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Chapter 15 - Un viaje repentino y... un escape conveniente.

Un viaje repentino y... un escape conveniente.

Ante mí se encontraban la chica monstruosamente fuerte y su maestro. Ofreciéndome su ayuda en mi búsqueda del poder. No entendía bien lo que estaba sucediendo, la oferta fue repentina. ¿Quizá quisiese entrenarme por su amistad con mis padres? ¿Siquiera importaba?

Dudoso acepte su oferta. Hideaki sonrió y caminó lejos, había un carruaje empujado por un dragkin gigante. Miré a mi tío en busca de aprobación, este simplemente asintió con la cabeza y me entregó una maleta con equipo de repuesto, una lanza de acero amarrada con cuero a su alrededor y ropa más que suficiente para el viaje.

No dudé en subir al carruaje, había vivido suficiente y ya no me sentía especialmente apegado a algo. Ya no saldría de aventuras con mis amigos, ellos habían renunciado. Apoyé mi cabeza sobre la ventana del carruaje y observé el exterior.

Nagisa y Jessica se estaban despidiendo, también había una sombría figura con un manto tapando su rostro despidiéndose, con su mano alzada. Sentí que algo devoraba mi alma, pero a la vez, me sentí aliviado.

«Logré escapar. No tendré que tratar con mis problemas por un tiempo».

Miré de reojo a mi nuevo maestro y a la chica pelirroja.

«Si puedo hacerme igual de fuerte que ellos... valdrá la pena abandonar la aldea por un tiempo».

Escuchaba los gritos de mis amigos despidiéndose, conformé el carruaje avanzaba se volvían cada vez más tenues. Al adentrarnos en las profundidades del bosque finalmente desaparecieron. Suspiré pensando en todo lo que había pasado, esta vez definitivamente me haría fuerte.

No hablé para nada durante el viaje. No, para empezar, no había nada que tuviésemos que conversar. Hiyori estaba en su propio mundo, se la pasaba meditando o durmiendo, mientras que Hideaki bebía mientras le contaba sus aventuras al conductor.

Al llegar la noche nos detuvimos a acampar, estábamos a poco de salir del bosque. Me preocupe al ver como Hiyori sacaba carne seca para cocinarla en mitad del bosque.

«El olor atraerá a las bestias, aunque... considerando su fuerza, supongo que no debe importarle».

Como esperaba, las bestias del bosque no tardaron en llegar, pero morían partidas a la mitad antes de que siquiera pudiesen acercarse. Ni siquiera era capaz de ver cuando Hiyori desenvainaba su espada, era algo aterrador. Comí junto a ellos y me quedé dormido poco después.

Desperté al escuchar dos espadas chocando. Me sorprendí al ver al maestro Hideaki sosteniendo un mandoble con el mismo tamaño que su cuerpo en una sola mano. Detuvo la espada de Hiyori con el mango de su arma y la envió a volar con solo el toque de un dedo.

«Increíble, me pregunto si podré hacer eso».

Escuché un grito en las lejanías, Hiyori saltó de un árbol y atacó nuevamente, Hideaki ni se inmuto. Simplemente se movió unos pasos para esquivarla y le dio un golpe en la cabeza con el mango de su espada. Tras dejarla fuera de combate se sentó en un tronco y comió un trozo de carne que se estaba asando en la hoguera.

—Pierdes la concentración con facilidad, tu chi fluctúa y pierde pureza. Necesitas enfocarte más o no llegaras a la siguiente etapa.

Hiyori estaba sudando y jadeaba, estaba claro que se estaba esforzando al máximo.

—Entendido maestro, me centraré en mejorar mi concentración.

Hideaki sonrió.

—Está bien, puedes ir a descansar.

Me levanté por completo, Hideaki volteó a verme, como si me estuviera analizando.

—Hijo de Fumi. ¿Qué clase de energía primaria usas?

Me sorprendí un poco al escuchar el nombre de mi madre, pero al recomponerme respondí.

—Ether señor, no entiendo bien como funciona, pero según el señor Merlín se me entregó un espíritu artificial.

