
—Nazherak, así que aquí te estabas ocultando.
El hombre lagarto se quedó callado por un momento.
—Todavía no entiendo como es que siguen encontrándome. Ya me ganaste muchas veces, ¿ahora que quieren?
Hideaki le dio una palmada y luego se apoyó sobre su hombro.
—Verás, estoy entrenando a este chico, me gustaría probar si Yao le enseño bien.
Nazherak regresó a la cueva para tomar una lanza con una cuchilla enorme en uno de sus extremos.
—Bueno, tengo sueño. Acabemos con esto rápido.
El enigmático ser arremetió saltando tan fuerte como para romper el suelo que estaba pisando, reaccioné retrocediendo con la técnica de pasos, debido a su alcance me alejé tanto como pude.
Sin darme descanso el lagarto continúo haciendo lo mismo, continue retrocediendo mientras trataba de hacerle daño con explosiones rúnicas. Al ver que no le hacía daño aumenté la potencia al máximo y arremetí con el bastón bo.
Apunté a su estomago y di un golpe contundente, cuando volteé a ver Nazherak sostenía el bastón con una de sus manos, mientras que estaba listo para rematarme con la lanza. Abandoné el arma y retrocedí, el impacto de su lanza partió una buena parte del suelo en dos, levantando una cortina de polvo.
«Maldito monstruo».
El lagarto tiró el bastón al suelo y continuó con sus arremetidas, cada vez se iba haciendo más rápido. Desenfundé mi daga y traté de estudiar sus movimientos mientras esquivaba, al encontrar una abertura no dudé en usar toda la potencia. Nazherak bloqueo, pero no era más que una finta. Me posicioné a sus espaldas y canalicé una formación rúnica, su armadura de acero empezó a arder al rojo vivo, él se contrajo por el dolor.
Aprovechando su distracción lo castigué usando varias explosiones. Pesé a su dolor el lagarto contraataco golpeándome con su cola, su fuerza fue suficiente para enviarme a volar lejos.
«De no ser por el cuero de mi armadura ese ataque me hubiese causado quemaduras graves, tiene bastante fuerza de voluntad».
Nazherak alzó su lanza al cielo y rugió con todas sus fuerzas. Recordé al regente troll y recordando ese momento me alejé tanto como pude. El lagarto pateó el suelo haciendo que todo el terreno alrededor se estremeciera.
Me elevé en el aire para evitar un confrontamiento directo, él volteo a verme y salió corriendo hacia la pared de piedra, la escaló con suma facilidad y saltó hacia mi posición. Asustado me dejé caer y usa la técnica de pasos para reposicionarme.
Cuando traté de elevarme en el aire nuevamente, Nazherak lanzó su lanza a mi dirección y luego salto hacia ella, de no ser porque reaccioné a tiempo me hubiese partido a la mitad. Al ver que falló su ataque aprovechó su peso para dar un giro en el aire y enviarme volando de una patada.
Salí volando directo hacia el muro de piedra, antes de que impactar con este usé la técnica de pasos para frenarme. Cuando volteé a ver hacia delante Nazherak estaba enfrente mía, me golpeo con el extremo sin filo de la lanza y me desmayé por un instante.
Al despertar vi que estaban comiendo alrededor de una fogata. Incluso el conductor estaba comiendo junto a ellos.
«Me pregunto que fue todo eso».
Al escuchar mis pasos Nazherak volteó a verme.
—Oye, nada personal. Diste un buen espectáculo.
Hideaki suspiró.
—Si, aunque el final fue decepcionante, diste una buena pelea.
Me senté lo más alejado que pude de ellos, la noche se acercaba, lo más seguro era que nos quedaríamos acampando en ese lugar durante el resto del día. No pude dormir en absoluto, había sido derrotado de nuevo, aunque en vez de deprimirme simplemente sentí un sabor amargo.
«Quizá, pude haberlo hecho mejor...»
Me dejé caer al suelo y observé el panorama de las estrellas, iba reconociendo cada una sin excepción. Sus nombres volaban brevemente por mi mente, aunque de todas ellas, como era de esperarse, solo me asombraba Aurorus.
«Son las mismas que la última vez. ¿Cuánto tiempo habrá pasado desde que deje la aldea?».
Me quedé dormido mientras observaba el cielo estrellado bajo la luna llena, por lo que pareció ser un instante. El cachorro de lobo me despertó lamiéndome la mano, Hideaki e Hiyori ya estaban empacando, no había rastro alguno de Nazherak.
Sin ganas de preguntar ayude a ordenar lo poco que quedaba y continuamos con nuestro viaje. Llegamos al pueblo más cercano casi al anochecer, la gente se veía atareada y todo estaba lleno de puestos y altares.
El carruaje se detuvó de improvisto. Bajamos siguiendo a Hideaki, el conductor del carruaje se fue a otro lugar. Ya casi era de noche, estábamos subiendo las escaleras de que lo parecía ser un templo, de vez en cuando podía escuchar a la gente pasando, decían que yo daba miedo.
«¿Cómo es que no les dan miedo esos monstruos?».
Conforme continuamos avanzando finalmente habíamos llegado hasta la cima, había un hermoso jardín con hojas doradas y un camino de piedra tallado, complementando por unas hermosas puertas Tori.
Hideaki avanzó tranquilamente y compró lo que parecía ser unas linternas. Me entregó tres de ellas y luego bajamos como si nada. No pude evitar pensar que aquel templo era hermoso, hasta consideraba una pena tener que bajar nuevamente a la ciudad.
