CONSECUENCIAS
Toda acción tiene una reacción… Y como resultado de esto llegan las consecuencias.
Cerca del anochecer.
Cristal
—¿Dalia? —
Su pequeña hija alzo su cabeza para luego mirarla y darle una leve sonrisa.
Abrió lentamente su boca.
—Mamá- Se detuvo al decir esas cortas palabras y su cuerpo colapsó por completo enfrente de su madre, afortunadamente Cristal la sostuvo en sus brazos justo en ese momento.
Su pequeño rostro estaba completamente pálido y respiraba con mucha dificultad.
De inmediato su madre la llevó a su habitación, dejando a Tyler atrás. Al cargar a Dalia en sus brazos pudo observar como su cuerpo estaba casi por completo congelado y temblaba sin control.
Se mordió el labio y apresuró el paso.
Su condición era terrible, la ropa que llevaba puesta estaba hecha jirones en todas partes y sin duda las múltiples lecciones que había sufrido eran notables a simple vista.
Cristal no lo pensó dos veces y colocó a su hija en la cama de la habitación para después cubrirla con una manta de pies a cabeza, la pequeña niña se quejó. Quería abrazarla con fuerza, pero tenía la impresión que si lo hacia el pequeño cuerpo de Dalia se rompería en pedazos, no era el momento.
La cubrió con dos mantas más.
Se dirigió hacia la cocina buscando su pequeño kit de primeros auxilios, tal vez esto no contendría muchas cosas, pero algo sin duda le serviría al menos por ahora. Corrió hacia la habitación donde se encontraba Dalia. Tomó unas compresas las humedeció con un poco de agua y se las paso por el rostro de la pequeña.
Ella se quejó mientras su madre frotaba sus heridas, logró ver como el rostro de su hija tenía innumerables cortes, unos profundos en su frente y mejillas, por otro lado, los restantes eran leves pero bastantes notables.
Sus cejas temblaron un poco.
Volvió a meter las compresas en el agua para seguir limpiando las heridas poco a poco y con mucho cuidado, al desinfectarlas por completo Dalia dio un chillido.
—¡Ahh! —
Su corazón se estrujó con fuerza. Sin embargo, no podía detenerse allí debía seguir curando sus heridas. Primero se deshizo de la ropa de la parte superior del cuerpo de la niña y con mucha prisa, pero evitando hacerle daño quitó el abrigo grisoso hecho añicos para seguir enseguida con la blusa de mangas largas que estaba igual que el primero.
Su rostro se horrorizó.
El cuerpo de Dalia tenía moretones enormes y con apariencia terribles al igual que cortes realmente grandes que aun sangraban. Tragó saliva amargamente y comenzó a limpiar las heridas con sumo cuidado, pero en cada toque Dalia sufría dolorosamente, era imposible que no fuera así y Cristal lo sabía, pese a eso no se detuvo.
Los repetidos gemidos de dolor sin límites que emanaba Dalia no cesaron y Cristal continuaba. Al terminar, le colocó ropa limpia y nuevamente las mantas cubrían su cuerpo. Sin embargo, aún le faltaba la parte inferior del cuerpo de la pequeña.
Para cuando las quitó, sintió múltiples nauseas.
Una de las piernas de la niña en el lugar del muslo había sufrido un gran impacto logrando partir su piel y desgarrándola de cierta forma. Toda esa zona palpitaba. Y la sangre que se había mantenido intacta por la presión que Dalia valientemente había logrado hacer con un torniquete para evitar una hemorragia terrible, ahora fluía sin parar.
Los ojos de la joven madre se cristalizaron y una cuantas lagrimas rodaban por sus mejillas, la impotencia la dejo perpleja por unos instantes, pero retomó la compostura, secó sus lágrimas y gritó hacia afuera de la habitación.
—¡Tyler! Su grito invadió la casa por unos minutos. ¡Ven rápido por favor! —
El chico se mantenía en silencio fuera de la habitación.
Tyler se acercó a la puerta de la habitación y Cristal habló sin mirarlo.
—Por favor hijo, necesito de tu ayuda. Cristal se apresuró en empapar muchas compresas de varios tamaños. Necesito que hagas mucha presión en esta parte. Se la indicó con brevedad. Si el sangrado continua Dalia podría... — No pudo terminar.
Tyler no se inmutó.
