-Realmente es hermoso el inmenso mar.- Entre murmuros exclamaba Luna, extrañamente, se comportaba distinto si nadie veía sus ojos negros, pero, desde donde me encuentro, se llega a notar en ocasiones un destello plateado, igual que la luna, quizá por eso su nombre.
Me tuve que acercar un poco para poder conversar, ahora ambos estábamos de pie junto al soporte lateral de la nave, surcando el viento como olas, bajo un cielo despejado y un mar en calma. Entonces le respondí. - Es la primera vez que lo veo así.- Para mi sorpresa, ella solo volteo un poco el rostro y sonrió.
En el distante horizonte, apenas se distingue aquella isla donde crecí y llegué a vivír mi primera aventura, pero aún así, no entiendo nada, pero siento que lo se todo.
Las horas avanzaban y el almuerzo fue increíble, pescaron en vivo, un enorme pez de grandes fauces, aterrador se podría llamar.
Cada pasajero recibió su plato de comida y el silencio reino por un momento, solo para que seguido retornen a sus conversaciones sin prestarle la más mínima importancia para aquel pez ahora yacía en sus platos como carne a la parrilla.
Pasamos varias horas sin hablar hasta cerca del ocaso, fue una experiencia aterradora de por sí. El capitán salía despavorido de su recamara, a toda prisa gritando órdenes.
-Hizar velas, inicien convertidor de maná secundario, refuerzo de escudos.
Se escuchaban los murmullos y cháchara de los pasajeros, junto a los airinos movilizando fuerzas para cumplir sus órdenes.
El capitán, de pie en el centro de la nave, presionaba algo en su mano, y exclamó. -Que el guardian se apiade de nuestras vidas y el byfrost nos lleve a la gloria.- Inmediatamente de sus pies un timo surgía junto a una pulsera conectada con una especie de vena que estaba siendo usada ahora por el capitán.
-Todo listo.
-Aqui también.
-A su señal.
Se escucha de la tripulación.
-Listo señores, hora del show. Exclamó él capitán con una gran emoción.
Rápidamente, las líneas de maná de la nave brillaron aún más intenso, y su color café por la madera, se torno en uno mucho más oscuro, cercano al hierro.
El silencio reinaba por unos momentos, fue la calma antes de la tormenta.
En el horizonte frente a popa se veían dos haces de luz, rojo y azúl en puntos distintos, pero cercanos, fue entonces, que el arrebol del hermoso cielo, tomo como un arrebato de su belleza y lo convirtió en oscuras nubes de tormenta rojizas, de las cuales nacian criaturas similares a los pequeños lagartos de llamas de la isla, pero estos eran enormes, con alas y estabas afiladas como agujas.
Sobre nosotros una torreta se formaba y disparos precisos a su frente los derribaba, pero no era una victoria, no dejaban de salir y no era el único lugar.- Estamos rodeados tendremos que luchar si rompen el domo de protección.- Advertia la señorita, mientras se acercaba desde nuestra espalda y se limpiaba con una servilleta sus hermosos labios carmesí.
-Pero, pero, pero como lucharemos en el aire, siquiera es posible.- Respondí, mostrando mis dudas ante todos, lo cual solo puso más nerviosa a los pasajeros.
-Eres arquero, recuerdas idiota.- Esta molesta ahora claramente.
No tengo de otra manera para sobrevivir, tendremos que luchar.
Y del dicho al hecho el domo no soporto el impacto de uno de esos lagartos gigantes de fuego, solo podía esperar lo mejor y disparar, una y otra vez, fallar estaba prohibido, pero no estaba acostumbrado a una situación dónde mis pies no están firmes y no puedo concentrar mis fuerzas.
Mientras yo fallaba uno que otro disparo, la señorita cortaba los cadáveres o con fuertes golpes los empujaba fuera de rango de cubierta, protegiendo a los no combatientes.
Solo quedaba Luna, discutiendo con su ahora espada, tomo unos minutos que se decida, y mis dedos comenzaban a mostrar rastros de sangre, y la señorita su clara fatiga de saltar, golpear y aterrizar en ciclo, incluso el capitán se mostraba pálido, sus reservas de maná llegaban al límite.
-Un capitán, muere con su nave, y cumple con su deber.- Exclamó en un grito que dejó escapar su último aliento y cayó en desmayo.
Los pequeños dejaron se salir, y uno aún mayor comenzó su ataque, devorando a los demás, todos sentimos el peligroso destino que nos avecina.
Entonces, cuando creíamos que todo estaba perdido, Luna desenfundo a Umbra, y sentí su resonar, su voz, estaba viva.
