PROMESA… ROTA
Si la traición tuviera nombre seria ´Tyler´.
—La vida puede ser injusta para algunos. — murmuró Tyler en voz baja para sus adentros. Al mismo tiempo que miraba un hermoso paisaje por donde pasaba el autobús que lo llevaba de vuelta a su ciudad natal.
*Horas antes*
Tener que recorrer ese camino de nuevo era escalofriante de algún modo. Tyler no recordaba con exactitud como llegar a la clínica de ´adaptación´ por lo que tuvo que depender de sus momentarios recuerdos y su corazonada para finalmente llegar.
—Al fin —
Como hizo su madre hace años él lo hizo también.
—Adaptación —
Un chirrido familiar se dio y una gran puerta se abrió, al estar adentro unas luces se encendieron y luego otra puerta se abrió enfrente de él.
—¿Adaptación? ¿Usted? — habló una enfermera que se encontraba como recepcionista.
—No. En realidad, vengo a ver al doctor Kallect. —
La joven enfermera lo observaba con mucha cautela y desconfianza.
—Nombre y apellido. Por favor. —
—Tyler Kaminari —
—Bien espere un momento. —
En lo que la mujer se retiró, Tyler pudo percatarse como el lugar había cambiado muy poco en los últimos tres años que habían pasado.
Después de un rato, un tipo con una gran bata blanca apareció.
—Si, el lugar no ha cambiado mucho desde tu última visita. Tyler —
Al voltearse vio a un tipo que claramente recordaba, él mismo que se encontraba con brazos cruzados arrimado de costado a una pared y virándolo fijamente con una enorme sonrisa como de costumbre.
—Buen día doctor Kallect. —
El doctor dejó salir un pequeño resoplido de su nariz y un lado de su labio se curvo hacia arriba. —Eres igual a tu madre. —
Tyler no dijo nada ante eso.
Al notarlo el hombre continuo. —Bien, Tyler. ¿Qué te trae por aquí? —
Sin perder tiempo Tyler comenzó a hablar.
—Recuerdo que la última vez que estuve aquí usted me dijo sobre una mina de oro que tenía a mi alcance y un cartel que me lo explicaba, pero el contenido del cartel no lo recuerdo- No pudo terminar el doctor lo interrumpió.
—Necesitas dinero. ¿No es así? —
Tyler tragó saliva amargamente.
No le dio más vueltas al asunto y preguntó — ¿Dónde está el cartel? No lo veo por ninguna parte. —
—Ah eso. Fue desechado hace años. —
—¡Espera qué! — Tyler tenía esperanzas en eso, si no podía resolver esto, todo empeoraría con el tiempo.
El doctor continúo hablando relajadamente.
—Porque su contenido era desagradable para algunas personas. Caminó hacia Tyler, él por supuesto se quedó rígido, pero el doctor continúo caminando y hablando. Es por eso que ahora la información se ofrece en pequeños folletos en esta parte. —
Llegó hasta un estante para tomar uno de los que se encontraba al fondo y se lo brindó a Tyler que lo había seguido con la mirada mientras hablaba todo el tiempo.
—Ten —
El chico lo tomó rápidamente y empezó a leer.
*Contenido del folleto
CAPRICORNIO
RECOMPENSAS
Todo capricornio es bien recibido si está en óptimas condiciones.
Advertencias.
· Para reportar a un Capri se debe informar a una estación de cazadores directamente.
· Dar direcciones exactas para la captura. Caso contrario, la recompensa será restringida.
· El Capri en gestión debe estar preferiblemente vivo.
· Evitar entrometerse en la captura o podría ser denominado como un ´desertor´ a quien se interponga.
*Punto clave. La edad del Capri es irrelevante, se aceptan de todas edades desde bebés hasta adultos.*
RECOMPENSA ESTIMULADA DE ***.***.*** … EN AUMENTO.
[Desertor. Son aquellas personas que esconden o mantienen oculta la verdadera identidad de un capricornio, son reportados y condenados a vivir desfavorablemente frente a la sociedad por la ´ley no escrita de los signos zodiacales´, a partir del momento en que son descubiertos.]
