Una ciudad hermosa, puerto que une occidente con oriente, punto de comercio a gran escala, es un lugar que es protegido por su importancia comercial a escala global.
Donde el intercambio de bienes es primordial para el sustento, llegan 2 jóvenes y un gato a la gran ciudad portuaria.
..
Entre cada paso que daba, las aves graznaban, el olor del mar me llenaba, y desde la entrada de la ciudad se lograba ver el puerto, donde movían grandes cajas.
Una variedad pintoresca de razas habitaba la ciudad, entre ellas se podían ver tritones y sirenas en el muelle trabajando en el mantenimiento de barcos, grandes y pequeños.
-Es la primera vez que veo estas razas. - Exclame asombrado, pero mi voz fue lo suficientemente fuerte como para que Emel me escuchase.
Deteniéndose de improvisto, me regreso a ver, mientras sacaba un libro, y procedió a entregármelo en las manos, solo para seguir viendo hacia adelante y contesto -Lee y evita hablar mucho. -
Con el libro en manos, mientras ojeaba las páginas, me tope con que era una enciclopedia, quizá por eso ella sabia tantas cosas.
Mientras caminábamos, algunas personas pez pasaron junto a nosotros, en ese momento, rápidamente revise su información en el libro, después de todo, era la primera vez que veía seres como ellos, llevaban ropas en sus cinturas cubriéndolas, pero de ella, se asomaba una cola como la de una serpiente, pero tenia aletas como la de cualquier pez que encontrase en el mar, sus manos son palmeadas, y de su brazo surge una pequeña aleta, de igual manera, en su cabeza poseen una, sus ojos tienen membranas para evitar que se resequen, poseen poca audición fuera del agua, por lo que pueden confundir sonidos si no se habla claro. Ya veo, por eso me pidió andar con cuidado y en silencio.
Mientras ojeaba algunas paginas por los dibujos, nos detuvimos en un almacén, no me percate, pero habíamos recorrido la mitad de la ciudad en un momento, al fijarme en la entrada, su letrero decía: Casa de cambio. Junto a un gesto rápido, me pidió que entráramos, fue en ese mismo momento, en que me di cuenta, soy un inútil en el mundo real.
Llego a cambiar los tesoros, yo solo podía ver desde una esquina como todos y cada uno de las cosas que traía eran entregadas con una confianza que pensarías que tratabas con una profesional, pero eso no fue lo mas impresionante, sino el cómo después de que usaran algunas hojas de papel, le entregasen un pequeño trozo de metal negro, en el cual le pidieron poner su pulgar, y a continuación quedase marcado de un azul tan claro como el cielo.
Rápidamente se acercó a mí con una sonrisa de satisfacción, al parecer, era mas sencillo mover dinero y evitar robos con eso, solo me dejaba ensimismado de su inteligencia.
Salimos apresuradamente, siguiendo los letreros, pudimos llegar hasta una posada, no me había percatado, pero los días de viaje fueron cansados, sin bañarnos, y ahora, olíamos fatal, puede que esa sea la razón de su apresurar.
Ella se encarga de muchas cosas, pero no podía estar tranquilo desde que salimos de la casa de cambio, alguien nos estaba siguiendo, pero por ahora, me mantendré alerta, y de paso tomare un baño después que la señorita Emel vuelva.
Fin del comienzo.