Cristal gritó con fuerza antes de observarlo desesperada —¡Tyler, ahora! —
No tuvo más opción que obedecer a su madre.
Con la colaboración de ambos, Cristal logró mantener la herida y el sangrado controlado, fue muy difícil, pero lo logró. Aun así, sintió un poco de desconcierto con la actitud y mirada de Tyler ante la situación de su hermana, sabía que debía hablar con él después, pero por ahora lo dejaría pasar.
Al ver que todo ya se encontraba en orden, Tyler se retiró de la habitación sin decir una sola palabra.
Cristal lo observo en silencio, pero su atención se dirigió rápidamente hacía Dalia de nuevo. Se acercó a la cama y se acostó junto a ella mientras la abrazaba por su cabeza, pero algo era extraño sintió humedad en esa parte, algo indudablemente había pasado por alto.
Volteo con cuidado la cabeza de Dalia y lo descubrió.
Su cabeza también había sufrido daño, quedó atónica, no lo dudo y nuevamente buscó las compresas, agua, alcohol y lo más importante vendas. Debía actuar con rapidez un golpe en la cabeza podría ser una de las heridas más peligrosas que un ser humano podría sufrir. Vendó y vendó tanto como pudo, el daño era grave.
El remordimiento de cristal al ver como su hija había tenido que soportar tanto dolor en muy poco tiempo el cual su madre no pudo evitar le golpeaba fuertemente el corazón.
Al cabo de un rato la situación terminaría empeorando a gran escala. Dalia sufrió de escalofríos tan fuertes que lograban hacer que todo su cuerpo temblará sin parar y no siendo suficiente con eso la enorme fiebre que emanaba de su cuerpo era tan alta que daba la impresión de estar dentro de un horno a temperatura infernal.
Cristal estaba envuelta en una desesperación sin fin, aun en esa situacion trataba de todas las maneras posibles ayudar a su hija a superar esta gran dificultad.
Tomaba varias compresas con agua y sal para colocarlas en la frente de la niña y así lograr que la fiebre disminuyera con el tiempo, a su vez que colocaba ungüento en las heridas y le daba contantemente medicina para contrarrestar alguna posible infección en su cuerpo a causa de las múltiples heridas. Sin duda esa noche fue una de las noches más largas que pudo tener Cristal en su vida.
Llegada el alba Dalia se encontraba estable, finalmente su madre pudo acostarse con un poco de tranquilidad a su lado y retomar el sueño que en su momento pospuso hasta ahora. Pero sus sueños eran tan ligeros que, a cualquier pequeño movimiento de su hija, Cristal despertaba enseguida.
Los días pasaron.
Primero día. Dalia mostraba alta fiebre repetitivas veces al día, aun así, era una fiebre manejable. Su madre limpiaba sus heridas y cambiaba sus vendajes con constancia.
Segundo día. La fiebre dejaba de ser un problema, ahora Cristal debía enfocarse solo en curar las heridas de su pequeña hija.
Tercer día. Extraño completamente extraño. La joven madre comenzaba a desesperarse, tantos días y su hija aún seguía sin despertar, algo debía hacer, pero ¿Qué? No tuvo más opción que esperar pacientemente.
Cuarto día…
Quinto día…
Sexto día…
Finalmente, al séptimo día. Dalia abrió los ojos.
Su madre se encontraba cambiando el vendaje de su cabeza, en eso Dalia con dificultad se dirigió a su madre.
—Mamá… —
Cristal dio un pequeño brinco por el susto y miró a los ojos de su hija.
—¡Mi niña! —
La abrazó con tanta fuerza que inevitablemente Dalia se quejó de dolor.
—Perdón hija. Yo- El lindo rostro de su madre goteaba sin parar mientras ella se frotaba los ojos fuertemente para tratar de evitarlo, pero le era imposible, estaba tan contenta de que finalmente su pequeña niña haya despertado que no podía contenerse. Solo te extrañe tanto estos días, mi niña. —
Dalia no entendía porque su madre había reaccionado de esa manera al verla despertierta, pero había algo que entendía aún menos, era por qué al tratar de mover su cuerpo no podía hacerlo; ni siquiera un dedo. Todo en ella estaba completamente rígido.
—¿Mamá? — Sus ojos temblaron en desconcierto con un rostro horrorizado.
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