*Momento actual*
Después de unas horas finalmente se encontraba en su ciudad. Pero Tyler se mantenía frente al puente que unía las fronteras de la pequeña cuidad D´Mell con la gran y poderosa ciudad de Kratos.
[Los nombres de las cuidades colocados son solo apodos que se les denominaron poco tiempo después de darse a conocer la jerarquía de los signos zodiacales.]
Tragó saliva.
Los recuerdos de aquel día lo invadieron cuando tuvo que huir de aquel cazador junto a su hermana, aun así, debía hacerlo. Lo único que lo reconfortaba en ese momento era el bienestar de su madre gracias a estas acciones.
Sus manos contenian un sudor frio, sabía de antemano que si actuaba de forma incorrecta frente a los cazadores seria su fin.
Cruzó el puente y tocó el suelo de la ciudad de Kratos, respiró profundo varias veces antes de enfriar por completo su mente y decidirse de una ves a actuar.
Del lado de Kratos, cerca del puente se encontraba un letrero grande donde se demostraba de forma precisa los lugares cercanos de esta área. Tyler lo observó por un buen rato hasta que encontró el lugar al que quería llegar.
Sin pensarlo dos veces corrió rápidamente, tenía que apresurarse porque la tarde cada vez se adentraba más, tuvo que pasar por grandes y pequeñas tiendas comerciales, calles anchas y unas cuantas estrechas hasta que luego de un largo camino finalmente había llegado.
—La estación de los cazadores de Kratos… — Susurró.
***
En la mañana de ese mismo día.
—¿Mamá? ¡Mamá! —
Las lágrimas de su pequeña hija caían sin parar en el rostro de Cristal logrando finalmente despertarla.
—Dalia… — La contempló por unos segundos, los ojos de Dalia estaban muy hinchados y rojos de tanto llorar quien sabe desde que hora.
—¡Mamá! Dalia gritó y salto sobre su madre para abrazarla fuertemente. Estas despierta. Por fin… Su rostro estaba completamente empapado de lágrimas. Por fin, mamá. Parecías muerta, tenía mucho miedo mamá ¡mucho! — Lo decía mientras hundía su rostro en el cuello de su madre.
Cristal no dijo más solo espero hasta que su hija se calmara. Cuando lo hizo recordó algo importante, enseguida se quiso sentar de golpe, pero al hacerlo chilló de dolor.
—¡Ahh! —
—Mamá no hagas esfuerzo has estado inconsciente desde temprano y con mucha fiebre. Dalia tomó los hombros de su madre para recostarla de nuevo. Yo me encargaré de todo, no te preocupes si, por favor. —
—Dalia. Tyler ¿Dónde está? —
—¿Tyler? La niña se quedó pensativa por un momento. No lo sé. Respondió. Desde que me desperté él no se encontraba en casa. Fue a ti a quien busqué primero, al encontrarte en este estado lo busqué a él rápidamente por toda la casa, pero no estaba. Desde entonces te he estado cuidando mamá. —
Cristal dio un pequeño suspiro. —Tyler... Pensó. (Desde siempre tus pensamientos han sido difíciles de deducir.) Espero que estes bien hijo. —
Dalia se esmeró toda la mañana y tarde por atender sin descanso a su madre en cama, desde llevarle la comida a la cama, ayudar a evitar que la fiebre aumente y priorizar su bienestar hasta que se recuperara.
El tiempo pasó más rápido de lo esperado, Dalia y su madre se divirtieron mucho con las ocurrencias de la pequeña junto con unos cuantos juegos de mesa con los que se entretuvieron hasta ahora.
—Debes bañarte hija. Ve ahora, por favor. —
—¡Ay! Pero mamá. No quiero… Como siempre Dalia hizo un berrinche, pero Cristal la miró con seriedad. Bien, bien. Iré ahora mamá. —
A pesar del gran día que paso con su hija, sus pensamientos sobre Tyler no se habían quedado quietos, sentía angustia por no saber dónde se encontraba. Miró por la ventana y vio como la tarde era cada vez más oscura, la noche estaba por llegar pronto.
