Un acontecimiento impresionante era dado en aquella ciudad, podía ver claramente como bolas de fuego giraban, aceleran e impactan contra las edificaciones.
Escombros es lo que quedaba a su paso, una y otra vez provocaban explosiones contra el cuerpo de aquella monstruosidad que parecía ascender hasta el cielo, pero está permanecía inmutable.
Aquel que disparaba anteriormente era el señor gato, bueno, ahora no es un gato, pero sí lo es.
Nosotros solo podíamos ver desde la lejanía su épica batalla, luces, destellos y estruendo es lo que vemos, un combate de otro nivel.
En uno de esos momentos, el cielo parecía haberse calmado y el sol brillar entre las nubes, pero solo era una paz antes de la tormenta.
Inmediatamente se silenció todo, y un rayo descendió abriendo las nubes y borrando de nuestra vista al gato.
Criatura tan enigmática que es, dónde estará, no lo sé, esa fue la última vez que lo ví, después de eso, simplemente caminamos en silencio son voltear.
Caminamos al menos cuatro días hasta llegar a una distancia donde las explicaciones ya no se alcanzaron a discernir, simplemente era la sencillez del viento que nos recordaba seguir, lejos, debíamos huir de una batalla que no podríamos ganar.
Durante la noche del quinto día, mientras estábamos reunidos alrededor de una fogata, todos sosteníamos un rostro lleno de preocupación, el silencio era palpable hasta que las palabras de Luna resonaron entre nosotros, algo que todos pensamos, pero no queríamos mencionar.
- Alguno entiende ¿Por qué nos ocurre esto? O al menos, ¿Qué se supone debemos hacer? - Comenzó a mencionar como si listara cada pregunta que pasa por su cabeza.
- Armagedón. - murmuró Emel mientras veía fijamente las llamas.
Yo solamente podía escuchar la discusión, no es como si entendiera algo realmente, desde pequeño me han instruido para un propósito y ahora estoy comenzando a cuestionar el ¿por qué lo hago?
Pensamientos divergentes rondaban y entonces escuchamos.
- Tienen una muy buena sopa aquí. - Una voz animada sonó a mi costado mientras se servía el alimento desde aquel caldero que posaba sobre las brasas.
- Eh?
- Eh?
- Ah? ¿Quién eres? - Dijo Emel de forma amenazante mientras desenvainando su espada apunto a su garganta.
- Kyaaaa ~~~ :P
- Se supone que nos asustamos de ti- Grita furiosamente Emel mientras golpea con su pie el suelo una y otra vez.
Una pequeña figura similar a un niño de piel azulada y ropas de apariencia fina, similar al ter nos veía fijamente mientras daba cortos sorbos a su tazón.
-Hey hey hey, creímos que uno de los nuestros estaba con ustedes, percibimos su olor cerca. - comentaba animadamente aquella criaturita mientras se acercaba lentamente frente a Luna, llegando a examinarla mientras daba vueltas alrededor de ella.
Hemos llegado hasta aquí, supongo debe ser por alguna razón, o quizá alguien los envió, últimamente sucesos demasiado convenientes han ocurrido a mi alrededor, es como si la historia se repitiera hasta que esta sea favorable.
Aquella criatura está hablando con las chicas, parece animada pero no puedo confiarme, la última vez que baje la guardia, un desastre asolo una ciudad y casi morimos, termine usando dos monedas, me pregunto si aún sirve la última.
En mi mano una moneda dorada giraba, no más grande que mi pulgar, pero de un peso significativo, giraba y giraba, me detenía y palpaba su grabado con la yema de mi pulgar, era un dibujo tallado sobre aquel mineral, y su inscripción en los bordes, algo complicados de leerlos, pero entendibles.
-Aquel que vive en ambición es aquel que muere por su propia voluntad. – quizá son palabras que un rey diría, un dignatario rico o un ... Todos estaban viéndome, su charla tan animosa anteriormente ahora era silenciosa.
-Había olvidado presentarme, yo soy un Zercer, habitante de los conductos y explorador de la casa de Null. Mi nombre es Zarsaro, un placer. – Una elocuente presentación para alguien que dice ser explorador.
- Una deliciosa comida, felicidades al cheff. - fueron las palabras de aquella criatura verde, sus gestos, sus palabras, sonaban dulces y amigables cómo si invitasen a unirse a su plática.
Nadie hablaba, se presentaba ante nosotros como un monólogo, es un recuerdo algo borroso porqué no recuerdo nada después del sonido del viento.
Los golpes me despertaron, pero no abrí los ojos mientras trataba de escuchar lo que sucedía.
- Nañae rara tas tas humano.
- ojou ojou dac dac empirir.
Hablaban algo extraño, mientras hacían sonar sus dientes, entonces llegó el momento y comencé a separar los párpados poco a poco, para mí sorpresa estábamos dentro de una caverna, dentro de una jaula de ramas similares al cristal con un tono azulado.
Frente a mi se encontraban mis compañeras aún desfallecidas.
Aquella caverna que mencioné, el paso no era más que un camino y un risco desde las cuales colgaban plantas de frutos brillantes, cristales con forma de espadas redondas que iluminaban el sendero e insectos, muchos de ellos.
El viaje fue largo, en ocasiones lograba entender palabras como emperador y humanos, pero nada más, al parecer nos ignoraban sintiendo su seguridad confirmada.
Cruzamos por una zona elevada, desde la cual se veía una ciudad con edificaciones tan altas que llegaban al techo, similar a columnas de un castillo, igual a las que ví en la sala del trono del rey.
Era una ciudad preciosa, usaban los cristales para iluminar las calles, se movían en unas criaturas algo parecidas a las aves, pero estás poseían un cuerno, cabeza azul y patas con garras negras.
Un gigantesco número de cuerdas negras, recubiertas de acero se veían recorrer todos los lugares y unirse en un solo punto.
Aquel lugar es al que nos dirigimos.
Tengo un mal presentimiento desde que comenzamos a cruzar puertas de hierro en las paredes etiquetadas con números.