Al ocultarse el sol y ser recibidos por el brillo de las estrellas un festival ruidoso lleno de alegría fue celebrado por toda la ciudad.
—Me recuerda bastante al festival de la unión.
Hideaki cruzó los brazos, estaba sentado en un escalón a mi lado.
—Regresaremos antes de que ese festival empiece, debes extrañar a tu familia.
Me senté en uno de los escalones, para pensar un momento. Parecía que pasó una eternidad desde el último festival de la unión. Recordé brevemente los rostros de mis amigos y mi familia, empezaba a sentirme aliviado por regresar.
Los niños corrían con emoción por todo el festival, había luces doradas iluminando cada edificio, descendiendo desde el templo hasta llegar a la entrada. Mientras los adultos trabajaban sin descanso para tener todo perfecto.
El ritmo con el que trabajaban era alentador, aunque todos mantenían su distancia ante mí. Todavía no sabía bien el porqué, ellos simplemente trataban de evitarme en cuanto me veían. Hideaki puse su mano sobre mi hombro.
—Ve a pasear por ahí Hayato, partiremos al amanecer.
Tras decir eso se marchó, Hiyori también se fue a pasear, sin nada mejor que hacer me levanté y salí a caminar por el festival. Aunque una buena parte de los ciudadanos trataba de evitarme, por suerte los que operaban los locales no huían. Me acerqué a uno de ellos para comprar comida.
—Disculpe, ¿qué tipo de platillo es este?
El hombre parecía estar nervioso.
—Es ramen jovencito, siendo más específico tonkotsu ramen.
Observe con cuidado como servía un tazón para otro cliente.
—Si, creo recordar haber visto algo similar. ¿Cuánto cuesta?
El cocinero frotó sus manos.
—Serían diez piezas de cobre.
Busqué mi monedero y tomé una pieza de plata.
—Disculpe, no tengo piezas de cobre.
El cocinero tomó la moneda y se agachó para buscar algo de cambio en su local. Mientras esperaba alguien se detuvo justo a mi lado.
—Qué sean dos.
Cuando volteé a ver de quién se trataba, me asusté al ver a Hiyori junto al cachorro. Ella llevaba un montón de máscaras encima y una cantidad absurda de joyería.
—Disculpa, pero esta comida...
—¡Qué sean dos!
—Claro, supongo que está bien.
Con miedo a replicar suspiré, el cocinero dejó de buscar y sirvió dos tazones.
—Bien, eso sería todo. Sean amables y entréguenme los platos antes de que se vayan.
Reí nerviosamente.
—No se preocupe, solo quería comer algo.
El hombre aparénteme viejo se apoyó sobre el mostrador.
—Dime chico, ¿eres del clan de la araña?
Me sorprendí por un momento.
—No, bueno, no exactamente.
El anciano suspiró.
—Menos mal, esos tipos dan mucho miedo. Dicen ser diplomáticos, pero durante la era pasada eran una pesadilla para todos.
Continué riendo nerviosamente.
—Bueno, no sé mucho al respecto.
Terminé de comer y di las gracias. El anciano tomó el tazón y fue a lavarlo, pensé que era descortés irme sin despedirme formalmente, así que esperé. Un par de minutos después el hombre regresó
—¿Sigue aquí chico? El evento principal está a punto de empezar.
Me incliné ligeramente para despedirme y caminé hasta la plaza de la ciudad.
«Normalmente los eventos suceden aquí».
Muchos ciudadanos se reunían alrededor de la estatua de lo que parecía ser una deidad, tanto niños como adultos encendían linternas que volaban por el cielo. Una espiral de luces se formaba lentamente, volando en una armonía reconfortante.
Hideaki e Hiyori aparecieron de entre la multitud. Hiyori encendió una linterna, Hideaki por su parte encendió muchas, demasiadas a mi parecer. Luego regresaron.
—¿Tú no piensas encender alguna? Es una forma de honrar a los que se marcharon.
Hiyori me empujó hacia la estatua, tomé una de las linternas y la encendí con sumo cuidado. «Te extraño madre». Luego tomé otra, fui un poco descuidado y se quemó un poco de ella. «Lamento tu muerte Feng». Estaba a punto de regresar, cuando Hideaki se acercó a mí, tomó una linterna y me hizo encenderla.
—Tú hijo ha crecido mucho viejo amigo, puedes estar tranquilo.
Me sorprendí por un momento, luego regresamos a nuestras posiciones. Observé el resto del festival. Una sacerdotisa bailaba enfrente de la estatua, mientras cantaba una canción lenta y armoniosa. Cada uno de sus pasos se complementaba con el movimiento de las linternas, casi como si estuviese sincronizada.
El bailar de las luces me hipnotizo durante un buen rato, no podía describir aquello, simplemente me resultaba hermoso. Poco a poco la gente regresó a sus vidas diarias, las luces se extinguieron, la canción se detuvo, aún así, no podría olvidar ese festival.
«Un réquiem a los muertos... quizá visite este lugar el próximo año».
Al elevarse el sol marchamos nuevamente, la aldea aún estaba lejos, pero el camino era reconfortante. Los rostros conocidos invadieron mi mente y poco a poco terminé quedándome dormido.
Desperté de improvisto al sentir como alguien me golpeaba en la frente. Era de noche, Hiyori estaba sentada enfrente mío, Hideaki aún seguía dormido.
—Dime, tú eres amigo del hermano de Agni. ¿Verdad?
—...
Los recuerdos del día antes de mi viaje regresaron a mi mente.
«Me pregunto. ¿En serio lo soy?».