-Solicito ayuda al espíritu del campeón.- Con esas palabras, llamas negras la cubrieron junto a la espada obsidiana, y una armadura de oricalco apareció, no en silencio, solo hablo con su voz ronca, grave, familiar. -Espada del rey elegido de otro mundo, aquél que envaino la eternidad, muéstrame la verdad-.
-EXCALIBUR!!!!!
Una espada de plata sencilla, propia del este se vio sujetada en su mano. -No ha pasado mucho y ya estoy de vuelta, quien pensaría que ese dragón sería tan vengativo.- Con su comentario terminado, sus paso dieron avance, y de un salto, simplemente basto una estocada para cortar en dos aquél monstruo, o eso creímos.
En su descuido de arrogancia, el campeón fue empujado con tal fuerza que el impacto destruyó parte de la cubierta, pero nada grave por ahora.
El solo no pudo, me di cuenta que ocurre lo mismo que a mí antes, si tú cuerpo no resiste solo usará el poder para evitar que mueras por tu propia tecnica, debo ayudar, con esta decisión, guarde el arco y tome mi espada, pero, Umbra está en el campo, no puedo usarla, si no puedo, como ayudo.
-Dispara a su cabeza y yo cortaré el núcleo, deprisa, este cuerpo colapsa.
No tenía idea de su plan, solo podría usar Vykor, una vez, y también quedaría expuesto, pero sin más opciones, aquí vamos.
Ahora que está estable, puedo recitar y concentrar la energía, pura, limpia, sin rastro de naturaleza, eso es Prana.
-Tu que eres enemigo de los vivos, yo que busco el camino del heroe, con mi fuerza te aplastare.
Recite y la flecha está lista, una concentración de energía pulverizadora libero.
-Flecha del verdadero héroe, Vykor.!!!!!
Mientras viajaba, aquella flecha se torno de llamas carmesí, destellos de plata, y una punta dorada, llegando hasta la cabeza del monstruo y en medio de una gran explosión, el humo reveló un cristal rojizo, opaco y sin lustre.
El caballero de oricalco, de un tajo separó cuerpo y cristal, un ópalo ahora yacía en cubierta, no más grande que un niño, mientras la carne se volvia cenizas dejándonos aliviados.
Pero, el tiempo no es eterno y en un momento, su despedida llegó, de igual forma, llamas negras eran absorbidas por la espada y está volvía a su verdadera forma.
Luna desplomó en el suelo, y todos agotados solo podíamos alegrarnos de vivir, viendo el cielo nocturno y sus estrellas.
Mirando en toda su toda su magnitud aquél cielo de estrellas, me di cuenta que a pesar que mi cuerpo colapsó, mi conciencia aún se mantiene en alerta, al parecer es posible crecer también otras estadísticas.
Estelas de luz se veían desde el continente, al parecer están lidiando con los rezagados, volteo mi rostro y todos están agotados, o eso parece, la señorita Emel aún está de pie, y su mano, aún empuñando su espada a tomado una forma similar a las rocas ígnea de la cueva del dragón, daño un poco su mano pero sigue de pie.
Ahora, me preocupa Luna, quien no se sabe cuándo despierte, ah tendré que llevarlas a sus recamaras a qué descansen.
Un pie tras otro, y termino inclinado, listo, ahora tengo que enderezar, aaah duele, duele mucho, pero tengo que ayudar.
Me acerco a Luna, aún tendida en la cubierta, no tiene daños visibles, solo agotamiento, así que tomo su mano, quizá en aquel entonces no me di cuenta, pero su piel es muy blanca, casi como la nieve, supongo es una buena comparación, por esa fría actitud que tiene en ocasiones.
Logro ponerla sobre mi espalda y su peso se hace notorio ante mi cansancio, pero no es ningún problema para este caballero, pequeños pasos me veo obligado a dar para avanzar.
El capitán se notaba mejor, al igual que muchos otros pasajeros, podremos avanzar una vez despierten.
Frente a su recámara, fue un problema abrir la puerta,me ví obligado a embestirla, del impacto atravesé la entrada y ella salió volando de mi espalda hasta su cama, dónde me acerque para revisar si estaba bien.
Su cabello oscuro como la noche ya no estaba, ahora eran rizos carmesí como tornados de nubes en el arrebol de un atardecer, quizá oculta algún secreto, y por eso esconde su verdadero yo, pero esperaré hasta que ella confíe en nosotros y nos diga la verdad de su viaje.
Simplemente coloque de nuevo su oscura melena y me logro percatar de algo sobre su abdomen, el gato volvió, con su típica mirada de enjuiciamiento sobre mis acciones, me retiro fingiendo no haber pasado nada, aún debo ayudar a los pasajeros que resultasen heridos.