Hideaki se alzó y observó alrededor, luego revisó el bolso que mi tío había preparado, tras escarbar por un rato, me tiró una daga de acero negro.

—He visto muchos usuarios de ether, los que usan armas físicas y no ataques elementales son pocos. Ahora, atácame con todo lo que tengas, necesito comprobar tu fuerza.

Dudé por un momento, pero al recordar lo monstruosa que era Hiyori me calmé y reuní ether en la palma de mi mano. Mi nariz estaba empezando a sangrar, por suerte no era él mismo que cuando empecé y pude sobrellevar la carga física que me imponía el uso de la energía.

Concentré el ether sobrante bajo mis pies y arremetí con una puñalada. Hideaki esquivó el ataque como si nada. Formé una plataforma en el aire y volví a apuñalar dando un giro. El tomó el brazo que sostenía mi daga y se dispuso a lanzarme.

En ese momento solté la explosión de ether contra su estómago. Para mi sorpresa no salí volando, sentí la onda expansiva, pero la fuerza del hombre me mantuvo en el lugar, además, ni él, ni su equipamiento parecían haber sido afectados. El brazo con el que había lanzado la explosión me dolía, pero aun así no nos habíamos movido ni un solo paso.

—He visto suficiente, es demasiado débil. Admito que es sorprendente para alguien de tu rango, pero ni siquiera usaste una runa. No tienes idea de cómo funciona el ether, tu madre estaría decepcionada y ni hablemos de... olvídalo.

Incluso si no lo decía era claro, Hideaki sabía mucho sobre mi padre, pesé a que nadie nunca me habló de él. Al menos, nadie que no fuese mi madre. Pensándolo bien, puede que incluso Aoi supiese algo de él. Aunque, siendo honesto, nunca llegó a interesarme.

En su momento quise preguntar, pero ya tenía muchos problemas con los que lidiar, no quise molestarme en averiguar el pasado de mi padre. Si el tío Yamato me lo oculta, debe tener una buena razón para hacerlo.

Tomé la daga de acero negro y la enfundé. Luego me senté en el suelo, esperando a que el imponente hombre que medía casi dos metros me diese órdenes. Él estaba pensando, mientras que Hiyori se había puesto a meditar, sosteniendo su espada sobre sus piernas.

«Son un par de fenómenos. Quizá por eso sean tan fuertes».

Antes de que el entrenamiento procediera, el conductor nos llamó y continuamos con el viaje. No estaba seguro de nuestro destino, apenas y habíamos dejado la aldea, me era imposible inferir la locación a la que iríamos. Tampoco es que conociera mucho sobre la geografía del continente.

A diferencia del yermo en las fronteras de Lux Acadia, me encontré con una tierra rural cubierta con campos de arroz a los lados del camino. Familias pobres se dedicaban a cultivar en la frontera. Hideaki miró por la ventana.

—¿Puedes ver Hayato? Muchos de los aventureros primerizos son hijos de estas familias, se adentran en el bosque por su cuenta, solo para ganarse el derecho de registrarse en el gremio y ganar dinero para sus familias. Por desgracia, no todos regresan. Ten eso en cuenta cuando te preguntes lo que implica ser un aventurero.

Hideaki estaba familiarizado con los alrededores de la aldea. Por los rasgos de esa gente me di cuenta de algo, estábamos los límites de la tierra del sol. No sabía mucho sobre el lugar, fuera de una visita en mi niñez al clan de la araña. Había guerreros que se hacían llamar Samurái, hablaban con un tono diferente al de los demás habitantes del lugar, un tono más formal por así decirlo.

«¿Qué pasa con lo que dijo? Siempre supe bien lo que significaba ser un aventurero... aunque, no sé si el peso sobre mis hombros sea el mismo que el de los demás, pero el que llevo encima ahora mismo, es más que suficiente para mí».

Observé a los transeúntes que caminaban por el camino, cada cierto tiempo veía cabañas humildes. Cuando se puso el sol, ya habíamos avanzado lo suficiente para que no hubiese habitantes cerca, pues había un bosque peligroso, "la arboleda Yurei" qué según se dice es protegido por una bestia espiritual de clase divina.