Entonces escuchó la puerta, quiso ponerse de pie, pero no pudo aun sentía mucho dolor en el cuerpo y cerró con fuerza los ojos. Cuando los abrió su hijo entraba por la puerta de su habitación.
—¿Mamá? —
—¡Tyler! Estas en casa, es un alivio. ¿Dónde estabas hijo? —
Tyler ignoró la pregunta y solo siguió hablando. —¿Cómo te encuentras? —
—Puedo decir que mejor. Dalia a cuidado de mi como no tienes idea. Y tú ¿Qué has hecho hasta esta hora? —
Tyler no dijo nada ante eso, pero habló nuevamente.
—¿Sientes dolor ahora, madre? —
—¡Tyler! —
El conocía perfectamente ese tono. Dio un suspiro profundo. —¿Sí? — respondió.
—¿Vas a responder mis preguntas o no? —
Se quedó en silencio.
—No te preocupes madre. Yo solucionaré tu enfermedad, estarás muy bien en poco tiempo. Confía en mí. —
—¿Que dices ahora? ¿Por qué de repente? De pronto algo llegó a su mente, apretó con fuerza las sábanas de la cama al igual que sus dientes antes de continuar hablando. Tyler ¿Qué hiciste? —
—Solo lo mejor para ti madre. —
Una horrible sensación junto con un escalofrió intensivo recorrió toda su espalda.
Entonces unos golpes se escucharon desde la puerta.
Cristal finalmente entendió las palabras de su hijo. —¿Cómo pudiste? ¡Es tu hermana, Tyler! —
Pero los ojos de su hijo solo denotaban indiferencia y frialdad sin fin. Su corazón latía muy rápido mientras contenía mareos interminables en su cabeza y su vista se volvía borrosa en ciertos lados por momentos.
Tyler no dijo nada.
Otros golpes se escucharon haciendo que se levantará de la cama en dirección hacia la puerta de entrada de la casa.
En cuanto estaba por salir de la habitación de su madre, su hermana apareció enfrente de él. La observó por unos segundos con la misma mirada fría de hace un momento, Haciendo que Dalia se paralizará.
—¿Hermano? —
El solo siguió su camino ignorándola por completo.
Cristal se levantó de la cama tan rápido como pudo aun con el dolor que la atormentaban a cada paso que daba.
—Mamá. Pero ¿Qué haces? ¡No! Detente. —
Casi sin aliento se dirigió hacia su hija.
—Dalia, tienes que irte ahora. Huye. ¡Ya! —
La niña no entendía nada, su madre continúo.
—Hija por favor vete, los cazadores están aquí y vienen por ti, por favor huye. Por favor… por favor. Vete. — Su madre estrujaba sus pequeños brazos con impotencia.
Dalia se desesperó —Pero ¿Cómo es que saben de mí? ¿Cómo madre? —
Sus miradas se encontraron y Cristal se mordió el labio con fuerza. Y el rostro de Dalia quedó impactado, recordó la mirada de su hermano hace un momento entonces no le fue difícil deducirlo.
Sus labios temblaron antes de hablar. —¿Tyler? —
Cristal no podía mentirle a su hija, no en este momento. Y solo asintió con la cabeza con mucho dolor en su herido corazón.
Dalia no lo entendía, su hermano apenas ayer la había tratado muy bien al menos para ella, como era que ahora la había traicionado de esta manera. ¡¿Cómo?!
Cristal se tranquilizó un poco y trató de buscar una solución rápidamente. —Dalia… respiró de forma brusca. Escucha con atención. Presta mucha atención, por favor. ¿Recuerdas aquella tumba vacía que te mostré hace un par de meses? —
—¿La de papá? — Habló Dalia con voz tembloroso.
