"La vida nunca fue fácil"
Eso es lo único que se me vino a la cabeza, antes de cerrar los ojos y morir, pensé en todas las decisiones que he tomado a lo largo de mi vida, volví a esos tiempos, los tiempos en donde tenía padres, los tiempos en donde era huérfano, los tiempos en donde todo comenzó a ir bien...
Por donde empezar, mi nombre es Matthew Murray, un hombre de ojos y pelo negro, mi cara no es hermosa, pero tampoco es horrible, sería considerada una cara promedio. Mi constitución es delgada, y no mido más de 1.60 metros.
Cuando tenía 4 años descubrí que tenía memoria fotográfica y eso me hizo muy bueno en los estudios, lamentablemente a mis padres mi existencia no les importaba.
El ambiente en casa era demasiado turbulento para un niño de 4 años, diariamente oía a mis padres discutiendo, hasta que un día, a la edad de 8 años, pasó el suceso que me marcaría de por vida.
Cuando volvía del colegio, escuche una patrulla de ambulancia dirigiéndose hacia mi casa y cuando me apresuré a ver que pasaba con todo ese ruido, resultó en la imagen de mi madre acribillada a tiros y mi padre con una bala en la cabeza.
Según la policía, a mi padre le dio un ataque de ira y disparó sin piedad a mi madre, luego se pegó un tiro cuando tuvo un mínimo de lucidez.
Sinceramente, aquel día lloré y lloré, ya que mis padres, pese a que no me apreciaban mucho, seguían siendo mis padres. Después de aquel día, no sentí mucho, porque mi padre era un alcohólico que engañaba mi madre y mi madre era una maltratadora que desahogaba sus frustraciones en mí.
Puesto que no tenía ningún pariente, no les quedó de otra a los municipales que ingresarme en un orfanato.
Pasé años en el orfanato y me convertí en un adolescente de 12 años, pasé el tiempo en el orfanato como un marginado, ya que el ver a mis padres muertos me causó noches de insomnio y traumas que hasta el final de mis días persistieron.
Tampoco es que el resto de niños quisieran acercarse mucho a mí.
Cuando al fin me metieron en el instituto, pensé que podría ser un nuevo comienzo para poder entablar amistades y todo eso, que tan equivocado estaba.
En el momento en que mis compañeros me vieron no querían entablar ninguna conversación conmigo, era cómo invisible para todos, bueno para todos no, los matones que vieron mi baja estatura y mi cuerpo desnutrido comenzaron a burlarse de mí de diferentes formas hasta el punto en el que pudo ser considerado bullying.
Soporté y soporte durante mi estancia en el instituto, solo me concentraba en mis estudios con la esperanza de salir de este infierno antes.
Finalmente, mis esfuerzos dieron sus frutos y me concedieron una beca en una de las mejores universidades de química.
Cuando cumplí los 17 ingresé en la universidad de los Andes, la mejor opción si alguien quiere estudiar ese tema en particular.
Cuando ingresé al majestuoso edificio fue una de las pocas veces en donde me sentí feliz de verdad.
1 año después de ingresar en la universidad tuve que hacer lo que he hecho durante toda mi vida, estudiar cómo un loco, aunque a veces para desestresarme leía novelas web.
Hubo una en concreto que la consideré la mejor que he leído hasta ahora, su nombre era "El señor del rayo", sobre todo me sentía identificado con el protagonista, Seth ya que él también provenía de una familia disfuncional, y sí, si te lo estás preguntando era la típica novela de academia, magia, protagonista dominado, ya sabes cosas clichés como esas.
Hoy va a ser el día en donde haremos la práctica de final de trimestre, y manejaremos mis colegas y yo el ácido más corrosivo del mundo, el ácido fluoro antimónico.
Todo iba bien en la práctica, teníamos la protección puesta, no había ningún riesgo que nos afectara hasta que de repente, el balde me cae en la cara.
Antes de poder maldecir al imbécil que dejó caer el balde sobre mí, me caí al suelo y comencé a rodar por él, como si fuera una rata a la que le hubieran dado de comer veneno.
Sentía como cada músculo, articulación y hueso de mi cara se derretía, sentía un dolor tan insoportable que desearía que la muerte llegará más rápido, curiosamente lo último que vi no fueron las blancas paredes del laboratorio si no más bien me pareció ver un paisaje montañoso recubierto de nieve.
"La vida nunca fue fácil" Pensé
Después de tener este último pensamiento, mi vista se nubló y me rodeó una oscuridad infinita.