Por suerte, no parecía que Hideaki tuviese intenciones de adentrarse en la arboleda. Pese a que miraba con seriedad hacia ella, parecía estar vigilándola. Era fácil darse cuenta de que lo que sea que esté en ese lugar, no es inofensivo incluso para un aventurero tan poderoso como él.

Nos detuvimos a acampar cerca de la arboleda, Hiyori nuevamente se puso a cocinar en un lado del camino. Aunque estaba preocupado porque una bestia se sintiese atraída por el olor. Estar al lado de un par de monstruos logró calmarme de alguna manera. La observé preparar la comida con tranquilidad.

—Parece que no le tienes miedo a nada.

Hiyori parecía estar más preocupada por mantener el fuego encendido.

—No le tengo miedo a un par de lobos, estará lista en un momento, espera ahí.

Sonreí aliviado, de alguna manera su confianza me inspiró.

—Está bien.

La comida fue sencilla por así decirlo, hasta podría decirse que era desabrida, una simple brocheta de carne cocinada en una hoguera. No tenía demasiada hambre, pero me obligué a comer, necesitaba la energía para soportar el viaje. Me sorprendía la tranquilidad con la que vivían el maestro Hideaki e Hiyori, parecía que no tenían preocupaciones en este mundo.

Me pareció escuchar algo acechando en el bosque, pero no salió en ningún momento. El viaje continuó poco después, pese a que sentía que algo nos seguía, Hideaki ni se inmutaba, parecía importarle poco o nada si alguien o algo nos perseguía.

Al final de la arboleda se encontraban los muros de una ciudad, estos tenían una puerta torii como entrada, eran bastante hermosos de ver. El conductor se detuvo a hablar con los guardias que custodiaban la entrada, pero al ver al maestro estos hicieron una reverencia y nos dejaron pasar.

—Lo sentimos mucho señor Hideaki, no teníamos idea de que pasaría por aquí.

Hideaki suspiró.

—No importa, regresen a trabajar o haré que les reduzcan la paga.

Continuaron agachando la cabeza y disculpándose. El maestro Hideaki siempre se mantenía serio, parecía que la manera en la que se mostró sumiso ante mi tío fue solo una fachada. Aunque también pudo ser por respeto, no era capaz de entenderlo, en realidad, me era difícil comprender a la gente, probablemente por eso me apego tanto a mis amistades.

Miré a Hiyori, de alguna forma su cabello carmesí me recordaba a Nagisa. Cualquiera podría decir que esta chica era una belleza inconmensurable, pero para mí solo era una chica complicada, no entendía bien porque, pero pese a que su aspecto llegase a atraerme, no podía sacar a Nagisa de mi cabeza.

Hiyori volteó a verme extrañada.

—¿Qué pasa? ¿Tengo algo en el rostro?

Ladeé la cabeza.

—No, no es nada.

Ella parecía extrañada, pero no continuó con el tema.

«Bueno, supongo que me habré enamorado de Nagisa, aunque no entiendo exactamente por qué. Bueno, en el fondo quiera verla... pero no quiero volver a la aldea por un tiempo, escaparé de la realidad, hasta sentirme listo».

Entramos a la ciudad avanzando con lentitud, no nos bajamos del carruaje en ningún momento, no parecía que a Hideaki le interesará hospedarse en algún lugar. Mientras tanto, seguía perdido en mis pensamientos, no es como si hubiese algo más interesante que hacer después de todo. La muerte de mi madre pasó brevemente por mi mente, en ese momento fue doloroso. 

Durante el camino unos niños perseguían el carruaje, un anciano se acercó a nosotros, Hideaki ordenó al conductor detenerse, al parecer quería hablar con el anciano. Asomó su cabeza por la ventana y sonrió.

—Parece que sigue rebosando de salud incluso a su edad gobernador.

El anciano se asomó para ver mejor el interior del carruaje, al verme una sonrisa cubrió su rostro.

—Dime Hideaki, ¿por casualidad este chico no será?

Hideaki sonrió.

—Sí, es el hijo de Fumi, se parecen mucho ¿no cree?