—Si esa. Debes ir y hacer exactamente lo que te enseñé entonces encontraras una maleta con dinero y unas cuantas cosas más, te ayudaran mucho por un tiempo. Por favor ahora vete, por favor… No podía contener por mucho tiempo las lágrimas. Por favor. —
—Ven conmigo mamá. Si... —
—No puedo, estoy muy débil. Solo te retrasaría y haría que te capturaran con rapidez. Perdóname, te lo ruego Dalia. —
—Mamá- no pudo terminar, sus palabras fueron interrumpidas por voces en la puerta de la casa.
—Debes irte. Yo los distraeré hija. Ahora ¡Ya! —
Entonces Cristal abrazó fuertemente a su hija antes de empujarla hacia un ventanal del otro lado de la casa para luego dirigirse hacia los cazadores y su hijo.
Dalia solo pudo ver la espalda de su madre antes de huir.
Al salir solo corrió, corrió como nunca antes lo había hecho, le dolían mucho los pies aun así no se detuvo. Debía hacerlo su vida peligraba en ese momento.
Luego de varios minutos.
A pesar de haber corrido tanto, logró escuchar unas cuantas voces, entonces vio una corteza de un árbol hueca y rápidamente se ocultó en ella.
Las voces se acercaron hasta ese árbol afortunadamente no lograron encontrarla y se alejaron hacia otro lado, pudo escuchar unas tres, no cuatro voces una apareció poco después; pero sintió un escalofrió al recordar el dueño de esa voz, era precisamente aquel cazador al otro lado del puente que se encontró hace unos años.
Su cuerpo tembloroso se aferraba a todo su cuerpo, sin dudarlo cubrió su boca esperando que finalmente se fueran. Tal vez solo debía esperar unos minutos, pero solo se mantuvo ahí quieta llorando sin parar llena de miedo, dolor y frustración. En realidad había tantos sentimientos encontrados que no podía enumerarlos todos.
*Momento antes*
Tyler se dirigía hacia la puerta. Estaba decidido, aunque su madre sufriera por un tiempo, pronto esta herida sanaría.
Al abrirla se encontró con cuatro cazadores y uno de ellos lo lideraba, para su mala suerte conocía bien a ese cazador era aquel del otro lado del puente.
—¿Casa Kaminari? — Habló el cazador.
Tyler asintió.
—¿Eres tú quien informó sobre el capricornio? —
Tyler tragó saliva y esta vez hablo con voz fuerte. —Si, fui yo. —
—Bien. Tomaremos al Capricornio y se te dará tu recompensa. ¿Ok? —
—Está bien. Está adentro, pueden ir por ella. —
Tyler dio un paso fuera de la casa, pero al voltearse su madre apareció. Su cuerpo temblaba y su rostro demostraba el dolor infernal que estaba sufriendo, sin embargo, su mirada era completamente seria y enojada.
—Buenas tardes mi señora. Me presento, soy el cazador Brett Matthews. Hemos venido aquí por una ´presa´ escondida. —
[Presa. Es unos de los tantos apodos con los que se ha denominado a los Capri con el pasar del tiempo en este caso porque quien lo decían son los llamados cazadores.]
Al escuchar esto, Cristal apretó los puños con fuerza clavando sus uñas en sus manos.
El cazador lo notó. Y dijo enseguida. — ¿Es usted un desertor? —
—¡No! Tyler gritó y observó a su madre con una mirada complicada. Mamá... —
Su madre cerró sus ojos y suspiró, entonces se apartó de la puerta hacia su hijo dándole paso a los cazadores.
Los cazadores entraron a la casa y registraron cada rincón a su vista, pero para su sorpresa no encontraron nada. Las cuatro personas se enfurecieron en desmedida y salieron de la casa en cuanto notaron que su presa no estaba allí.
El líder de ellos habló primero completamente enojado. —¡Tú! ¡No has engañado! ¿Quién rayos te crees para hacer eso? —
Tyler no entendía a qué se refería y quedó a tónico ante las palabras del cazador.
—¿A qué te refieres con eso? — Respondio el chico.
El ambiente a su alredeor se tensó llenandose de un aura escalofriante ante la respiración y mirada rabiosa que desprendía el cazador.
...