Me sorprendí al escucharlos, por su parte el anciano parecía estar feliz.

—No pensé que me encontraría con su hijo.—dijo el anciano para luego dirigirme la palabra—Chico, te pareces mucho a tu madre.

Tras decir eso el anciano continuó con su camino, había unos hombres con un kimono celeste y katanas en sus cinturas resguardándolo desde las lejanías. Al pasar al lado del carruaje hicieron una reverencia y continuaron con su escolta.

Hiyori se estiró y dio un suspiró.

—Parece que eres bastante popular.

Miré el techo del carruaje, particularmente no pensaba así.

—¿Eso crees?

Ella miró por la ventana.

—Si, algo así, que no se te suba a la cabeza.

Mientras seguía contemplando el techo recordé a mi madre, toda esa conversación me hizo recordar los pocos momentos que aún se conservaban en mi memoria con mucho cariño.

—Mi madre eh, desearía haber compartido más tiempo con ella.

Hideaki me observó brevemente y luego apartó la mirada, Hiyori parecía fatigada y continuó su meditación. Yo seguía pensando sobre aquello, las peleas que tuve, cuestionándome porque evadía la realidad.

«Aunque creí haberlo superado, quizá se deba a mi estado de ánimo. Tras todo esto, sigo sin saber afrontar a la gente. Solo por interpretar el papel de confiado traté de ser un líder en su momento. Pero al final del todo, mis decisiones me llevaron al sufrimiento. No tengo a nadie a quién pueda darle la culpa, más que a mi egoísmo».

Ciertamente, me perdí en pensamientos fatalistas. Suspiré para calmarme, Hiyori continuaba meditando, Hideaki solo miraba por la ventana. Pasamos de lejos la ciudad, al parecer los suministros aun sobraban.

«Ni siquiera me tomé el tiempo en verla de cerca, debería tratar de relajarme, aunque sea egoísta de mi parte». Pensé mientras suspiraba.

El carruaje se detuvo de improvisto, debido a mi distracción escapé por poco de caerme. Por suerte logré agarrarme de la puerta del carruaje, me asomé a ver lo que sucedía afuera, Hideaki se alzó y salió del carruaje.

Hiyori desenvainó su espada, pero Hideaki hizo un gesto para que se detuviese, volteó a vernos con una sonrisa confiada, intuí que quería darme un ejemplo. El hombre desamarró el espadón que tenía atado a su espalda y lo sostuvo hacia el frente. Ella no lo tomó bien.

—Maestro, yo puedo...

—Está bien, solo es una pequeña molestia y tengo que desquitarme con Yamato de alguna manera.

Había niebla espesa cubriendo al enemigo, no podía ver con claridad, excepto por unos ojos azul fosforescente observándonos con una fuerte sed de sangre. Vi a Hideaki blandir su espadón, con un tajo dispersó la niebla, una bestia gigante con el rostro distorsionado, parecido al de un lobo, pero como si estuviese quemado. 

Su mandíbula dejaba ver sus heridas y parecía emanar niebla fría desde sus fauces. Su pelaje era de un celeste brillante mezclado un azul oscuro. Su sonrisa era malévola, todos sus dientes se salían. Sus ojos bestiales parecían observar mi alma, recordé al lobo que alguna vez soñé. Caí de espaldas asustado, Hiyori me dio un golpe en la cabeza con el pomo de su espada, logré calmarme y observar con cuidado.

La bestia se abalanzó contra Hideaki a una velocidad que no pude percibir, sin que me diese cuenta de lo que pasaba vi el cuerpo de la bestia volando por los cielos, Hideaki sostuvo su arma con ambas manos y ejerció una presión abrumadora, la niebla parecía bailar a su alrededor. El hombre respiró profundamente.

—Adiós

De un momento a otro, la bestia había sido partida en dos. El hombre que había logrado semejante hazaña no desprendía ni una sola gota de sudor. Observé con cuidado el cadáver de la bestia esparcido por el camino, Hiyori sonrió y fue a reunirse con él. 

Me quedé pasmado, no podía procesar semejante fuerza.

«Algún día. ¿Podré ser así de fuerte?»